Una organización es una red de conversaciones decía Fernando Flores hace ya muchos años. Luis Sota,
imbuido del mismo marco conceptual (en el libro cuenta que trabajó muchos años
con Flores) sostiene que (1) las empresas se definen por cinco promesas
esenciales que realizan a clientes, accionistas, colaboradores, proveedores y a
la sociedad y (2) las organizaciones que dan cuerpo a las empresas, consisten
en cadenas y mallas de promesas para hacer y cumplir las cinco promesas
esenciales. El conjunto de su trabajo se enfoca en estas dos grandes ideas.
Sostiene que la historia de la humanidad está íntimamente
relacionada con la historia de las promesas. Cita a Harari, para indicar que las promesas se
deben haber inventado hace 40 mil a 70 mil años, a partir del desarrollo del
lenguaje. Las promesas revolucionaron la colaboración humana. Hoy, dada la
conexión digital estamos viviendo una nueva revolución de las promesas, dado
que podemos hacer, recibir, acordar, modificar y administrar el cumplimiento de
promesas de manera masiva y a un costo dramáticamente bajo.
Hacer promesas es una acción completamente humana, derivada
de nuestras capacidades lingüísticas por supuesto. Cuando hacemos una promesa
nos obligamos ante otros para transformar ficciones en realidad. Dice el autor
que cuando prometemos, nos obligamos a actuar de forma deseo – independiente,
es decir, que le aseguramos a quien recibe nuestra promesa que, en el futuro,
incluso si se nos quitan las ganas o cambian las razones que originaron nuestra
promesas de igual forma la cumpliremos.
El mundo y la vida están llenos de incertidumbre, por lo que
las promesas nos permiten generar mayor certidumbre, en términos que cuando
alguien promete algo, quien recibe la promesa da por sentado que aquello tendrá
lugar. Nadie nos obliga a hacer promesas, son actos deliberados que uno escoge
hacer o no hacer. También son actos bilaterales, en el sentido que son válidos
entre quienes los acuerdan. Una promesa es entonces, según Luis Sota
“obligaciones que asumimos libremente para transformar lo que hoy es solo un
enunciado en una realidad observable el día de mañana”.
Yo encuentro magnífico este concepto de promesa ya que nos
permite entender como coordinamos la acción unos con otros, en muchos espacios,
no sólo en el ámbito de la vida organizacional y como el bien acordar o mal
acordar promesas y luego el bien cumplir o mal cumplir promesas impactan en
nuestros resultados, identidad, confianza, reputación, credibilidad, etc. Creo
que tiene una derivada hacia el ámbito del liderazgo que ha sido muy bien
tratada por Jim Selman, sobre el que he escrito en este
blog.
Volviendo al trabajo de Luis Sota, cuestiona que una empresa
sólo se oriente a la maximización del retorno de la inversión para los
accionistas. Ello empobrece la concepción de organización. Más bien una empresa
ejerce un rol social, haciendo y cumpliendo promesas a clientes, accionistas, empleados, proveedores
y a la sociedad, incluyendo las comunidades y el planeta.
1 Promesas a los
clientes: Son las
más importantes porque estos son el principal validador social de la empresa y
su reconocimiento es la fuente de viabilidad y sustentabilidad en el tiempo.
2 Promesas a los inversionistas: Son fundamentales ya que sin su
aporte de recursos difícilmente se puede desarrollar una empresa.
3 Promesas a los
empleados: Aportan a
la empresa capacidades humanas indispensables y sin una promesa adecuada para
ellos no se sentirían atraídos a trabajar en la empresa.
4 Promesas a los proveedores
y contratistas:
también son fundamentales, ya que así colaborarán con la organización.
5 Promesas a la
sociedad: También se
hace acreedora de promesas como respetar las leyes, el cuidado del medio
ambiente y la atención a las comunidades cuya vida se ve afectada por la
empresa.
Es crucial el trabajo de los líderes de la organización,
quienes verbalizan las promesas pública y explícitamente y luego tienen que
administrar el cumplimiento de estas en un equilibro dinámico que no es nada
fácil. A mí me parece valiosa esta manera de entender una organización ya que
otras maneras de interpretarla como la clásica manera burocrática que sólo
destaca la división del trabajo y el cumplimiento de tareas no enfatiza que
ello es para cumplirle a alguien: un cliente, un inversionista, un empleado, un
proveedor o la sociedad.
También me parece relevante explicitar las promesas que la
empresa hace, identificando a quien, cuando, cómo, lo que Flores llamaba originalmente
estándares de satisfacción, de manera que no hayan obviedades ni malos
entendidos, ni expectativas insatisfechas que luego sólo generan molestia,
desánimo e interpretación de incumplimiento.
Por supuesto que hacer promesas claras y explícitas tensiona
a una organización, pues eso ahora las hace “cobrables” y aquí es donde muchas
empresas prefieren o no hacer promesas o hacerlas de manera laxa o,
lamentablemente hacerlas con poca intención de cumplirlas pagando luego costos
de reputación, confianza y relación con los 5 stakeholders ya citados.
Pero, dice Luis Sota, no bastan las promesas, se requieren
dos elementos más para coordinar la acción, los estados de ánimo y las
interpretaciones. Creo que esta manera de plantearlo es nueva y está presentada
de un modo delicado y poderoso.
1 Estados de ánimo. Para cumplir promesas se requieren
estados de ánimo que conduzcan a hacerlas y cumplirlas y para ello es
fundamental un estado de ánimo de ambición. Los estados de ánimo son
predisposiciones a la acción y nos proyectan de manera durable y generalmente
invisible hacia una determinada dirección. Se requiere entonces cultivar un
estado de ánimo en la organización, condición necesaria para formular y
ejecutar promesas impecables.
2 Interpretaciones. Vivimos en mundos interpretativos, lo que implica que cada persona acorde a su propia historia construye una interpretación del mundo en que vive. Tomar acción junto a otras personas implica compartir algunas interpretaciones. Dice Luis Sota “alinear las interpretaciones en una organización es, por lo tanto, una condición sine qua non si se quiere favorecer la formulación y ejecución de las promesas. Sin ese alineamiento cada uno se guiará por sus propias interpretaciones y en lugar de coordinación abundará la desarmonía y la frustración que resulta de la colaboración infructuosa”
Una vez hechas las promesas a los stakeholders y una vez
creados estados de ánimo e interpretaciones compartidas le corresponde a los líderes
asegurar que estas se cumplan. Por ello es fundamental crear con sus equipos la
estructura de compromisos individuales (cadenas o mallas de promesas entrelazadas)
que es indispensable movilizar para cumplirle a los stakeholders. Para ello
cada persona tiene que saber de qué promesas está a cargo y que pasará o que
impactos tendrá su incumplimiento
Se me vienen a la mente muchos ejemplos de organizaciones en
que los gerentes hacen promesas y luego se olvidan de gestionar hacia sus
equipos estas redes o mallas como le llama el autor generándose entonces incumplimiento
hacia clientes u otros stakeholders. El desafío entonces de una organización gestionada
por promesas no es sólo hacerlas sino que ser capaces de generar una coordinación
tan efectiva que cada persona sepa en qué promesas organizacionales está
involucrada y que acciones tiene que hacer para cumplir esas promesas y, que
cuando no se cumplen las promesas, está involucrada la totalidad de la organización
y será necesario revisar el proceso a la vez que reparar los incumplimientos
para cuidar la relación con cualquier stakeholder involucrado.