Aproveché uno de los últimos
viajes para leer este libro que hacía tiempo tenía en el escritorio y no me
había animado a revisarlo. Da buenas pistas para entender porque tienen éxito
los equipos y porque fracasan, dando pie también para hacer un diseño de
intervenciones para apoyar a los equipos con los que nos corresponde trabajar.
Hace tiempo que creo que en esto
del desarrollo de equipos o del trabajo en equipo hay mucho de ilusión, mito o
incluso deseo y muchas veces la realidad no cuadra con esas fantasías. Para
muchos, en el ámbito laboral, el equipo debiera ser un lugar de apoyo y
conexión y muchas veces es todo lo contrario, fuente de inseguridad y de
conflicto.
Dicen los autores que un equipo
se define fácilmente, “personas que hacen algo juntas”, lo que constituye al
equipo no el algo que se hace, sino que el hecho de hacer las cosas juntos. Los
equipos son buenos por distintas razones, entre ellas destacan Robbins y Finley
las siguientes: (1) aumentan la productividad, (2) mejoran la comunicación, (3)
realizan trabajos que los grupos corrientes no pueden hacer, (4) aprovechan
mejor los recursos, (5) son más creativos y eficientes para resolver los
problemas, (6) generan decisiones de alta calidad, (7) generan bienes y
servicios de mejor calidad, (8) generan una mejora en los procesos, (9)
contribuyen a diferenciar y, a la vez a integrar.
Con tantas maravillosas razones
para cambiar la jerarquía piramidal y trabajar en equipos se preguntan los
autores por qué no ha sido tan exitoso el cambio como debiera. La razón según ellos
es que se han usado equipos para “ajustar costos” más que para expandir el
potencial de una empresa. Los equipos tienen mucho potencial pero cuando fallan
es porque la empresa recurrió a ellos para recortar niveles intermedios sin
brindarles atención, herramientas, visión, recompensas o claridad, todo ello
necesario para funcionar bien.
El camino se puede desandar y
cuando una empresa se preocupa del proceso del equipo, puede ser una gran
oportunidad. Para ello revisan con detalle catorce fallas potenciales en los
equipos proponiendo luego acciones para revertir dichas fallas y mejorar la
efectividad de los equipos.
Esta es la tabla que proponen los
autores.
Problema
|
Síntoma
|
Solución
|
Necesidades
disparejas
|
Personas
con agendas privadas que persiguen objetivos antagónicos.
|
Lograr
que las agendas ocultas salgan a la luz preguntando a la gente lo que quiere,
en forma personal, del equipo.
|
Metas
confusas, objetivos atropellados.
|
Personas
que no saben lo que se espera de ellas, o que no entienden el sentido de lo
que hacen.
|
Clarificar
el motivo por el cual existe el equipo, definir su objetivo y los resultados
que se esperan de él.
|
Roles
poco claros.
|
Los
miembros del equipo no saben con certeza cuál es su trabajo.
|
Informar
a los miembros del equipo lo que se espera de ellos.
|
Mala
toma de decisiones.
|
Los
equipos pueden estar tomando las decisiones correctas pero en la forma
equivocada.
|
Elegir
un enfoque para tomar decisiones que sea apropiado en cada caso.
|
Malas
políticas, procedimientos estúpidos.
|
El
equipo está a mercede de un pésimo manual para empleados.
|
Desechar
el manual y usar el sentido común
|
Conflictos
de personalidad.
|
Los miembros
del equipo no se llevan bien.
|
Averiguar
que esperan los miembros unos de otros, qué prefieren, en qué difieren.
Empezar a valorar y utilizar las diferencias.
|
Mal
liderazgo.
|
El
liderazgo es indeciso, incoherente o estúpido.
|
El
líder debe aprender a servir al equipo, manteniendo viva su visión o delegar
el liderazgo en otra persona.
|
Visión
borrosa
|
El
liderazgo acuso al equipo por los malos resultados.
|
Conseguir
una visión mejor o irse.
|
Cultura
antiequipos.
|
La
organización no está verdaderamente comprometida con el trabajo en equipo.
|
Reunir
a la gente por los motivos apropiados o directamente no hacerlo; nunca
obligar a la gente a trabajar en equipo.
|
Feedack
e información insuficientes
|
El
desempeño no está siendo evaluado; los miembros del equipo tantean en la
oscuridad.
|
Crear
sistemas para permitir el libre flujo de información desde el equipo y hacia
el mismo.
