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martes, 29 de diciembre de 2020

2020. El Año que vivimos en peligro.

 

(tomado de: Tomado de https://www.20minutos.es/

El título ya lo inventó Peter Weir con una magnífica película de los años 80 que además cuenta con una magistral pista musical de Maurice Jarre. Me parece que el título, ya usado por otros también, viene “de perilla” para este inolvidable año 2020 que nos ha tocado vivir a nivel local y planetario.

Yo diría que todo comenzó hacia fines del año 2019 cuando en Wuhan, China se descubrió el contagio por coronavirus covid 19. Los chinos, por un rato, no dijeron nada al resto del mundo, similar al comportamiento soviético en el desastre de Chernobyl. Y luego no les quedó más que reconocerlo cuando el virus se diseminó por todo el planeta en corto tiempo. La globalización es un hecho, todo se mueve por el planeta, gente, mercancías y virus por supuesto. Convertirnos en ciudadanos globales tiene algunos beneficios y algunos costos también.

Aquí en Chile hicimos como que nada pasaba. Mientras China y Europa comenzaban sus propios procesos de epidemia y cuarentenas, con miles de contagiados, nos fuimos de vacaciones e incluso comenzamos las clases haciendo grandes planes para el año, viviendo cual isla sin contacto con el mundo. Pocas conversaciones preparatorias y críticas a quienes ya prendían las alarmas, matando al mensajero para no escuchar su mensaje. Y el virus llegó y tuvimos que enfrentarlo. Como todo fenómeno nuevo nadie sabía muy bien qué hacer con él, ni siquiera las autoridades de salud, que daban palos de ciego con cuarentenas dinámicas procurando equilibrar la actividad económica con la salud o, como en Argentina, decretaban cuarentenas totales generando la ruina de muchas actividades sin impactar mayormente en la propagación del virus o como en Suecia no hacían nada apelando a la inmunidad de rebaño.

Todo comenzó a ser “tele”, teletrabajo, teleclases, telemedicina, teleterapia. Como era algo nuevo, con lo que no teníamos familiaridad había mucho miedo e inseguridad con su uso. Y, poco a poco, empezamos a consultar al médico por la pantalla, a participar de clases de todo tipo, a trabajar on line en las empresas y esto agarró vuelo. Pasamos de la inseguridad al gusto y hoy está lleno de gente que duda de volver a las actividades presenciales. Seguramente evolucionaremos hacia un mix de presencial y on line, con grandes beneficios. Esto me hace reflexionar sobre el cambio y el aprendizaje, cuánto nos resistimos muchas veces al cambio y cómo nos parece mucho más fácil y entretenido cuando ya hemos aprendido.

Tengo la opinión que uno de los grupos que más vivió este proceso de resistencia – aprendizaje y gusto fueron los profesores de todo nivel. Se resistían con argumentos de todo tipo a hacer clases on line. De a poco, con timidez, practicaban con charlas, videos y muchas otras herramientas. Y, al final del año, muchos han demostrado una tremenda capacidad de adaptación y aprendizaje. A mí esto me da optimismo ya que si lo que define la profesión de profesor es el aprendizaje, un grupo importante ha demostrado gran capacidad de aprender.

Los hospitales y el sistema de salud, al menos en Chile, hicieron bien su trabajo, conozco historias de personal de salud que han dedicado largas horas a cuidar enfermos postergando sus vidas personales. Ello es admirable. No así la gente que hace fiestas en cuarentena, se junta con otros y pone en riesgo la salud de los demás propagando el bicho. Creo que el personal de salud ha trabajado duro y merecen más valoración y reconocimiento, económico por supuesto, pero sobre todo reconocimiento social.

Algunos colegios se la jugaron por sus apoderados, profesores y alumnos. Como el colegio particular pagado donde tengo a mis hijos, con quienes fuimos a hablar a principios de año y contarles lo difícil que se nos estaba haciendo el año y nos ofrecieron tan gentilmente pagar solo el 50% de la colegiatura del resto del año, sin que fuera un crédito ni una postergación, como nos dijo el director de administración y finanzas de manera explícita “un beneficio para ayudar a los apoderados tan leales con el colegio” o como nos indicó el rector  “les asignamos un beneficio covid” sólo que sin escribirlo en ninguna parte. Lo triste del caso es que ahora al concluir el año desconocieron las promesas que nos habían hecho, nos cobraron los meses de descuento y aún no nos permiten matricular a nuestros niños para el año 2021.

