Mi hijo de 10 años me preguntaba
el otro día, cual era mi trabajo. La primera parte, la de profesor
universitario la entendía claramente. Respecto de la segunda, consultor, con su
sabiduría de niño concluyó.....”ah entonces te dedicas a dar consejos”, a lo
que le respondí.....si, algo como eso.
Y, bueno, es cierto, la consultoría
tiene mucho de dar consejos, aunque un buen consultor hace mucho más que eso.
Leí en internet (ver http://semanaeninternet.com/boletines/125006a.htm) que en un coloquio con un Premio Nobel de Economía un empresario que estaba entre el público quiso aprovechar la ocasión y le pidió un consejo sobre qué hacer ante la sombría perspectiva económica que había dibujado. Su respuesta fue que entendía la pregunta pero que le estaba pidiendo algo imposible pues él tenía por principio no dar nunca consejos: ¡siempre los cobraba!. Esta es la base de la que dicen es la segunda profesión más antigua del mundo.
Leí en internet (ver http://semanaeninternet.com/boletines/125006a.htm) que en un coloquio con un Premio Nobel de Economía un empresario que estaba entre el público quiso aprovechar la ocasión y le pidió un consejo sobre qué hacer ante la sombría perspectiva económica que había dibujado. Su respuesta fue que entendía la pregunta pero que le estaba pidiendo algo imposible pues él tenía por principio no dar nunca consejos: ¡siempre los cobraba!. Esta es la base de la que dicen es la segunda profesión más antigua del mundo.
He estado revisando varios libros
sobre consultoría y aquí van algunas distinciones sobre el campo de la
consultoría.
Según Peter Block (ver “Consultoría sin fisuras”), un consultor es una persona que está en condiciones de ejercer cierta influencia sobre un individuo, un grupo o una organización, pero sin poder directo para efectuar los cambios o llevar los programas a la práctica”.
El consultor, por definición, carece de autoridad directa sobre nada que no sea su propio tiempo, su propio personal interno y la clase de servicio que ofrece.
De acuerdo a esto, en las organizaciones está lleno de consultores, aun cuando oficialmente no se llamen a si mismos de este modo. Cabe aquí citar a Henry Mintzberg (ver “El proceso estratégico”), quien en su análisis de la estructura organizacional distingue, además del ápice estratégico, la línea media y el núcleo operativo, las áreas de staff y la tecnoestructura. Estas dos últimas serían áreas de consultoría interna.
Según Peter Block (ver “Consultoría sin fisuras”), un consultor es una persona que está en condiciones de ejercer cierta influencia sobre un individuo, un grupo o una organización, pero sin poder directo para efectuar los cambios o llevar los programas a la práctica”.
El consultor, por definición, carece de autoridad directa sobre nada que no sea su propio tiempo, su propio personal interno y la clase de servicio que ofrece.
De acuerdo a esto, en las organizaciones está lleno de consultores, aun cuando oficialmente no se llamen a si mismos de este modo. Cabe aquí citar a Henry Mintzberg (ver “El proceso estratégico”), quien en su análisis de la estructura organizacional distingue, además del ápice estratégico, la línea media y el núcleo operativo, las áreas de staff y la tecnoestructura. Estas dos últimas serían áreas de consultoría interna.
Lo que caracteriza a los
consultores es su nivel de conocimientos y/o experiencia en alguna especialidad
particular (informática, rrhh, contabilidad, legal, etc.), experiencia y
conocimientos útiles para el cliente. Los consultores son expertos también en
labores de “facilitación”, es decir, por medio de técnicas de diagnóstico y
conversacionales, “limpiar la paja del trigo” y llegar a elaborar buenas
interpretaciones de lo que le pasa al cliente, de modo tal de sacarlo del
inmovilismo y moverlo a la acción.
Según Block, el consultor
necesita tres clases de habilidades para hacer un buen trabajo:
-
Técnicas: conocimientos y experiencias sobre un
tema determinado, su especialidad.
-
Relación interpersonal: Se refiere a cierta
capacidad para traducir ideas a palabras, de escuchar, de brindar apoyo, de
disentir razonablemente, etc.
-
De consultoría. Ser competentes en manejar las
fases de una consultoría, con las habilidades requeridas en cada una de sus
etapas.
Un cliente es quien recibe los
consejos de un consultor. A veces el cliente es un sólo individuo, otras veces
puede ser un grupo de trabajo, un departamento o una organización completa. En este
sentido, siguiendo a Mintzberg, los gerentes (a nivel de la alta dirección o
situados en otros niveles organizacionales) son los clientes de la consultoría.
El cliente recurre a la consultoría porque tiene un problema, una dificultad, que no puede o no saber resolver por si solo. También recurre a la consultoría cuando quiere hacer las cosas mejor y no sabe como hacerlas, en cuyo caso requiere de alguien que le permita “interpretar” lo que le pasa.
