Mostrando entradas con la etiqueta coronavirus. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta coronavirus. Mostrar todas las entradas

martes, 6 de abril de 2021

Pandemocracia. Una filosofía de la crisis del coronavirus. Daniel Innerarity

 


Uno podría pensar que la situación con la pandemia por coronavirus es tan dramática en muchos países del mundo que ponerse a filosofar respecto de ello pudiera ser inapropiado, sin embargo, qué cosa más humana que reflexionar sobre aquello que nos sucede, positivo o negativo, amargo o dulce, triste o alegre. Bueno, eso es lo que hace Daniel Innerarity a propósito de la pandemia en un libro que encontré por casualidad navegando en busca de “La política en tiempos de indignación” que espero leer en las próximas semanas.

Un libro con muchas aristas, desde las pequeñas reflexiones acerca de la vida cotidiana hasta las grandes reflexiones sobre el sistema político nacional e internacional y la democracia.

Como dice en la presentación “una pandemia es una enfermedad infecciosa que afecta a todos, mientras que una epidemia tendría un área geográfica limitada”. Y esta pandemia, como lo dice la definición se caracteriza por ser planetaria, afectándonos a todos en el mundo pero teniendo diversas respuestas a niveles locales, que dejan entrever grandes desigualdades entre países y dentro de los mismos países.

Me pareció especialmente lúcida su reflexión acerca de la complejidad sistémica que hace evidente la pandemia. Por supuesto que hay temas prácticos que resolver y para ello se necesita en todas partes mentes prácticas, que organicen, tomen decisiones, prioricen recursos y “apaguen el incendio”, pero ello no quita la importancia de hacer una buena interpretación de la situación, ya que como decía  Kurt Lewin “nada más práctico que una buena teoría”

Desde esta perspectiva, necesitamos aprender a mirar mejor los sistemas complejos, donde se distinguen interacciones lineales y no lineales. En las primeras se puede sumar cantidades y llegar a un claro impacto combinado. En cambio en las no lineales, se generan efectos de cascada donde pequeños cambios se transforman en transformaciones masivas. En las primeras las interacciones son aritméticas, en las segundas son geométricas.

Interpretar el coronavirus como algo simple, lineal, predecible ha costado muchas vidas en el mundo, tristemente. Por ahí algún Presidente dijo algo así como “es una gripecita”, un “resfrío invernal”. Mirarlo con perspectiva sistémica implica pensar más en grande: los impactos económicos en las personas y como generar ayuda, los impactos sanitarios, disponibilidad de camas UCI y presión sobre el sistema, qué hacer con personas que tienen otras condiciones de salud y que pueden morir de aquello y no de coronavirus al no poder ser atendidas por los cuellos de botella que se generan en el sistema.

En esta línea Daniel Innerarity sugiere que tenemos muchísimo aprendizaje que realizar para pensar de manera más sistémica, donde la experiencia pasada no siempre sirve, dice: “tenemos que aprender del futuro: previsión, prevención, anticipación, precaución”.

Otra idea que me ha parecido interesante es la que expresa en el capítulo 2 donde dice que “las crisis comienzan según el modo en que nos hacemos cargo de ellas. El diagnóstico que trata de hacerlas inteligibles condiciona el tipo de respuesta práctica que damos”. Y respecto de aquello señala que aquí se perdió mucho tiempo, pues se trató de hacer inteligible la crisis con categorías inadecuadas, como tratarla de una “guerra”, contra potencias extranjeras, contra virus, contra quien fuera. Y mirarla como guerra puede ser razonable, pues apela al compromiso, el heroísmo, el sacrificio, el enemigo común, pero oculta que se necesita más inteligencia colectiva, más organización, protección pública y, yo agregaría solidaridad.

En nuestro país fue muy parecido a como relata el autor, la metáfora dela guerra enciende pasión pero desmerece la colaboración, la solidaridad, la reflexión. La metáfora de la guerra puede acelerar las decisiones pero no siempre ir más rápido es mejor o como dice el dicho español “vísteme despacio que llevo prisa”. Pensar que necesitamos, como ayudar a quienes lo pasan más mal, como equilibrar adecuadamente el plano sanitario con el plano económico. Además la metáfora de la guerra deja héroes, traidores y culpables lo que precisamente no se requiere en una sociedad compleja y diversa.

