Con mi hijo que cursa actualmente cuarto
medio tengo frecuentes conversaciones acerca de cómo será el futuro de las
organizaciones, de las profesiones y del trabajo en general. Quisiera que
tomara buenas decisiones en cuanto a formación para que escoja una carrera que
tenga futuro y no una carrera profesional destinada a morir.
He escrito varios posts sobre este tema
en este blog. Entre ello, las ideas de Lynda
Gratton, y de Daniel
Pink. Hay otros autores interesantes que he citado en mi
blog, entre los que recomiendo revisar los trabajos de Mc
Afee, Luis
Huete,
Lynda Gratton realiza un análisis de cambios en distintos ámbitos y concluye que, en su opinión, los “generalistas superficiales” no tendrán valor. Se trata de un perfil muy común, que sabe muy poco de muchas cosas, sin ninguna profundidad. A lo mejor en el pasado tenía algún valor como “generalista”, como supervisor de otros, como miembro estable de una organización, pero como los tiempos han cambiado y el contrato laboral de largo plazo se está acabando, su aporte es de poco valor, resuelven pocos problemas y son fáciles de encontrar en cualquier parte, incluso a título gratuito en google, en Wikipedia o en otras aplicaciones. Su opinión es que quienes la llevarán serán los “masters interdisciplinarios”, profesionales capaces de especializarse y profundizar en un área específica y, al mismo tiempo, crear las redes sociales que les permitan beneficiarse de los conocimientos especializados que otros poseen.
Según la autora ¿qué carreras o profesiones
la llevarán en el futuro’? Todas aquellas que tengan que ver con ciencias de la
vida y salud (tales como creación y gestión de centro de salud),
biotecnologías, conservación de la energía, creatividad e innovación, cuidado
de seres humanos, capacitación y coaching. A ello agrega gestor comunitario,
empresario social y microempesario.
Daniel Pink expone en su entretenido
libro “Una nueva mente”, que estamos viviendo un giro radical en las
competencias que se requieren para desenvolverse de manera exitosa en la
sociedad. A su juicio, durante la Era Industrial y la Era de la información la
sociedad ha estado dominada por una forma de pensar y un enfoque de la vida que
son “profundamente analíticos” y “estrechamente reduccionistas”. Esto está
cambiando gracias a tres fuerzas: abundancia material (la que profundiza los
anhelos inmateriales de las personas), globalización (que lleva el trabajo a
Asia y hace innecesarias muchas competencias de la sociedad de la información)
y tecnologías (que eliminan trabajo al automatizarlo).
A juicio de Pink las capacidades del
hemisferio derecho, desdeñadas o consideradas frívolas por mucho tiempo,
determinarán cada vez más el éxito. Por ello propone pensar en seis actividades
laborales: Diseño, Narración, Sinfonía (pensamiento sistémico), Empatía, Juego
y Sentido.
Basado en estos autores y mis propias
reflexiones creo que la emergencia del coronavirus no hará más que acelerar procesos que ya venían dándose
con anterioridad, muchos de ellos producto, sobre todo del cambio tecnológico que
estamos viviendo. El futuro no se puede predecir pero se pueden pensar en
ciertos escenarios, temas o tendencias que podrían emerger. Ello se podrá
traducir luego en las competencias que las distintas profesiones tendrán que
privilegiar al formar a sus estudiantes o, ya en la vida organizacional en las
competencias que se seleccionan o capacitan cuando las personas ya se acercan a
la vida organizacional.
Siguiendo estas ideas le he pedido a mis
amigos y alumnos que contesten una encuesta electrónica con dos preguntas: primera:
en su opinión, qué cambios experimentarán las empresas, la profesiones, en
general, el mundo del trabajo y, segunda: a su juicio: con ¿qué nuevas
competencias deberán contar los profesionales para un mejor desempeño y
adaptación laboral? He recibido 101 respuestas en tres días, además de Chile de
Argentina, Colombia, Venezuela y Bolivia. Y dentro del país de las siguientes
ciudades: Iquique, Antofagasta, Calama, Vallenar, Huasco, Copiapó, El Salvador,
Combarbalá, Illapel, Salamanca, Ovalle, Coquimbo, La Serena, Santiago, Valparaíso,
Quilpué, Llay Llay, Quillota, Viña del Mar, Rancagua, Talca, Cauquenes, Curanilahue,
Temuco, Puerto Varas, Chiloé, Punta Arenas. Tengo 4 encuestas que no indican la
ciudad. Las respuestas fueron anónimas.
Agradezco muchísimo a mis amigos y alumnos haberse tomado el tiempo de contestar. Quienes me conocen saben el valor que le doy al capital relacional y a la positiva y recíproca gestión de redes. He escrito sobre este tema en el blog en: La plaza y la torre, networking estratégico, terroristas y mercenarios, etc.
No he hecho un análisis estadístico de
las respuestas, más bien un análisis cualitativo para mostrar algunos temas
relevantes:
1.- Cambios
que experimentarán las empresas, profesiones y mundo del trabajo.
Para efectos del análisis las he
clasificado en cuatro categorías: estructura, procesos, estrategia y cultura.
Estructura: Contar con una
estructura organizacional menos jerárquica, más plana, más ágil. Ello implicará
también ajustar dotaciones y externalizar muchas tareas a otras empresas. Se
podría esperar un crecimiento de las áreas de soporte técnico.