|
Sistemas
de recompensas mal concebidos.
|
La
gente está siendo premiada por motivos equivocados.
|
Diseñar
recompensas que generen seguridad entre la gente; premiar tanto el trabajo en
equipo como las conductas individuales.
|
Falta
de confianza en el equipo.
|
El
equipo no es tal porque sus miembros son incapaces de comprometerse con él.
|
Dejar
de ser indigno de confianza. De otro modo dispersar o reformar el equipo.
|
Resistencia
al cambio.
|
El
equipo sabe qué debe hacer pero no lo hace.
|
Averiguar
cuál es el obstáculo; usar “dinamita” o “vaselina” para eliminarlo.
|
Herramientas
equivocadas.
|
El
equipo ha sido enviado a pelear la guerra con una “honda”.
|
Dotar
al equipo de los instrumentos apropiados para sus tareas, o permitir la
libertar para que la gente sea creativa.
|
Fuente: Robbins y Finley, Por qué
fallan los equipos.
Cada capítulo se refiere luego a un
desafío en particular, profundizando en el
problema, el síntoma y la solución. No señalan en ninguna parte una jerarquía
de cuáles de estos problemas son más frecuentes o habituales en los equipos o
cuales tienen mayor importancia en el desempeño que otras. Creo que ahí hay un
desafío para quienes trabajan en el campo, introduciendo priorización de temas.
Hay algunos que me hacen mucho
sentido en mi propia experiencia.
Hoy sin ir más lejos sostuve una
reunión con la directiva de un equipo de una quincena de integrantes, quienes
tienen un proyecto conjunto y son socios en su emprendimiento. Vinieron a
pedirme que como coach les ayudara con sus dificultades. En un primer lugar
atribuyen a las diferencias personales sus problemas pero al profundizar
aparece falta de claridad en las metas compartidas, falta de claridad en los
roles, recompensas mal diseñadas (enfocadas en el logro individual y no
colectivo) y mal liderazgo (uno de ellos decía que tenían un liderazgo yoista,
yo primero, yo segundo, yo tercero y con suerte la comunidad en algún lugar).
La semana pasada trabajaba con
varios equipos de profesores en una Universidad, reportándoles los resultados
de un estudio de clima y madurez como equipo que realicé con ellos. Me llamaba
mucho la atención la falta de propósito compartido en algunos de ellos, las
agendas personales evidentes en la conversación privada pero negadas en la
conversación pública, la presencia de conflictos interpersonales no resueltos.
Creo que uno de los grandes
errores de quienes trabajamos como consultores en el campo de RRHH, DO o
coaching es pensar que las dificultades de los equipos solo se deben a
diferencias personales o a diferencias de estilos. En muchos casos ello si es
una variable relevante y no se debe dejar de considerar, sin embargo, dicha
situación se administra por la vía de propósitos claros, roles definidos,
procesos de toma de decisión claros y buena gestión de conflictos.
Una de las prácticas que más
peligrosa me parece es aquella de la “silla caliente” o los “cara a cara”
pensando que si las personas se sinceran al hablar entre ellas ello producirá automáticamente
un mejoramiento de los resultados. He visto que eso solo produce resentimiento,
distanciamiento y profundización de los conflictos, por lo que a mi juicio es
una práctica altamente no recomendable. Si el tema es la sinceridad es mejor
partir por clarificar roles, por cumplir compromisos y por abrir conversaciones
en torno a estos temas, la sinceridad empezará a llegar sola.
Otra de las prácticas que a mí me
parece peligrosa es la de realizar talleres para que la gente se conozca, se
hagan amigos, compartan sus dolores o cualquier forma parecida enfocada únicamente
en las relaciones informales. Ello puede ser muy importante como facilitador de
las interacciones y como generador de espacios de confianza, sin embargo,
pensar que porque la gente se conozca, haga ejercicios de team building al aire
libre, hable de sus problemas o haga ejercicios de confianza ello se va a traducir
automáticamente en resultados y mejores relaciones es ingenuo. Tal vez ello
sirve en equipos informales pero en equipos formales propios de organizaciones
creo que se requiere liderazgo, clarificación de roles, buenos procesos de toma
de decisión y no perderse de los objetivos organizacionales.
Recomiendo leer a Robbins y
Finley, cada capítulo tiene buenas ideas para mirar los equipos y ayudarles a
mejorar.
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