Una tercera idea que propone Daniel es que la pandemia nos ha colocado en el fin de un mundo, que es el mundo de las certezas, de los seres invulnerables y de la autosuficiencia. La pandemia nos lleva a entrar en un mundo desconocido, común y frágil. Cada vez es más irreal el supuesto de que vivimos en un mundo calculable, previsible y obediente a nuestras órdenes.

Esta idea del autor nos conecta con muchísimos fenómenos que tenemos que reflexionar, que ciudadanos del tercer milenio tenemos que pensar, como que ya no podemos pensar en un mundo donde tomamos decisiones con información completa y con una mirada única, al contrario, tomamos decisiones a cada rato con información que desconocemos, decisiones cuyos efectos muchas veces somos incapaces de estimar y con paradigmas que por definición son limitados. Esto incluye por cierto las miradas de los médicos, los ingenieros, los economistas, los políticos. Todos y cada uno mira el mundo desde una cierta perspectiva y pensar que es “la perspectiva” nos empobrece.

Una cuarta idea del autor es reflexionar sobre la vulnerabilidad. No la vulnerabilidad psicológica de sentir que nos podemos enfermar y morir, sino que la vulnerabilidad de la globalización, proceso en el que nos encontramos inmersos hace rato y que no ha venido con instrumentos de protección social acorde a las amenazas que nos expone. Una pandemia global afecta al mundo y no tenemos instituciones globales de verdad que puedan hacerse cargo de esto, como el fenómeno del cambio climático, sino que cada país, dentro de sus estrechas fronteras, trata de adoptar medidas en su territorio, medidas que muchas veces son inútiles. Tenemos que pensar más como ciudadanos globales y hacer compromisos globales.

Hoy me pareció muy interesante leer en las noticias una propuesta del nuevo presidente de EEUU en el G20 de llegar a un acuerdo de tasas de tributación para las empresas, mínimas, respetadas por todos los países, de manera que no puedan esconderse en paraísos fiscales y dejar los costos en los lugares donde operan y los beneficios donde no pagan impuestos. Eso es una muy buena iniciativa.

El texto expone muchas otras ideas más sobre el populismo, la democracia, los políticos, las generaciones, la intimidad, todas muy pertinentes al tiempo que vivimos. Solo una reflexión final donde invita a aprender dela crisis: “lo más llamativo es que las crisis nos siguen sorprendiendo, que el presente funciona como una gigantesca distracción, que prestamos una atención obsesiva a lo inmediato, que el elemento competitivo tiene una centralidad preocupante en las democracias y que nuestra capacidad estratégica y de previsión es escasa. Puede ocurrir que sea más fácil encontrar una vacuna que aprender de una crisis como esta”.

Ojalá cuando esta pandemia se acabe hayamos aprendido mucho como personas y como países.

martes, 29 de diciembre de 2020

2020. El Año que vivimos en peligro.

 

(tomado de: Tomado de https://www.20minutos.es/

El título ya lo inventó Peter Weir con una magnífica película de los años 80 que además cuenta con una magistral pista musical de Maurice Jarre. Me parece que el título, ya usado por otros también, viene “de perilla” para este inolvidable año 2020 que nos ha tocado vivir a nivel local y planetario.

Yo diría que todo comenzó hacia fines del año 2019 cuando en Wuhan, China se descubrió el contagio por coronavirus covid 19. Los chinos, por un rato, no dijeron nada al resto del mundo, similar al comportamiento soviético en el desastre de Chernobyl. Y luego no les quedó más que reconocerlo cuando el virus se diseminó por todo el planeta en corto tiempo. La globalización es un hecho, todo se mueve por el planeta, gente, mercancías y virus por supuesto. Convertirnos en ciudadanos globales tiene algunos beneficios y algunos costos también.

