Estos días estoy
participando en un programa de formación en coaching organizacional, llamado “diplomado
internacional para logros organizacionales”, conocido como el “diplo”, programa
que tiene cuatro módulos, con distintas temáticas.
Estoy realizando
el primer módulo llamado gestión ontológica con una coach venezolana, Ivonne
Hidalgo (www.ivonnehidalgo.com), una coach brillante, clara, profunda y, sobre
todo, práctica para aplicar a las organizaciones el coaching.
Al estudiar
coaching ontológico con Julio Olalla y Rafael Echeverría descubrí un paradigma
muy interesante, con nuevas distinciones que me dieron la posibilidad de mirar
el mundo con otros ojos y comenzar a realizar muchas acciones nuevas, tanto en
lo personal como en lo profesional. Además de ello, me situaron en otra
perspectiva existencial, más conectado con mis dolores e insatisfacciones
a la vez que con mis aprendizajes y
potencialidades.
Por otro lado,
como psicólogo organizacional, siempre he tenido otras inquietudes de las
cuales el coaching que estudié no daba cuenta. Entre estas inquietudes, ha
estado la conexión del coaching con los resultados organizacionales, la mejoría
del clima organizacional, el desarrollo de liderazgo, la calidad de servicio, el
aprendizaje organizacional, etc.
Como el coaching
que he estudiado no daba cuenta de esas inquietudes, he tomado prestado de
otros modelos distinciones teóricas y prácticas, adaptándolas a un encuadre
general de coaching, lo que ha sido insuficiente para lograr la efectividad que
quisiera como consultor.
Al respecto me
ha pasado muchas veces ver intervenciones de coachs en el ámbito
organizacional, que yo juzgo descontextualizadas, lejanas a los resultados, que
no conversan con las inquietudes de la gente en las organizaciones. De hecho,
he pensado muchas veces que algunas de esas intervenciones más que acercar el
coaching a las organizaciones, lo alejan.
O, lo que he
hecho yo mismo muchas veces con niveles de satisfacción variables, ha sido dar
cursos de coaching en el contexto organizacional, pensando que el sólo
aprendizaje de las distinciones ontológicas basta para producir cambios o
logros, descubriendo a la vuelta del tiempo que no tienen mayor efecto.
Por lo anterior,
me he encontrado mucho tiempo con la insatisfacción que el coaching que estudié
es poderoso y fantástico, pero no me sirve para lo que hago cuando trabajo con
organizaciones. Es un enfoque muy individual y lo que requieren las
organizaciones es diferente. Y lo que requiero yo como consultor es diferente
también.
Y he aquí que estos
últimos días he encontrado buenas respuestas a las inquietudes que planteo en
los acápites anteriores. Ivonne vuelve a las fuentes del coaching ontológico desarrollado
por Fernando Flores en sus libros iniciales, sin perder las contribuciones del
mismo Julio Olalla o de Rafael Echeverría. Y lo hace integrando, no
descalificando, honrando sus propios aprendizajes, lo que merece gran
reconocimiento.
Algunas ideas
que he aprendido/recordado estos días.
Lo primero que
he aprendido y con lo que estoy completamente de acuerdo. Los coachs tenemos
que adaptar el lenguaje ontológico al mundo organizacional y no al revés, no
esperar que los clientes aprendan nuestra jerga, sino que nosotros utilizar la
de ellos. Y, las organizaciones hablan de resultados, de gestión, de
competencias, etc.
Una de las características
sobresalientes de cualquier organización es la búsqueda compulsiva de
resultados, acorde a los objetivos y razón de ser definida para esa organización.
Quienes gerencian cualquier organización se mueven para lograr esos resultados
y eso comanda toda su acción. Muchas veces los coachs tenemos ceguera a ese
importante leit motiv organizacional y desmerecemos, no consideramos, no damos
importancia a esa poderosa motivación.
En razón de lo
anterior, la gestión organizacional es un conjunto de acciones que se hacen en
un contexto organizacional con el propósito de lograr esos resultados. Por más
que muchas veces se realicen acciones automáticas, sin propósito, poco
consistentes, siempre hay una intención racional e intencional, para que las
acciones realizadas lleven a los resultados definidos.
Ivonne usa la metáfora
del avión. El piloto antes de iniciar el vuelo define donde quiere llegar (los
resultados a alcanzar) y traza un plan de vuelo donde define el curso que
seguirá para llegar a ese destino (las acciones que realizará). Es probable que
en el trayecto los vientos o cualquier otra variable lo desvíe de su destino,
sin embargo, de manera activa inicia acciones para redireccionar su avión para
llegar al destino definido.
La gestión la
realizan seres humanos, que son observadores y como tales lo hacen desde los
dominios primarios de la biología, el lenguaje, el cuerpo y el mundo emocional.
Cada uno de esos dominios es importante a la hora de conocer el mundo de las
personas en la organización, que piensan, que quieren, que las motiva, que
sueñan, que sienten, en definitiva, como se articulan en la interacción
colectiva con los propósitos y resultados organizacionales.
Por eso, porque
la gestión la realizan seres humanos, el aprendizaje se ha vuelto una
competencia central y crítica en estos tiempos para cualquier organización. De
hecho lo decía Peter Senge hace ya como treinta años, “organizaciones que
aprenden”. La gracia es que el coaching propone una metodología potente y
consistente para acelerar los aprendizajes en esas competencias críticas para
el desempeño organizacional.
Y esas son las
competencias genéricas, que vienen dadas por el sólo hecho de ser seres
humanos, que vivimos en el lenguaje. Aprender a declarar, a hacer juicios
fundados, a pedir – ofrecer, prometer, coordinar la acción, etc.
Estas
competencias genéricas son poderosas en distintos ámbitos de la gestión
organizacional que Ivonne profundiza en estos días de curso: gestión de las
posibilidades, gestión de la realidad, gestión del aprendizaje, gestión de las
relaciones, gestión de la acción y los resultados.
Cada una de esas
“gestiones” tiene una fuerte base en las distinciones ontológicas y, producto
del aprendizaje, he podido verlas y aprender a operar con ellas en mi desempeño
como coach y consultor.
También he reflexionado acerca del observador de
organizaciones que soy, con mis propias cegueras, dadas por mi historia,
experiencia y formación. Y he aprendido que es necesario mirar el observador
que soy para ser un coach organizacional más efectivo.
Es probable que
mis compañeros del curso hayan observado otras distinciones y comenten otras
cosas. Eso es una riqueza y no una limitación. Como cada uno ve cosas distintas
y ellas nos abren posibilidades en vez de restricciones. He aprendido mucho con
cada uno de ellos escuchándolos y viendo como interpretan con su trayectoria y
experiencia.
Mañana es el
último día del curso, me voy feliz, reencantado con esto que ponemos al
servicio de las organizaciones, para que estas alcancen sus resultados y las
personas vivan más felices y satisfechas.
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