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viernes, 7 de enero de 2022

¿Cómo aprendemos? por Stanislas Dehaene

 


Tengo dos hijos universitarios y el gran tema de su vida actualmente es el aprendizaje. También tengo dos hijos en edad escolar y el tema es el mismo. Por supuesto que cambian los “contenidos” pero el desafío vital es el mismo. Y qué decir de mí mismo, que a mis 52 años sigo “aprendiendo” sobre mi trabajo, mi relación de pareja, la relación con mis padres y tantas otras dimensiones de la vida.

El coaching especialmente, a lo que me dedico profesionalmente, es una disciplina del aprendizaje. No del aprendizaje memorístico del colegio, ni del aprendizaje de contenidos, sino que de aprendizajes vitales, referidos a cómo hacemos frente a desafíos adaptativos en la vida personal o laboral.

Y la actividad como profesor universitario de post grado o relator de cursos de capacitación, a lo que también me dedico, es puro aprendizaje. Claro, como se trata de aprendizaje con adultos, cambian las técnicas, los temas, el énfasis aplicado, la relación conceptos – práctica, pero, nuevamente el tema es el mismo: aprendizaje.

Y, es que el aprendizaje es lo más característico de los seres humanos, todo lo que somos lo aprendemos, de nuestros padres, de nuestros maestros, nuestros amigos, la familia extendida, los pares profesionales, el entorno en el que nos desenvolvemos. Y, hoy, más que nunca, con este mundo VUCA, acelerado, complejo, dinámico, impredecible, más necesario que nunca el desarrollo de la competencia aprendizaje.

Stanislas Dehaene, desde las neurociencias, en su hermoso trabajo se pregunta por qué la evolución habrá inventado el aprendizaje y su respuesta es que “el precableado completo del cerebro no es ni posible ni deseable”, (1) imposible porque si el ADN debiera especificar todos los detalles de nuestros conocimientos, simplemente no dispondría de la capacidad de almacenamiento necesaria e (2) indeseable porque el aprendizaje permite adaptarse ventajosamente a  las condiciones específicas en que se vive.

A partir de esto el autor sostiene que el talento propio del ser humano es “aprender” y debiéramos llamarnos más que homo sapiens, “homo docens”, la especie que se enseña a sí misma. Dice “lo que sabemos del mundo, en su mayor parte, no es algo que se nos haya dado, lo aprendimos del ambiente o del entorno. Ningún otro animal pudo descubrir como nosotros los secretos del mundo natural. Gracias a la extraordinaria flexibilidad de sus aprendizajes, nuestra especie logró salir de su sabana natal, para cruzar desiertos, montañas, océanos y en apenas varios miles de años conquistar las islas más remotas, las grutas más profundas, los hielos marinos más inaccesibles e inhóspitos y hasta la luna. Desde la conquista del fuego y la fabricación de herramientas hasta la invención de la agricultura, la navegación o la fisión nuclear, la historia de la humanidad no es otra que una reinvención constante. La fuente secreta de todos estos logros es una sola: la extraordinaria facultad de nuestro cerebro de formular hipótesis y seleccionarlas para transformar algunas de ellas en conocimientos solidos de nuestro ambiente”

Para el ser humano el aprendizaje ocurre todo el tiempo y a cada rato. Lo que sí cabe destacar es el invento de una institución, la “escuela” especializada en el aprendizaje. Dice Dehaene, “la pedagogía activa es un privilegio de nuestra especie, ningún otro animal se toma el tiempo de enseñarle nuevos talentos a sus hijos, deliberadamente, prestando atención a sus dificultades y errores. La invención de la escuela, que sistematiza la instrucción informal presente en todas las sociedades humanas, supuso un incremento significativo del potencial cerebral…..hoy en día la educación puede considerarse el principal acelerador de nuestro cerebro”.

A partir de estas ideas creo que a todos nos debiera preocupar la calidad de la educación que brindan jardines infantiles, colegios e instituciones de educación superior, entendiendo calidad más que sólo transmisión de información, sino que desarrollo de las habilidades básicas para participar de la vida social, intelectual y afectiva de la comunidad. Creo que no tenemos que ser expertos para hablar de educación. Parafraseando a Von Clausewitz, cuando decía que la guerra es tan importante que no se puede dejar solo en manos de los militares, creo que con la educación de nuestros niños pasa lo mismo, es algo tan importante que no se puede dejar solo en manos de los profesores o expertos en educación.

Dehaene se pregunta qué es el aprendizaje. Para él, aprender es “construir un modelo interno del mundo exterior”. Nuestro cerebro es portador de miles de esos modelos internos, “tenemos todo en la cabeza” y la riqueza de estas representaciones mentales supera la imaginación. En su opinión “el aprendizaje permite que el cerebro atrape una porción de la realidad que antes le era ajena y la use para construir un nuevo modelo del mundo, puede ser una porción de la realidad exterior pero también de la realidad interna.

En resumen “Todos los aprendizajes dependen de que se modifiquen los circuitos del cerebro durante un periodo sensible en que todavía son flexibles y poseen un enorme margen de plasticidad, pese a estar parcialmente especificados por la evolución”. A lo largo de la evolución el cerebro de los seres humanos consiguió y pulió cuatro funciones de gran importancia que maximizan la velocidad con la cual extraemos información del entorno, son lo que Dehaene llama “los cuatro pilares del aprendizaje”. Cada vez que necesitamos aprender y aprender rápido podemos confiar en ellos para optimizar los esfuerzos. Estos pilares son:

1 La atención. Se trata del conjunto de mecanismos mediante los cuales el cerebro seleccionar una información, la amplifica, la canaliza y la profundiza. Este mecanismo resuelve el problema de la saturación de información. Cada estudiante debe aprender a prestar atención y los profesores deben prestar más atención a la atención. Dice el autor “el mayor talento de un maestro consiste en canalizar y cautivar constantemente la atención de los niños para guiarla hacia el objetivo o nivel adecuado”.

Según el autor existen tres mecanismos diferentes de atención:

-          El alerta que indica cuándo prestar atención y adapta nuestro nivel de vigilancia.

-          La orientación de la atención que muestra a qué prestar atención y amplifica cada objeto de interés.

-          El control ejecutivo que decide como procesar la información a la que atendemos, selecciona los procesos que son apropiados para determinada tarea y controla su ejecución.

2 El compromiso activo. Que no significa que el niño deba moverse, sino que esté activo, comprometido. Sólo aprendemos bien si tenemos una idea clara del objetivo que queremos alcanzar y nos involucramos plenamente. Rara vez aprendemos si acumulamos pasivamente estadísticas de estímulos que recibimos. La curiosidad es fundamental para el compromiso activo y lamentablemente, muchas veces, las escuelas realizan prácticas que atentan contra la curiosidad.

3 El feedback a partir del error. Los errores desempeñan un papel crucial en el aprendizaje. Cometer errores es la forma más natural de aprender, cada equivocación ofrece una oportunidad. Siempre que recibamos comentarios sobre cómo mejorar, que tengamos una señal sobre el camino correcto, los errores tenderán a disminuir. El error, lleva a la sorpresa y esta al aprendizaje, por ello ello es crucial un buen feedback (una devolución amable, precisa, que detecte, explique y corrija el error).