Aquí en Chile hicimos como que nada pasaba. Mientras China y Europa comenzaban sus propios procesos de epidemia y cuarentenas, con miles de contagiados, nos fuimos de vacaciones e incluso comenzamos las clases haciendo grandes planes para el año, viviendo cual isla sin contacto con el mundo. Pocas conversaciones preparatorias y críticas a quienes ya prendían las alarmas, matando al mensajero para no escuchar su mensaje. Y el virus llegó y tuvimos que enfrentarlo. Como todo fenómeno nuevo nadie sabía muy bien qué hacer con él, ni siquiera las autoridades de salud, que daban palos de ciego con cuarentenas dinámicas procurando equilibrar la actividad económica con la salud o, como en Argentina, decretaban cuarentenas totales generando la ruina de muchas actividades sin impactar mayormente en la propagación del virus o como en Suecia no hacían nada apelando a la inmunidad de rebaño.

Todo comenzó a ser “tele”, teletrabajo, teleclases, telemedicina, teleterapia. Como era algo nuevo, con lo que no teníamos familiaridad había mucho miedo e inseguridad con su uso. Y, poco a poco, empezamos a consultar al médico por la pantalla, a participar de clases de todo tipo, a trabajar on line en las empresas y esto agarró vuelo. Pasamos de la inseguridad al gusto y hoy está lleno de gente que duda de volver a las actividades presenciales. Seguramente evolucionaremos hacia un mix de presencial y on line, con grandes beneficios. Esto me hace reflexionar sobre el cambio y el aprendizaje, cuánto nos resistimos muchas veces al cambio y cómo nos parece mucho más fácil y entretenido cuando ya hemos aprendido.

Tengo la opinión que uno de los grupos que más vivió este proceso de resistencia – aprendizaje y gusto fueron los profesores de todo nivel. Se resistían con argumentos de todo tipo a hacer clases on line. De a poco, con timidez, practicaban con charlas, videos y muchas otras herramientas. Y, al final del año, muchos han demostrado una tremenda capacidad de adaptación y aprendizaje. A mí esto me da optimismo ya que si lo que define la profesión de profesor es el aprendizaje, un grupo importante ha demostrado gran capacidad de aprender.

Los hospitales y el sistema de salud, al menos en Chile, hicieron bien su trabajo, conozco historias de personal de salud que han dedicado largas horas a cuidar enfermos postergando sus vidas personales. Ello es admirable. No así la gente que hace fiestas en cuarentena, se junta con otros y pone en riesgo la salud de los demás propagando el bicho. Creo que el personal de salud ha trabajado duro y merecen más valoración y reconocimiento, económico por supuesto, pero sobre todo reconocimiento social.

Algunos colegios se la jugaron por sus apoderados, profesores y alumnos. Como el colegio particular pagado donde tengo a mis hijos, con quienes fuimos a hablar a principios de año y contarles lo difícil que se nos estaba haciendo el año y nos ofrecieron tan gentilmente pagar solo el 50% de la colegiatura del resto del año, sin que fuera un crédito ni una postergación, como nos dijo el director de administración y finanzas de manera explícita “un beneficio para ayudar a los apoderados tan leales con el colegio” o como nos indicó el rector  “les asignamos un beneficio covid” sólo que sin escribirlo en ninguna parte. Lo triste del caso es que ahora al concluir el año desconocieron las promesas que nos habían hecho, nos cobraron los meses de descuento y aún no nos permiten matricular a nuestros niños para el año 2021.

Esta triste experiencia con el colegio donde me ha llevado a reflexionar que la educación no se trata solo de contenidos se trata de valores. Y que el liderazgo no tiene que ver con puros discursos, se relaciona con la valentía de decir que no cuando corresponde y a cumplir promesas, solo así se pueden generar relaciones largas y construir confianza.

A nivel país un año duro para mucha gente que vio cómo le suspendían el empleo o derechamente se quedaba sin trabajo. Y más allá de enfocarse en cómo revertir estas dificultades, muchos políticos dedicados a las “acusaciones constitucionales” para ponerle piedritas en el camino al gobierno de turno e intencionar su fracaso, en juegos de poder que les gustan a los políticos pero que no le sirven a la gente.

Compartir todo el año con los niños en casa, fantástico. Sentir la nostálgica por los seres queridos que  tenemos en otros lados, lejos. Conectarnos con las emociones y empatizar con los que lo han pasado mal. Echar de menos a los amigos con quienes nos juntábamos a compartir la vida. Valorar los besos y abrazos, el contacto cercano. Respetar ese tan mal término de “distanciamiento social” que debiera llamarse solo distanciamiento físico, porque de social no tiene nada, hemos estado lejos de distancia pero más cerca de corazón.

