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martes, 15 de octubre de 2019

Hábitos Atómicos: James Clear



Suelo entrar a librerías con la excusa de “sólo curiosear” y termino comprando libros que me parecen atractivos por alguna razón. En este caso me acuerdo claramente que andaba por Santiago, esperaba que llegara mi hijo para tomar un café conversado y “Hábitos atómicos” me guiñó el ojo para que me lo trajera. Y ha sido un descubrimiento leer sus ideas y poder conectarlas con la vida personal, el aprendizaje y hasta el coaching, que tiene muchísimo de cambio de hábitos.

Un hábito es una rutina o conducta que se practica con regularidad y, en muchos casos, de manera automática. Estamos llenos de hábitos y es muy posible que un porcentaje altamente significativo de lo que hacemos todos los días sean puros hábitos.

Los hábitos son “atajos mentales aprendidos gracias a la experiencia”. Un hábito es en cierto sentido “la memorización de los pasos que seguiste previamente para resolver un problema”. Los hábitos “reducen la carga cognitiva y liberan la capacidad mental lo que permite dedicar la atención consciente a otras tareas”.

Los hábitos nos facilitan la vida ya que al ser conductas automáticas y poco reflexivas nos permiten destinar energía a otras acciones mucho más intencionales y desafiantes. También pueden ser un problema cuando tenemos hábitos que no nos sirven o queremos tener un hábito necesario y no lo logramos.

Cuando hablamos de terapia o coaching, estamos acostumbrados a pensar en grandes cambios, en giros de 180 grados, los que por supuesto son necesarios muchas veces en la vida. Sin embargo el autor propone una mirada distinta a los cambios, “pequeños cambios pueden generar una gran diferencia”, si es que estos pequeños cambios se acumulan, se suman unos con otros y se mantienen en el tiempo.

Los pequeños cambios parecen no tener ningún efecto hasta que cruzan un umbral crítico. Para llegar a ese umbral crítico es necesario persistir ya que suele haber un retraso en el tiempo para llegar a ese “umbral crítico” y observar los cambios. Esta es una noción sistémica básica de la que habla Peter Senge en La Quinta disciplina, la noción de demora entre las acciones que se realizan en el sistema y los cambios posteriores. Dado como somos los seres humanos muchas veces nos cuesta ver “la demora” y la conexión entre las cosas que hacemos y los resultados que ello provoca.

Recuerdo haber escuchado a un coach en Argentina, quien además era mago quien decía que para que un truco parezca magia debe practicarse 800 veces. Esta es la idea de Malcom Gladwell en torno a las 10 mil horas de práctica. En algún momento se cruza un umbral crítico y emergen los resultados.

Otro planteamiento interesante del autor es la relación entre identidad y hábitos. Para la gente con formación ontológica sería otra manera de mirar “Observador – Acción – Resultados”. Propone Clear que existen tres capas del cambio de conducta.

1 La capa de “cambiar resultados”. Este nivel se relaciona con los resultados: perder peso, publicar un libro, etc. La mayoría de las metas que se proponen están en este nivel de cambio.

2 La capa de los procesos. Este nivel se relaciona con cambio de hábitos y sistemas como una nueva rutina de ejercicios, desarrollar una práctica de meditación, etc. La mayoría de los hábitos están asociados a este nivel.

3 La capa de la identidad. Se relaciona con cambiar creencias, la visión de mundo, la imagen de uno mismo, los juicios de uno y los demás.

Lo habitual es comenzar el proceso de cambio de hábitos enfocándose en las metas, en lo que se quiere alcanzar, “hábitos basados en metas”. Sin embargo, su propuesta es que la  alternativa apropiada es construir “hábitos basados en cambios de identidad”, es decir, enfocarnos en quien queremos llegar a ser ya que cuando solo parten por las metas no se mantienen en el tiempo o incluso si se logra la meta decaen.

Siempre existe un sistema de creencias y suposiciones que moldean el sistema, una identidad detrás de los hábitos. La conducta que no es congruente con el yo no será duradera. Por ello, dice el autor, “la forma máxima de motivación intrínseca se da cuando un hábito se convierte en parte integral de tu identidad”, es decir, hago esto porque yo soy X o Y.