Algunos autores distinguen clientes de usuarios. Estos últimos son personas que participan de la consultoría, pueden ser subordinados o paralelos al cliente, no han participado en la decisión de contratar al consultor y tienen que interactuar con este para el avance del proyecto de consultoría.
Los usuarios representan un importante factor político para la consultoría, ya que pueden apoyar o pueden bloquear la consultoría y, por lo tanto, el consultor debe desarrollar una estrategia para interactuar con ellos y lograr su apoyo.
La meta o producto de la consultoría es la intervención, que corresponde a cualquier acción que se tome en un sistema del cual no se forma parte. La intervención se produce en dos variantes:
-
Cualquier cambio de índole estructural, política
o de procedimiento en la línea de una organización. Cambios a nivel de
estrategia, estructura, cultura o procesos.
-
El resultado final por el cual una o muchas
personas en la línea de la organización han aprendido algo nuevo, lo que
implica que ahora hacen algo que antes no
sabían hacer lo que aumenta las “capacidades organizacionales” o lo hace
de otro modo, logrando que la organización se adapte a su mundo de mejor modo.
A esto se refiere Peter Senge (ver “La
Quinta disciplina”) y otros autores cuando hablan de “aprendizaje
organizacional” o de “aprendizaje transformacional”.
La consultoría sigue generalmente, un conjunto de pasos estándar que incluyen típicamente:
La consultoría sigue generalmente, un conjunto de pasos estándar que incluyen típicamente:
-
Negociación y establecimiento de un contrato. Cliente
y consultor negocian en el plano formal los objetivos del proyecto, su alcance,
recursos, participantes, actividades, etc. En el plano informal se verifican
expectativas mutuas de comunicación, confianza y competencia.
-
Recopilación de datos y diagnóstico. El
consultor por medio de diferentes técnicas diagnósticas busca datos que le
permitan “tener clara la película” para identificar posibles caminos o
acciones.
-
Información y decisión de actuar. Consultor y
cliente vuelven a reunirse. El primero presenta su interpretación de la situación
y propone distintos cursos de acción. El cliente decide cuál de ellos sigue.
-
Puesta en práctica. El consultor pone en
práctica acciones coherentes con la decisión tomada en el paso anterior. Esto
puede implicar movilizar personas que se desempeñan en la organización a fin de
generar participación y aprendizaje.
-
Termino de la consultoría (o ampliación o
reciclaje). El consultor cierra la consultoría con algún hito de cierre como
una presentación o un informe. A veces, el cliente solicita ampliar la
consultoría a otros ámbitos organizacionales. Otras veces la consultoría se
redefine y se vuelve a iniciar el ciclo de consultoría.
La consultoría es por definición temporal y externa. La temporalidad la brinda el contrato, en el que se establece un marco de tiempo en que el consultor realizará su aporte. Es interesante que uno de los buenos libros sobre el tema se llame precisamente así, (Carlos Altschul. “Estar de paso”).
La consultoría es por definición temporal y externa. La temporalidad la brinda el contrato, en el que se establece un marco de tiempo en que el consultor realizará su aporte. Es interesante que uno de los buenos libros sobre el tema se llame precisamente así, (Carlos Altschul. “Estar de paso”).
Es bueno señalar que es distinto
ser externo que ser ajeno. Esto lo dice Carlos Abadía (“Soy consultor con perdón”). Una cosa es formar parte de una organización,
ser empleado de ella lo que nos puede entregar pertenencia, pero no ser parte
de los departamentos o unidades a las que atendemos como consultores, ser
externos. Y esto tiene que ver con que un consultor para ser útil para su cliente necesita contar con perspectiva, ser capaz de mirar los problemas organizacionales de un modo distinto al que lo miran quienes están involucrados con ellos habitualmente, por lo que ser “externo” es un muy buen recurso.
Hay muchos otros temas relevantes
a considerar en la consultoría como la construcción de confianza, la administración
del poder, la discreción con el trabajo o los paradigmas con que opera el
consultor (su teoría de la acción) temas que abordaré más adelante.
Así como soy un profesor feliz, soy un consultor feliz, me gusta lo que hago, me agrada sentir que en la medida que desarrollo aprendizaje y competencias puedo ponerlas al servicio de la organización que trabajo y de los clientes con que me relaciono, contribuyendo a que se logren mejor los resultados y las personas sientan que trabajan en mejores lugares. Esto no es fácil ya que las organizaciones son complejas (ver Jorge Etkin, "gestión de la complejidad en las organizaciones"), pero es un gran desafío permanente.
Me encanta la manera que expresa en detalle y de una manera de conversacion cotidiana los conceptos de lo que es un consultor. Gracias.
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