Me he gozado este libro y he
quedado maravillado con la profundidad de conocimientos históricos del autor,
quien se pasea como si nada por diversas épocas y lugares históricos: imperio
romano, edad media, conquista de América, reforma protestante, independencia de
EEUU, revolución industrial, dinastías chinas, primera y segunda guerra
mundial, guerra fría, caída del imperio soviético y actualidad.
El título hace alusión a la
Piazza del campo en Siena, donde coexiste al mismo tiempo la jerarquía
(representada por la torre) y la red, representada por la plaza. El argumento
del autor es que estas dos maneras de organización coexisten en la historia
humana, algunas veces el péndulo se mueve más hacia la jerarquía y otras, como
ahora, se mueve más hacia la red. Dice (pág. 14) “distingue las largas épocas
en que las estructuras jerárquicas dominaron la vida humana de aquellos otros
periodos (más raros pero a la vez más dinámicos) en que las redes llevaron las
de ganar, gracias en parte a diversos cambios producidos en la tecnología”. Y,
prosigue “cuando la jerarquía está a la orden del día, el poder de cada uno
depende del peldaño que ocupa en el escalafón organizativo de un Estado,
empresa o institución similar verticalmente ordenada. En cambio cuando las
redes obtienen ventaja, el poder de cada uno deriva de su posición en uno o más
grupos sociales horizontalmente estructurados”.
Todos somos miembros de una
jerarquía si tenemos que “responder” ante alguien, somos ciudadanos de un
Estado, muchos de nosotros somos empleados de una empresa, formamos (si tenemos
menos de 20 años) parte de alguna institución educativa, realizamos o hemos
realizado algún tipo de servicio militar. Sin embargo, también pertenecemos hoy
más a redes que a jerarquías, la red de Facebook, redes de parientes, de
amigos, de vecinos, de colegas, de equipos de futbol, etc.
Estos dos mundos se encuentran e interactúan
y las redes en particular han existido en toda la historia humana y son mucho
más importantes de lo que la mayoría de los libros de historia “hacen creer a
sus lectores”. A juicio del autor la primera “era reticular” siguió a la
introducción de la imprenta en Europa a fines del siglo XV y duró hasta finales
del siglo XVIII. La segunda, nuestro tiempo, se originó en 1970. El periodo
intermedio entre 1790 y 1960, presenció la tendencia opuesta, restablecimiento
de las instituciones jerárquicas clausurando o incorporando a las redes.
Este tema de las redes me ha
parecido muy interesante y circunstancialmente leí, casi al mismo tiempo que a
Ferguson el libro del chileno Cesar Hidalgo, “el triunfo de la información”
quien también termina hablando de redes. También tengo pendiente de elaborar un
post sobre “La clave del éxito” de Malcom Gladwell, donde habla de la difusión
viral.
Me gusta mucho citar cuando hago
clases la época de Gutemberg y suelo preguntar, ¿cuándo se inventó la
imprenta?. Ver cita de wikipedia. Normalmente mis alumnos no
tienen mucha idea de cuando ello ocurrió y menos del impacto que tuvo este
invento tecnológico en el mundo de la época, e incluso para el mundo actual.
Ferguson describe detalladamente la invención de la imprenta y el impacto que
tuvo en el costo de impresión de libros y en el parecido a la evolución de los
costos de los computadores de nuestra época. La impresión de libros se extendió
lentamente al principio y después fue imparable. Uno de los impactos
importantes de la invención de Gutenberg fue la reforma protestante con
innumerables consecuencias de todo tipo, no sólo religiosas, entre ellos el
surgimiento de la ilustración y la revolución científica, además de
revoluciones políticas. Todo gracias a las redes.
¿Qué es lo que caracteriza a las
redes?. He hablado en otros posts sobre el tema. Luego de teorizar
varias páginas al respecto el autor concluye en siete categorías:
Ningún hombre es una isla. Si los concebimos como nodos dentro de redes, cabe entender
a los individuos en función de sus relaciones con otros nodos, es decir, de las
aristas que los conectan. No todos
los nodos son iguales. Un individuo en una red puede evaluarse en términos de centralidad de grado (número de sus
relaciones), su centralidad de
intermediación (probabilidad de actuar en calidad de puente entre otros
nodos) y centralidad de vector propio
(proximidad a nodos populares o prestigiosos).
Dios los cría y ellos se juntan. Debido a la homofilia,
las redes sociales pueden concebirse de manera parcial en términos de atracción
entre iguales. No siempre resulta evidente que atributo común o preferencia
compartida lleva a la gente a agruparse. Las redes humanas son complejas y no
es fácil describirlas, pero veces se
puede diferenciar el sentido de las
aristas (quien manda a quien), su modalidad
(A conoce a B pero duerme con C) y su peso
(A ocasionalmente se encuentra con B y con C todos los días).
