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jueves, 7 de enero de 2021

Multiplicadores (cómo potenciar la inteligencia de tu equipo) Liz Wiseman

 


De esos libros que tengo la sensación permanente, mientras los voy leyendo, de haberlos pensado y que el autor me robó las ideas. Por eso lo he leído con mucho agrado y lo recomiendo para todos quienes quieren ser mejores jefes y líderes.

La autora hace, al principio, una distinción muy simple entre dos clases de líderes, relacionándolos con las ideas de Carol Dweck y el resto del libro se dedica a caracterizar esos dos tipos de liderazgo y sus consecuencias para las personas, los equipos y las organizaciones. Indica que se basa en entrevistas, pero la distinción podría proponerse sin necesidad de tal actividad, es bastante obvia y, de algún modo, resulta fácil distinguir a los  los multiplicadores y los minimizadores.

Los multiplicadores son productores de genios. Se trata de aquellos líderes en que la gente a su alrededor se siente más brillante y capaz. Estos líderes evocan la inteligencia única de cada persona y crean una “atmosfera” de genialidad, que genera innovación, esfuerzo productivo e inteligencia colectiva.

El multiplicador tiene un paradigma donde considera fundamentalmente que todas las personas tienen inteligencia en desarrollo, que la gente es lo suficientemente inteligente como para encontrar las respuestas por sí misma. Ven gente talentosa y capaz de hacer contribuciones. Por ello, concluyen que su trabajo es reunir a la gente adecuada en un ambiente que libera su potencial intelectual y luego hacerse a un lado.

Los multiplicadores obtienen todo a partir del “efecto multiplicador”, el que se puede ver desde:

1.- el punto de vista de la gente con la que trabajan. Los multiplicadores obtienen dos veces más que los minimizadores de la gente, ¿por qué? Porqué cuando la gente trabaja con multiplicadores no se guarda nada, ofrecen lo mejor de sus ideas y creatividad, dan más de lo que el trabajo exige e incluso ofrecen voluntariamente esfuerzo, energía y recursos.

2.- desde la perspectiva de la organización que configuran y crean también obtienen más. Cómo está lleno de gente infrautilizada y falta un liderazgo adecuado que propulse las capacidades, lo que logran es una “ventaja competitiva” al multiplicar inteligencia y capacidad sin que ello implique adición o inversión.

Por su parte los minimizadores parecen creer que la gente realmente inteligente es una especie rara, un bien escaso, y que ellos mismos son una de las pocas personas inteligentes realmente por lo que concluyen que los demás no podrán descifrar las cosas sin ellos. Desde esta lógica la gente que no entiende aún, nunca lo hará y por lo tanto tienen que seguir pensando por los demás.

La conclusión lógica del paradigma del minimizador es que trabaja al día, le dice a la gente lo que tiene que hacer, toma todas las decisiones importantes y va al rescate de las situaciones cuando alguien más pareciera no estar dando el ancho. Por ello, al final casi siempre tiene la razón, pues sus propias suposiciones lo obligan a operar de una forma que promueve la subordinación y la dependencia.

La autora propone cinco prácticas características tanto del multiplicador como del minimizador. En los diversos capítulos del libro desarrolla con profundidad cada una de estas cinco prácticas. Aquí un resumen.

En el caso del multiplicador:

1.- Ser un imán del talento. Se dedican a atraer y desplegar el talento a su máxima expresión sin importar de quien es el recurso. Por ello la gente busca trabajar con ellos directa o indirectamente porque saben que crecerán y tendrán éxito.

2.- Crear la intensidad que requiere un trabajo mental. Establecen un ambiente de trabajo único y muy motivador en el que todos tienen permiso de pensar y espacio para llevar a cabo su trabajo de la mejor manera. Crean un clima cómodo e intenso.

3.- Extienden los retos. Siembran oportunidades y exponen retos que amplían las organizaciones, además de generar la creencia que las cosas pueden lograrse.

4.- Debaten las decisiones. Toman decisiones que, al mismo tiempo, preparan a la organización para ponerlas en práctica. Promueven el debate, involucrando a la gente en la discusión por lo que se producen decisiones que la gente entiende y puede ejecutar eficientemente.

5.- Inculcan la propiedad y la responsabilidad. Funcionan como inversionistas en el sentido de proporcionar recursos necesarios para el éxito y hacer a la gente responsable de su compromiso sin que necesariamente el líder multiplicador intervenga directamente.

En el caso del minimizador:

1.- Ser un forjador de imperios. Insisten en poseer y controlar los recursos para ser más productivos. Suelen dividir los recursos en aquellos que poseen y aquellos que no, para que esta división artificial les permitan lograr un uso eficiente de todos los recursos. La gente puede sentirse atraída por trabajar con este líder pero luego de un tiempo corre el riesgo de sentirse que su carrera perece

2.- Funcionan como tiranos. Inducen el temor a pensar, lo que tiene un efecto terrorífico en la mentalidad y el trabajo de la gente, exigen que la gente de lo mejor de sí pero no lo obtiene.

3.- Funcionan como sabelotodos. Dan órdenes directamente para ostentar su conocimiento. Marcan el camino.

4.- Toman las decisiones dentro de un pequeño círculo, o ellos mismos, dejando al resto de la organización en la ignorancia para que discuta la importancia de la decisión en vez de abocarse a su ejecución.

5.- Funcionan como micro directores que obtiene resultados al asirse a su propiedad de la decisión, irse directamente a los detalles y controlar por sí mismo los resultados.

Esta diferencia de prácticas se observa en el cuadro:


Recuerdo haber tenido de ambas jefaturas en mi carrera laboral. Por supuesto que me acuerdo con cariño de un jefe “multiplicador” que tuve por ahí que me ayudó a mirar de otra manera mis competencias y transformarme en un apoyo importante para el equipo del que formaba parte. Y, me acuerdo con dolor del peor jefe que he tenido, egoísta, limitante, descalificador, temeroso pero, por sobre todo, por el daño que me hizo al acusarme de incompetente, de hacer poco aporte y de quitarme el disfrute por lo que hacía durante un tiempo.

Creo que la distinción es simple, podría complejizarse un poco más, ya que no todos los líderes organizacionales son blanco o negro todo el tiempo. Pero, alude a un paradigma básico, una “mentalidad” y en ese sentido al categorizarla polarmente hace fácil ver hacia que polo nos orientamos como líderes.

Creo que también es perfectamente aplicable a los profesores de todo nivel. ¿Multiplicador o minimizador? ¿Trabaja para que el alumno resuelva los problemas y se motive o le dice lo que tiene que hacer y lo trata como si no tuviera capacidad?

En relación al clima organizacional creo que existe una clara relación entre el estilo de liderazgo y el clima de un equipo. Esta idea la expone muy bien Sergio Vergara en su trabajo. Cuando estamos frente a líderes multiplicadores el clima tiende a ser positivo, de entusiasmo. En cambio cuando estamos frente a líderes minimizadores, la calidad del clima decae, se instala el miedo y la gente da poco de sí, instalándose el resentimiento. Por ello, muchas veces trabajar sobre el clima de un equipo o una organización implica trabajar sobre el liderazgo de quienes dirigen la organización en calidad de jefatura.

Ello no es simple, pues no es instalar una que otra técnica o acción pirotécnica, sino que se trata de cambiar paradigmas, prácticas de trabajo y el concepto de sí mismo y la gente que tiene quien está a cargo.

Finalmente, me quedo con tristeza. Cuánto potencial perdido en nuestras organizaciones por liderazgos pobres, tiránicos, acaparadores, microgestionadores, inseguros que más que hacer que otros brillen, los apagan y con ello pierden todos.

Encontré un video con la autora en: https://www.youtube.com/watch?v=ja-88IZjJok


martes, 29 de septiembre de 2020

Una nueva manera de entender y gestionar el CLIMA LABORAL para alinear el bienestar de las personas con la gestión del desempeño. Construir inteligencia colectiva en la organización. Sergio Vergara.

 


Me gustó mucho el trabajo de Sergio Vergara. Claro, preciso, sistemático, reflexivo y, sobre todo aplicable para todos quienes trabajamos en el ámbito del DO y RRHH y queremos contar con distinciones y herramientas para apoyar a nuestros clientes en el mejoramiento del clima laboral.

