Me llamó la atención el nombre
del libro mientras paseaba por www.antartica.cl
buscando otro texto y lo compré impulsivamente. Ha sido una grata sorpresa
leerlo por la manera tan poco académica y ortodoxa de aproximarse al tema, lo
que en ningún caso significa falta de rigurosidad o seriedad. Lo he disfrutado.
Comienza describiendo cuando a
alguien lo nombran jefe, quien accede a otro espacio distinto del espacio del
trabajo técnico: reuniones, seguimiento del negocio a través de informes,
participación en discusiones que afectan el negocio, liderar comunicación e implementación
de procesos de cambio. Además le tocará “alinearse con los objetivos de la
organización, plasmar la cultura en el estilo de trabajo de su gente, aumentar
la productividad, asegurar que se siguen los procesos que logran la calidad
sustentable, motivar al equipo, seleccionar talentos, resolver crisis, etc.”
Destaca el autor, que a partir del
nombramiento se inicia un proceso de aprendizaje para acceder de manera
competente al amplio espectro de las responsabilidades y acciones del
liderazgo, asunto no de naturaleza técnica sino que relacionado con el
desarrollo personal, que incluye la inteligencia emocional, desafío de
paradigmas, capacidad de relacionarse, autocontrol, empatía e influencia.
Completamente de acuerdo con Carlos,
el entrar al espacio de la jefatura genera un cambio importante en las
prioridades de quien la ejerce, pasando de requerir competencias técnicas
solamente a priorizar las competencias transversales. He escrito sobre esto
anteriormente en el blog. (post
1, post
2).
La función de liderazgo es una función
universal de la comunidad humana. En cualquier comunidad primitiva,
embarcaciones, grupos políticos, equipos deportivos o empresas emerge el
liderazgo al responder preguntas tales como: ¿dónde vamos?, ¿cómo nos
organizamos?, ¿cuáles serán las normas de convivencia?, ¿cómo resolvemos
crisis?, etc.
Ronald
Heifetz en sus trabajos expresa la tensión entre los desafíos técnicos y
los desafíos adaptativos y cuan importantes se torna afrontar estos últimos en cualquier
grupo humano, al punto que identifica el liderazgo con este trabajo. El
liderazgo emerge en cualquier grupo humano de manera espontánea, de abajo para
arriba, como un intento del grupo por hacerse cargo de sus desafíos.
A partir de esta idea Carlos destaca
el concepto de “arquetipos” propuesta por Jung. Arquetipo viene de arjé,
referido a aquello que permanece constante en medio del permanente cambio en la
naturaleza. “Aquello que da forma sustancial a las cosas, explicando el
movimiento y protegiendo al ser de las inclemencias de la historia”.
Propone el autor, que para
efectos del liderazgo, existen cinco arquetipos que se conjugan para el arte de
dirigir: rey, guerrero, mago, pastor, artesano. “Acceder al espacio del
liderazgo es aprender a entrar a cada una de las energías que representan estos
arquetipos”. (Nota, puede ser masculino o femenino).
En el libro presenta los cinco
arquetipos del liderazgo, caracterizando a cada uno de ellos. Propone mirarlos
y reflexionar con cual uno está más cerca y cuales le quedan más lejos, lo que
brinda una oportunidad para el desarrollo. Los arquetipos pueden ser
observados como modelo de liderazgo que se estructura a partir de cuatro
orientaciones básicas:
Eje relación: Hace referencia a la importancia de las relaciones humanas y la importancia
de la gestión de personas en el ejercicio del liderazgo. La clave es la inteligencia relacional.
Eje acción:
Refiere a la importancia de la ejecución en el liderazgo para cumplir los
objetivos, cuya expresión es el seguimiento a la ejecución y la medición de
logros. La clave es la inteligencia
ejecutiva.
Eje razón:
Se refiere a la importancia de la reflexión, pensamiento estratégico y toma de
decisiones cuya presión son la planificación estratégica y la fijación de
objetivos. La clave es la inteligencia
racional.
Eje emoción o intuición: Se refiere a la inteligencia basada en los insights, la creatividad, las
relaciones de posibilidad entre las cosas y las personas, la flexibilidad y la
adaptación para enfrentar circunstancias. La clave es la inteligencia creativa.
Arquetipo
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Factores dominantes
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Función principal
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Rey
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Razón y Relación
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Función orientadora: Pensamiento estratégico y toma de decisiones para
establecer la misión, visión, valores y tomar decisiones que permitan a las
personas y equipos cumplir con su propósito.
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Guerrero
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Razón y Acción
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Función ejecutiva: Ejecutar los pasos necesarios para alcanzar los
objetivos, hacer que las cosas pasen.
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Pastor
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Relación y Emoción
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Función de gestión de personas: Acompañar a las personas y equipos para
que se encuentren en condiciones de enfrentar sus desafíos en medio de la ejecución
y búsqueda de objetivos.
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Mago
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Emoción y Acción
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Función creativa: Búsqueda de nuevas formas y alternativas para avanzar
al logro de los objetivos.
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Artesano
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Razón, relación, emoción, acción
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Todo puesto al servicio de la ejecución metódica y disciplinada que
permite lograr los resultados en forma sustentable.
