Conozco
varias personas que estudiaron con Claudio Naranjo y todas ellas coinciden en
lo brillante que era y el tremendo aporte a la terapia gestáltica y a la
educación. No tuve el gusto de conocerlo en persona, pero he leído varios de
sus libros y me gustaría comentar en este blog su libro “El eneagrama de la
sociedad”, libro que tiene mucha relación su otro libro “Carácter y neurosis”.
He hablado antes de eneagrama en este blog, en (1), (2)
y (3).
Naranjo
establece una relación entre la personalidad y los “males del mundo”, siguiendo
un orden argumentativo: pasiones y motivaciones neuróticas, los nueve
caracteres básicos, las perturbaciones del amor y los males del mundo.
Por supuesto
que esta manera de mirar los problemas mundanos es bastante coherente con la
tradición psicológica que pone en primer lugar lo individual y, a partir de
ello, explica lo social. Es posible que, en otras tradiciones como la misma
antropología o la sociología, la explicación tenga el orden inverso, primero lo
social y luego lo individual. Seguro que estos fenómenos se pueden mirar de
ambas maneras y puede existir entre ellos definitivamente una relación
circular: el mundo impacta en la psique individual y la psique individual
impacta en el mundo en un largo proceso recursivo.
Sigamos con
Naranjo. ¿Qué son las pasiones? En el libro deja clara la diferencia histórica
que existe en mirar la conducta humana a partir del pecado como a partir de
patologías. Es posible que en toda la historia cristiana en occidente se miraba
con la óptica del pecado, pero con el desarrollo de la psicología y psiquiatría
modernas se mira más como patologías. ¿Cuál es la diferencia?, “el locus de
responsabilidad” ya que cuando se habla de pecado se acusa responsabilidad en
el individuo, en cambio cuando se habla de patología se habla de causas pasadas
o presentes más allá del individuo mismo. Dice “de las patologías mentales e
interpersonales somos víctimas, de los pecados somos responsables”.
Hecha la
clarificación anterior Naranjo habla de patologías, pero usa los nombres de los
pecados. ¿Qué son estos pecados?, dice que “se trata de deseos destructivos,
deseos exagerados, pasiones, formas de atracción o repulsión, constituyen
formas de insaciabilidad”. Y, continúa, “se revelan como formas de una sed de
ser que tienen su asiento en una perdida de contacto con el ser”.
Dicho lo
anterior, presenta el eneagrama, como una teoría psicológica donde se aplica la
idea de pecados al ámbito de la personalidad. Luego narra su historia desde
Gurdjeff, pasando por Ichazo, explicando con detalle el “eneagrama de las
pasiones” y el “eneagrama de las patologías”.
Respecto del
primero ya que lo describe como un deseo destructivo, exagerado, ¿cuáles son
estos deseos o pasiones?, ello se puede ver en la imagen siguiente del propio
Naranjo.
A continuación, describe el eneagrama de las patologías, el que se puede ver en la siguiente imagen:
Para Naranjo,
cada uno de los pecados o pasiones corresponde a una determinada patología del
carácter, como se reconocen tradicionalmente en la psicología. En su opinión
las patologías del carácter son manifestaciones más problemáticas de rasgos
caracterológicos que se consideran normales, considerando que lo “normal” es
sólo en menor medida “enfermo”. “Se conoce la sombra a través de su
exageración”.
Sostiene que la
diferencia entre sanos y enfermos no es tanto la diferencia entre presencia o
ausencia de motivaciones neuróticas (o pecados) sino más bien diferencias con
respecto a cuánto más que eso haya en la persona, o en qué medida la persona
haya logrado se ama de la propia casa más que esclava de su condicionamiento.
A partir de
ello, lo central del trabajo de Naranjo es su presentación de los nueve
caracteres básicos, que luego retoma con mucha mayor profundidad en “Carácter y
Neurosis”. ¿Cómo surgen estos caracteres?, como un residuo de nuestras
estrategias infantiles por conseguir un amor que no nos llegó naturalmente en
un mundo de escasez.
Este modelo
de los 9 caracteres es una forma de organizar el territorio de los tipos
humanos, más que la mera enumeración, ya que organiza las relaciones entre los
tipos, parentesco entre ellos y relaciones de vecindad.