Esta triste experiencia con el colegio donde me ha llevado a reflexionar que la educación no se trata solo de contenidos se trata de valores. Y que el liderazgo no tiene que ver con puros discursos, se relaciona con la valentía de decir que no cuando corresponde y a cumplir promesas, solo así se pueden generar relaciones largas y construir confianza.

A nivel país un año duro para mucha gente que vio cómo le suspendían el empleo o derechamente se quedaba sin trabajo. Y más allá de enfocarse en cómo revertir estas dificultades, muchos políticos dedicados a las “acusaciones constitucionales” para ponerle piedritas en el camino al gobierno de turno e intencionar su fracaso, en juegos de poder que les gustan a los políticos pero que no le sirven a la gente.

Compartir todo el año con los niños en casa, fantástico. Sentir la nostálgica por los seres queridos que  tenemos en otros lados, lejos. Conectarnos con las emociones y empatizar con los que lo han pasado mal. Echar de menos a los amigos con quienes nos juntábamos a compartir la vida. Valorar los besos y abrazos, el contacto cercano. Respetar ese tan mal término de “distanciamiento social” que debiera llamarse solo distanciamiento físico, porque de social no tiene nada, hemos estado lejos de distancia pero más cerca de corazón.

Lo de la incertidumbre importante, la vida del ser humano es incierta, lo único que sabemos es que moriremos, ni cuándo, ni cómo, ni cómo viviremos, con quien nos casaremos si es que nos casamos, que profesión cultivaremos, en qué ciudad estaremos. La pandemia nos ha invitado a amigarnos un poco más con la incertidumbre y el aprendizaje.

Además valorar. Puedo enumerar muchas razones por las cuales esta pandemia es distinta de la que le tocó vivir a la humanidad el año 1920. Dos de ellas, de las que podríamos hablar largo rato, tenemos netflix y tenemos zoom.

Al menos en Chile el sistema educacional y el sistema de salud han respondido bastante bien, excepto el colegio  donde tengo a mis hijos que mostró pequeñez y falta de empatía, bueno, en las crisis se ven las grandes personas y las grandes organizaciones, en las crisis se ve lo mejor y lo peor de la gente. La vida misma.

miércoles, 29 de abril de 2020

Teletrabajando


(la imagen es de https://www.estrategiaynegocios.net/tecnologia/1363460-330/c%C3%B3mo-mantener-contacto-desde-el-teletrabajo) 


El prefijo
tele, de origen griego significa lejos o a distancia o de modo remoto. La vida humana se ha hecho cada vez más “tele”, en términos que hoy son comunes los términos teleférico, teléfono, televisión, telescopio, telenovela, telemarketing y muchos otros.
Indudablemente el desarrollo tecnológico, en particular de las tecnologías relacionadas con las comunicaciones han facilitado muchísimo este cambio y no es trivial que muchas de nuestras prácticas “tele” se relacionan con actividades en torno a la comunicación.

Sin embargo, también se ha desarrollado un cambio de mentalidad, de paradigma, que admite la realización de actividades a distancia, sin que ello signifique necesariamente un menoscabo de efectividad o calidad. Un buen ejemplo de ello es hoy el “teletrabajo” o “la teleeducación”, actividades que ya estábamos realizando y que hoy definitivamente tienen un impulso radical en su expansión con la pandemia y cuarentena subsecuente.

Definitivamente este es un proceso de cambio a todo nivel, a nivel de nuestras formas de trabajar como sociedad, como organizaciones y como profesionales.

Johnson y Scholes, citados por Carrión Maroto en su libro “Estrategia de la visión a la acción”, señalan que el cambio puede ser gradual o transformacional, dependiendo de la naturaleza del cambio. El cambio gradual es aquel que ocurre de manera lenta, en continuidad con lo que sucede anteriormente y el cambio transformacional, aquel en que sucede algo completamente nuevo respecto de lo anterior.

Para muchos el teletrabajo ha sido un proceso de cambio gradual, algo que ha ido ocurriendo de a poco, donde se han ido realizando experimentos, pilotos, prácticas y, hoy día teletrabajar no representa mayores dificultades. Para otros, ha sido un cambio transformacional, algo que ha ocurrido de un día para otro, sin preparación previa, sin ensayos, sin ejercicios y ha significado “tirarse a la piscina” o, en muchos casos, quedarse sin trabajo.

