Hace unos días atrás revisaba mi Facebook y me encontré con
un aviso de trabajo de un destacado coach, quien señalaba que buscaba cinco
coaches, para sumar a su grupo de trabajo, para actividades ligadas a empresas.
Me sorprendió gratamente el aviso pues me llevó a pensar como esta actividad
está creciendo de un modo tan importante y las empresas comienzan a requerir
más servicios de coaching, especialmente en formato ejecutivo. El coach en
cuestión tiene una empresa dedicada a este ámbito y si está contratando coaches
es porque su negocio está creciendo, lo que creo que es una muy buena señal de
mercado. Creo que también es una buena señal del mercado que demande coaches
especialistas en coaching ejecutivo, no coaches generalistas que no saben mucho
del mundo organizacional.
A continuación decía el aviso, “tanto para ejercer el rol de
coach en la medida que sus competencias vayan de acuerdo a los requerimientos
de nuestros clientes, como para acciones de índole comercial”. Esto me llevó a
dos reflexiones, la primera en relación a las competencias y la segunda en
torno a las acciones de “índole comercial”.
Las competencias son cada vez más relevantes en este campo
como en cualquier otro, ya no se requiere solamente mostrar credenciales o
títulos sino que se requiere mostrar (por la vía de las recomendaciones o por
la vía de las demostraciones) cuan hábiles somos efectuando coaching. Lo anterior
no es simple de mirar, ya que por razones históricas tenemos tendencia a mirar
más los diplomas que las demostraciones efectivas de competencia. En relación a
lo segundo, pensé que las habilidades comerciales también son importantes, ya
que no basta ser un buen coach, también tenemos que saber ofrecer y
comercializar nuestros servicios, algo que no se enseña en ningún lado y que
resulta de mucha importancia también. Al respecto publiqué un
post hace tiempo sobre el tema, a partir de las ideas de Daniel Pink
El aviso terminaba con lo siguiente, en relación a los
requisitos “tener una tendencia a pensar colectivamente el futuro y no usar el
modelo de la consultora unipersonal o bipersonal con alianzas circunstanciales
por proyecto”. Esta parte me dejó pensativo y reflexivo, sobre lo cual
realizaré algunos comentarios.
Cuando realicé el curso de “diseño
de futuro” una de las ideas que aprendí fue que el futuro no es sólo una
cronología, también es un lugar, un sitio al que queremos llegar. Me parece muy
interesante pensar colectivamente en relación a ello, ya que no tiene el mismo
peso ni el mismo valor hacerlo de un modo solitario que con otras personas. Muchos
coaches y consultores tienen o han tenido la suerte de trabajar en una empresa
consultora o como parte de un equipo dentro de una organización, las redes de
colaboración, de reflexión y de “inteligencia colectiva” que se forman allí
pueden ser fabulosas. Cuando el líder tiene un estilo abierto, es creador de
contexto positivo y la cultura organizacional estimula el “lado luminoso” es
una gran experiencia. Por lo menos para mí eso ha sido una experiencia
fundamental,
No obstante ello, formar parte de un equipo también tiene sus
“lados oscuros”, cuando predomina la competencia o conflicto entre los
integrantes, cuando hay agendas ocultas, cuando los niveles de competencia son
disímiles y los menos competentes carecen de disposición a aprender o cuando el
liderazgo es “disonante”, muy jerárquico, poco abierto a la innovación y
discusión de ideas. A ello se puede agregar una cultura poco amiga del coaching
y la consultoría, que valora los éxitos de corto plazo, centrada en el negocio
y no en el desarrollo. También he vivido esto y formar parte de un equipo de
coaches o consultores no es sinónimo necesariamente de inteligencia colectiva o
de pensar el futuro con inteligencia.
Por ello creo que no hay que desmerecer y, al contrario,
valorar a quienes trabajan de manera individual o bipersonal, ya que ahí pueden
estar sucediendo cosas valiosas también. Hay historias de emprendimiento que de
por sí ya son notorias, hay entusiasmo y no resignación, hay disposición a
aprender. Además, si hay interés en formar “alianzas circunstanciales por
proyecto”, interpreto que hay disposición a participar de proyectos más grandes
y hay gestión de redes, para invitar a otros coaches o ser invitados por otros.
Que sea circunstancial no lo desmerece en absoluto. ¿Acaso no será así el
futuro de muchos trabajos, más aún cuando se trata de proyectos que por su
naturaleza duran un tiempo y luego terminan?
Entiendo que lo central es como estimulamos la colaboración,
tan necesaria en el ejercicio del coaching y tan necesaria en el trabajo en general.
Para ello hay que identificar las malas prácticas de no colaboración y
alejarnos de ellas, como hablar mal de otros coaches, como realizar proyectos que
superan nuestras habilidades, como dejar de formarse, etc. Creo que la
colaboración no pasa por trabajar juntos con otros coaches bajo un mismo
empleador o incluso bajo un mismo proyecto, más bien es una actitud que se
refleja en otras acciones. Leyendo a Davenport y Prusak (ver “conocimiento en
acción), referido al compartir conocimiento, indica la importancia de compartir
conocimiento tácito, lo que se da en las conversaciones que tenemos con otros,
compañeros de trabajo, colegas, amigos, principalmente de manera informal.
Estas conversaciones se ven estimuladas por la reciprocidad (hoy por ti mañana
por mí), por la expectativa de reconocimiento (reputación) y por la mera
generosidad. Por ello me parece esencial que un coach participe de actividades
de formación, de reuniones, de encuentros y en general de actividades donde nos
encontremos con otros que practican esta misma disciplina.
Creo que en general ese es el desafío, como vamos formando
los coaches una cultura de colaboración que minimice la mala competencia y que
honre que esta es una profesión dedicada al servicio de otras personas. Para
ello los procesos de formación son cruciales, compartir lecturas, aprender
mutuamente unos de otros, participar en proyectos conjuntos, honrar a quienes
saben más que uno, cultivar la maestría, tomar café con otros coaches, etc.
Al respecto creo que una buena práctica es responder los
correos electrónicos que nos puede enviar otro coach preguntándonos algo,
haciéndonos una consulta. De hecho me ha pasado que he enviado correos que no
me han respondido o, al revés, personas generosas que me han respondido o
incluso recomendado fuentes, como me sucedió con la coach Laura Fierro de México.
Sobre el café hablaré en otro post, ya que he estado leyendo “La
historia del café” y creo que estos son los lugares en torno a los cuales más
se desarrolla el coaching últimamente, tomando un café con otro coach y colaborando
activamente en el aprendizaje mutuo.
Creo que el coach al que cito por su aviso al inicio de este
post ni idea tiene de todas las reflexiones que generó su comentario. Gracias
por la provocación.