tomado de https://unycos.com/blog/el-arte-de-la-conversacion-como-conectar-con-las-personas/) |
Hoy hablaba con un coachee acerca de su liderazgo. Me
planteaba que era un mal líder porque era malo para mandar, que él sólo era
bueno para conversar. Tal vez hace muchos años atrás, en otra época, podría
haber estado de acuerdo con él, pero hoy, precisamente lo que caracteriza al
liderazgo es la habilidad para conversar. A lo mejor precisamente lo que
necesita mi coachee es ver que eso que hace es liderar, sólo que no es ruidoso,
no es top – down, ni es muy formal, pero es el liderazgo que los tiempos
necesitan.
Por supuesto que esta mirada no es algo que yo haya
inventado, varios autores hace rato que lo vienen planteando, como Fernando
Flores, Cesar
Grinstein, Rafael Echeverría y muchos más. Por eso que me ha parecido
interesante el artículo publicado en HBR, en junio 2012 por Groysberg y Slind,
que precisamente llaman “El liderazgo es una conversación”.
¿Qué proponen? “Que el enfoque de mando y control en materia
de gestión se ha convertido en una estrategia cada vez menos viable. Globalización,
nuevas tecnologías y cambios en como las empresas crean valor e interactúan con
los clientes han reducido notablemente la eficacia de un modelo de liderazgo
puramente directivo y jerárquico”. “Los líderes inteligentes de hoy se
relacionan con los empleados de una manera que se asemeja más a una conversación
corriente de tú a tú que a una serie de órdenes de arriba”
Me parece tan obvio que cuando escucho sobre jefes abusadores
o maltratadores generalmente se trata de personas que precisamente lo que les
cuesta es conversar de tú a tú, que prefieren dar órdenes y esperar acatamiento
o que gestionan mal sus emociones y se enojan cuando alguien horizontalmente
debate o indica que está en desacuerdo. Generalmente interpreto que se trata
más de incompetencia que de mala intención, por lo que soy completamente
partidario de conversar para mirar el liderazgo de otra manera y cambiar de paradigmas.
En opinión de Groysberg y Slind existen cuatro elementos de la
conversación organizacional que reflejan atributos esenciales de la conversación
interpersonal: intimidad, interactividad, inclusión e intencionalidad.
1 Intimidad: Relacionada con la proximidad
mental o emocional. Los líderes abandonan su “pedestal” y aceptan comunicarse
con el equipo de manera personal y transparente. Esta intimidad se crea cuando
se reduce la distancia, cuando se cultiva el arte de escuchar a las personas en
todos los niveles de la organización y cuando se aprende a hablar con los
empleados de manera directa y autentica.
Qué difícil es crear esta intimidad en muchas organizaciones,
ya sea porque la alta dirección carece de tiempo o sensibilidad para darse el
espacio y la oportunidad de conversar o porque está lleno de “vacas sagradas”
que con una actitud de arrogancia no se encuentran disponibles para conversar
con el común de las personas. Creo que muchas veces los directivos se olvidan
que sus cargos solo son roles y no “títulos de nobleza” y que conversar de manera
directa, auténtica, respetuosa, abre grandes posibilidades.
2. Interactividad: Se trata de un intercambio de
comentarios y preguntas entre dos o más personas. No se trata de un mensaje
unidireccional ni de un monólogo. La interactividad hace que la conversación
sea abierta y fluida en lugar de cerrada e impositiva. La interactividad
refuerza y construye intimidad.
Creo que hoy existen muchas herramientas para la
interactividad y las organizaciones deben ocupar estas herramientas, asumiendo
que cuando se interactúa la opinión que llega de vuelta puede no ser la
esperada y por lo tanto, cómo escuchar esas opiniones, cómo validarlas y cómo a
partir de ellas construir nuevas posibilidades.
3. Inclusión: Se centra en el papel que
desempeñan los empleados en el proceso al permitir que expresen sus propias
ideas, en lugar de seguir simplemente las ideas que otros presentan. De este
modo pueden ser “proveedores de contenido” de cara al público. En el modelo estándar
de comunicación corporativa solo los altos ejecutivos o los comunicadores
profesionales crean contenido pero en un modelo más inclusivo los propios
empleados pueden actuar como embajadores de la marca, como líderes de opinión y
como narradores.
Me parece interesante aceptar que las personas en las
organizaciones tienen opinión, escriben en las redes sociales, publican blogs y
que una buena política como dicen los autores podría ser "podemos
discrepar pero no sean ingratos”.
4.- Intencionalidad: Una conversación personal, rica y
gratificante tendrá sentido, ya que los participantes tendrán alguna idea de lo
que esperan lograr. Si no existe esta intención será dispersa. La intención otorga
orden y significado por lo que es relevante que una conversación organizacional
tenga claro cuáles son sus objetivos. La intencionalidad aporta un indicador de
finalización de proceso, permitiéndoles a líderes y empleados conseguir una acción
estratégicamente relevante a partir del tira y afloja de la discusión y el
debate.
Creo que este último punto tiene que ver con la estrategia
organizacional, ¿para qué conversamos?, ¿qué propósito compartido queremos
construir?”. Por ello los líderes tienen que transmitir sus propósitos estratégicos,
explicarlos, conectarlos con lo que hace la organización y permitir que las
personas hagan sus aportes a esos propósitos.
Me parece que una de las maneras más habituales de conversar
en las organizaciones son las reuniones, donde precisamente lo que hace un
equipo, de un modo formal, con ciertas reglas y un formato específico es
conversar sobre sus propósitos, tareas, debatir sobre estrategias, dialogar
sobre avances, etc. Un directivo hoy tiene que ser muy hábil en moderar
reuniones efectivas, con buen uso del tiempo, con propósitos claros, con roles
bien distribuidos y con acuerdos operativos.
Si miramos la vida organizacional y el liderazgo como
conversación se nos abren nuevas posibilidades en cuanto a los roles de los
líderes: su reclutamiento y selección, su capacitación, su evaluación de
desempeño y su desarrollo hacia nuevos cargos futuros. Para ello el coaching,
que también es una práctica conversacional, ofrece grandes posibilidades de
cambiar la mirada y ajustarla mejor a los tiempos que vivimos.
Entiendo también que los directivos tienen que desarrollar la
capacidad de hacer preguntas, más que de tener siempre las respuestas y de
escuchar, más que ser siempre quienes hablan. ¡Que grandes espacios de
aprendizaje entonces!