Enfrentados a procesos de cambio, como lo que estamos viviendo, Rafael Martínez en su libro “el manual del estratega” propone tres actitudes estratégicas: anticiparse, adaptarse y actuar. Anticiparse implica determinar con anterioridad la ocurrencia de un cambio para prepararse en su enfrentamiento, como dice el dicho “hombre prevenido vale por dos”. Adaptarse implica que una vez que los cambios han ocurrido, gestionar nuestras acciones para hacerles frente de la mejor manera posible. Y, actuar, se relaciona con la posibilidad de operar sobre el medio para generar los cambios que deseamos que ocurran.

Coherente con lo señalado anteriormente algunos se han anticipado al teletrabajo. Otros en cambio se han adaptado. En esta línea muchos estamos con un aprendizaje acelerado respecto de cómo funcionan las plataformas, respecto de cómo compatibilizar las reuniones on line con la vida familiar, respecto de cómo moderar conferencias por zoom y muchos otros aprendizajes más.

Hace una semana atrás publiqué un post donde comentaba, a partir de cerca de cien respuestas a una encuesta que hice, cómo iba a cambiar el mundo organizacional y las competencias requeridas para desempeñarse mejor en él. Una de las conclusiones del trabajo era que el tele trabajo llegó para quedarse. Y creo que no sólo el teletrabajo, la tele capacitación, el tele coaching y quizás varios más.

Por ello he realizado otra encuesta con mis alumnos y amigos para preguntar cuántas horas le están dedicando diariamente a teletrabajar, con qué dificultades se han encontrado para un teletrabajo efectivo y qué aprendizajes han tenido con esta experiencia. Agradezco tener muchos amigos que conectan con estas inquietudes y me ayudan en mi trabajo.

La encuesta estuvo disponible tres días en google docs y recibí 113 respuestas. Además de Chile, desde Bolivia, Perú, Colombia y Argentina. Y de nuestro país desde Iquique, Antofagasta, Calama, Copiapó, Vicuña, La Serena, Coquimbo, Ovalle, Santiago, Valparaíso, Viña del Mar, Quilpué, Quillota, Concón, Concepción, Temuco, Villarrica, Puerto Montt, Chiloé.

Mi investigación no tiene pretensiones de ser un trabajo científico y no tengo más antecedentes de la muestra que se trata de personas que están en mi red de clientes, colegas, alumnos y amigos.

¿Cuántas horas dedica al día al teletrabajo?

Se pueden observar las respuestas en la siguiente tabla:

Horas dedicadas
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
Frecuencia
1
4
1
9
10
13
9
16
8
15
3
9
4
2
1
1

El promedio de horas diarias dedicadas a teletrabajar es variable y se mueve entre 1 y 16 horas. El promedio corresponde a 7,74 horas diarias de teletrabajo, lo que me hace pensar en una dedicación más o menos equivalente a las 8 horas normales de trabajo en Chile.

Al mirar los datos interpreto que hay mucha dispersión, hay algunos que se lo toman con relajo, dedicándole pocas horas por día. Sin embargo me parece especialmente preocupante el caso de aquellos que dedican 10 o más horas, llegando incluso algunos que teletrabajan 14, 15 o 16 horas. Interpreto que se trata de personas que están todo el día conectadas.

Me quedo con la necesidad de preguntar en otra encuesta a qué dedican a estas horas: ¿estar frente al computador?, ¿estar conectados a reuniones vía zoom u otra plataforma parecida?, ¿estar disponibles vía whatsapp o teléfono por si los necesitan?

¿Cuáles han sido las principales dificultades para realizar un trabajo efectivo?

Las personas respondieron muchas ideas respecto de este tema, por ello he hecho una clasificación de las respuestas para poder analizarlas.

1 Relacionadas con la coordinación con otras personas: el teletrabajo supone la coordinación con compañeros de trabajo, por ello muchos de los encuestados reclaman la lentitud para conectarse de otras personas, la lentitud con que otros trabajan o que no se conectan a la misma hora. Alguno alude a que el trabajo pasa por muchas unidades y como cada una tiene sus propias prioridades ello enlentece el trabajo. También se indica que no todas las personas son respetuosas de los horarios, algunos no respetan ni almuerzos ni horarios de descanso para enviar mensajes tarde o solicitar tareas fuera del “horario de trabajo habitual”.

2 Relacionadas con la jefatura: el teletrabajo también requiere muchísima coordinación con la jefatura, por ello los participantes en la encuesta indican que a muchos jefes les cuesta coordinar el trabajo a través de medios electrónicos, ya sea porque no saben usarlos, no responden correos o whatsapps, responden lento o responden fuera de horario, porque no dan retroalimentación o porque piden algo, luego otra cosa y al final no es ninguna de las peticiones originales. Alguno indica que ello implica aún falta de claridad en los roles de jefatura y falta de empatía con quienes hacen el trabajo en condiciones fuera de lo normal.