4 La consolidación. El cerebro dispone de mecanismos de automatización que compilan las operaciones que utilizamos periódicamente a modo de rutinas más eficaces. Se trata de un pasar de un tratamiento lento, consciente, laborioso a un funcionamiento rápido, inconsciente y automático. Para la consolidación se requiere que el aprendizaje se realice a intervalos regulares en vez de ocurrir en una lección engullida en una sola jornada. Esto ocurre porque el cerebro consolida todas las noches lo que aprendió durante la jornada.

Estos cuatro pilares del aprendizaje tienen derivadas hacia muchos ámbitos, cómo enseñarles a los niños a prestar atención, el estimular la curiosidad, el entregar una retroalimentación cariñosa, no castigadora y aprender en porciones y consolidar.

Creo que muchos de estos aprendizajes no aplican solo a los niños, también aplican a los adultos, cuando aprendemos en la Universidad o en otros espacios institucionales: prestar atención, motivarse, recibir feedback y consolidar.

Encontré un video del autor, breve y entretenido. En https://www.youtube.com/watch?v=0tOq-5SrhrE y aquí otro un poco más largo. En https://www.youtube.com/watch?v=lFyNZPV2uMM

Buen inicio del año 2022, con mucho aprendizaje para todos.

viernes, 16 de julio de 2021

Del capitalismo al talentismo por Juan Carlos Cubeiro

 


Todo un descubrimiento el trabajo de Juan Carlos Cubeiro, quien no sólo ha escrito este entretenido libro sino que cultiva un blog muy inspirador donde comenta distintos eventos y actividades a la vez que reflexiona sobre diversos autores. Ya quisiera yo tener el tiempo para leer sus publicaciones diarias y recomendaciones.

El principal argumento de su libro es que nos estamos moviendo desde el capitalismo (régimen económico y social fundado en el predominio del capital como elemento de producción y creación de riqueza) al talentismo (régimen económico y social donde el talento es más escaso, y por lo tanto más valioso, que el capital).

En su trabajo intenta mostrar como este tránsito está ocurriendo delante de nuestras narices, qué características tiene y qué posibilidades se nos abren en este momento histórico. Además, se apoya en numerosos autores, con quienes sostiene conversaciones asincrónicas sobre talento, capital humano, era conceptual, importancia de las emociones, economía conductual, economía  del bien común, cultura de lo gratis y muchas ideas más. Ya mirar la bibliografía de autores es una invitación a establecer valiosos hipervínculos.

Algunas de sus ideas centrales:

¿Qué es el talento? Carol Dweck proponía la distinción entre mentalidad fija y mentalidad de crecimiento. El talento se puede mirar desde cualquiera de estas mentalidades. Si se mira como algo fijo, se trata entonces de algo que se tiene o no se tiene, de hecho muchos dichos reflejan esta creencia como el muy antiguo “lo que natura non da Salamanca non presta”. En cambio, si se mira el talento como algo en desarrollo, el esfuerzo y el aprendizaje lo incrementan, el talento se desarrolla, por lo que bien vale el dicho “unas veces se gana y otras se aprende”.

Todos tenemos talento, la cuestión, siguiendo por ejemplo a Ken Robinson o a Howard Gardner es determinar en qué lo tenemos y cómo lo desarrollamos. En opinión de Cubeiro, siguiendo a José Antonio Marina, es “inteligencia triunfante, que consiste entonces en transformar conocimientos en comportamientos”.

Se me ocurre que hay muchas mejores definiciones de talento y de gestión del talento como las que propone Roberto Luna Arocas, sin embargo, entiendo que el ánimo de Cubeiro es destacar con el concepto los conocimientos, habilidades, actitudes, disposiciones que tiene una persona para aportar al mundo. (En el anexo 1 del libro caracteriza al talento como vocacional, que se forma, que es cuestión de capacidad, que necesita identidad propia, que se reconoce, que es motivador, que es dinámico, que necesita directrices, que depende del contexto y que no es justo ni injusto).

Esto es coherente con otra idea que expresa en su libro, consistente con el movimiento desde el capitalismo al talentismo. Cada vez es más valioso lo intangible que lo tangible. Esto se traduce en que hoy en día tiene mucho más valor en la creación de riqueza el capital humano, las marcas, los clientes, las ideas, en general todo aquello que se relaciona con el ámbito creativo que con lo tangible que pudiera ser un edificio, una máquina.

Por supuesto que no se debe despreciar lo tangible como la tierra, las máquinas y los edificios, que tienen su propio valor. Sin embargo, el énfasis en lo intangible está dado por la creación de valor a partir de la creatividad, la imaginación, las emociones, las relaciones, la empatía, el conocimiento.

Creo que está lleno de ejemplos de estas ideas como cuando se destaca que Uber no tiene ni un automóvil o Airbnb no tiene ni una habitación de hotel y que poco a poco se han ido transformando en gigantes, gracias primero a la idea creativa que tuvieron quienes las inventaron y segundo, gracias al uso de información, gestión del conocimiento, relación con los clientes y muchas otras variables más.

Creo que otro ejemplo de esto es el trabajo profesional en general. ¿Por qué valen los honorarios de un profesional cualquiera, ya sea médico, ingeniero, abogado o cualquier otro?, bueno, valen por el conocimiento que tienen, lo que le permite a sus clientes resolver problemas en el sistema judicial, recuperar la salud, construir un edificio y muchas cosas más. Lo interesante es que este “capital humano” si bien debe estar almacenado en alguna parte del cuerpo o el cerebro del profesional, es fundamentalmente intangible. He escrito sobre estos temas en mi blog con anterioridad.

También expone la importancia de entender que nos hemos movido a lo que llama la “era conceptual”. Si en la época del capitalismo “la llevaban” los abogados que redactaban contratos, los ingenieros que programaban códigos o los ingenieros con sus números, en el talentismo “la llevan” inventores, diseñadores, artistas, narradores, cuidadores, pensadores con visión global, ya que pasamos de la exclusividad del hemisferio izquierdo (racional, analítico, lógico, secuencial) a la combinación con el hemisferio derecho (instintivo, conceptual, simultáneo, holístico). Basado en las ideas de Daniel Pink en “Una nueva mente”, propone que se necesitarán nuevas destrezas en la era conceptual: diseño, narración, sinfonía, empatía, juego y sentido.

Dadas todas estas características del talentismo no es raro entonces que cambie la relación entre las personas y las organizaciones, se acaba el empleo para toda la vida y estilos de liderazgo basados en obediencia ciega, arribando estilos de liderazgo más parecidos a entrenadores de futbol de elite, que motivan e invitan a innovar, a sacar lo mejor de cada uno.  

Este es un tema que me parece cada vez más recurrente. El liderazgo a la antigua, basado en la jerarquía y el uso del poder no es que deje de existir, es que no sirve para esta nueva época, donde las personas inteligentes, creativas, motivadas, curiosas no hacen su trabajo porque alguien las mande, sino que lo hacen porque tienen un proyecto, una motivación distinta.

Por lo anterior también la empleabilidad se vuelve cada vez más crítica. La principal inversión a la que debemos dedicar tiempo, esfuerzo y dinero es al aprendizaje. Antes, 10, 20, 30, 50 años atrás bastaba con estudiar una vez en la vida y luego usar esos conocimientos para labrar una profesión. Hoy, eso es una tontera, el mundo cambia, las profesiones cambian y el conocimiento se incrementa de un modo exponencial por lo que muchas veces no actualizarse es ir para atrás.