En las casi 200 páginas del libro expone el concepto de inteligencia colectiva, fundamenta la importancia de contar con un buen clima laboral, lo distingue del concepto “cultura organizacional” y expone el modelo que ha desarrollado su consultora para hacerse cargo del mejoramiento del clima con sus clientes.

El concepto de clima organizacional se inventó en los años 60 para poder describir las percepciones que tenían los miembros de la organización respecto de varias dimensiones de esta, tales como estructura, comunicación, supervisión, recompensa y otras más. Asociado a lo anterior se inventaron los tests para medir el clima, asumiendo que se podía objetivar o tangibilizar estas percepciones.

He aplicado tests de clima en mi carrera como psicólogo laboral y he elaborado intervenciones para colaborar en su mejoramiento y siempre me ha parecido que los conceptos tradicionales de clima dejan afuera la dimensión relacional y emocional que creo está muy asociada a la vida interna de cualquier equipo de trabajo. La percepción del clima no es sólo una percepción fría – evaluativa que hacen los colaboradores sobre unas dimensiones teóricas, sino que está llena de alegría, entusiasmo y valoración o al contrario, de enojo, molestia o resentimiento. Al respecto, hace un tiempo publiqué un post reinterpretando el clima como estado de ánimo compartido.

Además, siempre he sostenido que las evaluaciones de clima no se contestan por lo que “objetivamente ocurre” sino que tienen una utilización política, es la manera de hacer ver cuando hay bajas remuneraciones, cuando hay un jefe abusador, cuando las personas sienten que hay falta de reconocimiento y, sobre todo, son la mejor manera que tienen los colaboradores de “lanzar la piedra y esconde la mano” cuando perciben temor de represalias abiertas o encubiertas, si son sinceros, por parte de su jefatura o de la organización.

He criticado muchísimo las intervenciones que se hacen respecto del clima organizacional basadas en la “buena onda” de hacer asados en la casa del jefe o de hacer actividades sociales como desayunos, celebraciones de cumpleaños, mejores amigos o cualquier otra actividad parecida. Y las he criticado por dos razones, la primera es por su falta de conexión con lo que convoca a las personas al trabajo que tiene que ver con el desempeño de roles laborales y no de venir a hacer amigos necesariamente. Y, además las he criticado porque muchas veces fomentan la hipocresía organizacional, ya que suelen no implicar cambios en las relaciones laborales, en el pago justo, en el respeto a turnos u horarios, a la relación con el jefe, entonces la gente aprende que hay un discurso y una práctica pero que de verdad, de verdad, nada cambia, pero hay que sonreír para la foto.

Creo que el planteamiento que hace Sergio Vergara en su trabajo se hace cargo de muchas de estas inquietudes, entendiendo que el clima es importante porque existe una clara relación entre contar con un buen clima y el bienestar en el trabajo y entre este y los resultados organizacionales. Quien podría dudar de aquello.

Además se conecta con la teoría de la motivación de Herzberg, señalando que cuando las organizaciones se hacen cargo de los temas higiénicos, aquellos que no provocan satisfacción pero que su presencia la reduce, estamos en muy buen pie para contar con mejores climas de trabajo. Para partir por supuesto, ya que hay muchas más cosas que hacer. Esto lo destaca en el capítulo 7 donde habla de los “niveles mínimos en la gestión del clima laboral”.

También Sergio propone que el clima es importante por la conexión que tiene con las prácticas de trabajo, que el hecho de contar con un buen clima afecta la calidad de las toma de decisiones, con la resolución de diferencias, con la gestión de procesos. Una organización existe para obtener ciertos objetivos o resultados, del tipo que sean y, por lo tanto, el clima se justifica no sólo por el bienestar que puedan tener los colaboradores sino que también porque afecta positivamente los resultados organizacionales. Es buen negocio por todos lados.

Entonces ¿por qué está lleno de lugares con mal clima? Sergio propone aquí el concepto de inteligencia colectiva, la necesidad que las personas seamos inteligentes en grupo, no solo de manera individual y ahí está el problema humano, ya que muchas veces individualmente somos brillantes pero en equipos tenemos un nivel de retardo mental, como ya lo decía Peter Senge. Y el clima está en el nivel de la inteligencia colectiva, es un fenómeno emergente, no es algo que existe ahí, es algo que los propios integrantes de la organización producen en sus relaciones, en sus conversaciones, en sus interacciones cotidianas y luego que lo producen los afecta.

En este contexto es donde Sergio hace algunas caracterizaciones del clima: es un fenómeno relacional, tiene diversos niveles de profundidad, todos participamos en su gestión aunque no de la misma forma (aquí tienen gran importancia los gerentes y las jefaturas) y existe un proceso de madurez en los equipos que tiene gran relación con la madurez de la gestión del clima.

Me parece especialmente relevante su idea que el clima tiene que ver con la gestión de una relación. En este caso, la relación entre la empresa y sus colaboradores y, como la empresa está representada por sus líderes, la relación se traspasa a través de ellos. De lo anterior se sigue que “si el clima es una relación, entonces aprender a gestionarlo de manera efectiva implica entender cómo opera esta relación, que variables influyen, que roles toman parte y cómo puede administrarse un proceso de esta naturaleza para que genere valor a la gestión y satisfacción a las personas”

Hay dos conceptos que quisiera destacar para invitar a los lectores del blog  a  leer el libro. El primero sobre los roles de gerentes y ejecutivos y, segundo, la propuesta que hace de etapas en la madurez de gestión del clima.

Sobre roles de gerentes y ejecutivos. Es muy importante clarificar roles para contar con dinámicas efectivas o funcionales:

1 Los gerentes tiene la mayor posibilidad de impactar en las decisiones que requieren asignación de recursos, modificación de procesos, autorización de cambios. Está bajo su responsabilidad dar lineamientos, identificar, levantar y decidir, pues ninguno de los otros roles está en condiciones de tomar estas decisiones. Por ello un buen programa de clima laboral requiere identificar las variables del negocio que afectan a las personas y tomar decisiones necesarias. Es también responsabilidad de los gerentes alinear a las jefaturas con el rol que esperan de ellos y con la postura que la empresa tiene de los temas que están en su ámbito de influencia.

2 Los jefes son la cara visible de la empresa frente a los trabajadores y tienen un rol clave en la gestión del clima. Son quienes deben mantener una comunicación fluida con sus  equipos, mantener informados y sensibilizados a los gerentes de los temas claves y solicitar aprobación de recursos o autorizaciones cuando sea necesario. Igualmente deben bajar la información corporativa en un sentido de propiedad para mantener al equipo alineado con la organización.

3 Las personas. Pueden hacer un gran aporte al buen clima como aprender a relacionarse con la autoridad, expresar lo que les pasa, lo que necesitan o cómo están vivenciando las situaciones.

Sobre etapas en la madurez de gestión del clima el autor sostiene la idea que en la medida que las relaciones maduran la gestión del clima también. Los elementos que definen esta madurez son (1) el grado en que hay visiones compartidas entre el jefe y su equipo sobre las variables que afectan el clima, (2) el avance en el grado de profundidad de los temas que se trabajan, desde lo más evidente y simple hasta el trabajo en sí y el modo en que lo llevamos a cabo, (3) la capacidad para sostener momentos difíciles sin que la relación se deteriore y (4) la sustentabilidad del abordaje de los temas, desde un enfoque básico para resolver un problema hasta instalar prácticas regulares que aborden el clima. Por ello propone cuatro etapas en la gestión del clima.

           Etapa 1: Desconcierto y frustración. Existen visiones muy distintas de cuáles son los problemas y cómo resolverlos. Baja madurez en el ejercicio de los roles.

           Etapa 2: Activismo.  El clima entendido como buena convivencia. Alto foco en hacer actividades y planes de trabajo basados en actividades grupales entretenidas.

Etapa 3: Comprendiendo.  Se aprender a tener conversaciones relevantes ligadas a cómo hacemos el trabajo. Se entiende el negocio, lo que es posible y lo que no. Se definen prácticas de mejora.

         Etapa 4: Gestionando.  Se generan prácticas que enriquecen la forma de hacer el trabajo en sí, generando energía y aprendizaje que aporta a la gestión.

