El prefijo tele, de origen griego
significa lejos o a distancia o de modo remoto. La vida humana se ha hecho cada
vez más “tele”, en términos que hoy son comunes los términos teleférico, teléfono,
televisión, telescopio, telenovela, telemarketing y muchos otros.
Indudablemente el desarrollo tecnológico,
en particular de las tecnologías relacionadas con las comunicaciones han facilitado
muchísimo este cambio y no es trivial que muchas de nuestras prácticas “tele”
se relacionan con actividades en torno a la comunicación.
Sin embargo, también se ha desarrollado
un cambio de mentalidad, de paradigma, que admite la realización de actividades
a distancia, sin que ello signifique necesariamente un menoscabo de efectividad
o calidad. Un buen ejemplo de ello es hoy el “teletrabajo” o “la teleeducación”,
actividades que ya estábamos realizando y que hoy definitivamente tienen un
impulso radical en su expansión con la pandemia y cuarentena subsecuente.
Definitivamente este es un proceso de
cambio a todo nivel, a nivel de nuestras formas de trabajar como sociedad, como
organizaciones y como profesionales.
Johnson y Scholes, citados por Carrión
Maroto en su libro “Estrategia de la visión a la acción”, señalan que el cambio
puede ser gradual o transformacional, dependiendo de la naturaleza del cambio. El
cambio gradual es aquel que ocurre de manera lenta, en continuidad con lo que
sucede anteriormente y el cambio transformacional, aquel en que sucede algo
completamente nuevo respecto de lo anterior.
Para muchos el
teletrabajo ha sido un proceso de cambio gradual, algo que ha ido ocurriendo de
a poco, donde se han ido realizando experimentos, pilotos, prácticas y, hoy día
teletrabajar no representa mayores dificultades. Para otros, ha sido un cambio
transformacional, algo que ha ocurrido de un día para otro, sin preparación
previa, sin ensayos, sin ejercicios y ha significado “tirarse a la piscina” o,
en muchos casos, quedarse sin trabajo.
Enfrentados a
procesos de cambio, como lo que estamos viviendo, Rafael Martínez en su libro “el
manual del estratega” propone tres actitudes estratégicas: anticiparse,
adaptarse y actuar. Anticiparse implica determinar con anterioridad la
ocurrencia de un cambio para prepararse en su enfrentamiento, como dice el
dicho “hombre prevenido vale por dos”. Adaptarse implica que una vez que los
cambios han ocurrido, gestionar nuestras acciones para hacerles frente de la
mejor manera posible. Y, actuar, se relaciona con la posibilidad de operar
sobre el medio para generar los cambios que deseamos que ocurran.
Coherente con
lo señalado anteriormente algunos se han anticipado al teletrabajo. Otros en cambio
se han adaptado. En esta línea muchos estamos con un aprendizaje acelerado
respecto de cómo funcionan las plataformas, respecto de cómo compatibilizar las
reuniones on line con la vida familiar, respecto de cómo moderar conferencias
por zoom y muchos otros aprendizajes más.
Hace una semana atrás publiqué un post
donde comentaba, a partir de cerca de cien respuestas a una encuesta que hice,
cómo iba a cambiar el mundo organizacional y las competencias requeridas para
desempeñarse mejor en él. Una de las conclusiones del trabajo era que el tele
trabajo llegó para quedarse. Y creo que no sólo el teletrabajo, la tele
capacitación, el tele coaching y quizás varios más.
Por ello he realizado otra encuesta con
mis alumnos y amigos para preguntar cuántas horas le están dedicando
diariamente a teletrabajar, con qué dificultades se han encontrado para un
teletrabajo efectivo y qué aprendizajes han tenido con esta experiencia. Agradezco
tener muchos amigos que conectan con estas inquietudes y me ayudan en mi
trabajo.
