Hace tiempo
atrás publiqué un post sobre este tema y hasta el día de hoy es el artículo más
leído de mi blog (http://lastreto.blogspot.com/2014/02/terroristas-mercenarios-rehenes.html).
En dicho artículo contaba como en un curso con Ivonne Hidalgo había escuchado
sobre esta distinción y buscando por internet llegué al libro de Carrión
Maroto, quien se la atribuye a un profesor español de apellido Huete.
Y, he aquí
que leyendo el libro de Francisco Yuste, “herramientas de coaching ejecutivo”,
me vuelvo a encontrar esta distinción, a la que llama “Cuadrante de Scott”.
Dice que Scott es uno de los fabricantes de elementos auxiliares de informática
en Sillicon Valley y es objeto de debate su particular estilo de dirección.
Señala que en esta empresa se usa este cuadro, para apoyarse respecto de cómo
dirigir al equipo.
En el caso
de Yuste, para construir la matriz, utilizaba las dimensiones lealtad y
satisfacción. En el caso de Scott utiliza la idea de interés del empleado por
la empresa e interés de la empresa por el empleado.
Según
Yuste, Scott distingue cuatro tipos de personas entre sus empleados,
Interés de la empresa por el empleado
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NO TIENE
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SI TIENE
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Interés del empleado por la empresa
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SI TIENE
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REHENES
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APOSTOLES
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El trabajador está
descontento y desmotivado pero no se va, porque no tiene mejor sitio o
situación donde ir.
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El trabajador está
contento y motivado. Siente la empresa como propia. Lucha y suda por ella.
Siente los colores.
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NO TIENE
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TERRORISTAS
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MERCENARIOS
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Su objetivo es destruir
la empresa. Su motivación el rencor, el odio. Se viste de víctima y actúa
como verdugo.
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Su motivación es ERIC,
aunque lucha por la empresa, no siempre suda y no siente los colores
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A partir de
este cuadro, desarrolla cada uno de los perfiles.
El rehén. El empleado tiene interés por la empresa
pero esta no tiene interés por el trabajador. Suele ser un veterano que vivió
tiempos mejores y en la actualidad, presa de unas buenas condiciones laborales
no puede cambiar de empresa. Ha perdido la motivación y carece de proyecto
propio. Se descapitaliza profesional y emocionalmente día a día y lo sabe, es
consciente, pero le puede la seguridad que para él representa la firma para la
que trabaja
El mercenario. Cuando la empresa es la que tiene
interés en el trabajador, por sus conocimientos, habilidades, capacidades y
experiencia, pero este no lo tiene por la empresa. El nombre propuesto trae a
la mente los soldados de fortuna, que trabajan motivador por el dinero y no por
los valores o creencias del ejército que los contrata. Si se trata de un
ejecutivo sus motivaciones son las relaciones que la empresa contratante le
puede dar, el escenario más vistoso donde lucirse y mejorar su imagen, porque
les permite un escalón más en su carrera profesional. . (no sé a qué
se refiere el autor cuando dice que su “motivación es ERIC)
El apóstol. Surge cuando hay un interés
mutuo. Alguien que vive la empresa como propia, que se mimetiza con sus
valores, con su funcionamiento, que busca la mejora en los procedimientos, que
busca el crecimiento y desarrollo de la organización.
Y el terrorista. Personas resentidas con
la organización por hechos pasados, que aun justificados en algunos casos no
han podido superarlos. Ya no ven futuro, han perdido el proyecto, no confían en
la dirección y su objetivo es destruirla.
Es
interesante como Yuste señala que la propia organización tiene mucho que ver
con la transformación que experimentan sus integrantes, hacia el “apostolado”
hacia el terrorismo o hacia las otras dos figuras descritas.
En relación
al coaching ejecutivo, sostiene que un coach debiera conocer el perfil del
coachee basado en estas distinciones ya que de acuerdo a cada uno de ellos el
coaching tendrá que ser diferente, con distintos objetivos y estrategias.
En su
opinión y estoy completamente de acuerdo, lo que más ha encontrado en las
empresas son rehenes, personas descapitalizadas intelectual y emocionalmente,
que están fuera de mercado, que quizás se les paga más de lo que aportan. En mi
opinión estamos llenos de esos perfiles lo que me produce mucha tristeza, ver
gente inteligente, preparada, a veces gente joven, que su mayor expectativa en
la vida es que llegue la jubilación, que la vida “de verdad“ comienza los
viernes a las cinco de la tarde y sólo dura los fines de semana.
A veces veo
gente que vive en “jaulas de oro”, que son bien pagadas, cuentan con relativa
estabilidad y seguridad, pero que se ven marchitas, apagadas, dando sólo lo
justo y necesario. Y veo que muchos de ellos además son conocidos míos que
fuera del trabajo desarrollan una pasión y es casi como que fueran dos personas
distintas por lo que siempre reflexiono si se atrevieran a hacer de esa pasión
su modo de vivir o si pusieran esa pasión en el trabajo, cuanto brillarían.
También he
visto coachs irresponsables que a veces sugieren a un “rehén” saltar a la nada,
sin tener un plan de acción concreto, un plan para administrar la transición
entre dejar lo que hacían y comenzar con algo nuevo. Me acuerdo de mi amigo
Marco Ortiz, cuando usa la “metáfora de la liana” y dice que hay que
balancearse en la liana para agarrar otra y en algún momento hay que saltar, no
quedarse con las manos en ambas, pues se genera inmovilidad. Se trata de
valentía, de arrojo, de declarar un quiebre con la situación de rehén y atreverse
a cosas distintas.
Animo a
todos en los desafíos que nos toca vivir.