Hace unos días realizamos el primer encuentro de la red de
RRHH de la región de Coquimbo, donde la Universidad de La Serena nos dio mucho
apoyo en cuanto a convocatoria y a la disposición de un salón donde reunir a
todas las personas que trabajamos en este tema.
La actividad fue todo un éxito, ya que, superando todas las
expectativas, llegaron cerca de 50 personas, quienes se desempeñan como
ejecutivos del área, profesionales, consultores, académicos en distintas
organizaciones de la región.
Para efectos de contar con un tema que nos uniera propusimos
conversar sobre “empleabilidad y gestión de personas” y las tres charlas
tuvieron este tema por foco. En mi caso preparé una presentación de 20 minutos,
proponiendo algunas ideas respecto del tema, las que desarrollo en este texto.
Una de las
áreas donde tradicionalmente la gestión de RRHH ha tenido una actividad
significativa es en lo que tradicionalmente se ha llamado “reclutamiento y
selección” y que hoy algunos llaman “atracción
del talento”, la que incluye actividades como especificar
definiciones de tareas, elaborar perfiles de cargo, buscar en el mercado
personas atractivas, evaluar a posibles candidatos y seleccionar a quienes
mejor pronóstico de desempeño y adaptación tienen para la organización.
Desde esta
perspectiva la empleabilidad tiene mucho que ver con identificar qué
características hacen atractiva a una persona para las organizaciones para
efectos de encontrar trabajo, mantenerlo y re emplearse si es que por alguna
razón pierden su empleo. (por supuesto que esto puede también tener una mirada
complementaria y podríamos discutir que características organizacionales hacen
atractiva a una organización para que una persona decida emplearse en ella).
Por otro
lado, el concepto de empleabilidad también es relevante para quienes trabajan
en gestión de RRHH, ya que quienes nos desenvolvemos en este campo también
estamos en el mercado de trabajo, como empleados, consultores, académicos,
emprendedores y otras maneras, hoy llamadas atípicas, de trabajo. Desde esta
perspectiva a mí me parece interesante conversar respecto de que competencias,
cualidades, comportamientos y actitudes debe tener un profesional del área para
emplearse.
Si partimos
de la base que lo que genera riqueza es el capital, podemos hacer una
distinción entre capital tangible y capital intangible.
El capital
tangible se encuentra representado por activos como terrenos, edificios,
maquinaria y dinero en distintas formas. Claramente este no es el capital más
significativo para un profesional, aunque no se podría descartar que en el caso
de algunas actividades profesionales tiene relevancia como el sillón de un
dentista, el instrumental de un músico, el computador para un diseñador, etc.
En cambio, en otros muchos casos es poco relevante y lo que más tiene un
experto es su propio cuerpo, en especial su mente.
El segundo,
el capital intangible o capital
intelectual está relacionado con activos de naturaleza
inmaterial, activos que, en mi opinión, son los activos más significativos que
tiene un profesional para crear riqueza y volverse empleable.
Siguiendo la
distinción que proponen Stewart,
Edvinson y Sveiby, el capital intelectual puede ser de tres clases: capital
estructural, capital humano y capital relacional. En mi opinión, un o una
profesional se destaca por los dos últimos: humano y relacional.
Respecto del capital
humano, se trata fundamentalmente de las competencias que
tiene una persona para crear riqueza. Por supuesto que el término competencias
tiene diversas acepciones, pero hoy se acepta que fundamentalmente se trata de
conocimientos (saber hacer) y actitudes (saber ser). Una persona competente
resuelve problemas, toma decisiones, cumple con las expectativas de clientes y
usuarios, inventa artefactos y tecnologías, cultiva relaciones con otras
personas, elabora una estrategia organizacional, etc. Hoy en día, las personas
con conocimientos poderosos y actitudes positivas son fundamentales para el
éxito de una organización y lo que busca cualquier de estas es contratar y
fidelizar personas competentes.
(No se trata
sólo de conocimiento también podría considerarse parte fundamental del capital
humano la creatividad, donde sugiero revisar las ideas de Richard Florida y su
libro la clase creativa).
(también
considero relevante reflexionar respecto de que capital humano tiene un
deportista, un artista o una modelo, en cuyo caso no se trata solo de conocimientos,
sino que aparece nuevamente la creatividad, la belleza, la fuerza, la rapidez u
otras características humanas intangibles).
Las competencias
se adquieren de diversas maneras, en la acepción de conocimiento
ya sea de manera formal o informal, en un programa universitario de formación,
en un programa de perfeccionamiento, en un curso on line, en una pasantía junto
a alguien competente, por ensayo y error reflexionando respecto de lo que se
hace, etc.
Por supuesto
que los certificados debieran reflejar las competencias que una persona ha adquirido
y ese es el ánimo de muchas certificaciones, pero sabemos que está lleno de
personas con diplomas que son muy incompetentes, ya que a veces los diplomas o
certificados no reflejan necesariamente que alguien sea competente en aquello
que dice el certificado. Por eso que las competencias se demuestran en la
práctica.
