Me acuerdo cuando compré este libro en el verano del año
2007, en Bariloche, Argentina, mientras pasaba un par de días de vacaciones en
dicha ciudad. El título me pareció atractivo. Más atractivo me pareció cuando
leí que se lo dedicaba a Mc Clelland (más adelante tengo que hablar de Mc
Clelland en este blog) a Richard Heckler, Humberto Maturana y a Fernando
Flores.
Hay mucha pasión en el ambiente actualmente a propósito de
una entrevista que dio Humberto Maturana en la revista Capital donde habla de
Fernando Flores y Rafael Echeverría. Algunas personas formadas con Maturana lo
defienden a brazo partido y descalifican a Flores o Echeverría y al coaching
ontológico inventado por ellos. Otros, desde la vereda del frente, critican a
Maturana y desautorizan sus aportes. No me interesa esa conversación chica,
menos la falacia “ad hominen” de que si algo es dicho por cualquiera de ellos
no tiene valor por principio. Sólo son las ideas y opiniones de dos personas,
brillantes pero seres humanos al fin y al cabo.
Ambos han hecho aportes brillantes y eso es lo que tenemos
que rescatar. Además, hay mucha gente inquieta, curiosa, inteligente, que toma
ideas de ellos y de otros autores y realiza su propia síntesis para aportar a
las personas y organizaciones y creo que eso es lo valioso. Como en todos los
campos hay “maestros chasquilla” o “toderos” que usando el nombre de Maturana o
de Flores, o de cualquier otro, hacen mal las cosas y eso no tiene porque
invalidar los aportes de estos maestros.
Me gustó mucho como Mathew Budd los alaba, comentando como
los conoció y los aprendizajes que realizó con cada uno de ellos. A partir de
esa experiencia desarrolla un modelo que llama “caminos hacia el bienestar”,
indicando que se trata de “medicina conductual”. Quiero destacar más a Maturana
y Flores que el contenido del libro.
En el capítulo 2, que titula Somos animales pero lo hemos olvidado cuenta “El siguiente momento
germinal en mi proceso de cobrar conciencia de la posibilidad de un nuevo
planteamiento de la medicina ocurrió hace casi quince años (el libro está
publicado el año 2000, luego esto debe haber ocurrido en el año 1985). Yo
estaba en el centro de graduados Cronkhite de Harvard, asistiendo a un
seminario de todo un día que llevaba el intrigante título “el lenguaje, la biología y la naturaleza de la vida”. Los
directores del seminario eran dos chilenos. Uno era un filósofo, Fernando
Flores, que más tarde llegaría a ser uno de mis maestros más apreciados.
Fernando ha realizado importantes aportaciones a nuestra comprensión del
lenguaje, la cultura, el aprendizaje y la capacidad de acometer empresas. El
otro presentador era el biólogo Humberto Maturana."
A continuación dice a propósito de Maturana “para una
Universidad tan prestigiosa y conservadora como Harvard el aspecto de Maturana
era muy poco convencional, escandaloso incluso. Tenía una melena larga y
despeinaba que empezaba a encanecerse, un poblado bigote, gafas redondas que
enmarcaban unos ojos que ardían con pasión e inteligencia y una bufanda de lana
de metro y medio enrollada alrededor del cuello, con los extremos ondeando al
aire como un par de alas disparejas……Con brillantez y una lógica incontestable,
Maturana expuso durante tres horas ininterrumpidas un razonamiento riguroso y
científicamente incontrovertible, que cambió literalmente mi manera de
considerar a los seres vivos, incluidos los humanos”…….
En el capítulo 4 tú
eres lo que dices alude a Fernando Flores y dice “es un chileno de mente
brillante y un amplio repertorio de especialidades, entre ellas la filosofía
occidental, la informática, los negocios y la conducta organizativa y la
empresa. Es grande como un oso y tiene una gran capacidad para sintetizar y
entretejer los hilos de las diferentes tradiciones. Tengo la sospecha que algún
día será considerado uno de los grandes pensadores de su generación”
Y, aquí está la parte que más me gustó. Dice el autor (pág. 165),
“conocí a Fernando en el mismo seminario en el que me encontré con las
revolucionarias opiniones sobre biología de Maturana. Al terminar su discurso,
Maturana había preparado el terreno para la descripción de Fernando del
lenguaje como rasgo único de la vida humana. Fue un gancho izquierda – derecha
chileno de proporciones mastodónticas para mí, mi trabajo y para las vidas de
otras personas que han asimilado lo que ellos estaban diciendo”.
Leo esto, lo transcribo y lo vuelvo a leer y me lleno de
orgullo que dos chilenos, Maturana y Flores sean los protagonistas de este
cuento, nada menos que en Estados Unidos, en la Universidad de Harvard, por
allá por el año 1985. Ha pasado mucho tiempo desde aquello y seguramente sus
desarrollos conceptuales han seguido distintos caminos, lo que es natural en
personas del calibre de quienes estamos hablando.
Concluye el autor con estas palabras, pág. 166. “La visión de
Humberto me había mostrado la importancia de la biología en la comprensión de
la vida, el conocimiento y el aprendizaje. El genio de Fernando ese día y en
los años siguientes, me ayudaría a ver con claridad cada vez mayor el papel
central del lenguaje en la vida humana”
Para Mathew existen varias maneras de aprender. La primera es
el aprendizaje por información o instrucción en el que un profesor o un libro
nos cuentan los hechos o procedimientos referentes a algo y hacemos lo que
queremos con esa información. Un segundo tipo de aprendizaje es el aprendizaje
tradicional, donde encuentras a alguien que sea un maestro, te comprometes a
aprender y tu mentor se compromete a enseñarte, este aprendizaje exige siempre
la presencia del maestro, lleva mucho tiempo y, más importante aún, los objetos
que produces en un primer momento son generalmente iguales al maestro, copias
mejores o probablemente peores, tu creatividad personal y tu individualidad son
secundarias.
Dice que hay dos maneras más de aprender. El aprendizaje de
autoayuda y el aprendizaje asimilado. El de autoayuda se caracteriza por los
consejos y las técnicas para hacer mejor las cosas. Este aprendizaje tiene el
problema de la ejecución, se concentran en los resultados pero no indican
muchos consejos sobre cómo conseguir esos resultados. Y, finalmente, está el
aprendizaje asimilado, el que supone descubrir como uno actúa de manera
rutinaria y automática en una determinada situación, luego utilizando
distinciones y prácticas nuevas, aprender a cambiar la capacidad de actuar. Se
trata de aprender viviendo. Difícil de conseguir ya que los viejos hábitos son difíciles
de cambiar porque tienen la fuerza de la inercia biológica. De alguna manera
esto es lo que en otros lados llaman “aprendizaje transformacional” o de “segundo
orden”.
Dicho esto, el autor avanza en los capítulos que componen el
libro en las principales distinciones, hablando sobre aprendizaje, biología, historia,
lenguaje, emociones y estados de ánimo, aplicando estas distinciones al
seguimiento de cuatro pacientes bien característicos y realizando una
integración final, buscando un aprendizaje "asimilado", tal como lo señala en el párrafo anterior.
No es mi objetivo profundizar en cada uno de los temas
abordados por el libro ya que eso da para mucho tema y no es el objetivo del
post. Los invito a leer el libro, lo vi en Antartica.cl y se puede comprar por internet.
En la bibliografía del libro señala a El Arbol del
conocimiento de Maturana y Hacia la comprensión de la informática y la
cognición de Flores. Valioso de su parte reconocer en la bibliografía los
autores en que se basa su trabajo, algo que no todos hacen consistentemente.
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