Lo compré por allá por el año 2005 y
lo he consultado muchas veces cuando me corresponde enseñar coaching, además lo
recomiendo mucho para personas que recién se inician en este campo. Simple, ameno
y bien organizado. En mis manos tengo la tercera edición y veo en google que ya
va en la décima.
El libro comienza haciéndose la
pregunta que todos los que practicamos esta disciplina nos hacemos cuando
alguien nos solicita “explicar” que es el coaching. Y lo define de un modo
poético, el coach es “un soplador de brasas”. Con ello hace referencia a la
cita bíblica del génesis, “entonces dijo Dios….hagamos al hombre a nuestra
imagen, conforme a nuestra semejanza……….Entonces Dios formó al hombre del polvo
de la tierra y sopló en su nariz aliento de vida y fue el hombre un ser
viviente”………Wolk interpreta, que si todo existe a partir de la nada y no habían
otros seres a quien Dios podía hablarle, que al hablar en plural Dios le
hablaba al propio ser humano y su condición de incompletitud. Siguiendo a
Heidegger, el ser humano es el único ser que se pregunta por el ser, por lo que
de manera permanente y dialógica necesita hacerse preguntas.
¿Qué es el coaching? entonces, a
partir de estas reflexiones dice “he visto e interactuado a lo largo de los
años con personas inteligentes, brillantes, excelentes profesionales y expertos
en sus respectivas tareas que me han consultado porque se sentían atrapados,
desmotivados y con sentimientos de incompetencia ante circunstancias difíciles
y/o alternativas riesgosas”. En esas situaciones les pregunta cómo se veían en
sus inicios profesionales, por sus sueños y muchas veces observa que los ojos
se iluminan como brasas de ilusión. A partir de ello propone la metáfora de las
brasas: hay un fuego que no se ha apagado y se requiere “soplar brasas” para reconectar
al humano con su Dios perdido.
Creo que es una bonita metáfora de lo
que hace el coach ya que a partir del quiebre que trae el coachee, formula
preguntas, realiza interpretaciones, desafía, de modo que el mismo coachee
encuentre las respuestas que anda buscando, las respuestas que había perdido.
No se trata de decirle directivamente nada, sino que inspirarlo a rescatar lo
mejor de sí.
Luego de ello explica de muy buena
forma algunos principios fundacionales del coaching, tales como el concepto de
aprendizaje, responsabilidad, explicaciones tranquilizantes y generativas, el
concepto de observador, el modelo observador – acción – resultados para pasar
luego profundizar largamente en las distinciones lingüísticas – emocionales y
corporales del modelo.
Si bien no hay nada muy nuevo en
estos capítulos que no haya sido dicho antes por el mismo Echeverría en su
libro “ontología del lenguaje”, o por Kofman en “Metamanagement” plantea los
conceptos de un modo ameno, simple, comprensible y los conecta con la práctica
del coaching. Por eso insisto en algo que señalé al principio, es un buen libro
para gente que se introduce en el campo y quiere tener una visión comprehensiva
del modelo.
Uno de los capítulos más interesantes
del trabajo de Wolk es el capítulo cinco, donde expone la técnica del coaching
en la práctica, algo que no he visto sistematizado en ningún lado, como se
hace, que pasos se siguen. Plantea que el coaching tiene 4 etapas y siete
pasos. Los pasos son:
1.- generación de contexto. Contrato.
(Pedido y contexto)
2.- Acordar objetivos del proceso,
fijar metas (chequear el quiebre, brecha intenciones – resultados, acuerdo explícito
de metas)
3.- Explorar la situación actual (que
está ocurriendo, observaciones y juicios, emociones, columna izquierda).
4.- Reinterpretar brechas
interpretativas. (Rearticular y reinterpretar creencias, responsabilización)
5.- Diseñar acciones efectivas. (Exploración
de alternativas y posibilidades. Elegir acciones)
6.- Role playing. (Simular y
practicar)
7.- Reflexiones finales y cierre. (Integración
de aprendizajes y compromisos para la acción).
Es una estructura base, con la cual
guiarse y, a partir de la misma poder realizar desviaciones sin perderse del
camino.
Termina con un generoso “colofón”
escrito por Rafael Echeverría, donde cuenta sobre el origen del coaching y
donde luego describe en que consiste el coaching ontológico, ligándolo a
Nietzche y Buber, continúa hablando del carácter no lineal del comportamiento
humano y vuelve al modelo Observador – Acción – Resultados, concluyendo con
alguna reflexiones sobre aprendizaje transformacional y la importancia del
espacio ético emocional. Generoso trabajo de Echeverría, donde además de
realizar un resumen ejecutivo sobre el coaching y el coaching ontológico,
interpreto es un regalo que le hace a Wolk.
Tengo dos observaciones al trabajo
presentado por el autor.
La primera es la diferencia que
establece entre psicoterapia y coaching, dando a entender (según mi interpretación)
que el coaching es algo menor en relación a la psicoterapia, sobre todo cuando
dice “desde la psicoterapia el campo es más abarcativo”….que el coaching. A su
vez, señala en otra parte del libro “podríamos pensar el coaching como una aproximación
a lo sintomático, mientras que la psicoterapia aborda los conflictos,
intentando observar más allá de los síntomas”….. No puedo estar más en
desacuerdo, son dos juegos diferentes que pueden tener elementos parecidos y
entrar a relacionarlos en cuanto a cual abarca más o cual es más poderosa o
cual es mejor lleva a una conversación inconducente cuya respuesta, creo es,
depende del terapeuta, depende del coach. Hay grandes psicoterapeutas, que además
hacen un trabajo magnífico, según sus propias reglas y eso es muy bueno.
Mi segunda observación es que cada
vez estoy más convencido que el coaching ontológico tiene una deuda enorme con
el mundo de la corporalidad. En la clásica presentación lenguaje – cuerpo –
emociones, el lenguaje se lleva un alto porcentaje, las emociones otro poco y
el cuerpo es el “pariente pobre”, con pocas distinciones. Como esto es así,
muchos tratan de repararlo tomando prestado de otros lados, como de la bioenergética
o la biodanza. Wolk se aferra al mundo de los chacras y habla de los siete
centros de energía: centro bajo, centro lumbo sacro, centro medio, centro
cardiaco, centro laríngeo, centro frontal y centro coronario. A mí no me gusta
mucho mezclar el coaching ontológico con esas tradiciones, creo que le da un “olor”
a esoterismo, a ocultismo, a misticismo y, el coaching ontológico está lejos de cualquiera
de esos mundos. Eso no quita que es un buen intento
por acercarse a ese dominio y los coaches ontológicos necesitamos con urgencia
contar con más distinciones corporales y mayor desarrollo en ese campo. Tengo
una amiga, compañera de la Universidad, Carmen Parraguez, coach ontológico,
quien está realizando un interesante trabajo en este campo, con su consultora mares.
Tiene un segundo libro que llama
Coaching, el arte de soplar brasas en acción, ya lo comentaremos.
Al buscar en google imágenes para el
post encontré algunas versiones electrónicas del libro, para quien quiera leerlo. De más está decir que no es lo mismo una versión electrónica que el libro en papel, por lo que los invito a comprarlo.