Esto me recuerda una de las ideas centrales del coaching ontológico. Del ser al hacer y del ser al hacer. Aquello que hacemos surge de quienes somos. Y también aquello que hacemos repetidamente nos constituye en el ser que somos. Por ello cuando cambiamos nuestros hábitos devenimos en otro ser, cultivamos otra identidad. En nuestra formación cartesiana no alcanzamos a vislumbrar el poder de esta idea y cómo el sólo hecho de hacer cosas distintas nos permite cambiar nuestro modo de ser. El cambio y el aprendizaje nos llevan a realizar otras acciones y no son sólo otras acciones, somos otras personas.

Desde una perspectiva conductista (de hecho cita a Thorndike), para construir hábitos, el autor propone cuatro pasos: señal, anhelo, respuesta, recompensa. Entender estos cuatro pasos (o ciclo de los hábitos) permite mejorar la adquisición de hábitos.

1 Señal: Desencadena el proceso en el cerebro que inicia determinada conducta. Es una pequeña porción de información que anticipa la recompensa.

2 Anhelo: Son la fuerza motivacional detrás de cada hábito. No se anhela el hábito, se anhela el cambio de estado que trae consigo. Los anhelos difieren de una persona a otra, por lo que pensamientos, sentimientos y emociones del observador son las que transforman una señal en un anhelo.

3 Respuesta: Es justamente el hábito que realizamos. Depende de la motivación y la competencia.

4 Recompensa: Son las metas finales de cada hábito. Las recompensas nos satisfacen y nos enseñan. Proporcionan beneficios por si mismas a la vez que nos enseñan que acciones vale la pena recordar en el futuro.

Si una conducta resulta insuficiente en cualquiera de las cuatro etapas, no se convertirá en un hábito. Si se elimina la señal el hábito no comienza, si se reduce el anhelo no encuentra motivación para actuar. Si la conducta es demasiado difícil no serás capaz de realizarla. Y si la recompensa es incapaz de satisfacer tu deseo, entonces no habrá razón para que se repita en el futuro. Sin los primeros tres pasos, la conducta no ocurrirá. Sin el cuarto paso, la conducta no se repetirá.

A partir de esta presentación del ciclo de los hábitos el autor desarrolla in extenso como crear un buen hábito y como eliminar un mal hábito en los capítulos posteriores del libro.

Para crear un hábito: ¿Cómo hacerlo obvio? (señal), ¿Cómo hacerlo atractivo? (anhelo), ¿Cómo hacerlo sencillo? (Respuesta) y ¿Cómo hacerlo satisfactorio? (recompensa) Y, para eliminar un mal hábito: ¿Cómo hacerlo invisible? (señal), ¿Cómo hacerlo poco atractivo? (anhelo), ¿Cómo hacerlo difícil? (respuesta) y ¿Cómo hacerlo insatisfactorio? (recompensa).

En cada uno de los cuatro pasos propone técnicas y herramientas que pueden ser de mucha utilidad para nuestros propios hábitos y para acompañar a otros en el desarrollo de sus nuevos hábitos.

martes, 9 de enero de 2018

“Afilar la sierra”. Séptimo hábito de Stephen Covey, los siete hábitos de la gente altamente efectiva.


Los Siete hábitos de la gente altamente efectiva es de esos bestsellers en el campo de la gestión que me produce sentimientos encontrados pues suelo encontrar un sesgo religioso que no me gusta en muchas de las ideas que plantea y, sin embargo, también tiene algunos planteamientos interesantes de considerar.

Dice Covey que las personas efectivas cultivan siete hábitos. (en un libro posterior habla de un octavo hábito). Estos siete hábitos son (1) Sea proactivo, (2) Empiece con un fin en mente, (3) establezca primero lo primero, (4) piense en ganar- ganar, (5) procure primero comprender y después ser comprendido, (6) la sinergia y (7) afile la sierra.