Me parece muy valioso que un consultor chileno elabore una propuesta sobre conceptualizar el clima, caracterizarlo y más aún intervenir sobre él, que no sea puro sentido común y que nos permita conversar profesionalmente del tema.

lunes, 21 de septiembre de 2020

El Anti líder por Andrés Hatum


He tenido varios jefes locos. El más loco de todos tenía un nivel de arrogancia y paranoia impresionantes. Nunca había sido jefe y no tenía idea respecto de cómo serlo y en vez de pedir ayuda o mostrar una actitud de aprendizaje, hacía como que sabía y lo hacía pésimo. Se le arrancaba la paranoia y veía en todos lados conspiraciones, enemigos, personas que lo que querían dañar.

Respecto de mi historia con este jefe loco, una anécdota. Luego de tres meses sin dirigirme la palabra me llama y me pregunta que qué hacía conversando con el presidente regional del gremio (un gremio en Chile viene siendo el equivalente a un sindicato pero en la administración pública). Le pregunto de qué me está hablando y me dice algo así como “bueno, te vieron en un curso de capacitación tomando un café con esta persona, quiero saber de qué hablaste con él, si le revelaste algún secreto de la organización”. Me quedé helado con su llamado y atiné a decirle que solo había conversado con dicha persona un rato breve, en medio de un break de un curso y que como se le ocurría pensar que le iba a dar información estratégica, más aún cuando carecía de dicha información, precisamente por estar excluido de su círculo próximo”. La conversación terminó con él diciéndome que tuviera mucho cuidado con lo que hablaba porque estaba atento.

La otra que me pasó con él, fue que un día lo vi muy preocupado y le pregunté qué le pasaba. Me indicó que llevaba un buen rato tratando de pagar un crédito hipotecario que tenía en el banco y no podía hacerlo. Le indiqué que conocía a la jefa del tema en el banco y que si quería le hacía el contacto para que viera que dificultad había. Marqué el número en mi teléfono, la salude con cordialidad, le conté de mi jefe y él tomó mi teléfono, la subió y la bajó, le dijo que era lo peor, la amenazó con demanda y cortó el teléfono. Me quedé con un sentimiento de vergüenza, impotencia e incomodidad, preguntándome en qué minuto se me había ocurrido hacerle el contacto y que cara le iba a poner a mi amiga cuando la viera en persona luego de este incidente.

He hablado de este tema con anterioridad en este blog, entre otros en los posts: Mi jefe es un psicópata, JefitisAprender a ser jefe, por eso que me resulta un tema sensible ya que en mi práctica profesional, constantemente me toca escuchar de personas que sufren con jefes locos e incompetentes, que tanto daño le hacen al clima organizacional y a la salud de tanta gente. Me sorprendo aún como muchas veces además las organizaciones, como aquella donde yo trabajaba, tienen un doble discurso centrado en las personas y la calidad de vida laboral pero toleran a estos especímenes. Entiendo que muchas veces los toleran y los premian porque traen resultados aunque otras veces, ni siquiera traen resultados, pero los validan y promueven igual.

Dice Andrés Hatum que un anti líder es aquella persona que cree que es un líder, cuando en realidad, sus liderados lo reconocen solo por conveniencia o por miedo a lo que pueda pasarles si no lo hicieran. Es aquella persona que por tener el mayor rango, cree ser un líder y trata a sus colaboradores como subordinados. “Hagan esto como yo digo que lo hagan y en el tiempo en que digo que hay que hacerlo. Y si no lo hacen, viene la sanción”. Puede detentar poder formal, que es el que otorga el puesto, pero la autoridad informal que da la influencia personal está lejos de los anti líderes.

El anti líder otorga dádivas a su séquito. Y quienes no pertenecen a su equipo callan por miedo a que pueda pasarles algo. Siempre busca su beneficio propio. Por lo general le falta el respeto a la gente porque cree que de esa manera demuestra quien tiene la autoridad. Se caracteriza por su soberbia, no escucha consejos, se cree en posesión de la verdad, no acepta otros puntos de vista, no saber reconocer sus errores, no reconoce sus propias limitaciones.

Sigue Andrés. Es temeroso, su inseguridad le hace ser extremadamente celoso de su parcela de poder. Como tiene miedo de que le hagan sombra, se rodea de gente mediocre en vez de escoger a los mejores talentos.

A partir de esta caracterización Andrés Hatum realiza una tipología de anti líderes donde incluye los jefes bestiales, los jefes tóxicos, jefes psicópatas, narcisistas y maquiavélicos, jefes no, no, no (no piensan, no leen, no aprenden), jefes de madera emocional.

No voy a describirlos en detalle a cada uno, pero por las denominaciones que utiliza el autor ya pueden imaginar donde está el problema con cada uno de ellos y lo mucho que hacen sufrir a la organización y a la personas.

¿Cómo administrarlos? El autor propone algunas estrategias particulares para lidiar con cada uno de estos anti líderes las que tienen en común ser más astutos que ellos y anteponerse a sus demandas actuando con cuidado y cautela. Yo agregaría que una sana medida a nivel individual es fortalecer las redes personales, contar con muchos amigos y avisar que se está siendo víctima de un jefe loco, por ningún motivo quedarse solo ya que ello solo estimula a los anti líderes a abusar de la debilidad percibida.

Pero, no creo que el camino solo sea individual. Ya que mucha veces los anti líderes se las arreglan precisamente para administrar la situación de un modo tal que ellos quedan como los héroes y las personas que trabajan cerca quedan como incompetentes, como incumplidoras o como poco diligentes.

Creo que la mayor parte de las medidas son de naturaleza organizacional. La primera es seleccionar y entrenar buenas jefaturas, que cuenten con competencias adecuadas para gestionar personas, lo que implica saber comunicarse, trabajar de manera colaborativa, resolver conflictos negociando y, sobre todo, saber gestionar espacios emocionales de manera constructiva. La segunda, en mi opinión, es desarrollar canales que alerten respecto de la presencia de jefaturas locas, donde las personas puedan hacerse oír sin ver peligrar sus carreras, su dignidad o su trayectoria laboral. Como en muchos ámbitos, una “golondrina no hace verano” y puede ocurrir que algún trabajador resentido o molesto pueda acusar al jefe de maltratador. Sin embargo, si muchas personas opinan lo mismo y lo denuncian, ello debe tener algún significado y la organización debiese ser capaz de oírlo.

Para terminar la historia que narré al principio terminé yéndome de la organización, dolido hasta el día de hoy. Y este jefe no duró mucho más tiempo, al final fue degradado, tuvo que entregar el cargo y quedarse fondeado en un lugar irrelevante haciendo tareas menores. Lo triste del caso es el costo enorme que tuvo para la organización ya que perdió gente valiosa, se dañó el clima organizacional y perdió en sus resultados. 

viernes, 24 de julio de 2020

Surfeando la ola emocional. Susana Bloch




He seguido leyendo sobre inteligencia emocional y emociones. Por ello he revisado el libro de Susana Bloch “Surfeando la ola emocional”, libro que he leído ya varias veces y que cada vez me resulta igual de inspirador e instructivo.

He escrito varios posts antes sobre este tema. Entre ellos, trabajos de Daniel López, Susan David, Daniel Goleman, etc.  

La autora, psicóloga de profesión, cuenta que se asomó a las emociones más básicas desde su quehacer científico. Expone que, tanto en Chile como en Francia registró en condiciones de laboratorio características fisiológicas de las emociones básicas, haciendo especial hincapié en los ritmos respiratorios que las diferencian. A partir de este trabajo científico narra cómo la reproducción de los patrones respiratorios, propios de cada emoción, permiten inducir dichos estados emocionales.
Sostiene la autora que una emoción tiene tres componentes expresivos: ritmos respiratorios, expresiones faciales y actitudes posturales típicas. Sostiene que existen seis emociones básicas: risa -  alegría, llanto – tristeza, miedo – angustia, rabia – agresión, amor – erótico y amor – ternura.

A partir de ello el trabajo desarrollado por Susana Bloch consiste en la invención de un método que llama “Alba Emoting” para activar las emociones mediante la reproducción correcta de los modelos respiratorios, posturas físicas y gestos faciales específicos, además de incorporar una técnica de “neutralización de la emoción” también basada en acciones respiratorias y posturales que le permiten a la persona volver a un estado neutral, instantáneamente y a voluntad.