No me gusta para nada el énfasis en la titulitis o diplomitis, como si lo importante fuera acumular diplomas. Me sorprende mucho la gente que dice “tengo un diplomado”, “tengo un magister”, cómo si aquello se tuviera en alguna parte, en vez de decir aprendí sobre X, Y o Z en un diplomado o magister que cursé y aprobé. Además mucho ya no se aprende en programas formales de estudio, se aprenden de otras maneras como tutoriales, libros, conversaciones, cursos informales, etc.

El trabajo de Juan Carlos da para muchas más reflexiones, ya que cada punto que expone en los 13 capítulos de su libro + 6 anexos da para muchas conversaciones. Sólo me queda invitarlos a leerlo y seguir su blog.

martes, 6 de abril de 2021

Pandemocracia. Una filosofía de la crisis del coronavirus. Daniel Innerarity

 


Uno podría pensar que la situación con la pandemia por coronavirus es tan dramática en muchos países del mundo que ponerse a filosofar respecto de ello pudiera ser inapropiado, sin embargo, qué cosa más humana que reflexionar sobre aquello que nos sucede, positivo o negativo, amargo o dulce, triste o alegre. Bueno, eso es lo que hace Daniel Innerarity a propósito de la pandemia en un libro que encontré por casualidad navegando en busca de “La política en tiempos de indignación” que espero leer en las próximas semanas.

Un libro con muchas aristas, desde las pequeñas reflexiones acerca de la vida cotidiana hasta las grandes reflexiones sobre el sistema político nacional e internacional y la democracia.

Como dice en la presentación “una pandemia es una enfermedad infecciosa que afecta a todos, mientras que una epidemia tendría un área geográfica limitada”. Y esta pandemia, como lo dice la definición se caracteriza por ser planetaria, afectándonos a todos en el mundo pero teniendo diversas respuestas a niveles locales, que dejan entrever grandes desigualdades entre países y dentro de los mismos países.

Me pareció especialmente lúcida su reflexión acerca de la complejidad sistémica que hace evidente la pandemia. Por supuesto que hay temas prácticos que resolver y para ello se necesita en todas partes mentes prácticas, que organicen, tomen decisiones, prioricen recursos y “apaguen el incendio”, pero ello no quita la importancia de hacer una buena interpretación de la situación, ya que como decía  Kurt Lewin “nada más práctico que una buena teoría”

Desde esta perspectiva, necesitamos aprender a mirar mejor los sistemas complejos, donde se distinguen interacciones lineales y no lineales. En las primeras se puede sumar cantidades y llegar a un claro impacto combinado. En cambio en las no lineales, se generan efectos de cascada donde pequeños cambios se transforman en transformaciones masivas. En las primeras las interacciones son aritméticas, en las segundas son geométricas.

Interpretar el coronavirus como algo simple, lineal, predecible ha costado muchas vidas en el mundo, tristemente. Por ahí algún Presidente dijo algo así como “es una gripecita”, un “resfrío invernal”. Mirarlo con perspectiva sistémica implica pensar más en grande: los impactos económicos en las personas y como generar ayuda, los impactos sanitarios, disponibilidad de camas UCI y presión sobre el sistema, qué hacer con personas que tienen otras condiciones de salud y que pueden morir de aquello y no de coronavirus al no poder ser atendidas por los cuellos de botella que se generan en el sistema.

En esta línea Daniel Innerarity sugiere que tenemos muchísimo aprendizaje que realizar para pensar de manera más sistémica, donde la experiencia pasada no siempre sirve, dice: “tenemos que aprender del futuro: previsión, prevención, anticipación, precaución”.

Otra idea que me ha parecido interesante es la que expresa en el capítulo 2 donde dice que “las crisis comienzan según el modo en que nos hacemos cargo de ellas. El diagnóstico que trata de hacerlas inteligibles condiciona el tipo de respuesta práctica que damos”. Y respecto de aquello señala que aquí se perdió mucho tiempo, pues se trató de hacer inteligible la crisis con categorías inadecuadas, como tratarla de una “guerra”, contra potencias extranjeras, contra virus, contra quien fuera. Y mirarla como guerra puede ser razonable, pues apela al compromiso, el heroísmo, el sacrificio, el enemigo común, pero oculta que se necesita más inteligencia colectiva, más organización, protección pública y, yo agregaría solidaridad.

En nuestro país fue muy parecido a como relata el autor, la metáfora dela guerra enciende pasión pero desmerece la colaboración, la solidaridad, la reflexión. La metáfora de la guerra puede acelerar las decisiones pero no siempre ir más rápido es mejor o como dice el dicho español “vísteme despacio que llevo prisa”. Pensar que necesitamos, como ayudar a quienes lo pasan más mal, como equilibrar adecuadamente el plano sanitario con el plano económico. Además la metáfora de la guerra deja héroes, traidores y culpables lo que precisamente no se requiere en una sociedad compleja y diversa.

Una tercera idea que propone Daniel es que la pandemia nos ha colocado en el fin de un mundo, que es el mundo de las certezas, de los seres invulnerables y de la autosuficiencia. La pandemia nos lleva a entrar en un mundo desconocido, común y frágil. Cada vez es más irreal el supuesto de que vivimos en un mundo calculable, previsible y obediente a nuestras órdenes.

Esta idea del autor nos conecta con muchísimos fenómenos que tenemos que reflexionar, que ciudadanos del tercer milenio tenemos que pensar, como que ya no podemos pensar en un mundo donde tomamos decisiones con información completa y con una mirada única, al contrario, tomamos decisiones a cada rato con información que desconocemos, decisiones cuyos efectos muchas veces somos incapaces de estimar y con paradigmas que por definición son limitados. Esto incluye por cierto las miradas de los médicos, los ingenieros, los economistas, los políticos. Todos y cada uno mira el mundo desde una cierta perspectiva y pensar que es “la perspectiva” nos empobrece.

Una cuarta idea del autor es reflexionar sobre la vulnerabilidad. No la vulnerabilidad psicológica de sentir que nos podemos enfermar y morir, sino que la vulnerabilidad de la globalización, proceso en el que nos encontramos inmersos hace rato y que no ha venido con instrumentos de protección social acorde a las amenazas que nos expone. Una pandemia global afecta al mundo y no tenemos instituciones globales de verdad que puedan hacerse cargo de esto, como el fenómeno del cambio climático, sino que cada país, dentro de sus estrechas fronteras, trata de adoptar medidas en su territorio, medidas que muchas veces son inútiles. Tenemos que pensar más como ciudadanos globales y hacer compromisos globales.

Hoy me pareció muy interesante leer en las noticias una propuesta del nuevo presidente de EEUU en el G20 de llegar a un acuerdo de tasas de tributación para las empresas, mínimas, respetadas por todos los países, de manera que no puedan esconderse en paraísos fiscales y dejar los costos en los lugares donde operan y los beneficios donde no pagan impuestos. Eso es una muy buena iniciativa.

