Hace ya varios años atrás leí el
libro “El capital intelectual” de Karl Erick Sveiby y lo considero un libro
fundamental para entender la contribución de los activos intangibles a la organización,
en particular, la contribución de las personas o como lo distingue Sveiby, de
“capital humano”. Hay dos libros más que tienen el mismo nombre y son muy
interesantes, sugiero leerlos. Uno es de Thomas Stewart y el otro es de Leif
Edvinson.
Sveiby realiza una tipología bien
interesante del capital humano, la que traigo a colación con el foco puesto en
el liderazgo.
Considerando la dimensión competencia
profesional y la dimensión competencia organizacional se puede construir una
matriz, que configura 4 tipos de capital humano diferente. La primera dimensión
(competencia profesional) se refiere al conocimiento que tiene una persona de
su profesión, de su especialidad, de su campo. La segunda (competencia
organizacional) se refiere al conocimiento de la organización y de cómo funcionan
sus procesos internos de tipo administrativo, operativo.
A partir de ello se pueden
distinguir 4 tipos (este cuadro lo cree yo para mis clases de magister, no
viene en el libro)
Así, tenemos entonces,
1.- el personal de apoyo. Formado
por aquellos que apoyan a los expertos y directivos. No tienen una calificación
específica que les otorgue un status especial en la empresa. No obstante ello,
es importante considerar que un personal de apoyo motivado y cualificado es
indispensable para la eficiencia de una empresa y un mejor rendimiento de los
expertos. Dado que realizan tareas de apoyo y de contacto con clientes, son fundamentales
para garantizar que los estos reciban el nivel de servicio requerido.
2.- los expertos. Personas que tienen un alto nivel de competencia en
un área específica del conocimiento, en un mundo profesional, conocimiento que genera
un valor agregado para la organización. A los expertos les gusta concentrarse
en su trabajo y en problemas complejos, de hecho hay rankings de expertos de
acuerdo a su especialización en la resolución de problemas de diferente
complejidad. (a esto suele aludir la categoría junior y senior), desarrollándose
niveles de admiración hacia expertos “más expertos”.
Los expertos tienen una obsesión
por escaparse de la rutina y suelen encargar las tareas rutinarias a personal
de apoyo, ya que consideran que no tienen valor y no contribuyen a la “mantención”
de su experticia. A los expertos les agrada su libertad profesional y por ello
suelen menospreciar las reglas, los controles, las minutas, los procesos administrativos,
en especial si quienes propugnan tales prácticas no son sus iguales o sólo usan
el poder para el control.
3.- los directivos. Son personas designadas por la organización para dirigir la empresa hacia un objetivo determinado en un marco determinado y por unos medios definidos. Su trabajo implica generalmente controlar el trabajo de los demás. Están orientados a dirigir y organizar por medio de procesos, procedimientos, controles, minutas, pautas, etc. Su trabajo es defender “la ley y el orden” dentro de la organización.
3.- los directivos. Son personas designadas por la organización para dirigir la empresa hacia un objetivo determinado en un marco determinado y por unos medios definidos. Su trabajo implica generalmente controlar el trabajo de los demás. Están orientados a dirigir y organizar por medio de procesos, procedimientos, controles, minutas, pautas, etc. Su trabajo es defender “la ley y el orden” dentro de la organización.
4.- los líderes. Son quienes definen adonde llevar a
la organización y los distintos equipos de trabajo, persuadiéndolos de querer
ir hacia esta “visión” propuesta. Los líderes tienen un fuerte compromiso con
la organización, más que con los meros procedimientos, con el sentido de
propósito, sea cual sea este.
Los líderes pueden provenir de
dos mundos. Del mundo de los expertos y del mundo de los directivos.
Cuando vienen del mundo del
experto, son expertos viejos que han dejado de estar en la primera línea, en
cierto modo se han vuelto obsoletos o son expertos “menos virtuosos” que
conocen su profesión pero no son “primeros violinistas”. Por eso o, por otras
razones, se adentran en las competencias organizacionales y aprenden los
vericuetos administrativos y procedimentales de la organización.
Cuando vienen del mundo del
directivo, son directivos que desarrollan interés por el la profesión o negocio
a la base de la organización y, por lo tanto, aprenden de los conocimientos
profesionales del experto, por la vía del estudio formal o del aprendizaje
informal que se produce en la organización. Por ello se vuelven sensibles a las
preocupaciones de los expertos, entendiendo la necesidad de orden y control que
toda organización tiene.
La tarea fundamental de los líderes, además de plantear la visión y persuadir expertos, directivos y personal de apoyo de seguirla es arbitrar el conflicto que se produce, necesaria y estructuralmente entre expertos y directivos, ya que sus carreras profesionales y sus intereses son opuestos y diferentes, unos quieren control, los otros quieren escapar del control, unos valoran la innovación los otros valoran las reglas.
Desde este modelo hay varias preguntas interesantes que me hago:
La tarea fundamental de los líderes, además de plantear la visión y persuadir expertos, directivos y personal de apoyo de seguirla es arbitrar el conflicto que se produce, necesaria y estructuralmente entre expertos y directivos, ya que sus carreras profesionales y sus intereses son opuestos y diferentes, unos quieren control, los otros quieren escapar del control, unos valoran la innovación los otros valoran las reglas.
Desde este modelo hay varias preguntas interesantes que me hago:
¿Qué carrera estoy siguiendo?,
¿la de experto – la de directivo – la de líder?
¿Trabajo en una organización que
tiene una cultura de expertos o una cultura de directivos?
¿Cómo apoyo a los líderes para
que arbitren los conflictos de ambos mundos, buscando los intereses
compartidos, basados en una visión atractiva?