En mi opinión este último trabajo tiene un gran valor, sobre todo cuando experimentamos emociones intensas y necesitamos volver a “centrarnos” a “equilibrarnos” y sentirnos más neutros. Creo que ello se puede aplicar muy bien a quienes hacemos coaching entre un coachee y otro, para no quedarnos “pegados” con las emociones.

¿Qué son las emociones?. La autora define las emociones como “un complejo y dinámico estado funcional de todo el organismo, provocado por un estímulo externo o interno, que implica la activación simultanea de un grupo particular de órganos efectores (viscerales, humorales, neuromusculares) de elementos expresivos (postura del cuerpo, gestos, expresión facial, vocalizaciones) y de una experiencia subjetiva (la vivencia emocional o feeling).

Normalmente existe una coherencia entre el espacio interno, subjetivo y vivencial de la emoción y su componente expresivo externo, aunque a veces hay incoherencias conscientes o inconscientes, que pueden producir una disociación entre lo que se siente y lo que se expresa, algunas pueden ser sutiles y otras extremas.

Este es un tema crucial en la vida moderna. Muchas veces por aprendizaje familiar o por la intención de adecuarse al entorno tendemos a reprimir de manera excesiva la expresión emocional, al punto que muchas personas se desconectan de lo que sienten internamente.

¿Cómo se generan las emociones? Se producen por una situación dada en el entorno aunque una misma situación puede provocar distintas emociones en distintas personas. También se pueden generar  a partir de fenómenos internos como un pensamiento, una evocación o un recuerdo.

Como dice el dicho “el que solo se ríe…….”, las emociones surgen a partir también de recuerdos, imaginación o procesos internos. No son los eventos los que las causan, sino que la interpretación que hacemos de los sucesos.

¿Tipos de emociones? Para Bloch existen emociones básicas y mixtas.

Las básicas son: alegría, tristeza, miedo, rabia, erotismo y ternura. Tienen un rol biológico adaptativo, son universales (en el sentido de existir en todo ser humano independiente de etnia, genero, nacionalidad o color), comunes a la especie y aparecen temprano en el desarrollo ontogenético. Su universalidad permite la comunicación entre los seres humanos, pre lingüísticamente, pre culturalmente y pre históricamente.

Las mixtas son mezclas en diversas proporciones de las básicas. No son universales y dependen de la historia y la experiencia persona de cada individuo. Pueden ser adaptadas, neuróticas o sublimes.

¿Relación entre respiración y emoción? La respiración tiene un aspecto mecánico y automático (respirar sin pensar) y otro que es controlable, que abre la posibilidad de modificar voluntariamente el ritmo respiratorio. Los seres humanos podemos regular nuestro ritmo respiratorio, pausándolo, reteniendo el aire, acelerarlo. Esta posibilidad de modificar el ritmo respiratorio es la que genera la posibilidad de generar un estado emocional.

En esto se basa la técnica sistemática que inventa la autora y que llama “alba emoting”, técnica que utiliza para entrenar a actores y actrices a traer la emocion para utilizarla profesionalmente.

Creo que la técnica puede tener muchísimas otras aplicaciones, en psicoterapia, en coaching y en todas las estrategias de gestión emocional que nos llevan a expresar mejor lo que sentimos, a no desbordarnos y adaptarnos mejor.

Aquí un resumen de las emociones y sus pautas respiratorio – corporales, según la misma Bloch.

Emoción
Respiración
Boca – Cabeza.
Ojos
Cuerpo
Risa
Breve y abrupta inspiración por la nariz seguida de una espiración en sacudidas por la boca abierta.
Comisuras de los labios estiradas horizontalmente exponiendo los dientes.
Se achican.
Relajado, a excepción de los músculos del estómago.
Llanto
El aire entra entrecortadamente por la nariz y sale en una larga espiración por la boca abierta
Cabeza caída.
Semicerrados, sin un punto de fijación. La mirada se dirige hacia abajo.
Pesado, doblado, movimientos lentos. Tiende a cubrirse la cara.
Miedo
Irregular. Periodos de inspiraciones muy breves, seguidos de exhalaciones pasivas incompletas.

Se abren desorbitadamente y la pupilas se dilatan.
Puede quedar inmovilizado o tiende a irse hacia atrás o hacia abajo Masivo aumento del tono muscular.
Rabia
Ciclos rítmicos de alta frecuencia y gran amplitud. Se inspira y espira por la nariz, dilatando y contrayendo bruscamente las fosas nasales.
Labios dientes y mandíbula apretados – Cabeza se echa hacia adelante.
Están en tensión. La mirada se fije en el punto de ataque.
El tono muscular aumenta en todos los músculos del cuerpo.
Erotismo
Tanto la inspiración como la exhalación son por la boca abierta y relajada.
Cabeza echada hacia atrás, músculos faciales relajados.
Ojos cerrados o semicerrados.
Relajado, salvo los músculos de los muslos y de la región pélvica que aumentan su actividad tónica.
Ternura
Ritmo regular, de baja frecuencia y espiraciones prolongadas. El aire entra y sale por la nariz.
Boca semicerrada, labios en semisonrisa – Cabeza se inclina ligeramente hacia el lado. Músculos faciales relajados.

En actitud de acercamiento.

Me parece un bonito trabajo, una útil técnica que no agota el tema emocional sino que nos invita a seguir profundizándolo, sobre todo en temas como los estados de ánimo, las emociones mixtas, la expresión emocional, la relación entre emociones y liderazgo, la relación entre emociones y clima organizacional.

viernes, 19 de julio de 2019

Mejorar el clima organizacional


Hoy participé en una jornada de mejoramiento del clima organizacional y el buen trato en una municipalidad de la región. Me contrataron para que diera una charla de 45 minutos a los asistentes, funcionarios municipales de distintas unidades, para señalar algunas nociones conceptuales sobre el clima y el buen trato. Me indicaron que previo a mi abriría el alcalde de la comuna y otra psicóloga se referiría al protocolo de riesgos psicosociales.

Los organizadores de la actividad me trataron antes y durante la actividad con gran respeto a mis considerables credenciales académicas y profesionales, jajajaja y tuvimos una interesante conversación previa a este evento respecto de qué es el clima, cómo se generan buenos y malos climas, cuál es el rol de la jefatura en la instalación de climas positivos y también sobre el “cambio organizacional” y algunas ideas sobre cómo movilizar organizaciones complejas, como es el caso de una municipalidad.

Les declaré que en 45 minutos imposible hacer algo por el clima, más allá de “sensibilizar” como dice Ernesto Gore a la audiencia respecto del tema. Ese era el propósito de mi participación y cumplí a cabalidad con aquello. Me llamó positivamente la atención que la actividad la abriera el alcalde de la comuna, quien hizo varias referencias a la importancia del tema, a la necesidad de cortar de raíz los rumores y chismorreo, de implicar a las jefaturas y funcionarios en los procesos propios de la municipalidad y a trabajar por algo más que los sueldos.

¿Qué es el clima?. He hablado antes de este tema en el blog. (1) (2) (3) (4) y creo que el clima organizacional tiene que ver con el estado de ánimo que comparte un equipo de trabajo, el que surge de diversas fuentes, como la relación que tiene este equipo con su jefatura, como la carga o sobrecarga de trabajo, la comunicación interna, la percepción de reconocimiento y valor del trabajo, etc.

Sostengo que los tests tradicionales de clima se quedan cortos en su apreciación ya que solo miden algunas variables (como juicios) pero no profundizan en el estado de ánimo que generan esos juicios y los estados de ánimo son los que predisponen a la acción, más aún si estos son compartidos. Además los tests de clima, incluyendo el ISTAS 21 suelen ser contestados más por la intención de demostrar descontento que por transmitir “objetiva y verazmente” la percepción sobre ciertas variables. Dicho en castellano, la gente contesta de manera negativa los tests cuando siente que la pasa mal o que el jefe los maltrata, es un modo de expresar descontento sin plantarle cara al jefe, especialmente si este es amenazante. O, como suele ocurrir, en el caso de las preguntas relativas a recompensas, la gente contesta esas preguntas negativas no porque evalué que sus ingresos sean inadecuados sino que porque es la oportunidad de exagerar el descontento y lograr que  mejoren sus ingresos.