El texto expone muchas otras ideas más sobre el populismo, la democracia, los políticos, las generaciones, la intimidad, todas muy pertinentes al tiempo que vivimos. Solo una reflexión final donde invita a aprender dela crisis: “lo más llamativo es que las crisis nos siguen sorprendiendo, que el presente funciona como una gigantesca distracción, que prestamos una atención obsesiva a lo inmediato, que el elemento competitivo tiene una centralidad preocupante en las democracias y que nuestra capacidad estratégica y de previsión es escasa. Puede ocurrir que sea más fácil encontrar una vacuna que aprender de una crisis como esta”.

Ojalá cuando esta pandemia se acabe hayamos aprendido mucho como personas y como países.

miércoles, 24 de marzo de 2021

Peter Senge, nuevos roles del líder como diseñador, maestro y mayordomo

 


He citado a Peter Senge en este blog varias veces con anterioridad. A propósito de “La Quinta disciplina, de la “Danza del cambio y “El elogio del líder incompleto”. Ahora mismo tengo en mi escritorio “La Quinta disciplina en la práctica” para leerla en este periodo de cuarentena que nos encontramos.

Por ello que quisiera comentar un texto que encontré en https://sloanreview.mit.edu/article/the-leaders-new-work-building-learning-organizations/ escrito por Senge el año 1990 y que, si bien puede ser algo antiguo ya mantiene la actualidad de este autor, en cuanto a rescatar las ideas de aprendizaje organizacional, de crítica al liderazgo heroico, de tensión creativa y los nuevos roles de líder.

Senge propone la importancia que comprender como las organizaciones aprenden y aceleran el aprendizaje, necesidad cada vez más importante en un mundo cambiante y complejo. Esto lo lleva a distinguir el aprendizaje adaptativo del aprendizaje generativo. El primero relacionado solo con ajustarse a un mundo ya existente, en cambio el segundo, enfocado en desarrollar nuevas formas de mirar el mundo, centrado en expandir capacidades.

Creo que la idea de aprendizaje generativo sigue siendo muy potente. Aprendemos todo el tiempo y a cada rato y en este mundo VUCA que nos toca vivir se vuelve aún más relevante. Pero, no se trata solo de aprender para adaptarse a lo que ya existe, sino que se trata de aprender a aprender, de cambiar nuestros paradigmas, de mirar el mundo de otra manera. Además, no se trata sólo del aprendizaje individual, sino que se trata de generar aprendizajes compartidos, colectivos, aprendizaje organizacional.

Por otro lado, Senge critica la noción de liderazgo heroico tan predominante en nuestro paradigma del liderazgo que ve al líder como una persona especial, excepcional, que marca la dirección, toma decisiones claves, es capaz de tener una estrategia inspirada, energiza a los demás.

Ahora mismo estoy viendo una serie en netflix, muy popular, “New Amsterdam” donde se cuenta la vida del Director médico, una serie rápida, entretenida, pero, un líder heroico, que se las sabe todas, que no participa de reuniones, que no conversa de trabajo con nadie, que llega y el primer día despide a todos los cirujanos cardiacos y salva vidas por todos lados. Claro que tiene sus dolores, pero ellos no le hacen mella en ser el “superdoctor”

Es una fantasía, existe gente inteligente y con personalidad carismática y atractiva por supuesto. Pero y, eso es lo interesante, los hospitales y cualquier organización no se mueve solo por ello. Sino que por conversaciones, por acuerdos, por negociaciones, donde participa mucha gente. El liderazgo es un fenómeno que emerge en la dinámica social, no es un fenómeno individualista, de personas iluminadas.

En este sentido, Senge propone que la tarea del líder es generar tensión creativa, lo que significa gestionar una brecha entre la situación actual y la visión. No basta la visión, tampoco basta la pura realidad actual. Es una tensión entre ambas.

Los líderes que conducen con la tensión creativa consiguen mucha energía a partir de esta yuxtaposición, lo que queremos crear v/s la realidad actual. Esto es lo que moviliza a los equipos.

Dado entonces estas precisiones, la crítica al liderazgo heroico y la importancia de generar tensión creativa, propone Senge que emergen nuevos roles para los líderes, alejados del rol tradicional como el “jefe delos disparos”. Estos roles son:

1.- El líder como diseñador.

Se trata de un rol que ocurre detrás de la escena, cumplir una función de “arquitecto social”, un rol cuyos resultados aparecen en el futuro, un trabajo silencioso que no “cuadra” con aquellos que quieren controlar, ganar fama o estar en el centro de la acción.

¿Qué significa diseñador?, Senge propone tres significados distintos. El primero es diseñar las ideas que gobiernan el propósito, la visión y los valores fundamentales por los cuales las personas vivirán. El segundo es diseñar las políticas, estrategias y estructuras que traducen las ideas de orientación en decisiones de negocios. Y, la tercera es generar procesos de aprendizaje efectivos.

Este rol del líder me lleva a pensarlo como alguien reflexivo, orientado a lo importante en vez de lo urgente, conversador con los demás, propositivo pero, sobre todo, lejano al líder “bombero” que le gustan la adrenalina, los aplausos y las crisis.

2.- El líder como maestro.

Este segundo rol del líder no tiene nada que ver con la idea del líder como “experto autoritario” que enseña la visión correcta de la realidad. Se trata de estimular a todos en la organización a contar con una visión más profunda de la realidad actual, realizando para ello tareas de entrenamiento, guía, facilitación. Hoy podríamos decir de “coaching”

Este rol de maestro implica dice Senge, “traer a la superficie los modelos mentales de las personas sobre temas importantes”, los que suelen ser tácitos y tener un gran efecto en la organización. Al tocar estos modelos mentales aparecen nuevas posibilidades respecto del futuro.

A su vez, traer a la superficie los modelos mentales implica comenzar a ver acontecimientos, patrones y explicaciones sistémicas. Estas últimas son las importantes de ver.

Creo que, de nuevo, la invitación de Senge es que el líder se vea a sí mismo como una persona que estimula conversaciones más profundas, donde no se atacan puros síntomas, sino que se desarrolla una comprensión más profunda del mundo, de la estrategia y “del negocio”.

3.- El líder como mayordomo.

Senge propone que este es el rol más sutil del liderazgo, es una “cuestión de actitud”, la que es crítica para el aprendizaje organizacional.

Este sentido de líder como mayordomo, dice, opera en dos niveles: El primero es para las personas que lideran y el segundo es para el propósito o misión más grande que subyace en la empresa.

Respecto del primero es tener claro el impacto que produce el liderazgo en los demás, hacerse responsable del impacto que tienen los líderes, el que puede ser negativo en muchas ocasiones o positivo cuando se tiende en cuenta que en organizaciones de aprendizaje las personas son más vulnerables al haber un sentido de compromiso y propiedad compartida.

Y, respecto del segundo, sentirse parte de un propósito mayor que va más allá de la organización, formar parte de un propósito más poderoso, que los esfuerzos producirá organizaciones más productivas, capaces de lograr mayor éxito y satisfacción personal.

Entiendo que esta rol de mayordomo para Senge tiene que ver con cuidar a los equipos y con tener un sentido importante de propósito. Me recuerda ese cuento medioeval en que le preguntan a una persona que está haciendo y dice “picando piedras”, en cambio, cuando le preguntan a otro, dice “construyendo una catedral”. En ambos casos están motrizmente haciendo lo mismo, pero significativamente, realizando trabajos muy diferentes.

