El mundo cambia tan rápidamente hoy en día que la adaptación
a estos cambios es tema en todos lados. Por eso el autor se pregunta si está
preparada la gestión organizacional para esto. Y su respuesta es que no ya que en estos momentos predominan los
ego-sistemas, la individualidad sobre el grupo, la exigencia en seguir
protocolos que matan la iniciativa y la creatividad y, sobre todo, la propia
identidad de las personas.
A partir de esto propone la importancia que las
organizaciones evolucionen, para lo que se necesita cuestionar las formas de
trabajar, de dirigir, de organizarse y reunirse y reflexionar que las formas de
trabajo que fueron exitosas en el pasado deberían comenzar a cambiar pues ya
han dejado de ser útiles.
Una de estas formas es la jerarquía organizacional. Ha aportado orden, control, eficacia y
eficiencia. Ha funcionado bien en entornos poco o nada cambiantes ya que permitiría
sistematizar procesos y procedimientos. Se basaba en que los de arriba pensaban
y los de abajo obedecían y ejecutaban. Esto ha funcionado bien hasta ahora pero
está dejando de funcionar y más que servir muchas veces crea muchos problemas
en las organizaciones.
¿Cuáles son los problemas generados por la jerarquía?
1 Guerras de poder. Como el poder es un bien escaso, es
algo por lo que hay que luchar. El futuro depende de tenerlo o no tenerlo, ya
que tenerlo implica más presupuesto, más personal, más influencia, etc. Todo
esto genera que se vea a la gente de la organización e incluso a los compañeros
de equipo como rivales para posiciones superiores. He escrito un post sobre juegos
de poder en este blog.
2 Reinos de taifas. Con esto se refiere a que cada
Departamento se convierte en una pequeña corte, con un reyezuelo que obliga a
que todo pase por él y que suele buscar más su interés individual o
departamental que el del conjunto.
3 Falta de comunicación. Los diversos reinos en la
organización generan falta de comunicación interdepartamental, lo que produce
diversos efectos perniciosos como conflictos, errores, repetición de tareas.
También genera falta de espíritu colaborativo y animo de reproche de otros
departamentos.
4 Pérdida de tiempo en
hacer política. Antes
de proponer o llevar a cabo cualquier iniciativa es necesario analizar el
organigrama invisible de relaciones entre distintas partes de la organización
(amistades, enemistades, resentimientos, intereses, deudas, etc.). También he
escrito un post
sobre este tema en el blog.
5 División
organizacional. Se
piensa en la cima, se ejecuta en la base. El problema es que trabajando así se
pierde el aporte de muchas personas que, estando en la base conocen los
problemas y las oportunidades.
6 Efecto Embudo: Cualquier iniciativa o incluso el
trabajo habitual dependen del tiempo y la disponibilidad del “superior”, lo que
genera dependencia y ralentización de la toma de decisiones. Además si el
superior es incompetente o miedoso exacerba la frustración en sus equipos.
7 Distorsión de la
información por capas.
A medida que la información generada por un cliente o desde “la altura” se
transmite hacia abajo va sufriendo distorsiones.
8 La información no
sube. Así como la información
no baja, tampoco sube hacia la alta dirección, fruto de luchas internas, mala
comunicación u otras causas.
9 Acomodamiento. Ya que todo depende del jefe o de
la alta dirección, para qué tomar iniciativas, si después se requerirá una gran
inversión de tiempo para convencerlos, mejor no hacer nada y acomodarse.
10 Victimismo. Se comienza a instalar la cultura
de que cualquier problema lo debe resolver otra persona con mayor poder. Esto
genera resignación, “yo no puedo hacer nada para cambiar las cosas”.
11 Atrofia de la
iniciativa y la creatividad. Si nuestro trabajo es obedecer y ejecutar hay poco espacio mental para
ser creativos.
12 Injusticia. Muchas veces el trabajo, el
desarrollo y hasta el futuro depende de la relación con una sola persona, el
jefe. Y ¿qué pasa si te toca un mal jefe?, puede ser hasta una pesadilla de
injusticia. A ello hay que agregar los favoritismos
y el maltrato.
13 Limitación de
carreras profesionales. Muchas veces los jefes limitan el ascenso de sus mejores empleados,
entre otras cosas para no perder a quienes les hacen el trabajo. Y agregaría
yo, a veces también por temor que esos buenos empleados tengan mejor desarrollo
que el mismo jefe.