Hoy pensaba que un elemento común de todas las quejas y reclamos sobre el clima que tiene la gente en las organizaciones tienen que ver con el respeto o la falta de este. La percepción de clima negativo tiene que ver con el sentimiento de no ser respetado y ello ocurre, lamentablemente, a cada rato en muchas organizaciones. Algunos ejemplos: cuando las personas son citadas a una reunión y no se respetan los horarios de inicio o de término, cuando se las contrata para ciertas funciones y les solicitan realicen otras tareas, cuando se les habla mal, cuando se “les hace el vacío” y son ignoradas en sus aportes, cuando se las acosa y muchísimas otras situaciones.

Dice Wikipedia que el respeto es «la consideración y valoración especial que se le tiene a alguien o a algo, al que se le reconoce valor social o especial diferencia».

El respeto no está en las palabras que dicen los directivos organizacionales, sino que está en los modos de relación. Yo puedo decir “de la boca para afuera” que respeto y valoro mucho a las personas, pero ni las saludo cuando paso alrededor de ellas o lo que es peor, tengo prácticas como decir que las personas son importantes pero a los proveedores pagarles 6 meses después de prestados sus servicios. El respeto se muestra en todo el componente no verbal de la comunicación y somos buenos lectores de esas claves.

Ya lo decía Argyris a propósito del aprendizaje organizacional y la hipocresía. Cuando este es el juego propuesto por la organización, las personas prefieren quedarse calladas o incluso decir “de la boca para afuera” cuan felices se encuentran en la organización, pero de verdad, de corazón, empiezan a cuidarse, a escoger las palabras que dicen, a ser cautas y a restringir su colaboración. Yo digo, se van de corazón o de mente y se quedan solo de cuerpo. También si pueden buscan nuevas alternativas laborales.

Me parece que las jefaturas tienen un rol crítico en el cuidado del clima, comenzando por la alta dirección y más allá de meros cambios de prácticas como organizar desayunos e invitar a los colaboradores, hacer un paseo una vez al año o entregar una medalla al empleado del mes, lo que las personas necesitan es un trato respetuoso, en la forma y en el fondo.

En mi opinión muchas jefaturas tienen incompetencia y ceguera en torno al clima. Incompetencia en términos que fueron nombradas por confianza y no han sido formadas para liderar equipos de trabajo por lo que aprenden por ensayo y error, lo que es un modo caro y lento de aprender. Otras son ciegas respecto del tema, y dada la importancia de conseguir resultados minimizan el impacto que las relaciones tienen en los resultados y operan como “elefantes en la vidriería”, pensando que lo hacen fantástico y regando de resentimiento a su alrededor.

Goffee y Jones distinguen dos clases de relaciones entre las personas: sociabilidad y solidaridad. La primera tiene que ver con la unión que se produce por familiaridad, amistad y cercanía. La segunda se relaciona con la vinculación que se produce a partir de los objetivos o propósitos compartidos. Las organizaciones tienen que ver con esta segunda clase de vinculación.

Las organizaciones se forman para servir a la comunidad o a los clientes por medio de la entrega de un servicio o producto. En el caso de una municipalidad lo que convoca a la organización es la atención a las necesidades de los vecinos y una mejor calidad de vida de la ciudad. A su vez, la gente se integra a las organizaciones como empleados porque requiere ingresos, ejercer su profesión, desplegar sus competencias y conectarse con otros también, con los que puede incluso llegar a ser amigos. Por eso estoy en contra de las intervenciones climáticas que se enfocan en la sociabilidad y buscan que la gente se conozca, sean amigos, bailen juntos, se masajeen y otras prácticas parecidas. Para tener buen clima no se requiere que la gente sea amiga, se requiere un trato respetuoso.

Por lo anterior tengo críticas a todas las intervenciones para mejorar el clima basadas en que la gente se sincere, haga catarsis, construya amistad, se saque los zapatos y baile y otras prácticas de ese tipo. Creo que violan una consideración relacional básica y es que lo que conecta a las personas en la organización es el rol para cumplir con el propósito organizacional. Dicho de otro modo, ¿por qué tengo que bailar con un compañero de trabajo, si no me gusta bailar, y lo que yo hago es atender público y él hacer asesoría jurídica?, ¿no será mejor que clarifiquemos nuestros roles, nuestra jefatura nos retroalimente y desarrollemos una relación respetuosa y clara respecto de nuestras propios aportes a la organización?. Eso me parece más sensato y más efectivo.

He hablado de este tema a propósito de trabajo colaborativo, donde he expuesto que si existe colaboración en un equipo es fantástico y hay que valorarlo y cuidarlo, pero que la colaboración debe intencionarse con prácticas como conversar acerca de los propósitos compartidos, clarificar los roles, establecer reglas de convivencia, aprender a sostener reuniones productivas y clarificar los mecanismos de toma de decisiones.

Mejorar el clima tiene importantes aspectos adaptativos, relacionados con cambiar la valoración que se da a las relaciones al interior de las organizaciones, como lo he dicho ya, mirar las relaciones con respeto, desde una horizontalidad, aunque se tengan roles diferentes.

No obstante lo anterior, creo que hay muchas acciones simples para mejorar el trato y el clima, “de sentido común” como saludar, como pedir por favor, como tratar por el nombre, como respetar los horarios de trabajo, como pedir con un buen tono, como decir gracias. Insisto, simples y de sentido común.


Me parece que desde una perspectiva ontológica hay muchas prácticas “simples” para mejorar la convivencia, las relaciones y con ello el clima organizacional, aplicables no sólo a la relación jefe colaborador, sino que a cualquier relación. Entre ellas
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1 Aprender a conversar o negociar. Los seres humanos vivimos en conversaciones, por medio de ellas construimos espacios de significado, por lo que cada vez más, incluso aunque hayan diferencias de jerarquía tenemos que aprender a conversar para resolver diferencias y llegar a acuerdos. Aprender a conversar implica algo en lo que suele haber carencias que es aprender a escuchar.

2 Aprender a pedir. En la vida organizacional el 80 0 90% de las conversaciones implican pedirle algo a otro, por ello aprender a pedir en cuanto forma y en cuanto a estándares es básico.

3 Cumplir los compromisos. En las relaciones laborales realizamos permanentemente promesas a los demás y cumplirlas genera puros efectos positivos como reputación, confianza y efectividad.

4 Aceptar los reclamos como legítimos. Siempre cabe la posibilidad de no cumplir una promesa por olvido o porque otro no nos cumplió una promesa. Aprender a disculparse y procurar la reparación es básico en las relaciones humanas. También lo es aceptar que alguien nos “cobre” que no le hemos cumplido. Ello no es señal de “insubordinación” o “falta de respeto”, es señal de claridad en las relaciones.

5 Retroalimentar. Todos tenemos ceguera y por lo tanto necesitamos que alguien nos diga, especialmente nuestra jefatura cuando lo hemos hecho mal o no hemos cumplido dentro de los estándares esperados. Por ello aprender a retroalimentar la acción y no la personalidad es una práctica básica para jefaturas y para cualquiera que trabaje con otros.
A mí me parece que con estas reflexiones contribuyo a la petición que me hicieron hoy de hacer una charla de 45 minutos sobre el clima laboral. Creo que con muchas de estas consideraciones el clima puede mejorar significativamente y con ello la satisfacción en el trabajo y el aporte que las personas realizan al propósito organizacional, que en el caso de una Municipalidad es significativo y valioso para los habitantes de la comuna.

viernes, 1 de septiembre de 2017

Reinterpretación del Clima Organizacional como estado de ánimo compartido


El año 2013 me invitaron a hacer una presentación en la Universidad de Talca en un Encuentro de coaching. Preparé un artículo que fue publicado en Revista Esgis, AÑO 9, N° 18, SEPTIEMBRE DE 2013. Aquí les copio el artículo.

1.- Introducción:
Las organizaciones se orientan a cumplir resultados, consistentes con las finalidades que ellas declaran como sus objetivos. Se ha desarrollado una enorme literatura sobre la gestión estratégica  para dejar claro este punto y ayudarles a los gerentes a administrar las organizaciones hacia el logro de dichos resultados. (Majluf, 2011). Al respecto, por ejemplo, Kovacevic y Reynoso (2010) destacan en su libro El diamante de la excelencia organizacional que para lograr dicha excelencia organizacional, los gerentes deben cultivar el foco estratégico, diseñar medidas, metas y medios, producir alineamiento estratégico, favorecer la cultura de ejecución y procurar la agilidad organizacional.