Las
competencias se vuelven obsoletas cada vez más rápido, ya que el mundo y sus
problemas van cambiando, así como las tecnologías o maneras de hacer las cosas
también van mutando. Incluso puede ocurrir que alguien haya desarrollado una
competencia que sigue siendo válida como manera técnica de realizar una tarea
pero que al tenor de los tiempos ya es inútil, como escribir en una maquina de
escribir, hacer cirugía a corazón abierto y muchas otras más.
Por eso que,
en relación a la empleabilidad, hay dos preguntas que uno se podría hacer: ¿qué
oferta de valor soy para el mundo con las competencias que he cultivado? y, por
otro lado, ¿cómo hago para ser cada vez más valioso y no volverme obsoleto en
mis competencias?
En relación a
este tema me parece muy interesante un libro llamado Expertología,
escrito por Andrés Pérez, quien destaca la importancia de buscar un nicho, un
espacio en los conocimientos y ser reconocido como “quien más sabe de aquello”,
de modo de crear una reputación asociada a esa especialidad.
También
recomiendo el libro de Cal Newport “hazlo
tan bien que no puedan ignorarte”, donde propone la idea
que más que gastar mucho tiempo en
descubrir aquello que nos apasiona, partamos al revés y adoptemos la
perspectiva del artesano, hagamos algo tan bien que seamos reconocidos como
expertos en aquello y desde ahí lo ofrezcamos al mundo.
A mi me pasa
con esto que le pregunto a la gente si últimamente ha hecho algún curso, ha
conversado con alguien con maestría, ha visto algún video educativo, ha leído
un libro y otras tantas maneras de aprender y mantenerse vigente. Lo triste es
que muchas veces la respuesta es que no, incluso de personas que llevan ya
muchos años titulados en alguna especialidad.
Respecto del
capital relacional. Este es el segundo capital intangible según las
distinciones de Stewart, Sveiby y Edvinson. Tiene una dimensión de cantidad, de
a cuantas personas conocemos o cuantas personas nos conocen a nosotros. Esto
incluye para una organización clientes, proveedores, empleados, autoridades y muchas
otras relaciones posibles. Para un o una profesional podríamos preguntar por
amigos, conocidos, colegas, clientes, etc.
El capital
relacional también tiene una dimensión de calidad, cuál es el valor de las
personas a quienes conocemos y que nos conocen, en cuanto a la posición que
tienen en el sistema político, social, organizacional.
El capital
relacional también se cultiva y para ello es fundamental que un profesional
incremente su red de contactos, el networking como le llaman hoy día. Yo digo
coloquialmente a veces que hay que ir al supermercado, a la feria, a misa y
saludar a todo el mundo.
Pero, no
basta con conocer y ser conocido, también es necesario ser creíble y contar con
buena reputación, nadie recomienda a personas que no cumplen sus compromisos o
que no honran las profesiones que cultivan. Al respecto tenemos muchas
historias de haber recomendado a alguien y luego recibir un llamado con el
comentario ¡la persona que me recomendaste!, hizo mal el trabajo, no cumplió a
tiempo o cualquier otro comentario similar.
También en relación
a este capital hay un fenómeno relativo a la reciprocidad, como dice el dicho
popular, “hoy por ti y mañana por mí”, lo que implica ser agradecido y ayudar a
quienes lo han ayudado a uno, de manera correcta y leal.
Hay un
trabajo muy lindo de Judy Robinett, llamado “networking
estratégico”, donde habla precisamente de este tema y distingue amigos,
aliados y conectores y, por otro lado, a sanguijuelas, psicópatas y malos
actores, estos tres últimos relativos a personas que usan la red y la ayuda de otros,
pero se aprovechan de ella.
Entonces, en relación
a la empleabilidad, cuántas personas nuevas has conocido, con cuanta gente te
has conectado, en linkedin cuantos amigos nuevos has hecho y cómo has cultivado
una reputación positiva, honesta, seria, profesional. Aquí recomiendo otro
libro, precisamente del fundador de linkedin, Reid Hofman “tú
eres tu mejor negocio”, donde habla de estos temas con mucha mayor
profundidad.
El otro día
una persona publicaba un libro algo así como “buscar trabajo es como buscar
marido”. Por supuesto que el título me pareció simpático, pero lo relaciono con
algo que le escuché una vez a Julio Olalla, hay que avisar que uno “está en el
mercado” para que los demás se acuerden de uno. En este sentido no hay que
tener miedo de avisar, “estoy buscando trabajo”, “me quiero cambiar de donde
estoy “, “si sabes de algo avísame”, sino como van a saber los demás que
necesitas ayuda y acordarse de ti cuando sepan de alguna oportunidad.
La
empleabilidad no está entonces solo en ser más estudioso y tener más grados y
certificados, también pasar por tener más amigos y conocer más gente. Creo que
idealmente ambas, ser más competentes y ser más conocido. Ambas dimensiones
pueden ser cultivadas de manera activa, realizando una inversión de tiempo,
recursos y motivación, teniendo claro que nada asegura encontrar un trabajo si
uno no lo tiene, pero que cultivar competencias y relaciones aumenta las
probabilidades de emplearse en las distintas maneras en que trabajamos hoy en
día.