Hace algunos
años participé en un curso en Buenos Aires, donde era el único chileno entre
treinta argentinos y argentinas. Quería opinar sobre algo y levantaba la mano
para pedir la palabra, mientras el resto de las personas que participaban del
curso hablaban y hablaban sin levantar la mano en un “desordenado orden” que me
costaba entender. En algún minuto la profesora me dice “metete a la
conversación Carlos” y yo perplejo porque precisamente eso era lo que intentaba
hacer. Ahora interpreto que seguramente chilenos y argentinos tenemos una pauta
cultural diferente respecto de como entrar a las conversaciones, al menos en
los cursos.
Por lo
anterior me ha resultado de lo más entretenido el libro de Erin Meyer, quien propone
ocho escalas para entender como operan las culturas, bajo la idea de la “relatividad
cultural”, que cada cultura comprende el mundo y genera maneras de adaptarse a
él diferentes, ni buenas ni malas, solo distintas.
Por supuesto que
si no adoptamos una perspectiva de “relatividad cultural” cada uno cree,
ingenuamente, que su manera de comportarse es la “normal” y las otras personas
se comportan de maneras equivocadas, cuando, precisamente con los ojos de quien
está al otro lado, pensará exactamente lo mismo, nosotros somos los equivocados.
Ni lo uno ni lo otro, sólo diferentes culturas operando.
Creo que
estas disquisiciones tienen una importancia central hoy en día que se ha acentuado
la interacción entre personas de distintos países, más aún en el ámbito
organizacional, donde incluso puede haber en un mismo equipo personas que han nacido
y vivido en distintas latitudes. Me parece que para un profesional o directivo
tener claridad de la relatividad cultural le abre oportunidades de interactuar
más armónica y comprensivamente y conseguir así mejores resultados en una
organización.
Hace tiempo
publicamos un post sobre el
concepto de cultura según Geert Hofstede, ideas que tienen alguna
continuidad con el trabajo de Erin Meyer.
Cuáles son
entonces las ocho escalas de variación cultural
1 Comunicación,
contexto bajo frente a contexto alto.
En una
cultura de contexto bajo, la buena comunicación es precisa, simple y clara. Los
mensajes se expresan y entienden al pie de la letra. La repetición es apreciada
si contribuye a aclarar la comunicación.
En cambio, en
una cultura de contexto alto, la buena comunicación es sofisticada, llena de
matices y capas. Los mensajes se expresan y se leen entre líneas. A menudo el
mensaje no se dice expresamente, sino que es implícito.
2 Evaluación,
feedback negativo directivo frente a feedback negativo indirecto.
En las
culturas con feedback negativo directo, el feedback se da de manera franca,
sincera y sin rodeos. Los mensajes negativos no van acompañados de otros
positivos ni se suavizan. A la hora de criticar, a menudo se usan descriptores
absolutos (“totalmente inapropiado”, “una absoluta falta de profesionalidad”). Las
críticas se pueden impartir a solas o delante de un grupo.
En cambio, en
las culturas de feedback negativo indirecto, el feedback se da con cuidado, de
manera sutil y diplomática. Los mensajes negativos se envuelven en otros
positivos. A la hora de criticar, a menudo se usan atenuadores (“más bien inapropiado”,
“no es muy profesional”) Las críticas solo se imparten en privado.
3 Persuasión,
privilegiar los principios frente a privilegiar la aplicación.
En las
culturas que basan la persuasión en aplicaciones las personas aprenden a
comenzar con un hecho, una afirmación o una opinión y a continuación, añaden
conceptos que respalden o expliquen las conclusiones si fuera necesario. Es
preferible comenzar un mensaje o informe con un resumen o una lista con los
puntos fundamentales. Las discusiones se abordan en forma práctica y concreto.
En los entornos empresariales se evitan los debates teóricos o filosóficos.
Por su parte,
en las culturas que basan la percepción en principios las personas aprenden a
desarrollar primero una teoría o concepto complejo antes de presentar un hecho,
afirmación u opinión. Es preferible comenzar un mensaje o informe construyendo
un marco teórico antes de pasar a la conclusión. Se valoran los principios
conceptuales que fundamentan cada situación.