Los vínculos débiles son fuertes. También importa cuán densa es una red y en qué grado
está conectada con otros clústeres, aunque solo sea mediante unas pocas
conexiones débiles. Idea tomada de Granoveter, clásico en el tema.
La estructura determina la viralidad. Muchos suponen que la propagación de una idea o
ideología se halla en función de su contenido intrínseco. Hoy reconocemos que
algunas ideas se vuelven virales
debido a determinadas características estructurales de la red a través de la
que se propagan. Para mí, aquí resulta interesante el trabajo de Gladwell,
sobre el que tengo pendiente escribir un post.
Las redes nunca duermen. Las redes son dinámicas. A veces evolucionan en sistemas adaptativos
complejos con propiedades emergentes. Cambios muy pequeños (como la adición de
algunas pocas aristas) pueden alterar completamente el comportamiento de una
red.
Las redes se interrelacionan. Cuando las redes interactúan entre sí, el resultado
puede ser la innovación y la invención. Cuando una red altera una jerarquía anquilosada, es capaz de
derribarla con impresionante rapidez, pero si una jerarquía ataca a una red frágil, el resultado puede ser el
colapso de esta última.
Al que tiene se le dará más. Debido a la vinculación
preferencial, la mayoría de las redes sociales son profundamente
desigualitarias.
El autor, historiador, propone
que cuando se entienden estas ideas clave de la ciencia de las redes, la
historia de la humanidad se ve muy distinta, como miles de millones de cosas
vinculadas entre sí en infinidad de formas. Además si se sitúa en el contexto
histórico, la época actual es la segunda época en la historia en que una serie
de instituciones jerárquicas obsoletas se han visto cuestionadas por redes
novedosas, cuyo impacto a su vez ha sido amplificado por la nueva tecnología.
Para mí no es raro entonces que,
al menos en nuestro país, dos instituciones profundamente jerárquicas tengan
serios problemas de adaptación: la iglesia y las FFAA. En el primer caso, como
se han destapado casos de abusos sexuales y de poder ocultos por mucho tiempo
y, como además, gracias a las redes, estos se han hecho conocidos y han tirado
por el suelo el prestigio y poder de la institución eclesiástica. En el segundo
caso, como se han sabido casos de corrupción y de delitos en la policía y el
ejército y, al igual que la iglesia, como ello ha dañado el prestigio y
confiabilidad de estas instituciones. Seguramente el trabajo no es restaurar la
jerarquía y el secretismo sino que ajustarse a los nuevos tiempos de las redes.
Según Ferguson desde la década de
1970 en adelante se ha vuelto a imponer la red por sobre la jerarquía, citando
al respecto trabajos de Hayek, la invención del concepto de globalización o la
triste realidad de las empresas automotrices como Ford que, organizadas de modo
jerárquico, no podían hacer frente flexiblemente a los nuevos requerimientos de
los consumidores. A partir de esto analiza el sistema político, el sistema
financiero, los atentados terroristas de 2001, la web 2.0, Facebook, twiter, etc.
Para concluir, Ferguson propone
tres diferencias con la época de Gutenberg, interesantes de analizar.
1 Nuestra revolución actual de
las redes es mucho más rápida y se halla más extendida que la oleada de
revoluciones que desencadenó la imprenta alemana. Hay muchos datos de
velocidad, por ejemplo como google empezó en un garaje en 1998 y hoy procesa
4.2 millones de búsquedas diarias. Y, además no es una revolución solo de los países
desarrollados, es mundial.
2 Las consecuencias distributivas
de nuestra revolución son muy distintas de la revolución de principios de la
edad moderna. La imprenta no creo millonarios. Los oligopolios han pasado a ser
los reinos tanto del hardware como del software, igual que la provisión de
servicios y redes inalámbricas.
3 La imprenta alteró la vida
religiosa en la cristiandad de occidente antes que ninguna otra cosa. En cambio
en la era del internet se comenzó alterando el comercio y solo en tiempos muy
recientes ha empezado a alterar la política y sólo una religión, el islam.
Hoy todo el mundo “está conectado”,
hay gente que ni siquiera apaga su teléfono celular por las noches, por si “algo
pudiera pasar”. El síndrome de no querer perderse de algo (llamado FOMO) es una
categoría diagnostica clínica. Hoy las redes amplifican noticias, verdaderas y
falsas. Muchos se desviven por publicar una selfie. La vida se vive más en el
computador que en la “vida real”. Hay mucho debate entre pesimistas y
optimistas respecto del futuro de las redes, vaya uno a saber, lo que sí es
claro que este es el mundo que nos toca vivir y es bueno poder comprenderlo. Como
dice Ferguson “las tecnologías van y vienen, pero nuestro mundo sigue siendo un
mundo de plazas y torres”
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