El autor concluye el texto invitando a construir nuevas habilidades de liderazgo, tres en concreto: construir visión compartida, desafiar modelos mentales y participar en el pensamiento sistémico, habilidades sobre las que se extiende profundamente en La Quinta disciplina por lo que no profundizaré en aquellas.

Cada vez me parece más poderosa la idea de cuestionar los liderazgos heroicos, aunque sean populares en las series de televisión y en el imaginario popular, el liderazgo es un fenómeno compartido, de equipos de personas que impulsan proyectos, de equipos de personas que generan una visión, de equipos de personas que movilizan a otras tras un determinado resultado. Por eso que Jesús convocó a sus doce apóstoles para cambiar el mundo.

viernes, 12 de marzo de 2021

Soy consultor (con perdón) por Carlos Abadía Jordana

 


Rápido de leer y lleno de ironías acerca de esta entretenida profesión de la consultoría de empresas. Me parecen relevantes los dos últimos capítulos donde habla del cliente y de la ejecución de la consultoría propiamente tal. Los capítulos anteriores si bien divertidos no agregan demasiado más allá de anécdotas personales y recomendaciones respecto de cómo vender consultoría.

He publicado algunos posts sobre consultoría anteriormente. En “consultor y consultoría“ y “Algunas notas sobre consultoría”. Estoy trabajando en un libro sobre DO y el último capítulo precisamente versa sobre consultoría, por lo que me ha resultado interesante agregar algunas ideas de Carlos Abadía.

En relación a los clientes, Abadía formula una distinción relevante y que no se nos puede olvidar a quienes trabajamos en este ámbito. Uno es el cliente y otros son los que sufren la consultoría (usuarios o beneficiarios). ¿Quién es el cliente?, aquella o aquellas personas que representan legítimamente a la empresa y que te han hecho un encargo concreto de consultoría.

Un consultor tiene siempre que tener claro quién es su cliente y deberle lealtad, una lealtad bien entendida, que no traspase las barreras éticas ni las competencias profesionales por supuesto, una lealtad al encargo del cliente. En mi experiencia hay consultores a los que se les olvida esta lealtad y terminan “conspirando” contra el cliente. Si al consultor le parece ilegítimo el encargo del cliente es mejor entonces que no lo acepte o lo renegocie, realizando ajustes al “encargo” en la medida que conoce a la organización. Además, si es víctima del “síndrome de Estocolmo” y en el camino prefiere priorizar los intereses de otras partes de la organización declárelo y adminístrelo, pero no puede ser que un consultor trabaje, pagado por el cliente, contra el cliente.

Los usuarios, dice Carlos, son los colaboradores necesarios de la consultoría de intervención. Pueden ser varios y el consultor requiere desarrollar con ellos todas sus habilidades para relacionarse ya que son quienes proporcionan información y quienes destinan tiempo al consultor, muchas veces incluso más que el cliente. Los usuarios pueden ser grandes informantes y un buen consultor tiene que saber escucharlos, pero también “manipulan” al consultor hacia sus intereses.

Finalmente, los beneficiarios son quienes se benefician o salen perjudicados (esto también es cierto) por la consultoría.

Los consultores, señala el autor, logran dos efectos cuando se involucran con una organización. El primero es un efecto de “frescura – oxigenación” y el segundo es de “perturbación”. ¿Qué significa esto?

El efecto frescura se produce porque de repente “el usuario descubre un interlocutor facilitado por la empresa para trabajar con él en un proyecto concreto, con unos objetivos determinados y, con mucha frecuencia, estableciendo cierta vía de comunicación informal con la dirección de la casa. Esto provoca que el usuario sienta orgullo al considerarse como elegido”.  Esto facilita mucho el trabajo, porque se asocia con una elección positiva.

El efecto perturbador es un poco más complejo y tiene varias causas. (1) El hecho que el consultor está ahí para hacer algo que la empresa por sí sola no es capaz de hacer, por lo que su presencia pone en evidencia la actuación de alguna persona, a la que hay que “ganarse” y vea más ayuda que amenaza. (2) el impacto que puede tener en la organización el contenido de la consulta, por lo que mientras más ambicioso en los objetivos más resistencia. Y (3) la madurez de la organización ya que mientras más inercia histórica de la organización, mayor resistencia.

Cualquier consultor con experiencia se da cuenta claramente de estos dos efectos, que no necesariamente tienen que ver con la “técnica de la consultoría”, por ello que la consultoría requiere además de competencia técnica el desarrollo de competencias comunicativas y relacionales, para precisamente, relacionarse en un terreno sutil con clientes, usuarios y beneficiarios.

En relación a la frescura, mi experiencia es que las personas con las que trabajamos en un proyecto de consultoría se sienten importantes, ya que se las considera y su opinión se escucha con atención e interés. Por supuesto que el aporte que entregan al consultor tiene que ser mensurado y considerado de todas maneras y pueden tener intereses contradictorios con los del cliente que hay que sincerar para administrar los conflictos de interés. Muchas veces además, positivamente, la consultoría apoya a personas inteligentes, motivadas que tienen iniciativas valiosas y que les faltaba el “empujoncito” de un externo para llevar adelante esos proyectos.

Y, en relación al segundo fenómeno, el efecto “perturbador”, el consultor siempre es un “extraño”, que llega con intenciones más o menos explícitas de cambio, a veces puede ser muy amenazante para el statu quo organizacional y muchas personas lo esperan con grandes expectativas y otras lo esperan con mucho temor. Las resistencias pueden ser abiertas o camufladas y hay que ganarse el corazón y la mente de las personas con competencia y humildad, siendo también estratégico en la aproximación al trabajo. Dice el mismo Carlos Abadía, que un consultor tiene que ser estratégico para no desviarse del objetivo de la consulta, no perderse con usuarios pesados, ser ordenado y metódico, leal y honesto pero no tonto. Esto último es muy relevante, saber que no se va a dejar necesariamente a todo el mundo contento y dar opiniones fundadas, en el foro adecuado.

Para cerrar el libro efectúa una reflexión que me ha parecido muy atinada. Los consultores nos asociamos temporalmente con una organización y una vez que la consultoría ha terminado tenemos que irnos. Por supuesto que uno muchas veces quiere quedarse porque ha hecho amistades o porque quiere el sueldo estable de quienes están allí de planta pero esto es contradictorio con la consultoría. El consultor tiene valor para la organización precisamente porque no es de ahí, no pertenece y, por lo tanto, puede observar lo que muchos no ven o ven pero no se atreven a decir y puede sugerir cambios con la autoridad e influencia de su posición y experiencia. También hay consultores internos que cumplen importantes funciones en la organización pero no es lo mismo ser interno que externo.

Además los consultores externos se nutren de las distintas experiencias y aprendizajes que van realizando con sus clientes, lo que le da enorme valor al trabajo de la consultoría. Por ello una competencia esencial de un consultor es la flexibilidad para adaptarse a distintos tipos de clientes, para pasar por periodos con más o con menos carga de trabajo, para negociar proyectos y para sostener su aprendizaje en el tiempo.