Desde la perspectiva de los resultados, uno de los autores más clásicos, estudiados en todas las Escuela de negocios es Michael Porter (1982) quien propone distinciones claves como cadena de valor, estrategias genéricas, análisis estructural de la industria, fuerzas competitivas, entre otros. Este es un lenguaje común en directivos, gerentes y consultores de empresas.

Simultáneamente, las organizaciones se encuentran constituidas por personas, quienes contribuyen a crear la estrategia de negocios, inventar los productos o servicios, establecer relaciones con los clientes, innovar en la tecnología, etc. Se han desarrollado algunos enfoques para destacar el aspecto  central de las personas en la organización, como el enfoque del capital intelectual (Sveiby, 2000) (Stewart 1988).

Las personas buscan darle sentido a su ambiente, interpretando su modo de estar y relacionarse con la organización. En sentido amplio, esta interpretación que hacen del ambiente se ha llamado clima, caracterizado por el juicio que hacen las personas acerca de distintas dimensiones organizacionales.

Estos dos mundos, el mundo de los resultados y el mundo de las personas, se relacionan con tensión ya que quienes gerencian organizaciones buscan el logro de resultados y objetivos, a la vez que mantener un clima positivo y armónico, lo que no siempre es logrado, dando lugar a quiebres recurrentes en esta relación. Nuestra comprensión de sentido común organizacional respecto del clima no da cuenta de este quiebre y nos hace llevar a cabo conductas que no resuelven el problema y más aun muchas veces lo exacerban.

Los modelos de coaching en sus distintas versiones presentan planteamientos interesantes de tener en cuenta para observar el fenómeno del clima, interpretarlo y, a partir de allí, proponer acciones para hacerse cargo de los quiebres.

El objetivo de este trabajo es desarrollar una reinterpretación del fenómeno del clima organizacional, como estado de ánimo compartido, desde el coaching ontológico desarrollado por Rafael Echeverría y otros autores.

2.- Concepción del clima organizacional dominante:

A partir de la revisión de la literatura (Rodriguez 1992) y la experiencia en consultoría, se pueden señalar algunas características dominantes en consultores y profesionales del área respecto a su  concepción de clima organizacional. Esta concepción incluye las siguientes ideas:

Se interpreta el clima organizacional como la opinión subjetiva que tienen quienes trabajan en una organización. Según Rodríguez (1992) “las percepciones compartidas por los miembros de una organización respecto al trabajo, el ambiente físico en que se da, las relaciones interpersonales que tienen lugar en él y las diversas regulaciones formales que afectan dicho trabajo”.

Como esta opinión es individual, buscan hacer una sumatoria de estas opiniones para construir la opinión colectiva. Para ello se usan promedios u otra consideración estadística los que suelen ser engañosos, al no representar fielmente lo que le pasa a las personas como colectivo. Si una persona juzga el clima como positiva y otra lo juzga como negativo, al obtener el promedio resulta un clima neutral, lo que es completamente inexacto.

Se basa en tests o instrumentos cuantitativos, buscando un determinado número o índice, sobre el cual se interpreta si el clima es positivo, negativo o neutral.

Asume que las personas que contestan dicen la verdad en sus respuestas y no las manipulan por una intencionalidad política o por alguna interferencia de orden emocional. Se supone que las respuestas a los tests de clima reflejan lo que las personas “de verdad” juzgan respecto de cada ítem o variable.

Como los instrumentos se aplican una vez al año o una periodicidad mayor, se asume la estabilidad del clima en el tiempo y no hay indicadores intermedios para poder decir si una intervención ha sido útil o si han ocurrido cambios climáticos significativos. Además suele ocurrir que por un afán de mejorar los números los gerentes hacen esfuerzos por generar mejores evaluaciones previo a la medición.

Se enfoca en dimensiones. Cada test tiene diferentes dimensiones, que representan partes del clima. Estas dimensiones se suelen ordenar desde la que tiene una opinión más positiva hasta la que tiene una opinión más negativa y de esa forma se priorizan las intervenciones. Las dimensiones más consideradas suelen ser comunicación, identidad, liderazgo, infraestructura, reconocimiento, etc.

A partir de esto las intervenciones suelen enfocarse en las dimensiones, sin una visión integrativa y sistémica respecto de cómo se comporta el clima en su globalidad. Por ejemplo, si el test indica que existe poco reconocimiento se entrena a los jefes a dar mayor reconocimiento. Si el resultado es deficiente en identidad se realiza alguna acción de marketing para generar mayor identidad colectiva con poleras o camisas con la marca de la empresa. Estas intervenciones carecen de enfoque sistémico, no son integradas

Esta interpretación del fenómeno del clima organizacional, centrada en una mirada numérica, dimensional, apolítica, no es la más útil, ya que no se hace cargo del núcleo del fenómeno, que es de naturaleza emocional, centrado en cómo las personas se sienten, entusiasmadas o resignadas, si se respira miedo o alegría, si sienten que la exigencia es desmedida, si hay contradicciones flagrantes entre discurso y acción, etc.

Lo anterior no lo reflejan los tests de clima organizacional. Incluso, puede suceder que los tests de clima organizacional digan lo contrario, que el clima está bien, con buena nota, ya que las personas los contestan de manera positiva precisamente por miedo a las consecuencias negativas que puede tener contestarlos con sinceridad.

3.- Otra manera de interpretar el clima organizacional

Parece especialmente interesante interpretar el clima organizacional como el estado de ánimo compartido entre los integrantes de un equipo o de una organización, interpretación que se centra en las cualidades emocionales de la experiencia compartida que tiene trabajar en una organización, con cierto estilo de liderazgo.

Mirar el clima de esta manera permite mayor fluidez, flexibilidad y está más conectado con la experiencia que tienen quienes se desempeñan en las organizaciones.

Observar el clima de esta manera permite preguntarse, ¿qué condiciones organizacionales dan lugar a estados de ánimo, donde los integrantes de la organización miran el futuro como cierre de posibilidades?, ¿qué estilos de liderazgo son más propicios para generar apertura de posibilidades hacia el futuro?, ¿cómo se pueden diseñar entornos organizacionales que favorezcan la sustentabilidad de los resultados?

Esta mirada permite otras intervenciones, más sistémicas, menos enfocadas en dimensiones y relacionadas con la generación de espacios de posibilidades diferentes. También permite hacerse cargo de inquietudes que tienen quienes trabajan en las organizaciones, inquietudes que no se ven reflejadas en los tests usuales de clima organizacional. Entre ellas: que quieren las personas en el trabajo?, que las motiva a trabajar?, qué significado le dan al trabajo?, que valoran?, que les produce satisfacción?, como se sienten?, cual sienten o creen que es su aporte?. 

Este enfoque puede ser de gran valor y potencia organizacional pero tiene dos limitaciones: la primera es que la educación profesional de quienes gestionan organizaciones se orienta a otras competencias llamadas “duras”, de orden técnico, relegando a una formación secundaria todo estos aspectos relacionados con lo “blando”, lo emocional, lo humano. La segunda, es que carecemos de lenguaje para nombrar los estados de ánimo y quien gerencia puede sentir, “oler” que la dificultad de fondo es de orden emocional, pero le cuesta articular en el lenguaje lo que está pasando. Trabajar en estos dos frentes es de la máxima importancia.

4.- Emociones y estados de ánimo.

A fin de justificar la propuesta anterior, el clima organizacional como estado de ánimo, resulta pertinente revisar algunos autores que han formulado distinciones en este ámbito.

Fernando Flores (1997) señala la importancia que los estados de ánimo tienen para la vida de las organizaciones. Señala Flores que se suele entender las emociones y estados de ánimo como algo personal, que les sucede a las personas, sin embargo, se debe considerar los estados de ánimo como algo colectivo que surge en la interacción entre las personas. El individuo participa del estado de ánimo, pero no es él, el poseedor de dicho estado de ánimo.

Rafael Echeverría (2003) plantea una distinción entre emociones y estados de ánimo.

Las emociones surgen cuando se experimenta una interrupción en el fluir de la vida. Por ello se asocian con los quiebres, es decir, con la ocurrencia de sucesos que nos conducen a modificar significativamente las fronteras de nuestro espacio de posibilidades, cuando nos vemos conducidos a variar nuestro juicio de lo que podemos esperar en el futuro.

