Una presentación simple, no
simplista, para un tema complejo. Para mí esta es la mejor manera de describir
este trabajo, donde el autor resumen en pocos capítulos una manera de entender
y gestionar los procesos de cambio de manera comprensible.
Me gusta la introducción donde
plantea una pregunta que muchos nos hacemos con frecuencia: ¿qué puedo hacer
con esta pésima organización? Y propone tres respuestas: ignorarlo, renunciar o
aprender sobre gestión del cambio. Conozco gente que se queja y se queja una y
otra vez sobre la organización en la que trabaja, incluso ejecutivos
importantes y siguen ahí sufriendo sin hacer nada de lo que Appelo propone.
En los capítulos del libro
elabora un modelo de gestión del cambio con cuatro componentes: danzar con el
sistema, ocuparse de las personas, estimular la red, cambiar el entorno. A continuación,
les presento un resumen de lo que propone para cada capítulo.
1. Danzar con el sistema
Appelo toma aquí una imagen
poderosa: en lugar de tratar de controlar el sistema, lo mejor que podemos
hacer es bailar con él. Esta metáfora se traduce en una actitud de observación
activa, aprendizaje continuo y experimentación iterativa. Cambiar no significa
imponer una estructura nueva, sino intervenir con inteligencia en un sistema
complejo, que responde de maneras inesperadas.
El autor destaca que los sistemas
organizacionales son adaptativos y no lineales: pequeñas acciones pueden
generar grandes efectos… o ningún efecto. El cambio sostenible requiere una
actitud de ensayo y error: probar, observar, ajustar. Se debe trabajar con
retroalimentación constante, y no con planes rígidos. Aquí aparece una conexión
clara con el pensamiento de Peter
Senge: el cambio ocurre cuando comprendemos los patrones sistémicos y no
solo los eventos aislados.
Además, tiene una clara conexión
con los autores de “calidad total” cuando propone usar el enfoque PDCA para
probar y experimentar: Planificar, hacer, verificar, actuar.
2. Ocuparse de las
personas
Este capítulo aborda un principio
central: el cambio no se logra sin compromiso emocional y motivación personal.
Las personas no cambian porque les digamos que deben cambiar, sino cuando
encuentran razones que resuenan con sus propios valores, intereses y
aspiraciones.
Para poder comprender que
necesitan las personas en un proceso de cambio se basa en el modelo ADKAR
ideado por Jeff Hiatt, el que identifica cinco dimensiones a considerar: toma
de conciencia de la necesidad de cambio, deseo de participar del
cambio y de respaldarlo, conocimiento de cómo cambiar, habilidad
para poner en práctica el cambio todos los días y refuerzo para sostener
el cambio una vez producido.
Cada una de estas dimensiones muy
pertinente y supone desafíos para quienes gestionan un proceso de cambio, por
ejemplo en la dimensión toma de conciencia es central comunicar con
claridad y predicar con el ejemplo o en la dimensión deseo es crucial
volverlo urgente y hacerlo deseable, o en la dimensión conocimiento se
requiere tener claro quien lo va a enseñar y cómo lo va a hacer o en la
dimensión habilidad, qué lo vuelve fácil y cómo se puede practicar y en refuerzo:
celebrar los éxitos breves y hacerlo sustentable.
3. Estimular la red
Ningún cambio ocurre en
solitario. Appelo subraya la importancia de activar la red informal, esa red de
vínculos, conversaciones y liderazgos invisibles que realmente sostienen la
cultura de una organización.
Para exponer el punto se basa en
el viejo concepto de la curva de adopción, la que describe cómo las personas
van aceptando innovaciones hasta que se llega a una “masa crítica”. Aplicando
el concepto describe a los iniciadores, innovadores, primeros adoptantes,
primera mayoría, mayoría tardía y rezagados.
¿Qué dice?
Iniciadores: Son los primeros en
comprometerse con el cambio, suelen ser los agentes de cambio o líderes que
impulsan la transformación, son clave para dar el primer paso y crear el
impulso inicial.
Innovadores: personas creativas y
experimentales que disfrutan probar cosas nuevas, están dispuestas a asumir
riesgos y explorar nuevas ideas, son esenciales para validar el cambio en sus
primeras etapas y demostrar que puede funcionar.
Primeros adoptantes: Son líderes de opinión
dentro de la organización, aunque no son tan arriesgados como los innovadores,
confían en su juicio y adoptan el cambio si lo consideran valioso, ayudan a
legitimar el cambio y a influir en otros para que lo sigan.
Primera mayoría: Representan un grupo
más amplio y más cauteloso, necesitan ver evidencia clara de éxito antes de
comprometerse, se les puede atraer haciendo el cambio viral o socialmente
deseable.
