Me gustó mucho el trabajo de
Sergio Vergara. Claro, preciso, sistemático, reflexivo y, sobre todo aplicable
para todos quienes trabajamos en el ámbito del DO y RRHH y queremos contar con
distinciones y herramientas para apoyar a nuestros clientes en el mejoramiento
del clima laboral.
En las casi 200 páginas del libro
expone el concepto de inteligencia colectiva, fundamenta la importancia de
contar con un buen clima laboral, lo distingue del concepto “cultura
organizacional” y expone el modelo que ha desarrollado su consultora para
hacerse cargo del mejoramiento del clima con sus clientes.
El concepto de clima
organizacional se inventó en los años 60 para poder describir las percepciones
que tenían los miembros de la organización respecto de varias dimensiones de
esta, tales como estructura, comunicación, supervisión, recompensa y otras más.
Asociado a lo anterior se inventaron los tests para medir el clima, asumiendo
que se podía objetivar o tangibilizar estas percepciones.
He aplicado tests de clima en mi
carrera como psicólogo laboral y he elaborado intervenciones para colaborar en
su mejoramiento y siempre me ha parecido que los conceptos tradicionales de
clima dejan afuera la dimensión relacional y emocional que creo está muy
asociada a la vida interna de cualquier equipo de trabajo. La percepción del
clima no es sólo una percepción fría – evaluativa que hacen los colaboradores
sobre unas dimensiones teóricas, sino que está llena de alegría, entusiasmo y
valoración o al contrario, de enojo, molestia o resentimiento. Al respecto,
hace un tiempo publiqué un post reinterpretando el clima
como estado de ánimo compartido.
Además, siempre he sostenido que
las evaluaciones de
clima no se contestan por lo que “objetivamente ocurre” sino que tienen una
utilización política, es la manera de hacer ver cuando hay bajas
remuneraciones, cuando hay un jefe abusador, cuando las personas sienten que
hay falta de reconocimiento y, sobre todo, son la mejor manera que tienen los
colaboradores de “lanzar la piedra y esconde la mano” cuando perciben temor de
represalias abiertas o encubiertas, si son sinceros, por parte de su jefatura o
de la organización.
He criticado muchísimo las
intervenciones que se hacen respecto del clima organizacional basadas en la
“buena onda” de hacer asados en la casa del jefe o de hacer actividades
sociales como desayunos, celebraciones de cumpleaños, mejores amigos o
cualquier otra actividad parecida. Y las he criticado por dos razones, la
primera es por su falta de conexión con lo que convoca a las personas al
trabajo que tiene que ver con el desempeño de roles laborales y no de venir a
hacer amigos necesariamente. Y, además las he criticado porque muchas veces
fomentan la hipocresía organizacional, ya que suelen no implicar cambios en las
relaciones laborales, en el pago justo, en el respeto a turnos u horarios, a la
relación con el jefe, entonces la gente aprende que hay un discurso y una
práctica pero que de verdad, de verdad, nada cambia, pero hay que sonreír para
la foto.
Creo que el planteamiento que
hace Sergio Vergara en su trabajo se hace cargo de muchas de estas inquietudes,
entendiendo que el clima es importante porque existe una clara relación entre
contar con un buen clima y el bienestar en el trabajo y entre este y los resultados
organizacionales. Quien podría dudar de aquello.
Además se conecta con la teoría
de la motivación de Herzberg, señalando que cuando las organizaciones se hacen
cargo de los temas higiénicos, aquellos que no provocan satisfacción pero que
su presencia la reduce, estamos en muy buen pie para contar con mejores climas
de trabajo. Para partir por supuesto, ya que hay muchas más cosas que hacer.
Esto lo destaca en el capítulo 7 donde habla de los “niveles mínimos en la
gestión del clima laboral”.
También Sergio propone que el
clima es importante por la conexión que tiene con las prácticas de trabajo, que
el hecho de contar con un buen clima afecta la calidad de las toma de
decisiones, con la resolución de diferencias, con la gestión de procesos. Una
organización existe para obtener ciertos objetivos o resultados, del tipo que
sean y, por lo tanto, el clima se justifica no sólo por el bienestar que puedan
tener los colaboradores sino que también porque afecta positivamente los
resultados organizacionales. Es buen negocio por todos lados.