Sobre el hábito de primero lo primero me he referido en otro post. En este me referiré a la idea de “afilar la sierra”. Comienza contando un cuento: “Suponga el lector que se encuentra con alguien que trabaja febrilmente en el bosque cortando un árbol con una sierra. ¿Qué está usted haciendo?, le pregunta. ¿No lo ve?, responde él con impaciencia, estoy cortando este árbol. ¡Se le ve exhausto!, exclama usted, ¿cuánto tiempo hace que trabaja? Más de cinco horas y estoy molido, esto no es sencillo. ¿Por qué no hace usted una pausa durante unos minutos y afila la sierra?, pregunta usted. Estoy seguro de que cortaría mucho más rápido. No tengo tiempo para afilar la sierra, dice el hombre enfáticamente, estoy demasiado ocupado aserrando”

Bonita metáfora con la que comienza el capítulo, en el que el autor trata de representar la importancia de renovarse, ya que este hábito es el que hace posibles todos los demás. Se trata de un hábito personal y organizacional.

En el ámbito personal significa perseverar y realzar el mayor bien que cada persona posee, uno mismo. Se enfoca en la renovación en cuatro dimensiones: física, espiritual, mental y social – emocional. El equilibrio entre estos cuatro aspectos es fundamental en la vida y es realzado por diversos filósofos.

Todas las actividades de “afilar la sierra” suelen estar en el cuadrante II, es decir, en aquellas actividades que no son urgentes y son importantes, por ello si no se planifican, programan o diseñan suelen ser postergadas.

La dimensión física implica cuidar el cuerpo, comida, descanso y ejercicio físico.

La dimensión espiritual se refiere al centro de valores, al núcleo de cada persona. A juicio del autor el cuidado de esta área tiene que ver con la meditación, con la literatura o con la música.

La dimensión mental se relaciona con la educación. Según Covey es interesante considerar que “nuestro desarrollo mental y nuestra disciplina para el estudio proviene de la educación formal, pero en cuanto nos libramos de la disciplina exterior de la escuela, muchos dejamos que nuestra mente se atrofie”. Dice “abandonamos la lectura seria, no exploramos con profundidad temas nuevos que no se refieran a nuestro campo de acción, dejamos de pensar analíticamente y de escribir. En lugar de ello pasamos el tiempo viendo televisión”. Por ello que el cuidado mental implica educación continua sea formal o informal, literatura de calidad, escribir, organizar y planificar.

Y, la dimensión social – emocional, se enfoca en los principios del liderazgo interpersonal la comunicación empática y la cooperación creativa. Según el autor también es crucial “hacer ejercicio” social – emocional, en cuanto a nuestra relación con los demás y nuestras habilidades emocionales.

En cuanto al ámbito organizacional, el autor propone considerar las mismas dimensiones individuales sólo que en una perspectiva organizacional. Así, la dimensión física se expresa en términos económicos. La dimensión mental tiene que ver con el reconocimiento, el desarrollo y el empleo del talento. La dimensión social – emocional es la de las relaciones humanas y del modo que se trata a la gente. Y la dimensión espiritual se refiere a la búsqueda de un sentido en el propósito o aportación y en la integridad de la organización. Muchas organizaciones sólo se enfocan en alguna área dejando abandona las otras, por lo que no se puede esperar renovación si se olvidan de alguna de las dimensiones.

En nuestro país se ha popularizado el concepto de “autocuidado”, el que creo se relaciona fuertemente con lo expuesto por Covey. Si entendemos el autocuidado en clave Covey entonces podrían caber muchas más actividades que solo paseos o fiestas incluyendo capacitación, descanso, actividades de interacción social y hasta trabajo de naturaleza espiritual.

Me gustan las reflexiones que hace al autor en torno a la dimensión intelectual del “afilamiento de sierra”, muchas personas se forman en las instituciones formales y nunca más leen un libro o toman un curso de capacitación. Siempre me llama la atención en los cursos que ofrezco las personas que únicamente preguntan por el diploma o certificación más que por las materias, la metodología o el aprendizaje que podrían alcanzar. Creo que esto es lo importante de la capacitación post educación formal y de cualquier entrenamiento que valga la pena ya que de ese modo las personas se cultivan y renuevan.

Ahora que, al menos en Chile, nos encontramos en verano, tomar vacaciones, viajar, descansar, compartir con la familia es una importante práctica que nos renueva para iniciar el año con mucha energía. Escribí un post sobre este tema hace unos años atrás.

Encontré una versión electrónica del libro.