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No hay mejores o peores
arquetipos, cada uno es necesario para ejercer con propiedad el rol del liderazgo
y por ello el desafío es aprender a habitar en cada uno. Dice el autor: el arquetipo
dominante se realizará en estado de mayor transparencia y mejor gasto energético,
por su parte los arquetipos secundarios requerirán ser ejecutados con conciencia
y la sombra o arquetipo menor exigirá fuerza de voluntad e inversión de energía
para ejecutarlo. Cada arquetipo a continuación:
1 El guerrero: Su eje articulador es su orientación a la acción para
lograr un objetivo específico y concreto. Su primacía de la energía de la
acción lo hacer un ser impulsivo, aventurero, capaz de tomar riesgos y
decidido. Su realización está en el logro de objetivos. Enfrentan el cambio y
la incertidumbre entrando en acción. Tienen economía de movimientos y acciones.
En el ámbito de la comunicación su energía se manifiesta en los compromisos, su
capacidad de hacer promesas y cumplirlas en tiempo y forma.
Un exceso de guerrero provoca que
su obsesión por los resultados implique pasar a llevar valores y personas
(heridos, sentidos o dañados) o transformar cualquier situación en disputa o
competencia. Un déficit de guerrero nos transforma en desertores de conversaciones
difíciles, de situaciones tensas o de objetivos complejos.
2 El rey: La
razón como el centro del mundo permite construir la misión y sentido a la
comunidad, alinear todas las fuerzas para alcanzar el objetivo. Analiza las
situaciones en función de su aporte de valor a la misión. Representan la
soberanía, el poder formal. Tiene conciencia que sus acciones son observadas e imitadas
por la comunidad por lo que es riguroso antes de tomar una decisión. En términos
de comunicación la estampa del rey se expresa en las declaraciones. La
racionalidad es analítica, serena y orientada a la recta decisión, con orden.
La realeza es un aura que se lleva. Dan sentido y valor a las ceremonias, gestos
y acciones del reino. Crea entornos estables para desempeñar el trabajo.
Un exceso de rey puede generar un
modo de liderazgo muy abstracto y poco práctico que solo queda en las grandes definiciones
y orientaciones imposibles de ser ejecutadas. También puede genera run ambiente
tiránico en donde el rey confunde su poder con la verdad y no escucha ni toma
decisiones en función de la razón sino de sus sentimientos. Un déficit de rey
crea un ambiente de poco significado y valor.
3 El mago:
Este arquetipo remite a la energía de la creatividad como núcleo que estructura
su modo de ser. Su imagen característica es el dominio de los elementos de la
naturaleza para que combinándolos dar origen a la pócima mágica que entrega un
poder extra. Creatividad, sus mundos de acción son la innovación, las conversaciones
de posibilidad y la adaptación a las circunstancias. Se caracterizan por contar
historias. Trae alegría, espíritu de juego y liviandad.
El exceso de mago se transforma
en manipulador y charlatán, usando el don de la palabra y su personalidad
seductora para embaucar, alterar la realidad o dibujar una situación que nunca
será. La falta de mago es el burócrata que todo lo transforma en mera rutina.
4 El pastor:
La energía del pastor es la empatía, la capacidad emocional de entender, acoger
y acompañar a los otros en toda circunstancia, especialmente en los momentos de
dificultad interior. La capacidad de empatizar hace que la escucha sea la
principal herramienta comunicativa del arquetipo. Trae confianza a la
comunidad. La perspectiva del pastor permite balancear los imperativos de los
objetivos y las urgencias con la necesaria consideración por el bienestar de
las personas.
Exceso de pastor transforma a los
líderes en sobreprotectores, que ahogan el crecimiento o subsidia la acción para
evitar el sufrimiento de los suyos. Falta de pastor lleva a mentir con tal de
mantener una falsa armonía que evite el conflicto o postergar decisiones por el
hecho de provocar dolor, esfuerzo o renuncias.
5 El artesano: Tiene como eje central el pensamiento estructurado ya que toda tarea se
puede separar en etapas, objetivos intermedios, tareas y recursos. Y con esa
capacidad logran lo que los creativos solo ven como posibilidad. Mantiene su
taller en orden y vive de rutinas y procesos que crean resultados similares.
Domina los conocimientos, habilidades prácticas y disposiciones emocionales que
permiten la realización prolija de una obra. Tiene pensamiento práctico. Es un
formador de otras personas. Tienen dedicación y disciplina.
Exceso de artesano genera espíritu
burocrático, repetitivo y aburrido, incapaces de enfrentar el cambio. Déficit
de artesano crea un ambiente de inseguridad, mediocridad y desorden que termina
con la decadencia de los equipos.
Durante toda la lectura del texto
he pensado como se pueden aplicar estos arquetipos al coaching ejecutivo y al
entrenamiento de jefaturas y me hace mucho sentido como metáfora mirarlos desde
los arquetipos. Hoy mismo tenía una reunión con una gerente, quien cual guerrera
escuchaba poco y estaba muy orientada a la acción y veía en su equipo como ello
generaba desgaste y molestia. Ella requiere más de “pastor”, escucha, contención.
También requiere más de mago para generar nuevas conversaciones de posibilidad.
También he pensado cuanto nos
puede servir para mirar nuestro propio modo de ser y el coaching que llevamos a
cabo. Como moverse más en cada uno de los cinco arquetipos para contar con
mayor flexibilidad y nuevos recursos. Como podemos hacer muy buen coaching
desde un estilo dominante y, a la vez, cuanto nos puede costar cuando lo que
necesita nuestro coachee es lo que a nosotros nos falta. Por ello para ser buen
coach no se requieren sólo habilidades técnicas sino que navegar por más
arquetipos, sobre todo por el que tenemos como sombra, tal como dice el autor.
El modelo se conecta con otros
modelos que caracterizan al ser humano como el MBTI (el que también se basa en
los trabajos de Jung), la distinción de los cuatro elementos o el modelo de
Benziger, modelos para seguir aprendiendo.
Gracias Carlos Sandoval por tan
buen aporte.