Lo de la incertidumbre importante, la vida del ser humano es incierta, lo único que sabemos es que moriremos, ni cuándo, ni cómo, ni cómo viviremos, con quien nos casaremos si es que nos casamos, que profesión cultivaremos, en qué ciudad estaremos. La pandemia nos ha invitado a amigarnos un poco más con la incertidumbre y el aprendizaje.

Además valorar. Puedo enumerar muchas razones por las cuales esta pandemia es distinta de la que le tocó vivir a la humanidad el año 1920. Dos de ellas, de las que podríamos hablar largo rato, tenemos netflix y tenemos zoom.

Al menos en Chile el sistema educacional y el sistema de salud han respondido bastante bien, excepto el colegio  donde tengo a mis hijos que mostró pequeñez y falta de empatía, bueno, en las crisis se ven las grandes personas y las grandes organizaciones, en las crisis se ve lo mejor y lo peor de la gente. La vida misma.

lunes, 8 de junio de 2020

Reflexiones sobre tele capacitación




Seguimos en medio de la pandemia por coronavirus. Luego de casi tres meses de declarado este evento en Chile, hay varias ciudades en cuarentena obligatoria como Santiago y otras más.

En mayo comenzamos con mi amigo Marco Ortiz a ofrecer un curso on line de “Introducción al coaching”, curso que habíamos hecho doce veces en formato presencial. Y nos atrevimos al formato “tele” con muy buena respuesta. En este momento nos encontramos realizando la segunda versión de dicho curso y otro sobre “trabajo colaborativo para equipos”.

Definitivamente ha sido una experiencia nueva realizar cursos en estas modalidades. Aprender a utilizar la plataforma zoom, aprender a convocar a los participantes, aprender a compartir la presentación en la pantalla y, sobre todo, aprender a enseñar a personas que no están en la clase en modo presencial sino que conectadas a un computador.

Esta experiencia me llevó a proponerle a mis amigos de las redes que me ayudaran contestando una encuesta y obtuve 30 respuestas, de personas de distintas ciudades: Iquique, Antofagasta, Calama, Vallenar, Huasco, Coquimbo, La Serena, Ovalle, Salamanca, Cabildo, Nogales, Quillota, Valparaíso, Santiago, Licantén, Talca, Cabrero, Concepción, Valdivia, Puerto Montt y Chiloé.

La primera pregunta que hice fue: ¿Qué aspectos positivos ve usted en la práctica de la tele capacitación?

Los participantes en la encuesta ven diversas bondades en esta nueva manera de aprender. La más citada es el “buen uso del tiempo”, en términos de disponer de más tiempo para aprender al no tener que desplazarse para capacitarse o la facilidad que significa decidir el horario para aprender acorde a la disponibilidad de tiempo personal y familiar.

Otra bondad de la tele capacitación es la gran ventaja que tiene en términos de solucionar las distancias geográficas y permitir asistir a un curso desde cualquier localidad, ahorrando costos de desplazamiento y permitiendo acceder a cursos que no existen en el lugar de residencia. Esto aumenta la oferta de capacitación y permite interactuar tanto con especialistas como con otros alumnos geográficamente más lejanos.

Las personas encuestadas también destacan la relación costo beneficio que tiene la tele capacitación en términos que su costo puede ser menor que una capacitación tradicional, mayor variedad y disponibilidad de cursos, la posibilidad de repetir la clase si es que esta queda grabada o en alguna plataforma y contar con el material cuando se requiera.

Finalmente, en términos motivacionales los encuestados destacan el desarrollo de la auto capacitación, poder desarrollar recursos y habilidades personales, aprendiendo nuevas competencias.
La segunda pregunta formulada en la encuesta fue: ¿cuáles son las principales dificultades que usted ve en la práctica de la tele capacitación?.

La primera variable, ya citada en estudios respecto de teletrabajo, fue la variable tecnológica en términos de disponer de una buena conexión a internet y habilidades en el uso de las TICS necesarias para conectarse a plataformas electrónicas y bien usarlas.

La segunda dimensión citada por los encuestados fue la necesidad de autonomía y hábitos de estudio para tele estudiar ya que se requiere mantener la atención  y concentración, la disciplina para leer y estudiar, en definitiva ser metódicos y responsables con el autoestudio.

