Creo que fue mi amigo Carlos González quien me sugirió que
leyera a Fernando Flores seguramente inspirado por Oscar Chang, amigo de
aquella época, quien debe estar disfrutando en estos momentos de las maravillas
de Chiloé. Y tengo que reconocer que no entendí mucho lo que decía Flores más
allá de la idea de la comunicación o el lenguaje aplicado a las organizaciones.
Tal vez en esa misma época o con posterioridad supe que
Flores había hecho algunas consultorías en empresas en Chile (la Telefónica por
ejemplo) y llegué a la conclusión que su figura despertaba amores y odios.
Algunas personas señalaban que lo mejor que le podía haber ocurrido era que
Flores le dijera algo o, parece que la mayoría, lo detestaba por su estilo
asertivo y, según muchos, arrogante. No lo conozco personalmente aunque he
visto varios videos suyos en youtube.
Cuando estudié coaching ontológico, tanto con Julio Olalla
como con Rafael Echeverría nadie hablaba de Flores. Miento, tengo que reconocer
que una vez le escuché a Echeverría contar en público como se habían
distanciado de él, declarando un quiebre, ya que ellos consideraban que sólo en
un clima emocional positivo se produce aprendizaje y no con un estilo
confrontativo y emocionalmente amenazante como el que Flores usaba en sus
intervenciones.
Y ahora que he seguido profundizando en este campo,
participando de algunos entrenamientos y leyendo mucho, me encuentro con que
varios de mis profesores citan a Flores, están estudiando con él y me he
reencontrado con sus trabajos y aportes. Y hay que reconocerle que antes que
cualquier otro muchas de las ideas e intuiciones que repetimos con el coaching
ontológico son de su invención, lo que queda plasmado en su primer libro
“Inventando la empresa del siglo 21”.
Entiendo que este libro es la publicación de su tesis
doctoral que defendió en 1980, la primera edición es del año 1989, con varias
ediciones posteriores. Encontré en internet una versión
electrónica, además del libro en papel que tengo hace ya muchos años.
Comienza señalando que a inicios del siglo 21 el mundo está
lleno de cambios y estos pueden parecer amenazantes y generar ansiedad y
confusión. Propone que le parecen competencias básicas enfrentar repetidamente
cambios inesperados y adelantarse a los acontecimientos y por ello su trabajo
está orientado no a descubrir una verdad sino que a generar nuevas capacidades prácticas,
de acción. Reafirma esto en la página 13 del libro cuando dice “mi propósito es
desarrollar una nueva capacidad de diseño, generar prácticas para enfrentar los
problemas concretos de las organizaciones”.
Es interesante como Flores se adelanta a los tiempos
intuyendo todos los cambios que vienen, que a estas alturas, veinticinco años
después de la publicación del libro son más evidentes que nunca en la
tecnología, demografía, política, etc. También es interesante como destaca su
“preocupación práctica”, de desarrollar competencias. En este sentido cabe
destacar que nunca habla de coaching ontológico sino que de diseño y, por lo
menos en este libro, no menciona nunca la palabra “ontológico”.
Comienza haciendo algunas reflexiones sobre la administración
y creo que aquí está su gran aporte, mirar la organización como una red de
conversaciones, donde lo central son los compromisos adquiridos al hablar. Esto
se apoya en la taxonomía de los actos de habla desarrollada por Austin y luego
por Searle, donde cada vez que hablamos nos comprometemos a algo, dar
evidencia, tener autoridad, ser sinceros, etc.
Dice Flores, pág 26 que su teoría se organiza en torno a los
conceptos de conversación y diseño. “Conversación es la unidad mínima de interacción
social orientada hacia la ejecución con éxito de acciones. Diseño es el nombre
para la práctica interpretativa de producir un discurso para administrar los
tipos recurrentes de quiebres que impregnan las prácticas humanas”. A partir de
esto se refiere más largamente a cada acto de lenguaje, a la noción de quiebre,
de escuchar, la acción, las reglas, los estados de ánimo, etc., relacionándolas
con sus fuentes en la hermenéutica y en Heidegger.
Luego de hacer estas definiciones se concentra en el diseño,
es aquí donde hace sus aportaciones claves. Página 64 y siguientes. “Una
empresa es una organización que se compromete a cumplir un tipo de pedidos
particulares mientras hace frente a circunstancias imprevisibles y se empeña
por mantener abiertas las posibilidades para el futuro”. “Una empresa puede sobrevivir solo en la medida en que
puede contraer compromisos y cumplir con ellos, para lo cual, a su vez, toma
compromisos relativos a los recursos que requiere para cumplir con los
compromisos contraídos” ”Al satisfacer los compromisos de la empresa, el
personal está involucrado en una red de conversaciones, esta red incluye
peticiones y promesas para llevar a cabo los compromisos……..” “como las
empresas se encuentran con muchos pedidos que ellas pueden manejar
estableciendo compromisos con condiciones de satisfacción que son básicamente
similares” “Estos compromisos pueden ser satisfechos con la activación de redes de conversaciones
recurrentes…..estas redes de conversaciones recurrentes constituyen el núcleo
de la organización”……..”podemos analizar estas conversaciones a objeto de
rediseñarlas en sí mismas y también los sistemas de comunicación que las
apoyan”…….”el análisis de las redes conversacionales puede revelar puntos
susceptibles de fallas comunicativas, lazos conversacionales tortuosos e
innecesariamente indirectos, atrasos críticos, cuellos de botella y otras
deseconomías”…..
Bueno, hasta ahí todas las citas que fundamentalmente
destacan la mirada inicial de Flores, donde ya están todas las distinciones que
después usamos con tanta soltura en el mundo del coaching ontológico. Voy a
seguir leyendo el libro que viene a continuación “Creando organizaciones para
el futuro” y revisar los aportes siguientes de Flores. Creo que su trabajo es
visionario, sobre este se instalan muchos desarrollos posteriores y el mundo
del coaching ontológico tiene una enorme deuda con él. Según decía el otro día
Elena Espinal poco se ha inventado en el coaching ontológico después de Flores
y ahora está muy activo creando y trabajando en los temas que le interesan, que
nuevamente pueden se aportes.
Me pregunto a cada rato en que momento este enfoque tan
organizacional se fue al enfoque “life” dejando de lado toda la riqueza de la
mirada organizacional y concentrándose en los individuos, sus vivencias, sus
interpretaciones, su observador. Encuentro que la mirada original hay que
recuperarla y recuperarla ya, no puede ser que la mejor intervención de los
coaches ontológicos en las empresas sea hacer “biodanza”, “trabajo corporal”, “enseñar
actos de habla” o “juegos con emociones”, “chacras” u otras cosas que he visto
y oído, todo eso empobrece el trabajo y nos gana, innecesariamente, una
identidad pública que a mí me gusta cada vez menos.
Como dice el dicho “al cesar lo que es del cesar” y
reconocerle a Fernando Flores la invención de este campo es un acto de gratitud
y valoración que muchos debiéramos hacer.
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