Suelo entrar a librerías con la
excusa de “sólo curiosear” y termino comprando libros que me parecen atractivos
por alguna razón. En este caso me acuerdo claramente que andaba por Santiago, esperaba
que llegara mi hijo para tomar un café conversado y “Hábitos atómicos” me guiñó
el ojo para que me lo trajera. Y ha sido un descubrimiento leer sus ideas y
poder conectarlas con la vida personal, el aprendizaje y hasta el coaching, que
tiene muchísimo de cambio de hábitos.
Un hábito es una rutina o
conducta que se practica con regularidad y, en muchos casos, de manera
automática. Estamos llenos de hábitos y es muy posible que un porcentaje
altamente significativo de lo que hacemos todos los días sean puros hábitos.
Los hábitos son “atajos mentales
aprendidos gracias a la experiencia”. Un hábito es en cierto sentido “la memorización
de los pasos que seguiste previamente para resolver un problema”. Los hábitos “reducen
la carga cognitiva y liberan la capacidad mental lo que permite dedicar la
atención consciente a otras tareas”.
Los hábitos nos facilitan la vida
ya que al ser conductas automáticas y poco reflexivas nos permiten destinar
energía a otras acciones mucho más intencionales y desafiantes. También pueden
ser un problema cuando tenemos hábitos que no nos sirven o queremos tener un
hábito necesario y no lo logramos.
Cuando hablamos de terapia o
coaching, estamos acostumbrados a pensar en grandes cambios, en giros de 180
grados, los que por supuesto son necesarios muchas veces en la vida. Sin
embargo el autor propone una mirada distinta a los cambios, “pequeños cambios
pueden generar una gran diferencia”, si es que estos pequeños cambios se
acumulan, se suman unos con otros y se mantienen en el tiempo.
Los pequeños cambios parecen no
tener ningún efecto hasta que cruzan un umbral crítico. Para llegar a ese
umbral crítico es necesario persistir ya que suele haber un retraso en el
tiempo para llegar a ese “umbral crítico” y observar los cambios. Esta es una
noción sistémica básica de la que habla Peter
Senge en La Quinta disciplina, la noción de demora entre las acciones que
se realizan en el sistema y los cambios posteriores. Dado como somos los seres
humanos muchas veces nos cuesta ver “la demora” y la conexión entre las cosas
que hacemos y los resultados que ello provoca.
Recuerdo haber escuchado a un
coach en Argentina, quien además era mago quien decía que para que un truco
parezca magia debe practicarse 800 veces. Esta es la idea de Malcom Gladwell en
torno a las 10 mil horas de práctica. En algún momento se cruza un umbral
crítico y emergen los resultados.
Otro planteamiento interesante
del autor es la relación entre identidad y hábitos. Para la gente con formación
ontológica sería otra manera de mirar “Observador – Acción – Resultados”. Propone
Clear que existen tres capas del cambio de conducta.
1 La capa de “cambiar resultados”. Este nivel se relaciona con los
resultados: perder peso, publicar un libro, etc. La mayoría de las metas que se
proponen están en este nivel de cambio.
2 La capa de los procesos. Este nivel se relaciona con cambio de
hábitos y sistemas como una nueva rutina de ejercicios, desarrollar una
práctica de meditación, etc. La mayoría de los hábitos están asociados a este
nivel.
3 La capa de la identidad. Se relaciona con cambiar creencias, la
visión de mundo, la imagen de uno mismo, los juicios de uno y los demás.
Lo habitual es comenzar el
proceso de cambio de hábitos enfocándose en las metas, en lo que se quiere
alcanzar, “hábitos basados en metas”. Sin embargo, su propuesta es que la alternativa apropiada es construir “hábitos
basados en cambios de identidad”, es decir, enfocarnos en quien queremos llegar
a ser ya que cuando solo parten por las metas no se mantienen en el tiempo o
incluso si se logra la meta decaen.
Siempre existe un sistema de
creencias y suposiciones que moldean el sistema, una identidad detrás de los
hábitos. La conducta que no es congruente con el yo no será duradera. Por ello,
dice el autor, “la forma máxima de motivación intrínseca se da cuando un hábito
se convierte en parte integral de tu identidad”, es decir, hago esto porque yo
soy X o Y.
Esto me recuerda una de las ideas
centrales del coaching ontológico. Del ser al hacer y del ser al hacer. Aquello
que hacemos surge de quienes somos. Y también aquello que hacemos repetidamente
nos constituye en el ser que somos. Por ello cuando cambiamos nuestros hábitos
devenimos en otro ser, cultivamos otra identidad. En nuestra formación
cartesiana no alcanzamos a vislumbrar el poder de esta idea y cómo el sólo
hecho de hacer cosas distintas nos permite cambiar nuestro modo de ser. El
cambio y el aprendizaje nos llevan a realizar otras acciones y no son sólo
otras acciones, somos otras personas.
Desde una perspectiva conductista
(de hecho cita a Thorndike), para construir hábitos, el autor propone cuatro
pasos: señal, anhelo, respuesta, recompensa. Entender estos cuatro pasos (o ciclo
de los hábitos) permite mejorar la adquisición de hábitos.
1 Señal: Desencadena
el proceso en el cerebro que inicia determinada conducta. Es una pequeña
porción de información que anticipa la recompensa.
2 Anhelo:
Son la fuerza motivacional detrás de cada hábito. No se anhela el hábito, se
anhela el cambio de estado que trae consigo. Los anhelos difieren de una
persona a otra, por lo que pensamientos, sentimientos y emociones del
observador son las que transforman una señal en un anhelo.
3 Respuesta:
Es justamente el hábito que realizamos. Depende de la motivación y la competencia.
4 Recompensa: Son las metas finales de cada hábito. Las recompensas nos satisfacen y
nos enseñan. Proporcionan beneficios por si mismas a la vez que nos enseñan que
acciones vale la pena recordar en el futuro.
Si una conducta resulta
insuficiente en cualquiera de las cuatro etapas, no se convertirá en un hábito.
Si se elimina la señal el hábito no comienza, si se reduce el anhelo no encuentra
motivación para actuar. Si la conducta es demasiado difícil no serás capaz de
realizarla. Y si la recompensa es incapaz de satisfacer tu deseo, entonces no
habrá razón para que se repita en el futuro. Sin los primeros tres pasos, la
conducta no ocurrirá. Sin el cuarto paso, la conducta no se repetirá.
A partir de esta presentación del
ciclo de los hábitos el autor desarrolla in extenso como crear un buen hábito y
como eliminar un mal hábito en los capítulos posteriores del libro.
Para crear un hábito: ¿Cómo
hacerlo obvio? (señal), ¿Cómo hacerlo atractivo? (anhelo), ¿Cómo hacerlo
sencillo? (Respuesta) y ¿Cómo hacerlo satisfactorio? (recompensa) Y, para eliminar
un mal hábito: ¿Cómo hacerlo invisible? (señal), ¿Cómo hacerlo poco atractivo?
(anhelo), ¿Cómo hacerlo difícil? (respuesta) y ¿Cómo hacerlo insatisfactorio?
(recompensa).
En cada uno de los cuatro pasos
propone técnicas y herramientas que pueden ser de mucha utilidad para nuestros
propios hábitos y para acompañar a otros en el desarrollo de sus nuevos
hábitos.
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