14 Dos únicas funciones
del jefe.
Principalmente dar instrucciones y controlar que se ejecuten, partiendo de una
filosofía que considera a las personas poco responsables o poco competentes.
15 Juegos perversos de
corrección. La mayor
parte del tiempo al que le corresponde arbitrar conflictos es al jefe o llamar
la atención cuando alguien tiene un mal desempeño. Todos estos juegos generan
manipulación, favoritismos, miedo al conflicto, abuso de confianza o guerras de
poder.
16 Objetivo es controlar,
no ser rápidos. Cuando
aparece un peligro o una oportunidad, esta debe escalar al jefe, al jefe del
jefe y al jefe del jefe del jefe. Esta lenta cadena hace imposible responder
con rapidez ante un entorno retador y cambiante, imposibilitándose ajustar la
estrategia y la ejecución a los cambios del entorno.
17 Los jefes ya no
pueden dar respuestas.
Cuando la experiencia y el conocimiento acumulado era determinante, los jefes
si podían dar respuestas a los problemas repetitivos que se planteaban. Ahora
que el mundo es más complejo, el jefe ya no tiene todas las respuestas.
¿Qué hacer frente a esta crisis de la jerarquía? Juan propone
cuatro caminos posibles.
1 Seguir igual y
estancarse y desaparecer: Triste posibilidad que implica que todos los elementos propios de la
jerarquía organizacional sigan igual y terminen por hundir a la empresa,
especialmente si las condiciones de cambio externo hacen insostenible las
deficiencias de la jerarquía.
2 Añadir prótesis para
mejorar la jerarquía: Se trata de implementar iniciativas que, manteniendo
la estructura jerárquica permitan agregar flexibilidad y adaptabilidad. Difícil
desafío si siguen estando bajo control de la jerarquía, si quienes integran los
equipos han sido impuestos, si la propia jerarquía define lo que se hace, si
los objetivos están estrictamente definidos con poco margen de maniobra o se
implementan con metodologías obsoletas. El desafío en este caso es a
gradualidad, apostar a que pequeños cambios permitan cambiar la cultura
organizacional.
3 Cambio de sistema
operativo: Se trata
de cambio radical. Eliminar la jerarquía como la conocemos. Propone estudiar
dos sistemas nuevos, en desarrollo, la holocracia y las organizaciones TEAL.
4 Sistema operativo
dual: Se trata de
introducir “aceleradores evolutivos” que generen una dinámica interna libre de
los costos de la burocracia y su lentitud y convivan y complementen la estructura
tradicional. Este sistema es propuesto por Kotter en su magnífico libro
Acelerar.
Coincido plenamente con el autor en su crítica al modelo jerárquico
de organización. Creo que no es trivial, hoy en día, que organizaciones que
tradicionalmente se han coordinado de manera jerárquica se encuentren viviendo
crisis en todas partes del mundo: la iglesia, las FFHH y las universidades. Tendemos
a pensar que el modelo jerárquico de organizaciones es el único posible, lo que
revela más sobre nuestro paradigma de organización agraria o industrial, ya
bastante antiguo por lo demás, que sobre formas de coordinar la acción en la época
de las redes y del internet.
Decidor resulta el trabajo de Moises
Naim sobre el fin del poder o de Nial
Ferguson sobre “la plaza y la torre”, en que se cuestiona cómo el poder “ha
perdido poder” en el último tiempo debido a varias revoluciones simultaneas que
vivimos como humanidad y cómo hemos girado hacia una época de redes (la plaza) v/s
la época de la jerarquía (la torre).
¿Existirán otras formas de organización?. Cómo en cualquier
cambio evolutivo aún no llega del todo lo nuevo ni se va del todo lo antiguo.
No sabemos muy bien qué hacer con la jerarquía aunque sepamos que sirve poco.
Esperanzador resulta el trabajo de Laloux
sobre como reinventar las
organizaciones.
Quienes nos dedicamos al campo de la consultoría y el
coaching observamos este fenómeno desde nuestros lugares privilegiados de
observación. Creo que por ahora nuestro trabajo es ayudar a nuestros clientes a
mirar esta transición y, si están en posiciones jerárquicas, animarlos a vencer
sus inseguridades, miedos y énfasis en el control para propender al empoderamiento
de sus equipo y al trabajo colaborativo.