He citado en este blog con
anterioridad los trabajos de Yuval Noah Harari (ver post
1, ver post
2). Una de las reflexiones que más sentido me hacen es la que lleva a cabo
respecto de la cooperación
flexible que caracteriza a la especie humana, rasgo que a su juicio nos ha
llevado a la conquista del planeta (y a estar al borde del colapso ecológico
también).
Y aquí me encuentro con los
trabajos de Yochai Benkler quien argumenta la importancia de la cooperación en
la interacción humana a diferencia de la argumentación tradicional, propia de
los economistas y otros expertos, basada en la idea de la competencia, las
sanciones o el control jerárquico. Encontré un buen resumen en http://paulinoetxebeste.blogspot.com/2012/09/el-pinguino-y-el-leviatan.html
Dice Benkler “la premisa
dominante de la sociedad occidental respecto de la motivación humana es que los
seres humanos son fundamentalmente criaturas egoístas, impulsadas por sus
propios intereses”. “Durante décadas, economistas, políticos y legisladores,
ejecutivos de negocios e ingenieros han actuado como si todos los sistemas y
organizaciones tuviesen que estar construidos en torno a incentivos,
recompensas y sanciones para lograr que la gente alcanzase objetivos públicos,
corporativos o comunitarios”.
En el libro se encarga de
argumentar que “a nuestro alrededor vemos personas que cooperan y colaboran,
hacen lo correcto, se conducen de manera justa, se preocupan por su grupo o
equipo y tratan de comportarse como gente decente que responde a la amabilidad
con amabilidad”.
No se trata de ser ingenuo y
pensar que solo existe la colaboración. También existe la competencia y el
conflicto de intereses, por lo que muchas veces si son necesarios el control,
los incentivos y los castigos, pero no es lo único que existe, entre los seres
humanos hay amplios espacios de colaboración, con diversos grados de interés
propio y eso es lo que hay que rescatar y valorar.
¿Por qué el argumento del propio
interés y del egoísmo intrínseco del ser humano tiene tanto peso?, ¿por qué se
asume lo peor del ser humano?. A juicio del autor hay cuatro argumentos para
ello:
Verdad parcial: No es completamente incierto el argumento del propio interés y egoísmo.
Por propia experiencia todos nos comportamos en ocasiones de manera muy egoísta,
buscando nuestro propio interés. Además, no puede negarse que un porcentaje
bastante significativo de personas se comporta en muchas ocasiones de manera egoísta
y, por lo tanto, estadísticamente, ello es significativo. Sin embargo, hay que
tener cuidado con generalizar, ya que no porque haya gente egoísta o nos
comportemos muchas veces de un modo egoísta ello califica completamente la
naturaleza humana. Esta generalización no tiene en cuenta todas las veces en las que hemos actuado desinteresadamente
ni en las que hemos sido beneficiarios de la generosidad de los demás.
Historia: La
creencia del egoísmo universal solo ha llegado a dominar la teoría científica
sobre el comportamiento humano recientemente, en EEUU en los años 50, asociado
a un sistema de libre mercado.
Sencillez:
Esta creencia es una explicación precisa y sencilla que permite comprender un
mundo complejo y muchas veces confuso. Es una simplificación, el comportamiento
humano es difícil de entender muchas veces, depende de la situación, depende de
la personalidad, depende del grupo de pertenencia, de las emociones, etc. Dice
el autor “una teoría simple y sencilla sobre la naturaleza humana que reduce
nuestros actos a respuestas simple y predecibles a castigos e incentivos y nos
ayuda a encontrar una explicación convincente a las conductas confusas e
incluso inquietantes, resulta increíblemente tentadora y atractiva para la
mente humana”.
Costumbre: Hemos
sido educados para pensar en términos de egoísmo universal y por ello tendemos
a interpretar el comportamiento de esa manera y minimizar la percepción de conductas
colaborativas. Es un hábito mental, no es la única realidad de las cosas.
Existe comportamiento egoísta, no
se puede desconocer. Pero todos sabemos intuitivamente y por experiencia propia
que en realidad no somos egoístas y racionales todo el tiempo, de hecho muchas
veces somos desinteresados y los ejemplos de ello abundan: educar a los niños,
ser amables con los demás, donar en una colecta, ayudar a un amigo con un
problema, etc.
En el mundo organizacional muchas
empresas se han fundado con fines de colaboración y, si bien sus prácticas de
gestión pueden abrazar principios de egoísmo, control y castigo, su fin
declarado no tiene ninguna relación con aquello. Ello me hace pensar en instituciones
chilenas como los bomberos, el hogar de cristo y muchas otras más.