4 Liderazgo,
igualitario frente a jerárquico.
En las
culturas cuyo liderazgo es igualitario, la distancia ideal entre el jefe y el
subordinado es corta. El mejor jefe actúa como facilitador entre iguales, las
estructuras organizacionales son planas y la comunicación, a menudo, salta las
líneas jerárquicas.
Por su parte,
las culturas cuyo liderazgo es jerárquico tienden a que la distancia ideal
entre el jefe y el subordinado es amplia, el mejo jefe es un director fuerte
que lidera desde la primera línea. El status es importante. Las estructuras organizacionales
son fijas y con múltiples capas y la comunicación sigue unas líneas jerárquicas
establecidas.
5 Decisión,
toma consensuada frente a toma de arriba abajo.
En las
culturas cuya toma de decisiones es consensuada, cada decisión se toma en grupo
por acuerdo unánime. En cambio, las culturas con decisiones de arriba abajo se
caracterizan porque una sola persona toma la decisión (normalmente el jefe).
6 Confianza,
basada en las tareas frente a basada en las relaciones.
En las
culturas basadas en las tareas, la confianza se desarrolla mediante actividades
asociadas al negocio, las relaciones laborales se establecen y se abandonan con
facilidad, según la utilidad práctica en una situación dada. Como haces bien tu
trabajo, eres de fiar y me gusta trabajar contigo, confío en ti.
Las culturas basadas
en las relaciones se caracterizan porque la confianza se desarrolla a partir de
comidas juntos, saliendo de copas o junto a la maquina de café. Las relaciones
laborales se establecen lentamente y a largo plazo. Como he visto quién eres en
profundidad, he compartido tiempo personal contigo y conozco a otros que se fían
de ti, me fío de ti.
7 Desacuerdos,
confrontar frente a eludir la confrontación.
En las
culturas que tienden a la confrontación, el desacuerdo y el debate son
positivos para el equipo y la organización, la confrontación abierta es
apropiado y no afectará negativamente a la relación.
Por su lado,
las culturas que eluden la confrontación, el desacuerdo y el debate son negativos
para el equipo o la organización. La confrontación abierta es inapropiada y
romperá la armonía del grupo o afectará negativamente a la relación.
8
Planificación, tiempo lineal frente a tiempo flexible.
Las culturas
que usan el tiempo lineal consideran que las etapas de un proyecto se llevan a
cabo en orden, completando una antes de comenzar con la siguiente. Cada cosa se
hace a su tiempo sin interrupciones. El objetivo final es la fecha límite y se
respeta el calendario. La rapidez y la buena organización se valoran más que la
flexibilidad.
Y, en las culturas
del tiempo flexible se considera que las etapas de un proyecto se abordan en
forma fluida, cambiando de tarea según se presenta la oportunidad. Se hacen
muchas cosas al mismo tiempo y se admiten las interrupciones. El objetivo es la
adaptabilidad y se valora la flexibilidad por encima de la organización.
Erin Meyer caracteriza
a varios países a partir del polo cultural en que se encuentra como Alemania,
Suiza, Japón, EEUU, Italia, Brasil, Nigeria, y otros. Me pasa que al leer cada dimensión
cultural pienso en las características propias de Chile y en lo distinto que
somos de otros países.
Por supuesto
que no todos los habitantes de un país son iguales, también existen diferencias
individuales en como nos relacionamos con el tiempo, o con la gestión de la confianza.
Lo interesante es entender que no hay modos correctos o incorrectos, sino que
estilos culturales que se han desarrollado en virtud de la historia y las
maneras concretas de resolver problemas.
Entender
estas diferencias puede ser útil para gestionar los malos entendidos culturales
y aproximarse a las relaciones entre personas distintas sabiendo que implícita
e inconscientemente miramos el mundo de maneras muy diferentes y lo que consideramos
normal puede, para el otro, ser anómalo o viceversa.