He leído este
libro durante estos últimos días, recomendado por mi alumna Barbara Mancilla, a
propósito de contar con más distinciones para acompañar a grupos en conflicto o
equipos que necesitan mi apoyo como coach o consultor.
Rosenberg
explica al inicio de su trabajo cuales fueron las inquietudes que lo llevaron a
investigar este tema y elaborar un método para comunicarse de manera no
violenta. Al respecto narra sus vivencias en Detroit, en su infancia, cuando
tuvieron lugar enfrentamientos raciales con numerosos muertos. A partir de ello
dice que analiza dos preguntas: ¿Qué nos ocurre que nos desconecta de nuestra
naturaleza solidaria y nos lleva a comportarnos de manera violenta y abusiva? y
¿Por qué algunas personas son consecuentes con esta actitud solidaria incluso
en las circunstancias más adversas?
Por supuesto
que el problema de la agresividad o la violencia tiene muchísimas
explicaciones. Se trata de un fenómeno complejo. Sin embargo, para Rosenberg uno
de los factores centrales para actuar sobre la violencia y estimular la
compasividad es el lenguaje, el uso que hacemos de las palabras, ya que las
palabras pueden ofender o herir a los demás y a nosotros mismos incluso.
En mi opinión
esto es muy coherente con la noción del lenguaje como algo generativo como señala
el enfoque ontológico, donde el lenguaje es capaz de generar realidades que
antes no existían y afectar por ello la emocionalidad y las relaciones.
Dice
Rosenberg que la comunicación no violenta (CNV) nos orienta a reestructurar
nuestra forma de expresarnos y de escuchar a los demás. Se trata de un método
simple, con un gran poder de transformación. No es nada nuevo, sino que es una
propuesta que toma elementos de la comunicación y permite contar con más
recursos para, como dice él, ser más compasivos en nuestras relaciones.
Para el autor
existen ciertas formas de lenguaje y de comunicación que contribuyen a que nos
comportemos de manera violenta con los demás, las llama “comunicación que
aliena la vida”. Entre ellas se incluyen: (1) los juicios moralistas que
suponen un actitud errónea o malvada por parte de aquellas personas que no actúan
de acuerdo con nuestros valores, (2) Uso de comparaciones, (3) Negación de la
responsabilidad, que incluye frases como “tener que” o “me haces sentir” y (4) la
expresión de nuestros deseos expuestas como exigencias.
El modelo de comunicación no violenta tiene 4 componentes que explica con profundidad en el libro. Estos son:
Componente 1: Observar sin evaluar.
Se requiere
aprender a separar la observación y la evaluación. Necesitamos aprender a
observar claramente aquello que vemos, oímos o tocamos que afecta a nuestro
bienestar, sin mezclarlo con una evaluación. No es que podamos ser totalmente
objetivos ni nos abstengamos de hacer evaluaciones, lo importante es poder
mantener una separación entre observaciones y evaluaciones.
Podríamos
decir que una cosa son los hechos o datos y otra son las interpretaciones que
hacemos de ellos. La CNV rechaza las generalizaciones estáticas, por lo que
propone que las evaluaciones deban basarse en observaciones específicas del
momento y del contexto.
A continuación,
se presenta un catálogo que sirve para distinguir observaciones de evaluaciones:
Uso
del verbo «ser» sin indicar si la persona que evalúa acepta o no la
responsabilidad de la evaluación. |
Uso
de verbos con connotaciones evaluativas. |
Dar
por sentado que inferencias que uno hace de las ideas, los sentimientos, los
proyectos y los deseos de otra persona son las únicas posibles. |
Confundir
una predicción con una certeza. |
No
ser específico al citar ejemplos. |
Usar
palabras que implican habilidad sin precisar que se hace una evaluación. |
Usar
adverbios y adjetivos de maneras que no indiquen que se hace una evaluación. |
Componente 2: Identificar y expresar los sentimientos.
Este componente
se enfoca en expresar como nos sentimos, para lo cual es necesario ser capaces
de identificar nuestras emociones y sentimientos. Muchas veces tenemos más
vocabulario para juzgar que para describir nuestras emociones, por lo que es
crucial ser capaces de ampliar nuestro vocabulario emocional.