Además en el mundo organizacional
existen numerosas experiencias de empresas en que la cooperación es una de sus
características fundamentales. El autor cita los casos de Toyota y sus círculos
de calidad, Linux y miles de ingenieros trabajando por el software libre y Wikipedia
y cientos de personas contribuyendo gratuitamente con sus conocimientos y
disposición.
El caso de Wikipedia es muy
ilustrativo. Compitió en sus tiempos con Encarta de Microsoft, empresa que
contrató gerentes y expertos para construir una enciclopedia on line y fue un
fracaso rotundo. En cambio Wikipedia, con gente que contribuye gratis y dedica
tiempo a mejorar las entradas ha ganado espacio y se ha transformado, formal e
informalmente, en fuente de consulta para mucha gente, como algunos
parlamentarios chilenos que a veces copian y pegan pedazos de ella cuando
argumentan para elaborar leyes.
Esto me lleva a pensar en el
mismo mundo de RRHH en el que nos desenvolvemos, tanta gente que conozco
dispuesta a publicar un artículo de su autoría gratis, a compartir un libro, a
comentar su experiencia, a ofrecer ayuda con un problema, sin un interés
inmediato más allá de la reputación positiva, la creación de red, la
expectativa de reciprocidad.
Esto me recuerda también, en
relación a la gestión del conocimiento, las ideas de Davenport
respecto de las motivaciones de quienes tienen el conocimiento en una empresa
para compartirlo, a veces un interés por su reputación como experto, otras
veces una generosidad genuina y muchas veces la expectativa de intercambio
recíproco.
También me hace reflexionar en
muchos profesores que conozco, quienes pudiendo tener carreras muy exitosas en
el plano económico priorizan enseñar y compartir sus conocimientos con
estudiantes, generosamente. También conozco profesores frustrados que sueñan
con estar en otros lados y comparten malamente lo mucho o poco que saben. Egoísmo
y cooperación como dice Benkler.
El autor profundiza en muchos temas,
al final se concentra en “como criar un pingüino” metáfora a partir entiendo
del logo de Linux, para efectos de aislar palancas de diseño o “elementos de
sistemas humanos satisfactorios de cooperación que podamos emplear para motivar
a la gente para que trabaje en dicho sistema contribuyendo al esfuerzo
colectivo, en lugar de perseguir exclusivamente sus propios intereses a
expensas del grupo”. Estas son:
Comunicación: Es una acción clave para un sistema cooperativo. Cuando las personas se
comunican, son más empáticas, confiadas y están dispuestas a llegar a
soluciones que cuando no hablan entre sí.
Marco, adecuación y autenticidad: La importancia de cómo se enmarcan las situaciones. Es
importante que el marco se ajuste a la realidad, ya que detectamos rápidamente cuando
“nos pasan gato por liebre” enmarcando como colaborativo algo que es
competitivo o explotador. Por ello si una comunidad o grupo quiere fomentar la
cooperación, de verdad, tiene que enmarcar claramente dicha actividad como tal.
Mirar más allá de nosotros, empatía y solidaridad: Comunicaciones cara a cara,
permitiendo que la gente se conozca mejor, lo que produce efectos reales sobre
la cooperación.
Construir sistemas morales: justicia, moralidad y normas sociales: La colaboración requiere que
las personas sientan que el sistema del que participan es justo, que sus
resultados y procesos son justos y que quienes tienen influencias sobre el
sistema tiene la intención de tratarlos con justicia. Para ello hay que crear
normas y reglas que reflejen esa justicia, lo que traerá colaboración.
Recompensa y castigo: No olvidar que el egoísmo sigue existiendo por lo que sigue siendo válido
recompensar la conducta deseada y castigar la no deseada, fundamentalmente
recompensar las conductas colaborativas.
Reputación, transparencia y reciprocidad: La reputación es la herramienta más poderosa con
la que contamos para crear reciprocidad a largo plazo, por ello hay que
utilizarla, del modo que la están usando empresas on line para que quienes
interactúan se puntúen, de ese modo queda registro de las transacciones y se
crea reputación on line.
Construir en la diversidad: Somos muy distintos, nuestra motivación es diferente.
Por ello, es necesario permitir la contribución asimétrica, que algunos contribuyan
mucho y otros poco, de modo que los primeros puedan recibir una valiosa
recompensa social por su trabajo colaborativo, lo que para esa persona será
importante y valioso.
En esta parte final creo que se
queda al debe, esperaba más propuestas claras respecto de cómo construir
cooperación en el ámbito de equipos o de organizaciones. Son buenas pistas para
partir pero falta mucho más trabajo aún para contar con tecnologías
cooperativas.
Un libro inspirador, que desafía
nuestras concepciones habituales del comportamiento y nos obliga a pensar otras
maneras de interactuar que valoren la cooperación y el trabajo colaborativo en
todos lados.