A partir de
ello presenta cada eneatipo:
Eneatipo II
(Orgullo). Persona con una gran capacidad amorosa, se siente
llena de amor, capaz de dar a los demás y merecedora de recibir lo mejor de
ellos. Este ser cariñoso, es un rol que confunde con la realidad, no quiere al
otro por el otro, sino que para sentirse capaz de amar y por lo tanto ser digna
de ser amada.
Eneatipo VII
(Gula). Pasión que se manifiesta de manera generalizada en
las relaciones interpersonales como un afán de gustar, de ser popular, de
recibir admiración. Es un carácter fresco, que consigue lo que quiere por su
simpatía y sus ingeniosos argumentos. Tiene una “cobardía enmascarada”, refugiándose
en el placer para huir de la angustia.
Eneatipo IV
(Envidia). Se trata de una persona que tiende a culpabilizarse
e inferiorizarse. Tiene un apego al sufrimiento. Este apego le permite
“manipular” atrayendo amor a través de la intensificación de la propia
necesidad y frustración.
Eneatipo V
(Avaricia). Personas que concluyen al comienzo de la vida que el
mundo no le dará el amor que anhelan y deciden arreglarselas solo, minimizando
sus deseos, así se distancia del mundo, aislándose de los demás.
Eneatipo VIII
(Lujuria). Tienen un gusto por los estímulos intensos, la
atracción hacia la violencia y el riesgo, con una manifestación efusiva del
entusiasmo. Son personas intensas, fuertes, con una coraza. Es un carácter con
una sobrecompensación de una secreta insensibilidad.
Eneatipo I
(Ira). Persona que va de buena por la vida. Tiene un
carácter perfeccionista, con entusiasmo por las reglas, las normas, las buenas
intenciones y los nobles propósitos.
Eneatipo IX
(Pereza). Tienen una sobreestabilidad, una resistencia al
cambio, son sobreadaptados a los deseos de los demás, demasiado complacientes y
de poca iniciativa. En las relaciones humanas es una persona abnegada,
resignada, pasiva, conformista, sencilla, sin problemas, con una gran
dificultad para decir que no.
Eneatipo III
(Vanidad). Personas que tienen un intenso deseo de ser
brillantes y tener éxito, lo que conlleva la habilidad activa, práctica,
expedita y eficiente. Tienen una orientación según los valores ajenos, lo
socialmente cotizado, son “miméticos”, con un gran control de sí mismos que
lleva a la superficialidad. Su gran defecto es la falsedad, la inautenticidad,
su confusión entre la imagen que ofrecen al mundo y su propia realidad.
Eneatipo VI
(Cobardía). Personas que viven con miedo y suspicacia, con un
carácter vacilante. Puede tener una forma fóbica y otra contrafóbica, en este
caso es una persona combativa, que vive en guardia ante ataques imaginarios.
Para concluir
su trabajo en el libro describe las perturbaciones del amor en cada tipo y
luego conecta estas perturbaciones con los “males del mundo” como llamará al
autoritarismo, la inercia del statu quo, el mercantilismo, la represión, la
dependencia, la violencia y explotación, la corrupción y actitud light, lo
asocial y la anomia.
Me parece
valioso el trabajo de Naranjo en términos de poder caracterizar el “alma
humana” y más que hacer una mera lista de características, buscar una conexión
entre los distintos rasgos. Me pasa que al no ser psicólogo clínico o
psicoanalista encuentro que tiene un énfasis tan marcado en la patología y ello
me choca ya que me gustaría una apreciación más positiva y optimista del ser
humano. Bueno, algo de optimista tiene, en términos que señala que el hacerse
consciente de la estructura ya es un paso para superar el ego y avanzar en el
camino positivo.
Creo que
tiene otro valor y para quienes trabajamos con personas, el identificar nuestro
propio eneatipo y ver las sombras que este tiene nos da la oportunidad de
trabajar con mayor humildad y no olvidar que cada día es oportunidad de
aprendizaje y mejoramiento. En ese sentido también permite acompañar a nuestros
pacientes y coachees en su propio desarrollo mirando el “lado oscuro” y no
quedarnos en lo superficial y circunstancial.
Los males del
mundo, podríamos discutir largamente si la mejor explicación es psicológica o
es de otro ámbito, pero qué duda cabe que, si fuéramos mejores personas, muchos
de los males que señala Naranjo y otros tantos tendrían menos incidencia y
viviríamos mejor como sociedad.