La encuesta estuvo disponible tres días
en google docs y recibí 113 respuestas. Además de Chile, desde Bolivia, Perú,
Colombia y Argentina. Y de nuestro país desde Iquique, Antofagasta, Calama,
Copiapó, Vicuña, La Serena, Coquimbo, Ovalle, Santiago, Valparaíso, Viña del
Mar, Quilpué, Quillota, Concón, Concepción, Temuco, Villarrica, Puerto Montt,
Chiloé.
Mi investigación no tiene pretensiones
de ser un trabajo científico y no tengo más antecedentes de la muestra que se
trata de personas que están en mi red de clientes, colegas, alumnos y amigos.
¿Cuántas
horas dedica al día al teletrabajo?
Se pueden observar las respuestas en la
siguiente tabla:
Horas dedicadas
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1
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2
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3
|
4
|
5
|
6
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7
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8
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9
|
10
|
11
|
12
|
13
|
14
|
15
|
16
|
Frecuencia
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1
|
4
|
1
|
9
|
10
|
13
|
9
|
16
|
8
|
15
|
3
|
9
|
4
|
2
|
1
|
1
|
El promedio de horas diarias dedicadas a
teletrabajar es variable y se mueve entre 1 y 16 horas. El promedio corresponde
a 7,74 horas diarias de teletrabajo, lo que me hace pensar en una dedicación
más o menos equivalente a las 8 horas normales de trabajo en Chile.
Al mirar los datos interpreto que hay
mucha dispersión, hay algunos que se lo toman con relajo, dedicándole pocas horas
por día. Sin embargo me parece especialmente preocupante el caso de aquellos
que dedican 10 o más horas, llegando incluso algunos que teletrabajan 14, 15 o
16 horas. Interpreto que se trata de personas que están todo el día conectadas.
Me quedo con la necesidad de preguntar
en otra encuesta a qué dedican a estas horas: ¿estar frente al computador?, ¿estar
conectados a reuniones vía zoom u otra plataforma parecida?, ¿estar disponibles
vía whatsapp o teléfono por si los necesitan?
¿Cuáles han sido las principales dificultades para realizar un trabajo
efectivo?
Las personas respondieron muchas ideas
respecto de este tema, por ello he hecho una clasificación de las respuestas
para poder analizarlas.
1 Relacionadas con la coordinación
con otras personas: el teletrabajo supone la coordinación con compañeros de
trabajo, por ello muchos de los encuestados reclaman la lentitud para
conectarse de otras personas, la lentitud con que otros trabajan o que no se
conectan a la misma hora. Alguno alude a que el trabajo pasa por muchas
unidades y como cada una tiene sus propias prioridades ello enlentece el
trabajo. También se indica que no todas las personas son respetuosas de los
horarios, algunos no respetan ni almuerzos ni horarios de descanso para enviar
mensajes tarde o solicitar tareas fuera del “horario de trabajo habitual”.
2 Relacionadas con la jefatura:
el teletrabajo también requiere muchísima coordinación con la jefatura, por
ello los participantes en la encuesta indican que a muchos jefes les cuesta
coordinar el trabajo a través de medios electrónicos, ya sea porque no saben
usarlos, no responden correos o whatsapps, responden lento o responden fuera de
horario, porque no dan retroalimentación o porque piden algo, luego otra cosa y
al final no es ninguna de las peticiones originales. Alguno indica que ello
implica aún falta de claridad en los roles de jefatura y falta de empatía con
quienes hacen el trabajo en condiciones fuera de lo normal.
3 Relacionadas con la tecnología:
Las personas reportan que en muchos casos la conexión a internet es de mala
calidad o lenta lo que dificulta su trabajo a distancia. También aluden a la
falta de capacitación en el uso de las herramientas como conexiones, cámaras,
plataformas, etc.
4 Relacionadas con habilidades
personales: Esta forma de trabajo también ha supuesto dificultades en
cuanto a no contar con habilidades importantes y necesarias. Los encuestados
aluden a déficits de habilidades en: concentración, desarrollo multitarea,
organización y rutina, trabajo en equipos virtuales, organización del tiempo,
ansiedad derivada de la incertidumbre.
