Hace varios años atrás Charles Duhigg publicó un artículo en
The New York Times que llamó “La búsqueda de Google del equipo
perfecto” donde
expone el trabajo de Google sobre lo que hace que los equipos de trabajos sean
exitosos, lo que la empresa llamó el proyecto Aristóteles. Luego Duhigg
profundizó este trabajo en el libro “Más agudo, más rápido y mejor”.
Me pareció interesante en este artículo exponer las conclusiones
sobre los equipos de trabajo eficaces ya que si se trata de logros
organizacionales, no se puede separar el liderazgo del desarrollo del equipo, ya
que no hay líderes sin equipos y no hay buenos líderes sin equipos efectivos.
Además en los tiempos que corren, muchas tareas se desarrollan en equipos, por
lo que es crucial saber que determina
sus logros, para así intencionar estas prácticas.
Según el autor, Google desarrolló primero el proyecto
Oxígeno, donde analizó porque algunos gerentes eran más eficaces que otros,
descubriendo ocho aptitudes claves de dirección. Este proyecto concluyó que un
buen gerente (1) es un buen coach, (2) potencia a los demás y no pretende
controlarlo todo al detalle, (3) expresa interés y preocupación por el éxito y
bienestar de sus subordinados, (4) da prioridad a los resultados, (5) escucha y
comparte la información, (6) ayuda al desarrollo profesional, (7) tiene una
visión y una estrategia claras y (8) posee aptitudes técnicas clave.
La gracia del trabajo de Google es que no se trata meramente
de un estudio conceptual o teórico sino que aplica “people analytics” donde se analizan datos buscando
patrones o pautas, algo para que lo que sin duda Google es muy exitoso.
Luego del proyecto oxígeno Google puso en marcha otra
iniciativa que llamó Proyecto Aristóteles, donde según relata Duhigg se
analizaron 180 equipos de toda la empresa. Se identificaron criterios para
medir la eficacia de un equipo con criterios externos como cumplimiento de
objetivos de ventas y criterios internos como lo productivo que se considera a sí
mismo el equipo. Luego se midió todo lo que se pudo: frecuencia de relaciones
de los integrantes fuera del trabajo, cómo repartían sus tareas, paridad de
género, tiempos unidos, etc.
Para Google un equipo es “un grupo de personas que colaboran
estrechamente en proyectos y trabajan en pro de un objetivo común”. Me parece
valiosa la definición, ya que no se trata de trabajo individual sino que se
trata de colaboración y objetivos en común. Muchas veces se piensa que lo
central es la inteligencia individual y la naturaleza misma del equipo es la
inteligencia colectiva. Como decía Senge en algún lado, muchos integrantes de
equipos tienen un CI de superdotados, pero como equipo tienen un CI de retardo
mental.
Lo interesante del trabajo es que, independientemente de cómo
se ordenaran los datos, no encontraron ningún patrón o evidencia de que la
composición del equipo se correlacionara con su éxito. Por ello adoptaron un
enfoque distinto al análisis de cómo se componían los grupos, comenzaron a
buscar “normas de grupo” y aquí vinieron los descubrimientos.
El concepto de normas de grupo se refiere a que “cualquier
grupo, a lo largo del tiempo, desarrolla unas normas colectivas sobre el
comportamiento apropiado”, estas normas son “tradiciones, pautas conductuales y
reglas no escritas que gobiernan el modo como funciona el grupo”.
Las normas de grupo desempeñan un papel crucial a la hora de
conformar la experiencia emocional de participar de dicho grupo. Estas normas
determinan si nos sentimos seguros, amenazados, nerviosos, entusiasmados,
motivados o desalentados por nuestros compañeros de equipo.
Los investigadores del proyecto Aristóteles revisaron los
datos nuevamente buscando normas de grupo y encontraron que algunas normas se
correlacionaban de manera coherente con una elevada eficacia.
¿Cuáles son estas normas de grupo?
1 Los equipos tienen que creer
que su trabajo es importante.
2 Los equipos tienen que sentir
que su trabajo resulta personalmente significativo.