Conozco muchísimas personas que se declaran consultores independientes pero les cuesta tolerar este modo de trabajar. También conozco personas que, mientras buscan trabajo o para “camuflar” periodos de cesantía se presentan como consultores. Algunos descubren esta actividad y se quedan en ella. Otros lo pasan mal y sueñan con volver a la estabilidad del sueldo fijo mensual. Por eso, me quedo con el paréntesis que pone el autor en el título del libro, donde dice “(con permiso)”, nada de pedir permiso, en mi opinión, todo va para que cada vez los consultores sean más valiosos y más necesarios para las organizaciones.

jueves, 21 de enero de 2021

Líderes (Estrategias para un liderazgo eficaz) Warren Bennis y Burt Nanus


 Definitivamente no es lo mismo jefe – supervisor – gerente – administrador – superintendente  o cualquier denominación parecida que líder. La jefatura es una posición en la estructura organizacional. En cambio el liderazgo es un fenómeno que emerge entre las personas, no es un nombramiento, sino que es más bien un “reconocimiento” o designación de parte de las demás personas.

Con estas ideas en mente he estado leyendo por estos días, el trabajo de Bennis y Nanus sobre líderes.  Su argumento central es que el problema de muchas organizaciones, sobre todo de las que fracasan, reside en que tienden a estar sobregestionadas y sobredirigidas y sublideradas.

Sostienen que hay una gran diferencia entre administrar y liderar. Administrar significa producir, cumplir, asumir responsabilidades, dirigir. En cambio liderar significa “influir, orientar en una dirección, curso, acción u opinión”. “Los administradores hacen bien lo que hacen, mientras que los líderes hacen lo que hay que hacer….se puede resumir la diferencia como actividades de visión y juicio, efectividad en oposición a actividades de dominio de rutinas, es decir, eficiencia”.

Desde esta perspectiva ¿qué es entonces lo que hacen los líderes?, ¿qué es aquello que realizan que permite que otros los reconozcan como tales? Se trata de un tema interesante y polémico, donde no hay respuestas únicas ni definitivas. En este blog hemos explorados varias respuestas a estas preguntas como la respuesta de Heifetz, de Kouzes y Posner, de Kotter, de Selman, de Senge, de Bass y Avolio, de Boyatzis, de Zenger y Folkman y de muchos otros.

Bennis y Nanus aventuran una respuesta en la que proponen que los líderes utilizan cuatro estrategias características. Estas estrategias son temas, áreas de competencia, habilidades en el manejo humano. Se pueden aprender.

Me gusta especialmente la idea que el liderazgo tiene que ver con comportamientos o estrategias más que con un rasgo de personalidad ya que desde ahí se puede entender qué hace alguien para ser considerado líder por los demás, qué hace consistentemente que lleva a que otros lo consideren líder. En este sentido, me gusta pensar que lo que llamamos liderazgo es algo que emerge siempre en un grupo, no es un rasgo o característica aislada, independiente de las personas, sino que es algo que solo aparece cuando interactuamos con otros. También me parece valioso que dependerá mucho del grupo del que estemos hablando que alguien sea líder o no, ya que alguien puede serlo en un lugar y no en otro.

Describiré las cuatro estrategias identificadas por estos autores

Estrategia 1: Atención a través de la visión.

Se trata de crear enfoque. Los líderes tienen una agenda, una preocupación por alcanzar ciertos resultados y estos atraen la atención. Tienen visiones o intenciones “compulsivas” y atraen a la gente hacia ellas.

La visión “atrapa”. Inicialmente atrapa al líder y la gestión de la atención potencia también a los demás para “montarse al carro triunfal”. La visión “desafía”, anima, vigoriza, transforma el propósito en acción.

La idea de la visión como elemento central del liderazgo ha sido destacada por muchos autores, entre los que destaco a Rojas y Gaspar, ya comentado en este blog. No se trata necesariamente de una idea que pertenezca al líder o se le ocurra a este por si solo, más bien este actúa muchas veces como articulador de visiones que andan dispersas en el grupo pero que el líder es capaz de poner en palabras. Un buen ejemplo es el “tengo un sueño” de Martin Luther King donde muestra una visión y enfoca la atención como dice Bennis en un tema concreto, en este caso la lucha por los derechos civiles en EEUU.

Estrategia 2: Significado a través de la comunicación.

Hay muchas visiones, no bastan los sueños, hay que saber comunicarlos. “El éxito requiere capacidad para transmitir una imagen atractiva de una situación deseada, el tipo de imagen que induzca entusiasmo y compromiso en los demás”. Los líderes son agentes activos para realizar interpretaciones de la realidad que faciliten la acción coordinada, utilizando para ello distintos medios. Los líderes son capaces de expresar y definir lo que ha quedado previamente implícito o sin decir y para ello inventan imágenes, metáforas y modelo que proporcionan el enfoque para una nueva atención.

Esta acción interpretativa no tiene que ver con los “hechos” o los datos, sino que tiene que ver más bien con el significado, con la reflexión la que desafía el statu quo al preguntarse por qué más que del cómo.

Desarrollar esta capacidad de comunicar es crucial para un líder. Se me ocurre el ejemplo de Kennedy cuando habla de poner un hombre en la luna antes que termine la década de los 60 o de Nelson Mandela

Estrategia 3: Confianza a través del posicionamiento.

“La confianza es el lubricante que hace posible que las organizaciones trabajen”. Confiamos en personas predecibles, cuyas posiciones sean conocidas y las mantengan. Los líderes que gozan de confianza se dan a conocer, muestran claramente sus posiciones, en el sentido de lo que consideran correcto y necesario.

El posicionamiento es el conjunto de las acciones necesarias para poner en práctica la visión del líder para que no quede solo como una idea, sino que se pueda observar en sus acciones concretas.

La confianza tiene diversos significados según cuenta Fernando Flores. Al que alude Bennis y Nanus es a la predictibilidad, en términos que los líderes llevan a la acción aquello que dicen, ser observa coherencia entre el discurso y la acción. Creo que un buen ejemplo es el de Jesús lavando los pies de sus discípulos o el de Gandhi cuando se le cae una sandalia al subir a un tren arrojando la segunda sandalia para que alguien la encontrara.

Estrategia 4: El despliegue del yo mediante la consideración positiva de sí mismo.

El tema del liderazgo no es un tema meramente técnico es un tema esencialmente humano. Se suelen sobreestimar las herramientas formales cuantitativas y los problemas sin ambigüedades, simplificando excesivamente el aspecto de las relaciones humanas. El liderazgo tiene que ver con problemas confusos y con la gente.

Por ello que la gestión del yo es decisiva. ¿Qué significa esto? Reconocer las virtudes y compensar los defectos, cultivando disciplinadamente habilidades o talentos propios.

Esta estrategia incluye cinco habilidades clave según Bennis y Nanus:

- Capacidad para aceptar a la gente como es, no como uno quisiera que fuera.

- Capacidad para enfocarlas relaciones y los problemas en términos del presente y no del pasado.

- Capacidad para tratar a quienes están cerca con la misma atención amable que se daría a conocidos más lejanos y casuales.

- Capacidad para confiar en otros.

- Capacidad para actuar sin la constante aprobación y el permanente reconocimiento de los demás.