3 Relacionadas con la tecnología: Las personas reportan que en muchos casos la conexión a internet es de mala calidad o lenta lo que dificulta su trabajo a distancia. También aluden a la falta de capacitación en el uso de las herramientas como conexiones, cámaras, plataformas, etc.

4 Relacionadas con habilidades personales: Esta forma de trabajo también ha supuesto dificultades en cuanto a no contar con habilidades importantes y necesarias. Los encuestados aluden a déficits de habilidades en: concentración, desarrollo multitarea, organización y rutina, trabajo en equipos virtuales, organización del tiempo, ansiedad derivada de la incertidumbre.

5 Relacionadas con la vida familiar: Compatibilizar la vida familiar con el trabajo en casa resulta lejos la dificultad más señalada por los encuestados, aludiendo a la dificultad que los niños entiendan que el papá o mamá está trabajando, a la dificultad para cuidar y atender a los niños en la casa (preparar comida, estudiar con ellos, hacer las tareas, etc). También se indica la dificultad de contar con un lugar apto en la casa para trabajar y para separar el espacio laboral del espacio familiar. Algunas personas indican que existe una diferencia de género importante al respecto, ya que este tema es más crítico para las mujeres que para los hombres.

Llama mucho la atención que 9 participantes señalan “ninguna dificultad”. Ello me hace pensar que se trata de personas que ya se habían anticipado a la irrupción del teletrabajo y habían aprendido mucho antes como desenvolverse con él o que se han adaptado con poca dificultad y no les crea problema su utilización.

¿Qué aprendizajes ha tenido con esta experiencia?

La mayor parte de los participantes valoran la experiencia de trabajar desde casa, viendo ganancias en esta experiencia. Hay algunos que, no obstante ello, echan de menos el espacio “normal” de la oficina, con más recursos, menos distracciones, menos stress derivado del choque entre el  mundo de la casa y el mundo laboral. Por ello que una cantidad significativa de personas aluden a que uno de los principales aprendizajes por realizar es “diferenciar mejor” el espacio familiar del espacio laboral. Esta diferenciación implica un “límite espacial”, es decir un lugar en la casa donde trabajar y un “límite temporal” organizando horarios para trabajar y horarios para la vida familiar.

Otros aprendizajes señalados resultan muy coherentes con nuestro último post donde hablamos de las competencias necesarios de desarrollar para adaptarse mejor al mundo laboral durante y post pandemia. Entre ellas: Uso de las tecnologías digitales y de conectividad electrónica, automotivación, autodisciplina y planificación del propio trabajo, gestión efectiva del tiempo, flexibilidad y adaptación a los cambios, trabajo colaborativo con equipos, distinto del trabajo presencial habitual, autonomía, en el sentido de no depender de una jefatura que diga que hacer y finalmente, liderazgo, aprender otros estilos de liderazgo menos controladores.

No sé qué porcentaje de quienes hoy están teletrabajando tuvieron tiempo de anticiparse y prepararse para el cambio ni qué proporción no tuvo otra que adaptarse y subirse a estos cambios. Creo que en cualquiera de los casos, se trata de grandes oportunidades de aprendizaje, no sólo en cuanto a dominio de la tecnología sino que en cuanto a cambios en las relaciones sociales y laborales.

Alguien me preguntaba si el teletrabajo es mejor o peor que el trabajo presencial. No sé. Son distintos y complementarios. Nada reemplaza el contacto cara a cara con otro ser humano ni las relaciones humanas directas, el teletrabajo las complementa y en muchos casos, además las expande en términos de poder hacer tareas que antes no eran posibles o vincularse con personas que están en otros territorios lejanos.

Como una práctica laboral nueva requerirá más investigación, un buen marco legal, claridad en cuanto a horarios, definición de remuneraciones, capacitación en uso de tecnologías, definiciones como quien paga el internet cuando un empleado trabaja en casa, temas de seguridad y prevención de riesgos y muchas cosas más.

Como cualquier aprendizaje a algunos les resulta más fácil y a otros les cuesta más. Lo importante, como dice Víctor Kuppers es la actitud. Y, en ese dominio, asumir que no saber, equivocarse,  hacerlo mal, es parte del necesario aprendizaje. Es posible que en 5, 10 o 20 años teletrabajar sea tan común que nos riamos de estos tiempos.

Nos queda hablar de la teleeducación y del telecoaching, temas para otras reflexiones.