Afirma Echeverría (pág. 153), que “la emoción es una distinción que hacemos en el lenguaje para referirnos al cambio en nuestro espacio de posibilidades a raíz de determinados acontecimientos”.

Al hablar de emociones se puede identificar las circunstancias particulares que las generan, se pueden identificar los acontecimientos que las gatillan. Según Echeverría las emociones son específicas y reactivas, los acontecimientos las preceden. Susana Bloch (2006) muestra acuerdo con esto, diciendo (pág 35) “corresponden a estados funcionales adaptativos del organismo que cambian de un momento a otro según los acontecimientos que se producen en el ambiente externo o el medio interno (pensamientos)”.

Susana Bloch (2006) investigadora chilena de las emociones, distingue seis emociones básicas presentes en todos los individuos, las que cumplen una función adaptativa, ya sea para la persona o para la especie. A juicio de Bloch estas emociones son: rabia, tristeza, ternura, alegría, miedo y erotismo.

Alfredo Rojas (2006) citando a Fernando Flores plantea que los estados de ánimo a diferencia de las emociones que fluyen, que vienen y van, tienden a ser permanentes, a persistir y, por lo tanto, a que de modo más permanente estemos abiertos o cerrados a ciertas posibilidades.

Cuando hablamos de estados de ánimo hablamos de un fenómeno de trasfondo, se habla de una emocionalidad que no remite necesariamente a condiciones específicas y que no se puede relacionar con acontecimientos determinados. Al ser un fenómeno de trasfondo, se refieren a estados desde los cuales se realizan las acciones.

Echeverría (2003) sostiene, citando a Maturana, que los estados de ánimo son predisposiciones para la acción, que un estado de ánimo define un espacio de acciones posibles.

Los estados de ánimo son aperturas hacia el futuro. Los estados de ánimo son como lentes a través de los cuales observamos el futuro. Si sucede que estamos de buen ánimo el futuro se verá brillante. Si estamos en mal ánimo el futuro se verá oscuro.

Los estados de ánimo conforman el mundo en que vivimos. Los seres humanos no se relacionan con el mundo tal cual este es, sólo sabemos cómo es para nosotros en función del espacio de inquietudes y estados de ánimo en que nos encontramos.

Los estados de ánimo son transparentes. El observador juzga como propiedades del mundo aquello que especifica el estado de ánimo, sin ver que es el estado de ánimo el que hacer ver el mundo de esa forma.

Los estados de ánimo son contagiosos y se originan dentro del estado de ánimo más amplio de la comunidad en que se encuentra el individuo. Hay una relación sistémica, las comunidades determinan el estado de ánimo de los individuos que pertenecen a ellas y los individuos también determinan el estado de ánimo de sus comunidades de las que forman parte.

El fenómeno anterior, se relaciona con el liderazgo, los líderes son capaces de afectar el estado de ánimo de su comunidad, generando nuevos horizontes de posibilidades para sus comunidades, haciendo posible nuevas acciones.

El poder de los estados de ánimo puede verse en varios dominios particulares. Echeverría señala el campo del deporte, estrategia militar, del comportamiento económico y de la política. Como en cada uno de ellos, el estado de ánimo compartido determina el horizonte de posibles acciones de las personas y, por lo tanto, constituye un factor primordial en lo que pueden o no lograr los equipos.

En el ámbito del deporte es sabido el impacto que tiene el estado de ánimo de un equipo deportivo o de un deportista particular en el desempeño que estos tienen en el deporte de que forman parte. Se ha desarrollado toda una industria de la psicología del deporte o del coaching deportivo, donde el psicólogo o el coach, más que hacer indicaciones técnicas trabaja con los estados de ánimo de los deportistas. De sentido común que grandes deportistas hipotecan sus carreras por aspectos de orden emocional más que de orden técnico.

En el ámbito de la estrategia militar, el estado de ánimo de un ejército es fundamental para realizar pronósticos respecto de su desempeño, siendo una variable fundamental la llamada “moral de la tropa”, además de la implementación o las tácticas de guerra.

En el ámbito del comportamiento económico. La psicología económica ha hecho hincapié de manera importante en el papel que juegan las expectativas en el comportamiento económico de las personas. Así cuando estas esperan que el desempeño económico sea halagüeño incrementan su consumo, produciendo como resultado mayor actividad económica y, viceversa, cuando las personas esperan la llegada de crisis, restringen su actividad económica, produciendo la crisis esperada.

En el ámbito de la política y el liderazgo se ha desarrollado un interesante enfoque. Rojas (2006) analizan el liderazgo histórico, como los líderes son capaces de interpretar el estado de ánimo de su tiempo para producir interpretaciones que le hagan sentido a la gente. Desde ese enfoque se analiza el liderazgo de Gandhi, Churchill y otros líderes  mundiales.

5.- Estados de ánimo positivo y negativo:

Una forma de comprender los estados de ánimo es realizar una “reconstrucción lingüística” de los mismos. Así, Echeverría (pág 163) propone “que independientemente de su soporte biológico y corporal, los estados de ánimo pueden ser presentados y reconstruidos en términos lingüísticos”.

Desde esta perspectiva, los estados de ánimo se pueden tratar como juicios automáticos del mundo y de las posibilidades futuras que ese mundo permite. La distinción juicios automáticos es interesante, pues no se trata de juicios que la persona emita sino más bien de una reconstrucción que hace el observador para reconstruir lingüísticamente el estado de ánimo en cuestión.

Cada estado de ánimo genera un mundo particular, ya sea de apertura o de cierre de posibilidades, a partir de lo cual se pueden distinguir estados de ánimo positivos y estados de ánimo negativos. En el caso de los primeros se genera una predisposición a actuar, a desplegarse, a colaborar, a emprender acciones. En el caso de los segundos las personas se predisponen a defenderse, protegerse, ocultarse, dejar de compartir, cuidarse, etc.

Entre los estados de ánimo negativos cabe citar el resentimiento y la resignación. Y, entre los estados de ánimo positivos se puede citar el entusiasmo y la aceptación.

El resentimiento puede ser reconstruido como una conversación subyacente en la cual interpretamos que hemos sido víctimas de un acción injusta, el juicio de que alguien nos cerró determinadas posibilidades en nuestra vida y el juicio que ello es injusto. Además implica una declaración o promesa hecha a uno mismo, que quien sea el responsable de dicha injusticia en algún momento la págará y, por lo tanto se hará justicia.

La resignación puede ser reconstruido como una conversación subyacente en que alguien considera como inmutable algo que otras personas podrían considerar sujeto a cambio. Dice Echeverría (pág 191) “una persona en el estado de ánimo de resignación, es el hecho que ella a diferencia de otras, no ve el futuro como un espacio de intervención  que le permite, a partir de las acciones que ella misma emprenda, transformar el presente”.

En el entusiasmo o ambición una persona u organización en este estado de ánimo, ve posibilidades de acción donde otros normalmente no las ven y se compromete en la ejecución de acciones para materializar dichas posibilidades.

6.- Clima y resultados.

A fin de integrar lo planteado en los acápites anteriores, conectando resultados y clima organizacional, se propone una matriz para caracterizar tipos de organizaciones según la relación entre ambas variables.

Las primeras teorías psicológicas sobre liderazgo o las teorías situacionales (Blanchard 2007) entre otros, hicieron una distinción que perdura hasta nuestros días, distinción entre orientación a la tarea o resultados y la orientación a las personas o las relaciones humanas. La primera se refiere a cuan orientado está el líder a cumplir con las actividades propias del negocio en pos de lograr las metas de su cargo. La segunda se refiere a cuan orientado está el líder a construir relaciones humanas positivas, colaborativas, de apoyo.

En algún momento se suele pensar estas orientaciones como polares, es decir, que mientras más alguien se preocupa de las metas o resultados, menos se preocupa de las personas o relaciones o viceversa. Ambas orientaciones deben complementarse. Las organizaciones tienen valor social en la medida que cumplen con sus resultados, sean cuales sean estos. Y por otro lado, las personas son lo más importante en una organización, son las que crean valor y es preciso cuidarlas y apoyarlas.

La relación entre resultados y clima es compleja y los resultados no dependen única y exclusivamente del clima organizacional.

A continuación se presenta una matriz con dos dimensiones, logro de resultados – clima predominante (clima como estado de ánimo). A partir de ello se pueden caracterizar cuatro tipos de organizaciones.