En otros modelos a este elemento se le llama autoliderazgo, la capacidad de liderarse a sí mismo para poder luego liderar a otros. Creo que también se puede hablar de autenticidad, en el sentido de estar consciente de las virtudes y también de los defectos, no jugar a ser otra persona y, al mismo tiempo, trabajar para potenciar las fortalezas y compensar, por medio del aprendizaje las deficiencias.

Me parece que este elemento también tiene relación con la humildad, con la disposición al aprendizaje, con arrancarse de la idea del liderazgo heroico ya expuesta por Senge, en el que el líder se las sabe todas. No, no se las sabe todas, por eso trabaja con otros y aprende continuamente.


jueves, 14 de enero de 2021

Aprender a aprender y la navegación de los Estados de ánimo (la Metahabilidad para la adquisición de habilidades) Gloria Flores

 


Me llegó hace pocos días atrás el libro de Gloria Flores comprado en https://www.bookdepository.com En él profundiza sobre ideas que originalmente expuso su padre Fernando Flores, ideas que trata con simplicidad, haciendo alusión también a su aplicabilidad práctica al comentar experiencias de los talleres que facilita.

Inicia recordando que aprender es una competencia fundamental en el mundo que vivimos hoy, razón por la que aprender a aprender se vuelve cada vez más crítico.

Por supuesto que estoy de acuerdo con esta idea, posiblemente ello siempre ha sido así y en los tiempos que vivimos sólo toma más relevancia. Hoy mismo que nos encontramos viviendo una pandemia por coronavirus, se ha exacerbado la sensación de incertidumbre y la necesidad de flexibilidad, de aprender nuevas herramientas tecnológicas y nuevas disposiciones emocionales, además de muchas otras competencias.

Aprender es un proceso y como tal requiere tiempo. He hablado de este tema en otro post, citando precisamente a Flores aludiendo Dreyfus. Gloria, citando a los hermanos Dreyfus dice que “una persona que se embarca en el proceso de adquirir una nueva habilidad pasará por diferentes etapas de competencias, partiendo como principiante y terminando como maestro”. Para ello cita reiteradamente el ciclo del aprendizaje de estos autores, quienes proponen un avance que sigue las siguientes etapas: principiante, principiante avanzado, competente, cualificado, experto y maestro.

Si aprender a aprender es tan importante, qué es lo que lo que facilita u obstaculiza el desarrollo de esta competencia. Su explicación es de orden emocional, los estados de ánimo. Existen estados de ánimo que facilitan el aprendizaje y otros que lo obstaculizan.

¿Qué es un estado de ánimo?  Se trata de “sintonizaciones” con la situación en la que nos encontramos en un momento dado que nos predispone a ciertas acciones. Son distintos de las emociones, las que se dirigen a alguna persona o cosa en particular. Los estados de ánimo que al igual que las emociones también se sienten en el cuerpo, pero permanecen más bajo la superficie, razón por la que muchas veces ni siquiera estamos conscientes de ellos y sin embargo aparecen en nuestra conducta, actitudes e ideas.

Los estados de ánimo involucran juicios que la gente tiene hacia el futuro. Estos juicios automáticos  simplemente aparecen, derivados de nuestras experiencias pasadas y de la cultura de la que formamos parte. Como buenos juicios, implican siempre algún estándar, algún criterio, que hemos adquirido en el curso de nuestra vida, los que no son explícitos normalmente.

Siempre estamos en algún estado de ánimo. Algunos cierran posibilidades y otros las abren. No controlamos los estados de ánimo, sin embargo podemos aprender a reconocer su efecto en nuestro aprendizaje y, por lo tanto, no ser sus rehenes identificando en qué estado de ánimo nos encontramos y como este afecta nuestra disposición a aprender.

Me gusta muchísimo la idea que así como las emociones, los estados de ánimo nos “acaecen”, no es algo que hagamos intencionadamente. Es algo que nos ocurre, sin proponérnoslo, por lo que nuestra responsabilidad mayor no es provocar el estado de ánimo sino que aprender a reconocerlo, observarlo y gestionarlo con libertad.

Un estado de ánimo no solo afecta la disposición a aprender, creo que afecta todo, ya que se instala como una suerte de lente de color que lleva a mirar el mundo de dicho color. En ese sentido, no es el mundo, sino que el color del lente lo importante. Creo que además no solo implican un juicio hacia el futuro, de algún modo tiñen también la evaluación hacia el pasado. Se sienten en el cuerpo y se revelan en las conversaciones, a veces basta escuchar un rato a alguien para saber en qué estado de ánimo se encuentra. Incluso, aunque Gloria Flores no habla mucho de esta derivada de los estados de ánimo tienen una presencia colectiva en los grupos y organizaciones.

¿Qué estados de ánimo facilitan el aprendizaje? Asombro, perplejidad, serenidad, paciencia, ambición, determinación, autoconfianza, confianza.

¿Qué estados de ánimo obstaculizan el aprendizaje?. Hay diversos estados de ánimo que dificultan aprender: confusión, resignación, frustración, arrogancia, impaciencia, aburrimiento, miedo o ansiedad, agobio, inseguridad, desconfianza.

En el cuadro que se expone a continuación la autora conecta el movimiento hacia niveles superiores de aprendizaje y los estados de ánimo que llevan a avanzar en el aprendizaje o a retroceder.

La autora propone una definición de cada estado de ánimo y los juicios automáticos que están detrás de cada uno de ellos.

¿Cómo transformar estados de ánimo negativos en estados de ánimo conducentes al aprendizaje?

Cada estado de ánimo tiene siempre debajo o detrás un juicio y sus estándares. Por ello para tomar conciencia de cada estado de ánimo es importante explorar los juicios que tenemos sobre la situación y descubrir los estándares a los que adherimos para apoyar esos juicios. En el caso de estados de ánimo negativo, lo que se descubrirá es que se basan en estándares que, o no son relevantes para la situación actual o no son útiles para lograr un objetivo. Hecho esto, la persona puede comenzar a considerar acciones que podrían tomar para salir del estado de ánimo improductivo y avanzar en el logro de sus metas de aprendizaje.

Hoy mismo veo a mis hijos de 7 años jugar minecraft en su play station y lo hacen en un estado de ánimo de descubrimiento, de sorpresa, de entusiasmo y vaya que aprenden. Me veo a mi mismo cuando me invitan a jugar su juego atemorizado, desconfiado, inseguro, incluso a veces aburrido. No es extraño que ellos aprendan a cada rato y mi interés dure un rato breve.

Gloria cuenta varios casos de personas que se matriculan en sus cursos de desarrollo de equipos, donde precisamente aprenden con juegos electrónicos en línea, donde aprenden sobre estrategia, trabajo en equipo, liderazgo y competencias de coordinación. En cada uno de los casos que narra, aparece algún estado de ánimo que dificulta el aprendizaje por lo que luego de la experiencia misma facilita conversaciones para hablar de dichos estados de ánimo y traer los juicios que habitan debajo de ellos, de modo que tanto el participante como el equipo pueda verlos y desafiarlos para generar mayor nivel de aprendizaje.

En este sentido propone una metodología para cambiar estados de ánimo que incluye 4 pasos:

1° Reflexionar sobre el objetivo de aprendizaje.

2° Identificar y explorar el estado de ánimo improductivo.

3° Identificar los estados de ánimo que serían más propicios para alcanzar el objetivo de aprendizaje.