Procesos
de trabajo: Este periodo ha probado que la virtualización ha llegado para quedarse
por lo que las organizaciones cada vez más realizarán actividades de manera
virtual o digital, lo que no sólo implica teletrabajo, sino que muchas
prácticas como trámites on line, firma electrónica, digitalización de archivos,
etc. Se espera mayor automatización en todas aquellas áreas en que sea posible.
Estrategias
de negocios: Las organizaciones modificarán su estrategia de
negocios para desplazarse hacia las
plataformas digitales, realizando nuevas formas de entregar sus productos y
servicios por esos canales, equilibrando distancia con “personalización y
cercanía. Al mismo tiempo se espera que las organizaciones valoren su capital
humano y se apoyen también en él en su estrategia, con capacitación estratégicamente
diseñada, nuevas jornadas de trabajo, trabajos por proyectos, etc.
Cultura: Se espera el
fortalecimiento de muchas prácticas culturales que ahora pueden haber estado
incipientes como Valorización de las normas de seguridad y el cumplimiento de
las mismas, mayor autocuidado, compatibilización del trabajo y la vida familiar
y mayor desarrollo de prácticas colaborativas tanto presenciales como virtuales.
Se pondrá mucha atención a la salud de los colaboradores, sino la calidad de
los productos y la productividad disminuirán
2.- Nuevas competencias deberán contar los profesionales
para un mejor desempeño y adaptación laboral.
He hecho un listado de competencias y
las he ido agrupando por afinidades.
Habilidades para usar tecnología computacional -
digital. Coherente con los cambios organizacionales descritos anteriormente las
prácticas de teletrabajo y trabajo virtual han llegado para quedarse. Ello
implica la necesidad que las personas aprendan estas competencias con muchas de
sus implicancias técnicas y sociales asociadas: conectarse, conversar, hacer
presentaciones on line, etc. También se destaca la necesidad de aprender a
mostrarse colaborativo y cercano sin estar presentes físicamente, escuchar,
conectar, respetar turnos para hablar y entender al otro desde la distancia
(tele – empatía).
Flexibilidad: Competencia compleja con varias
acepciones tales como: facilidad para aprender “cosas nuevas” y de “manera
constante”, facilidad para adaptarse a los cambios, habilidad para resolver
problemas inesperados (utilizando para ello creatividad, capacidad de innovar,
pensamiento divergente), capacidad para enfrentarse a escenarios que no se
habían planificado. Aprender a relacionarse mejor con la incertidumbre.
Trabajo colaborativo – Trabajo en equipo: Será crucial
aprender a trabajar con otras personas de un modo distinto al “modo presencial”,
desarrollando de igual forma estrategias de cooperación: roles, reglas, tareas,
confianza, ayudas mutuas.
Trabajo por objetivos, metas, resultados: Esta
competencia tiene diversas implicancias tales como orientarse a cumplir metas
más que meramente cumplir horarios como se podría hacer el trabajo al “modo
presencial”, otra connotación es la autonomía, en el sentido de manejar los
tiempos propios sin supervisión directa de un jefe y sin una regulación externa,
lo que implica orden y organización del tiempo, de los recursos y
autodisciplina para trabajar productivamente sin la supervisión inmediata de
una jefatura tradicional.
Gestión de las emociones. Desarrollar
mayor empatía con otras personas, tanto clientes, como compañeros de trabajo
que están pasando por las mismas o similares dificultades en la actualidad.
Desarrollar mayor tolerancia a la frustración. Aprender a gestionar la
ansiedad, la desconfianza y cultivar la colaboración
Liderazgo. Quienes cumplen roles de liderazgo en
las organizaciones deberán desarrollar nuevas variantes de esta competencia,
pues ya no se trata de mero control, sino que de un liderazgo que delegue,
confíe, marque una ruta, sea empático. Los líderes deberán desarrollar capacidad
de contener emocionalmente a su equipo, siendo más colaborativo y empático en
pro de los objetivos. Algún participante de la encuesta lo bautizó como “Liderazgo
no presencial”.
No soy de los que crean que esta
experiencia nos va a cambiar radicalmente más bien creo que va a acentuar
tendencias que ya venían en ciernes y que ahora se profundizarán mucho más.
Creo que el “signo de los tiempos” será la digitalización creciente de muchas
actividades organizacionales, algo que ya estaba en curso, otra más será todo “tele”,
tele trabajo, tele capacitación, tele ventas, tele coaching, etc. Y,
finalmente, me quedo con el tema de la flexibilidad en sus distintas y múltiples
acepciones. No sabemos cómo será el mundo que emerge, no sabemos cómo se
comportarán los mercados, no sabemos qué tecnologías surgirán, no sabemos qué
pasará con muchísimas cosas, por ello mejor ser ágiles, flexibles y estar
preparados para movernos hacia donde las circunstancias nos lleven.
Como todo en la vida esto tiene un lado
luminoso y un lado más oscuro. El lado luminoso es que la valorización del
aprendizaje debiera crecer por todos lados, somos “aprendices”, vivimos en “modo
beta” y otras frases parecidas. El lado oscuro es que aunque se requiera flexibilidad
no hay que perder de vista el propósito, los valores y el sentido de para qué
hacemos todo lo que hacemos, ya que si esto se pierde quedamos perdidos en las
meras circunstancias. Por ello trabajar el propósito, seguirá siendo una tarea
central en la vida personal, profesional y organizacional.