3 Los equipos necesitan
objetivos claros y roles definidos.
4 Los miembros del equipo tienen que saber que pueden depender unos de otros.
5 Los equipos necesitan
seguridad psicológica. Esta es la dimensión más importante.
La más importante es la “seguridad psicológica”. ¿En qué
consiste? Para responder esta pregunta es necesario citar el trabajo de Amy Edmondson, quien investigó precisamente sobre
normas de grupo encontrando “un montón de buenas normas que parecían estar
constantemente asociadas a una mayor productividad”, entre ellas: que los jefes
alentaran a la gente a expresarse, que los compañeros de equipo sentían que
podrían exponer sus vulnerabilidades ante los demás, que la gente dijera que
podía sugerir ideas sin temor a represalias y una cultura de equipo que
desincentivara la formulación de juicios severos.
Para Edmondson todas las normas anteriores compartían un
rasgo común, se trataba de comportamientos que creaban un sentido de unión, a
la vez que alentaban a la gente a asumir riesgos. Por ello, describió la
seguridad psicológica como “la creencia, compartida por los miembros de un
equipo de que el grupo es un lugar seguro para asumir riesgos” o “un sentimiento
de confianza en que el equipo no avergonzará, rechazará o castigará a nadie por
expresarse” o “un clima de equipo caracterizado por la confianza interpersonal
y el respeto mutuo en el que las personas se sienten cómodas siendo ellas
mismas”.
Para que exista seguridad psicológica en un grupo los
integrantes no tienen que ser amigos, pero si han de ser socialmente sensibles
y garantizar que todo el mundo se sienta escuchado. En resumen: capacidad de
escucha y sensibilidad social.
¿Cómo se crea seguridad psicológica? Un rol importante en
esto es de los jefes del equipo. Un jefe tiene que mostrar capacidad de escucha
y sensibilidad social. Es cierto que muchas veces, apremiado por distintas
circunstancias un jefe puede interrumpir el debate o tomar una decisión rápida
o escuchar a quien sabe más o pedir que se callen. Logrará resultados rápidos,
pero instalará normas de grupo incoherentes con escucha y sensibilidad. Tiene que ser creíble y tener un discurso
consistente, decir que la escucha es importante o que la sensibilidad es
importante y hacer otra cosa debilita las normas de grupo que quisiera
instalar.
El tema de la escucha es esencial. Generalmente los
directivos de cualquier organización son “buenos para hablar”, expresar sus
ideas, dar instrucciones, comunicar su visión, hacer discursos. Y, precisamente
lo que dice el trabajo de Google es algo así como “hablar menos y escuchar más”,
lo que implicará hablar al final, hacer muchas preguntas, dar la palabra a
quienes hablan poco. Este es un aprendizaje fundamental.
También el tema de la sensiblidad social, que traduzco como “cuidado
de las relaciones”. Los directivos son “buenos para cumplir metas”, lo que
puede llevar muchas veces a olvidar o postergar el ámbito de las relaciones.
Conversar, conocer a las personas, dialogar, cuidar el trato, mostrar respeto,
cultivar la empatía. Este es otro aprendizaje fundamental.
Me parece muy bonito el trabajo relatado. Hace varios años ya
tuve una de las peores experiencias laborales en una organización para la que
trabajé, donde la seguridad psicológica era cercana a 0, con un jefe
amenazante, abusador, inseguro y maltratador, que además generaba un equipo
temeroso, poco comprometido. Por supuesto que su argumento era que ello
generaba resultados y eso era lo importante. Y, si conseguía resultados por un
rato, pero no eran sostenibles y eso fue lo que ocurrió.
Creo que hay preguntas que seguir contestando, como por
ejemplo cómo manejan los conflictos estos equipos, cómo integran nuevos
miembros, cómo retroalimentan a sus integrantes cuando hay situaciones de
incumplimiento de metas o de resultados, si es lo mismo en organizaciones
comerciales, educativas, etc.
Por ahora, un buen trabajo que nos invita a la reflexión y a
nuevas prácticas.