La tercera variable citada dice relación con el profesor y la metodología ya que actúa en contra de una buena tele capacitación, rutinas poco claras, material audiovisual muy extenso, dificultad para resolver dudas de los estudiantes o la lejanía del profesor con los alumnos.

Finalmente, la tercera pregunta del trabajo fue ¿qué recomendaciones haría a Universidades, OTECs y consultoras que nos encontramos ofreciendo cursos en modalidad de tele capacitación?.

Los encuestados generosamente dan numerosas recomendaciones entre las que cabe destacar: (1) explicar muy bien el sistema para conectarse de modo que nadie se pierda, (2) realizar cursos breves, de pocas horas  diarias, compatible con el trabajo, (3) mucha y buena retroalimentación a los participantes, (4) responder las consultas de los capacitados, (5) realizar los cursos en horarios prudentes y flexibles, (6) entregar los contenidos previos a la sesión para que el alumno llegue preparado, (7) explicitar las reglas antes del curso (tales como micrófono apagado, puntualidad, uso de la palabra), (8)  disponer de foros para realizar consultas e intercambiar experiencias, (9) que el expositor sea dinámico y entretenido, además de contar con buenos conocimientos, (10) cumplir las promesas hechas, en términos que lo que se brinda como curso sea lo ofertado.

Me parece que esta nueva forma de aprender y enseñar es un desafío para todo el mundo, tanto para quienes participan como alumnos como para quienes nos dedicamos a hacer de relatores de capacitación. Como cualquier desafío de aprendizaje aparecen temores e inseguridades necesarias de vencer, así como oportunidades necesarias de aprovechar.

Es muy posible que una vez acabe la pandemia volvamos a las actividades presenciales de capacitación pero creo que el tele aprendizaje ha llegado para quedarse pues como dicen varios de mis encuestados tiene diversas ventajas que lo harán una estrategia muy positiva de aprendizaje.

Gracias a todos mis amigos por contestar y aplicaremos muchas de las ideas vertidas por ellos a nuestro propio desafío de innovar y poner en práctica en nuestros cursos estas ideas.

martes, 21 de abril de 2020

¿Cómo cambiarán las organizaciones y las competencias laborales a propósito de la pandemia de coronavirus?


Con mi hijo que cursa actualmente cuarto medio tengo frecuentes conversaciones acerca de cómo será el futuro de las organizaciones, de las profesiones y del trabajo en general. Quisiera que tomara buenas decisiones en cuanto a formación para que escoja una carrera que tenga futuro y no una carrera profesional destinada a morir.


He escrito varios posts sobre este tema en este blog. Entre ello, las ideas de Lynda Gratton, y de Daniel Pink. Hay otros autores interesantes que he citado en mi blog, entre los que recomiendo revisar los trabajos de Mc Afee, Luis Huete

Lynda Gratton realiza un análisis de cambios en distintos ámbitos y concluye que, en su opinión, los “generalistas superficiales” no tendrán valor. Se trata de un perfil muy común, que sabe muy poco de muchas cosas, sin ninguna profundidad. A lo mejor en el pasado tenía algún valor como “generalista”, como supervisor de otros, como miembro estable de una organización, pero como los tiempos han cambiado y el contrato laboral de largo plazo se está acabando, su aporte es de poco valor, resuelven pocos problemas y son fáciles de encontrar en cualquier parte, incluso a título gratuito en google, en Wikipedia o en otras aplicaciones. Su opinión es que quienes la llevarán serán los “masters interdisciplinarios”, profesionales capaces de especializarse y profundizar en un área específica y, al mismo tiempo, crear las redes sociales que les permitan beneficiarse de los conocimientos especializados que otros poseen.

Según la autora ¿qué carreras o profesiones la llevarán en el futuro’? Todas aquellas que tengan que ver con ciencias de la vida y salud (tales como creación y gestión de centro de salud), biotecnologías, conservación de la energía, creatividad e innovación, cuidado de seres humanos, capacitación y coaching. A ello agrega gestor comunitario, empresario social y microempesario.