4° Especular sobre qué acciones podría tomar para transformar los estados de ánimo improductivos en estados de ánimo más conducentes a los objetivos de aprendizaje.

Creo que lo presentado hasta ahora tiene importantes conexiones con la psicoterapia, con el coaching, con la educación en general y con la educación emocional en particular. Creo también que la facilitación u obstaculización del aprendizaje tiene muchas dimensiones más, relacionadas con las características del maestro, con las estrategias pedagógicas de quien enseña, con la motivación, etc, pero creo que el trabajo expuesto resulta súper interesante a tener en cuenta.

Encontré el blog de Gabriel Bunster donde también comenta el libro. En http://gabsblogo.blogspot.com/2018/01/libro-aprender-aprender-y-la-navegacion.html

martes, 29 de diciembre de 2020

2020. El Año que vivimos en peligro.

 

(tomado de: Tomado de https://www.20minutos.es/

El título ya lo inventó Peter Weir con una magnífica película de los años 80 que además cuenta con una magistral pista musical de Maurice Jarre. Me parece que el título, ya usado por otros también, viene “de perilla” para este inolvidable año 2020 que nos ha tocado vivir a nivel local y planetario.

Yo diría que todo comenzó hacia fines del año 2019 cuando en Wuhan, China se descubrió el contagio por coronavirus covid 19. Los chinos, por un rato, no dijeron nada al resto del mundo, similar al comportamiento soviético en el desastre de Chernobyl. Y luego no les quedó más que reconocerlo cuando el virus se diseminó por todo el planeta en corto tiempo. La globalización es un hecho, todo se mueve por el planeta, gente, mercancías y virus por supuesto. Convertirnos en ciudadanos globales tiene algunos beneficios y algunos costos también.

Aquí en Chile hicimos como que nada pasaba. Mientras China y Europa comenzaban sus propios procesos de epidemia y cuarentenas, con miles de contagiados, nos fuimos de vacaciones e incluso comenzamos las clases haciendo grandes planes para el año, viviendo cual isla sin contacto con el mundo. Pocas conversaciones preparatorias y críticas a quienes ya prendían las alarmas, matando al mensajero para no escuchar su mensaje. Y el virus llegó y tuvimos que enfrentarlo. Como todo fenómeno nuevo nadie sabía muy bien qué hacer con él, ni siquiera las autoridades de salud, que daban palos de ciego con cuarentenas dinámicas procurando equilibrar la actividad económica con la salud o, como en Argentina, decretaban cuarentenas totales generando la ruina de muchas actividades sin impactar mayormente en la propagación del virus o como en Suecia no hacían nada apelando a la inmunidad de rebaño.

Todo comenzó a ser “tele”, teletrabajo, teleclases, telemedicina, teleterapia. Como era algo nuevo, con lo que no teníamos familiaridad había mucho miedo e inseguridad con su uso. Y, poco a poco, empezamos a consultar al médico por la pantalla, a participar de clases de todo tipo, a trabajar on line en las empresas y esto agarró vuelo. Pasamos de la inseguridad al gusto y hoy está lleno de gente que duda de volver a las actividades presenciales. Seguramente evolucionaremos hacia un mix de presencial y on line, con grandes beneficios. Esto me hace reflexionar sobre el cambio y el aprendizaje, cuánto nos resistimos muchas veces al cambio y cómo nos parece mucho más fácil y entretenido cuando ya hemos aprendido.

Tengo la opinión que uno de los grupos que más vivió este proceso de resistencia – aprendizaje y gusto fueron los profesores de todo nivel. Se resistían con argumentos de todo tipo a hacer clases on line. De a poco, con timidez, practicaban con charlas, videos y muchas otras herramientas. Y, al final del año, muchos han demostrado una tremenda capacidad de adaptación y aprendizaje. A mí esto me da optimismo ya que si lo que define la profesión de profesor es el aprendizaje, un grupo importante ha demostrado gran capacidad de aprender.

Los hospitales y el sistema de salud, al menos en Chile, hicieron bien su trabajo, conozco historias de personal de salud que han dedicado largas horas a cuidar enfermos postergando sus vidas personales. Ello es admirable. No así la gente que hace fiestas en cuarentena, se junta con otros y pone en riesgo la salud de los demás propagando el bicho. Creo que el personal de salud ha trabajado duro y merecen más valoración y reconocimiento, económico por supuesto, pero sobre todo reconocimiento social.

Algunos colegios se la jugaron por sus apoderados, profesores y alumnos. Como el colegio particular pagado donde tengo a mis hijos, con quienes fuimos a hablar a principios de año y contarles lo difícil que se nos estaba haciendo el año y nos ofrecieron tan gentilmente pagar solo el 50% de la colegiatura del resto del año, sin que fuera un crédito ni una postergación, como nos dijo el director de administración y finanzas de manera explícita “un beneficio para ayudar a los apoderados tan leales con el colegio” o como nos indicó el rector  “les asignamos un beneficio covid” sólo que sin escribirlo en ninguna parte. Lo triste del caso es que ahora al concluir el año desconocieron las promesas que nos habían hecho, nos cobraron los meses de descuento y aún no nos permiten matricular a nuestros niños para el año 2021.

Esta triste experiencia con el colegio donde me ha llevado a reflexionar que la educación no se trata solo de contenidos se trata de valores. Y que el liderazgo no tiene que ver con puros discursos, se relaciona con la valentía de decir que no cuando corresponde y a cumplir promesas, solo así se pueden generar relaciones largas y construir confianza.

A nivel país un año duro para mucha gente que vio cómo le suspendían el empleo o derechamente se quedaba sin trabajo. Y más allá de enfocarse en cómo revertir estas dificultades, muchos políticos dedicados a las “acusaciones constitucionales” para ponerle piedritas en el camino al gobierno de turno e intencionar su fracaso, en juegos de poder que les gustan a los políticos pero que no le sirven a la gente.

Compartir todo el año con los niños en casa, fantástico. Sentir la nostálgica por los seres queridos que  tenemos en otros lados, lejos. Conectarnos con las emociones y empatizar con los que lo han pasado mal. Echar de menos a los amigos con quienes nos juntábamos a compartir la vida. Valorar los besos y abrazos, el contacto cercano. Respetar ese tan mal término de “distanciamiento social” que debiera llamarse solo distanciamiento físico, porque de social no tiene nada, hemos estado lejos de distancia pero más cerca de corazón.

Lo de la incertidumbre importante, la vida del ser humano es incierta, lo único que sabemos es que moriremos, ni cuándo, ni cómo, ni cómo viviremos, con quien nos casaremos si es que nos casamos, que profesión cultivaremos, en qué ciudad estaremos. La pandemia nos ha invitado a amigarnos un poco más con la incertidumbre y el aprendizaje.

Además valorar. Puedo enumerar muchas razones por las cuales esta pandemia es distinta de la que le tocó vivir a la humanidad el año 1920. Dos de ellas, de las que podríamos hablar largo rato, tenemos netflix y tenemos zoom.

Al menos en Chile el sistema educacional y el sistema de salud han respondido bastante bien, excepto el colegio  donde tengo a mis hijos que mostró pequeñez y falta de empatía, bueno, en las crisis se ven las grandes personas y las grandes organizaciones, en las crisis se ve lo mejor y lo peor de la gente. La vida misma.