Entonces ¿por qué está lleno de
lugares con mal clima? Sergio propone aquí el concepto de inteligencia
colectiva, la necesidad que las personas seamos inteligentes en grupo, no solo
de manera individual y ahí está el problema humano, ya que muchas veces
individualmente somos brillantes pero en equipos tenemos un nivel de retardo
mental, como ya lo decía Peter Senge. Y el clima está en el nivel de la
inteligencia colectiva, es un fenómeno emergente, no es algo que existe ahí, es
algo que los propios integrantes de la organización producen en sus relaciones,
en sus conversaciones, en sus interacciones cotidianas y luego que lo producen
los afecta.
En este contexto es donde Sergio
hace algunas caracterizaciones del clima: es un fenómeno relacional, tiene
diversos niveles de profundidad, todos participamos en su gestión aunque no de
la misma forma (aquí tienen gran importancia los gerentes y las jefaturas) y
existe un proceso de madurez en los equipos que tiene gran relación con la madurez
de la gestión del clima.
Me parece especialmente relevante
su idea que el clima tiene que ver con la gestión de una relación. En este
caso, la relación entre la empresa y sus colaboradores y, como la empresa está
representada por sus líderes, la relación se traspasa a través de ellos. De lo anterior
se sigue que “si el clima es una relación, entonces aprender a gestionarlo de
manera efectiva implica entender cómo opera esta relación, que variables
influyen, que roles toman parte y cómo puede administrarse un proceso de esta
naturaleza para que genere valor a la gestión y satisfacción a las personas”
Hay dos conceptos que quisiera
destacar para invitar a los lectores del blog a leer
el libro. El primero sobre los roles de gerentes y ejecutivos y, segundo, la
propuesta que hace de etapas en la madurez de gestión del clima.
Sobre roles de gerentes y
ejecutivos. Es muy importante clarificar roles para contar con dinámicas efectivas
o funcionales:
1 Los gerentes tiene la mayor posibilidad
de impactar en las decisiones que requieren asignación de recursos, modificación
de procesos, autorización de cambios. Está bajo su responsabilidad dar
lineamientos, identificar, levantar y decidir, pues ninguno de los otros roles
está en condiciones de tomar estas decisiones. Por ello un buen programa de
clima laboral requiere identificar las variables del negocio que afectan a las
personas y tomar decisiones necesarias. Es también responsabilidad de los
gerentes alinear a las jefaturas con el rol que esperan de ellos y con la
postura que la empresa tiene de los temas que están en su ámbito de influencia.
2 Los jefes son la cara visible de la empresa
frente a los trabajadores y tienen un rol clave en la gestión del clima. Son
quienes deben mantener una comunicación fluida con sus equipos, mantener informados y sensibilizados
a los gerentes de los temas claves y solicitar aprobación de recursos o
autorizaciones cuando sea necesario. Igualmente deben bajar la información corporativa
en un sentido de propiedad para mantener al equipo alineado con la
organización.
3 Las personas. Pueden hacer un gran
aporte al buen clima como aprender a relacionarse con la autoridad, expresar lo
que les pasa, lo que necesitan o cómo están vivenciando las situaciones.
Sobre etapas en la madurez de
gestión del clima el autor sostiene la idea que en la medida que las relaciones
maduran la gestión del clima también. Los elementos que definen esta madurez
son (1) el grado en que hay visiones compartidas entre el jefe y su equipo
sobre las variables que afectan el clima, (2) el avance en el grado de
profundidad de los temas que se trabajan, desde lo más evidente y simple hasta
el trabajo en sí y el modo en que lo llevamos a cabo, (3) la capacidad para
sostener momentos difíciles sin que la relación se deteriore y (4) la
sustentabilidad del abordaje de los temas, desde un enfoque básico para resolver
un problema hasta instalar prácticas regulares que aborden el clima. Por ello propone
cuatro etapas en la gestión del clima.
Etapa
1: Desconcierto y frustración. Existen visiones muy distintas de cuáles son los
problemas y cómo resolverlos. Baja madurez en el ejercicio de los roles.
Etapa
2: Activismo. El clima entendido como
buena convivencia. Alto foco en hacer actividades y planes de trabajo basados
en actividades grupales entretenidas.
Etapa 3:
Comprendiendo. Se aprender a tener
conversaciones relevantes ligadas a cómo hacemos el trabajo. Se entiende el
negocio, lo que es posible y lo que no. Se definen prácticas de mejora.
Etapa
4: Gestionando. Se generan prácticas que
enriquecen la forma de hacer el trabajo en sí, generando energía y aprendizaje
que aporta a la gestión.
Me parece muy valioso que un
consultor chileno elabore una propuesta sobre conceptualizar el clima,
caracterizarlo y más aún intervenir sobre él, que no sea puro sentido común y
que nos permita conversar profesionalmente del tema.