Daniel Pink expone en su entretenido libro “Una nueva mente”, que estamos viviendo un giro radical en las competencias que se requieren para desenvolverse de manera exitosa en la sociedad. A su juicio, durante la Era Industrial y la Era de la información la sociedad ha estado dominada por una forma de pensar y un enfoque de la vida que son “profundamente analíticos” y “estrechamente reduccionistas”. Esto está cambiando gracias a tres fuerzas: abundancia material (la que profundiza los anhelos inmateriales de las personas), globalización (que lleva el trabajo a Asia y hace innecesarias muchas competencias de la sociedad de la información) y tecnologías (que eliminan trabajo al automatizarlo).

A juicio de Pink las capacidades del hemisferio derecho, desdeñadas o consideradas frívolas por mucho tiempo, determinarán cada vez más el éxito. Por ello propone pensar en seis actividades laborales: Diseño, Narración, Sinfonía (pensamiento sistémico), Empatía, Juego y Sentido.

Basado en estos autores y mis propias reflexiones creo que la emergencia del coronavirus no hará más que acelerar procesos que ya venían dándose con anterioridad, muchos de ellos producto, sobre todo del cambio tecnológico que estamos viviendo. El futuro no se puede predecir pero se pueden pensar en ciertos escenarios, temas o tendencias que podrían emerger. Ello se podrá traducir luego en las competencias que las distintas profesiones tendrán que privilegiar al formar a sus estudiantes o, ya en la vida organizacional en las competencias que se seleccionan o capacitan cuando las personas ya se acercan a la vida organizacional.

Siguiendo estas ideas le he pedido a mis amigos y alumnos que contesten una encuesta electrónica con dos preguntas: primera: en su opinión, qué cambios experimentarán las empresas, la profesiones, en general, el mundo del trabajo y, segunda: a su juicio: con ¿qué nuevas competencias deberán contar los profesionales para un mejor desempeño y adaptación laboral? He recibido 101 respuestas en tres días, además de Chile de Argentina, Colombia, Venezuela y Bolivia. Y dentro del país de las siguientes ciudades: Iquique, Antofagasta, Calama, Vallenar, Huasco, Copiapó, El Salvador, Combarbalá, Illapel, Salamanca, Ovalle, Coquimbo, La Serena, Santiago, Valparaíso, Quilpué, Llay Llay, Quillota, Viña del Mar, Rancagua, Talca, Cauquenes, Curanilahue, Temuco, Puerto Varas, Chiloé, Punta Arenas. Tengo 4 encuestas que no indican la ciudad. Las respuestas fueron anónimas.

Agradezco muchísimo a mis amigos y alumnos haberse tomado el tiempo de contestar. Quienes me conocen saben el valor que le doy al capital relacional y a la positiva y recíproca gestión de redes. He escrito sobre este tema en el blog en: La plaza y la torre, networking estratégico, terroristas y mercenarios, etc.

No he hecho un análisis estadístico de las respuestas, más bien un análisis cualitativo para mostrar algunos temas relevantes:

1.- Cambios que experimentarán las empresas, profesiones y mundo del trabajo.

Para efectos del análisis las he clasificado en cuatro categorías: estructura, procesos, estrategia y cultura.

Estructura: Contar con una estructura organizacional menos jerárquica, más plana, más ágil. Ello implicará también ajustar dotaciones y externalizar muchas tareas a otras empresas. Se podría esperar un crecimiento de las áreas de soporte técnico.

Procesos de trabajo: Este periodo ha probado que la virtualización ha llegado para quedarse por lo que las organizaciones cada vez más realizarán actividades de manera virtual o digital, lo que no sólo implica teletrabajo, sino que muchas prácticas como trámites on line, firma electrónica, digitalización de archivos, etc. Se espera mayor automatización en todas aquellas áreas en que sea posible.

Estrategias de negocios: Las organizaciones modificarán su estrategia de negocios para desplazarse hacia  las plataformas digitales, realizando nuevas formas de entregar sus productos y servicios por esos canales, equilibrando distancia con “personalización y cercanía. Al mismo tiempo se espera que las organizaciones valoren su capital humano y se apoyen también en él en su estrategia, con capacitación estratégicamente diseñada, nuevas jornadas de trabajo, trabajos por proyectos, etc.