Matriz Clima / Resultados:
 Clima positivo
Todo es una fiesta
El mejor lugar para trabajar
Clima negativo
Camino al despeñadero
Parecemos mercenarios
Resultado -
Resultado +

Camino al despeñadero: Se trata de organizaciones que no logran sus resultados y tienen un estado de ánimo negativo, de cierre de posibilidades, con desgano, desánimo, desinterés. Las personas que trabajan en estas organizaciones se sienten frustradas, temen quedarse sin fuente de trabajo.

Todo es una fiesta: Organización con baja orientación al cumplimiento de resultados y un estado de ánimo positivo. Organizaciones que por alguna razón no se orientan a los clientes, no desarrollan procesos de negocios profundos y, sin embargo, por alguna razón (falta de competencia, propiedad estatal, posición monopólica, etc.) no sienten la presión de cumplir metas o resultados. Lugares donde las personas se sienten contentas por la dinámica interna de la organización, aunque los clientes o usuarios no sientan lo mismo.

Parecemos mercenarios: Se trata de organizaciones en que predomina el cumplimiento de las tareas y las metas, con baja preocupación por las personas. El estado de ánimo predominante puede ser el miedo, el agobio o el resentimiento. En este caso, si bien cumplen con sus resultados, las personas se declaran insatisfechas, buscan cambiarse de trabajo y cunde un sentido de resentimiento con quienes dirigen la organización. En lugares como este los resultados no son sostenibles en el tiempo y quienes las lideran buscan estar poco tiempo para irse “en la cresta de la ola” para no dejarle a quienes los sucedan el trabajo de “págar los costos”.

El mejor lugar para trabajar: Lugares donde simultáneamente se logran buenos resultados y existe un estado de ánimo positivo, de entusiasmo, de ambición, de deseo de innovar y comprometerse. En estos lugares idealmente las personas desean hacer contribuciones y se disfruta el trabajo.

7.- Otros modelos:

Javier Fernández Aguado en España, en el IESE, ha desarrollado un modelo interesante a tener en consideración, el que ha llamado feelings management, el que parte de la distinción de emociones y las complejiza incorporando dimensiones para cada una de ellas. En la tabla que se presenta a continuación se pueden ver los estados emocionales y sus distintas dimensiones.

ESTADOS
Miedo
Enfado
Tristeza
Alegría
Estabilidad
Dimensiones
Indefensión
Rechazo
Resignación
Optimismo
Confianza
Dimensiones
Inseguridad
Ansiedad
Desanimo
Satisfacción
Bienestar
Dimensiones
Frustración
Estrés
Abatimiento
Euforia
Calma

Aguado, además construye un test que permite medir las emociones predominantes en personas y equipos, a partir de lo cual sugiere intervenciones.

Otra autora interesante es Pilar Jericó, quien desarrolla un modelo que llama “No miedo”, donde propone evitar la gestión basada en el miedo y optar por otra alternativa mucho más rentable: la basada en el talento, el cambio y la innovación. Señala esta autora que el miedo ha sido el modelo clásico de gestión, pero dadas distintas variables no puede seguir siendo la estrategia fundamental de dirección de personas.

Ambas propuestas son interesantes y vale la pena estudiarlas. Su mayor debilidad es que no distinguen entre emociones y estados de ánimo y, por otro lado, sobre todo la de Aguado, insiste en la medición como base de las intervenciones, lo que es incompleto para intervenciones que vayan al fondo del fenómeno del clima organizacional.

8.- Acciones para intervenir en los estados de ánimo: coaching:

A partir de lo anteriormente expuesto, la  pregunta es ¿cuál puede ser la contribución del coaching a la creación de entornos de trabajo, donde predominen los estados de ánimo positivos? O dicho de otro modo, como pueden los líderes gestionar sus organizaciones para que surjan estados de ánimo positivos, que generan una predisposición a conductas positivas de colaboración, confianza, apoyo, que facilite de manera sustentable el logro de los resultados.

El coaching puede operar a dos niveles. El primero es el coaching individual, centrado en quienes gestionan organizaciones. El segundo es el coaching organizacional, enfocado en equipos de trabajo. Ambas aproximaciones pueden tener características distintivas.

En el primer caso, el coaching se centra en las competencias de liderazgo, de quienes dirigen formalmente equipos de trabajo. Se trata de un trabajo centrado en el aprendizaje, en el desarrollo de competencias.

En el segundo caso, se enfoca al desarrollo de prácticas de trabajo, que permitan generar otros modos de alineamiento, distintos del tradicional modo jerárquico de alinearse. Esto implicará el desarrollo de conversaciones para la acción, generación de confianza, prácticas de retroalimentación, etc.

El coaching ontológico, en particular, da algunas ideas a ser tenidas en cuenta.

Aprender a observar estados de ánimo. Ser capaces de identificarlos como tales y no como propiedades del mundo o de las cosas como son. Ser capaces de ver el lente que nos hacer ver de cierta manera. Ver las gafas de colores que nos hacen asignarle color al mundo sin culpabiliza al mundo por el color con que lo observamos.

Aprender a conversar. Si los estados de ánimo tienen que ver con el horizonte de posibilidades para la persona o un grupo humano, al modificar dicho horizonte se cambia el estado de ánimo. Una forma que tenemos los seres humanos de cambiar el horizonte de posibilidades es conversando. Todas las conversaciones tienen el poder de producir cambios en los estados de ánimo de quienes participan de dichas conversaciones.

Formulación clara de compromisos. Cuando se efectúan conversaciones de coordinación, donde las partes acuerdan acciones a realizar puede ocurrir que surja el estado de ánimo del resentimiento porque las partes involucradas en dicha conversación escuchan compromisos de modos distintos. Por ello la forma de hacer promesas es un área de diseño básica, estableciendo adecuadamente las acciones a realizar, el ejecutar de las mismas, los estándares de satisfacción y los tiempos involucrados.

Cumplimiento de compromisos. Cuando se han acordado compromisos, realizar los máximos esfuerzos por cumplirlos. El éxito en el cumplimiento de los compromisos fortalece el estado de ánimo de la confianza ya sea en su acepción de honestidad, de competencia o de responsabilidad.

Declarar el reclamo como una acción legítima. Como siempre existe algún grado de posibilidad que los compromisos establecidos entre los integrantes de la organización no se cumplan o se cumplan con estándares distintos a los establecidos, declarar la posibilidad de reclamar como algo legítimo y deseable, que no traerá consecuencias negativas sino que será valorado.

Explicitar expectativas. Todas las personas tienen expectativas respecto a un sinfín de aspectos de la vida organizacional. Muchas de estas expectativas no son explicitadas dando origen a insatisfacción, a decepción, desencanto u otros estados de ánimo de cierre de posibilidades. Por ello pedirle a las personas y equipos de trabajo que hagan explícitas sus expectativas a fin de negociar si se pueden traducir en compromisos mutuos.

Escuchar. Nuestra escucha es altamente interpretativa. Al punto que desde el coaching ontológico se entiende escuchar como oír + interpretar. Por ello, desarrollar capacidad para escuchar mejor, haciéndonos cargo de nuestra escucha interpretativa. En esta línea aprender a escuchar no sólo el texto de lo que nos dice la otra persona, sino que escuchar sus inquietudes y preocupaciones.

Distinguir afirmaciones de juicios. En las conversaciones de los equipos o entre jefes y colaboradores distinguir cuando se refieren a hechos del mundo, observables, que pueden ser verdaderos o falsos, de opiniones, que más bien describen las preferencias que tiene un observador. En este caso, ser capaces de fundamentar especificando los criterios o estándares que las sostienen.

9.- Conclusiones:

Se ha revisado el concepto de clima organizacional dominante en consultores y profesionales, se ha propuesta una mirada desde los estados de ánimo. A partir de la literatura se ha distinguido el concepto de estado de ánimo y se ha hecho una caracterización de organizaciones según la relación clima – resultados. Finalmente se proponen algunas acciones desde el modelo del coaching ontológico para intervernir el clima como estado de ánimo y así procurar contar con organizaciones que gestionen mejor este importante aspecto organizacional.

10.- Bibliografía:
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FLORES FERNANDO (1997). Creando organizaciones para el futuro. Quinta Edicion. Editorial Dolmen. Santiago de Chile
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PILAR JERICO. Visto en http://www.pilarjerico.com/nomiedo    10/09/2013