Rezagados (y mayoría
tardía):
Son los más escépticos y resistentes al cambio, a menudo necesitan presión
externa o incentivos para cambiar
Este enfoque se basa en la idea
de que el cambio no ocurre de forma uniforme, sino que se difunde a través de
redes sociales y requiere diferentes tácticas para cada tipo de persona
Appelo sugiere usar mapas de relaciones, identificar a
los conectores clave y aprovechar la inteligencia colectiva que fluye por
canales informales. Propone conectar con las personas con gran influencia
informal, compartir historias, no solo instrucciones ya que las historias
viajan mejor que los powerpoints, crear espacios para el encuentro y la
colaboración espontánea y considerar que el cambio se expande como una red, no
como un decreto.
4. Cambiar el entorno
Finalmente, el autor pone el foco
en lo que llama "estructuras habilitantes". Es decir, si bien las
personas y redes importan, el entorno físico, tecnológico, simbólico y
procedimental también moldea los comportamientos.
La autoorganización tiene lugar
dentro de ciertos límites ya que el entorno restringe e influye en la forma de
actuar de las personas. Lo bueno es que se puede intervenir sobre el entorno.
Para ello, considera el modelo ideado por Mark van Vugt, llamado de las 5 ies:
información, identidad, incentivos, infraestructura, instituciones.
Información: Se refiere a cómo se
comunica el cambio. Es esencial diseminar información clara, accesible y
oportuna. Appelo destaca la importancia de facilitar la comunicación
bidireccional, no solo transmitir mensajes desde arriba.
Identidad: Trata sobre el sentido
de pertenencia y la presión social positiva. Las personas tienden a cambiar
cuando sienten que forman parte de un grupo que valora ese cambio. Se puede
reforzar la identidad mediante símbolos, rituales y narrativas compartidas.
Incentivos: Se refiere a los
beneficios tangibles o intangibles que motivan a las personas a cambiar. No se
trata solo de recompensas económicas, sino también de reconocimiento, autonomía
o propósito. Appelo sugiere diseñar sistemas de incentivos que refuercen los
comportamientos deseados.
Infraestructura: Son los sistemas,
herramientas y procesos que pueden facilitar o dificultar el cambio. Cambiar la
infraestructura implica eliminar barreras y crear caminos claros para la
acción.
Instituciones: Son las normas, reglas
y estructuras formales que rigen el comportamiento. Cambiar las instituciones
implica modificar políticas, procedimientos o estructuras organizativas. Appelo
sugiere que estas deben alinearse con los objetivos del cambio para sostenerlo
en el tiempo.
Este modelo ayuda a los agentes
de cambio a diseñar intervenciones más efectivas, actuando no solo sobre las
personas, sino también sobre el entorno que las influye.
Conclusión:
En mi opinión el gran mérito del libro
es su capacidad para aterrizar el cambio organizacional sin banalizarlo. Appelo
evita los lugares comunes del liderazgo heroico, y en cambio apuesta por
intervenciones pequeñas, iterativas, conectadas con la realidad de cada
contexto. En un mundo donde se sobredimensionan las transformaciones épicas,
Cómo cambiar el mundo nos recuerda que el verdadero cambio suele ser gradual, adaptativo,
incluso artesanal.
Destaco especialmente: su
insistencia en entender el sistema antes de intervenir (danzar con él, no
forzarlo), el foco en las personas como centro emocional del cambio, no como
recursos a movilizar, la valorización de las redes informales, esos circuitos
donde de verdad ocurre la transformación cultural, la idea de alinear el
entorno con el cambio deseado, cuidando los detalles y las estructuras que
habilitan o bloquean comportamientos.
Todo esto está expresado con
claridad, en un lenguaje accesible, con herramientas visuales y ejemplos
prácticos. Es un texto que se puede aplicar mañana mismo, y eso no es poco.
No obstante lo anterior, la misma
virtud (sencillez y aplicabilidad del libro) puede convertirse en su mayor
debilidad. Porque al apostar por un estilo casi de “manual de bolsillo”, se
corre el riesgo de simplificar en exceso problemas que en la práctica son
complejos, contradictorios y profundamente políticos.
El libro omite la dimensión del
poder. Cambiar una organización no es solo cuestión de intención y
herramientas: también hay intereses, resistencias estructurales y relaciones
asimétricas que no siempre se abordan con experimentos o conversaciones.
La mirada de Appelo es muy
individualista y optimista: como si bastara con motivar a las personas
correctas para que todo se alinee. Falta aquí una lectura más sociológica o
cultural del cambio organizacional.
A ratos, la propuesta parece
hecha para contextos muy específicos: organizaciones ágiles, tecnológicas, con
culturas horizontales. En entornos más tradicionales, jerárquicos o con
culturas de control, muchas de las herramientas sugeridas podrían chocar con
muros muy sólidos.
Es un libro muy útil, pero no
suficiente por sí solo. Puede funcionar como puerta de entrada, como
provocación inicial, pero requiere ser complementado con marcos más robustos
sobre cultura organizacional (Schein),
cambio adaptativo (Heifetz),
conversaciones transformadoras (Echeverría)
o incluso liderazgo resonante (Boyatzis
y Goleman).