Cultura: Se espera el fortalecimiento de muchas prácticas culturales que ahora pueden haber estado incipientes como Valorización de las normas de seguridad y el cumplimiento de las mismas, mayor autocuidado, compatibilización del trabajo y la vida familiar y mayor desarrollo de prácticas colaborativas tanto presenciales como virtuales. Se pondrá mucha atención a la salud de los colaboradores, sino la calidad de los productos y la productividad disminuirán

2.- Nuevas competencias deberán contar los profesionales para un mejor desempeño y adaptación laboral.

He hecho un listado de competencias y las he ido agrupando por afinidades.

Habilidades para usar tecnología computacional - digital. Coherente con los cambios organizacionales descritos anteriormente las prácticas de teletrabajo y trabajo virtual han llegado para quedarse. Ello implica la necesidad que las personas aprendan estas competencias con muchas de sus implicancias técnicas y sociales asociadas: conectarse, conversar, hacer presentaciones on line, etc. También se destaca la necesidad de aprender a mostrarse colaborativo y cercano sin estar presentes físicamente, escuchar, conectar, respetar turnos para hablar y entender al otro desde la distancia (tele – empatía).

Flexibilidad: Competencia compleja con varias acepciones tales como: facilidad para aprender “cosas nuevas” y de “manera constante”, facilidad para adaptarse a los cambios, habilidad para resolver problemas inesperados (utilizando para ello creatividad, capacidad de innovar, pensamiento divergente), capacidad para enfrentarse a escenarios que no se habían planificado. Aprender a relacionarse mejor con la incertidumbre.

Trabajo colaborativo – Trabajo en equipo: Será crucial aprender a trabajar con otras personas de un modo distinto al “modo presencial”, desarrollando de igual forma estrategias de cooperación: roles, reglas, tareas, confianza, ayudas mutuas.

Trabajo por objetivos, metas, resultados: Esta competencia tiene diversas implicancias tales como orientarse a cumplir metas más que meramente cumplir horarios como se podría hacer el trabajo al “modo presencial”, otra connotación es la autonomía, en el sentido de manejar los tiempos propios sin supervisión directa de un jefe y sin una regulación externa, lo que implica orden y organización del tiempo, de los recursos y autodisciplina para trabajar productivamente sin la supervisión inmediata de una jefatura tradicional.

Gestión de las emociones. Desarrollar mayor empatía con otras personas, tanto clientes, como compañeros de trabajo que están pasando por las mismas o similares dificultades en la actualidad. Desarrollar mayor tolerancia a la frustración. Aprender a gestionar la ansiedad, la desconfianza y cultivar la colaboración

Liderazgo. Quienes cumplen roles de liderazgo en las organizaciones deberán desarrollar nuevas variantes de esta competencia, pues ya no se trata de mero control, sino que de un liderazgo que delegue, confíe, marque una ruta, sea empático. Los líderes deberán desarrollar capacidad de contener emocionalmente a su equipo, siendo más colaborativo y empático en pro de los objetivos. Algún participante de la encuesta lo bautizó como “Liderazgo no presencial”.

No soy de los que crean que esta experiencia nos va a cambiar radicalmente más bien creo que va a acentuar tendencias que ya venían en ciernes y que ahora se profundizarán mucho más. Creo que el “signo de los tiempos” será la digitalización creciente de muchas actividades organizacionales, algo que ya estaba en curso, otra más será todo “tele”, tele trabajo, tele capacitación, tele ventas, tele coaching, etc. Y, finalmente, me quedo con el tema de la flexibilidad en sus distintas y múltiples acepciones. No sabemos cómo será el mundo que emerge, no sabemos cómo se comportarán los mercados, no sabemos qué tecnologías surgirán, no sabemos qué pasará con muchísimas cosas, por ello mejor ser ágiles, flexibles y estar preparados para movernos hacia donde las circunstancias nos lleven.

Como todo en la vida esto tiene un lado luminoso y un lado más oscuro. El lado luminoso es que la valorización del aprendizaje debiera crecer por todos lados, somos “aprendices”, vivimos en “modo beta” y otras frases parecidas. El lado oscuro es que aunque se requiera flexibilidad no hay que perder de vista el propósito, los valores y el sentido de para qué hacemos todo lo que hacemos, ya que si esto se pierde quedamos perdidos en las meras circunstancias. Por ello trabajar el propósito, seguirá siendo una tarea central en la vida personal, profesional y organizacional.