A continuación,
se presenta una lista de sentimientos posibles cuando nuestras necesidades están
insatisfechas:
Abatido - abrumado–aburrido
- acobardado - acongojado - afligido - agitado - agobiado - agotado - alarmado - aletargado - alterado - amargado - angustiado
- ansioso - apagado - apático - apenado - aprensivo - arrepentido - asqueado - asustado
- atemorizado - aterrado - aterrorizado - aturdido - avergonzado - cansado - celoso
- confuso - conmocionado - consternado - contrariado - culpable - débil - decaído
- decepcionado - defraudado - deprimido - derrotado - desalentado - desamparado
- desanimado - desazonado - desconcertado - desconfiado - desconsolado - descontento
- descorazonado - desdichado - desencantado - desengañado - desesperado - desesperanzado
- desgraciado - desilusionado - destrozado - desvalido - disgustado - distanciado
- dolido - enfadado - enfurecido - enojado - escandalizado - escéptico - estancado
- exasperado - fastidiado - fatigado - frío - frustrado - furioso - hastiado - herido
- horrorizado - hostil - impaciente - impotente - incapaz - incómodo - indeciso
- indefenso - indiferente - indignado - inestable - infeliz - inferior - inquieto
- inseguro - intranquilo - inútil - irritado - malhumorado - melancólico - molesto
- mortificado - nervioso - paralizado - pasivo - perezoso - perplejo - perturbado
- pesimista - postrado - preocupado - reacio - receloso - rencoroso - resentido
- retraído - sobresaltado - solo - susceptible - temeroso - tenso - trastornado
- triste - vencido
Componente 3: Asumir la responsabilidad de nuestros sentimientos.
La CNV
potencia la conciencia que aquello que dicen o hacen los demás puede ser el estímulo,
pero nunca la causa de nuestros sentimientos. Nuestros sentimientos son el
resultado de cómo elegimos tomarnos lo que dicen y hacen los demás y también de
nuestras necesidades y expectativas particulares en ese momento.
Cuando una
persona nos transmite un mensaje negativo tenemos cuatro opciones con respecto
a la manera de recibirlo: (1) tomárnoslo de manera personal, captando en él acusaciones
y críticas, (2) echar la culpa al interlocutor, (3) ver con claridad nuestros
sentimientos y necesidades y (4) iluminar los sentimientos y necesidades de la
otra persona en ese momento según ella misma lo expresa.
Por ello la
CNV se centra a que en lugar de culpar a la otra persona por lo que sentimos,
aceptamos la responsabilidad que nos corresponde reconociendo nuestras
necesidades, deseos, expectativas, valores e ideas.
A continuación,
se presentan algunas necesidades humanas que todos compartimos:
Este ultimo
componente se trata de pedir a los demás, de pedir efectivamente, usando un
lenguaje positivo. Por ello es crucial evitar las formas vagas, abstractas o
ambiguas.
No es lo
mismo pedir que exigir y esto ultimo se reconoce cuando quien no cumple teme
ser objeto de alguna recriminación o castigo, por lo que frente a una exigencia
no quedan más opciones que mostrarse sumiso o rebelde.
La
comunicación no violenta consiste en expresar de manera muy clara ya sea
verbalmente o por otros medios, información sobre los cuatro componentes y en
recibir de las otras personas información sobre esos mismos cuatro componentes.
Para el autor,
“cuando centramos nuestra atención en los aspectos citados y ayudamos a los
demás a hacer lo mismo, establecemos una corriente de comunicación que discurre
en ambos sentidos y se manifiesta de una manera natural: observo, siento y averiguo
qué necesito, qué me hace falta para enriquecer mi vida; qué observas, qué
sientes y necesitas, qué te hace falta para enriquecer tu vida.
El modelo de
Rosenberg me lleva a varias reflexiones.
1 La
importancia de hacer una buena distinción entre los hechos y las
interpretaciones. Tal como dice la ontología del lenguaje, vivimos en mundos
interpretativos y hacemos interpretaciones frecuentemente, lo importante es
hacernos cargo de nuestras interpretaciones y reconocer que ellas pueden ser
sesgadas, injustas, defectuosas y, en definitiva, cerrarnos posibilidades en
vez de abrírnoslas.
2 La
importancia de contar con más vocabulario emocional. Creo que esto es
especialmente un tema para los varones, sobre todo si somos de generaciones
mayores, ya que nuestra educación no nos ha enseñado a distinguir nuestras
emociones y solemos incluso asociarlas con debilidad, luego aquí tenemos otro gran
espacio de aprendizaje.
3 Aprender a hacernos responsables de nuestras
emociones. No es correcto decir que “por tu culpa me enojo”, sino que mas bien
debiera ser a propósito de que llegaste tarde me enojo. Y así como me enojo,
podría dolerme, podría ofenderme, podría sentirme triste y otra gran variedad
de emociones posibles.
4 Aprender a
pedir y aceptar que frente a una petición el no es una respuesta posible.