5 Relacionadas con la vida familiar:
Compatibilizar la vida familiar con el trabajo en casa resulta lejos la
dificultad más señalada por los encuestados, aludiendo a la dificultad que los
niños entiendan que el papá o mamá está trabajando, a la dificultad para cuidar
y atender a los niños en la casa (preparar comida, estudiar con ellos, hacer
las tareas, etc). También se indica la dificultad de contar con un lugar apto
en la casa para trabajar y para separar el espacio laboral del espacio
familiar. Algunas personas indican que existe una diferencia de género
importante al respecto, ya que este tema es más crítico para las mujeres que
para los hombres.
Llama mucho la atención que 9
participantes señalan “ninguna dificultad”. Ello me hace pensar que se trata de
personas que ya se habían anticipado a la irrupción del teletrabajo y habían
aprendido mucho antes como desenvolverse con él o que se han adaptado con poca
dificultad y no les crea problema su utilización.
¿Qué
aprendizajes ha tenido con esta experiencia?
La mayor parte de los participantes
valoran la experiencia de trabajar desde casa, viendo ganancias en esta
experiencia. Hay algunos que, no obstante ello, echan de menos el espacio “normal”
de la oficina, con más recursos, menos distracciones, menos stress derivado del
choque entre el mundo de la casa y el
mundo laboral. Por ello que una cantidad significativa de personas aluden a que
uno de los principales aprendizajes por realizar es “diferenciar mejor” el
espacio familiar del espacio laboral. Esta diferenciación implica un “límite
espacial”, es decir un lugar en la casa donde trabajar y un “límite temporal”
organizando horarios para trabajar y horarios para la vida familiar.
Otros aprendizajes señalados resultan
muy coherentes con nuestro último post
donde hablamos de las competencias necesarios de desarrollar para adaptarse
mejor al mundo laboral durante y post pandemia. Entre ellas: Uso de las tecnologías digitales y de
conectividad electrónica, automotivación,
autodisciplina y planificación del propio trabajo, gestión efectiva del tiempo, flexibilidad y adaptación a los cambios, trabajo colaborativo con equipos, distinto del trabajo presencial
habitual, autonomía, en el sentido
de no depender de una jefatura que diga que hacer y finalmente, liderazgo, aprender otros estilos de
liderazgo menos controladores.
No sé qué porcentaje de quienes hoy
están teletrabajando tuvieron tiempo de anticiparse y prepararse para el cambio
ni qué proporción no tuvo otra que adaptarse y subirse a estos cambios. Creo
que en cualquiera de los casos, se trata de grandes oportunidades de
aprendizaje, no sólo en cuanto a dominio de la tecnología sino que en cuanto a
cambios en las relaciones sociales y laborales.
Alguien me preguntaba si el teletrabajo
es mejor o peor que el trabajo presencial. No sé. Son distintos y
complementarios. Nada reemplaza el contacto cara a cara con otro ser humano ni
las relaciones humanas directas, el teletrabajo las complementa y en muchos
casos, además las expande en términos de poder hacer tareas que antes no eran
posibles o vincularse con personas que están en otros territorios lejanos.
Como una práctica laboral nueva
requerirá más investigación, un buen marco legal, claridad en cuanto a
horarios, definición de remuneraciones, capacitación en uso de tecnologías,
definiciones como quien paga el internet cuando un empleado trabaja en casa,
temas de seguridad y prevención de riesgos y muchas cosas más.
Como cualquier aprendizaje a algunos les
resulta más fácil y a otros les cuesta más. Lo importante, como dice Víctor
Kuppers es la actitud. Y, en ese dominio, asumir que no saber,
equivocarse, hacerlo mal, es parte del
necesario aprendizaje. Es posible que en 5, 10 o 20 años teletrabajar sea tan
común que nos riamos de estos tiempos.
Nos
queda hablar de la teleeducación y del telecoaching, temas para otras
reflexiones.