Hace
aproximadamente un año volví a trabajar como consultor independiente luego de
haberme desempeñado varios años como consultor interno en una importante
institución pública.
Muchas
veces los consultores externos, que no han trabajado como empleados de una
organización, carecen de contexto para hacer recomendaciones o intervenciones,
ya que no han pasado por la experiencia de cumplir horario, de reportarle a un
jefe, de vivir las rutinas formales de una organización. Además de eso, tampoco
conocen las particularidades culturales que se dan en la vida organizacional,
como decía Schein: supuestos, creencias, valores, símbolos, prácticas, no como
teoría sino que con la vivencia encarnada de ser miembro de una organización.
Creo que esto vale tanto para organizaciones del sector privado como público,
con sus respectivas especificidades.
Para
mí fue una gran experiencia trabajar como consultor interno por cinco años,
pues siento que ahora puedo decir muchas cosas con mayor propiedad y empatizar
con mis clientes en sus aspiraciones y en sus sufrimientos organizacionales.
Y, bueno como decía al principio aqui - ahora estoy dedicado nuevamente al coaching, la consultoría y la
capacitación, ahora como consultor externo.
Y en
mi rol como experto en capacitación estoy teniendo mucha demanda en los temas
que trabajo: habilidades directivas, coaching, liderazgo. Muchas organizaciones
me piden que capacite a sus funcionarios en estos ámbitos y señalan la
necesidad de mayores “habilidades blandas”, pues los temas no son puramente
técnicos. Esto se aplica particularmente a los jefes y directivos, quienes
muchas veces asumen estos cargos sin mayores competencias y tienen que aprender
a medida que realizan este nuevo trabajo.
Ayer
mismo comencé a realizar un curso de habilidades directivas con un importante hospital
de la región. Los participantes han realizado cursos de estos temas con
anterioridad y me reportaban algo así como que sabían la “filosofía del
liderazgo” pero que requerían algo más práctico, algo que me han dicho en
muchos cursos realizados.
Yo siempre
me pregunto qué significa más práctico y he ido descubriendo que esto tiene por
lo menos dos acepciones. Una de ellas tiene que ver con la metodología de
aprendizaje y la otra tiene que ver con la transferencia.
En
relación a la primera, las metodologías de aprendizaje formal, frontal, de las
que se usaban en el colegio o la Universidad generan un contexto emocional de
poco entusiasmo, de “aprender materia” y a menos que sea un diplomado o
magister, la gente las rehuye. Por eso la necesidad de incorporar “actividades
prácticas” que den pie al aprendizaje de distinciones o competencias. A veces
los participantes sólo se acuerdan de las actividades prácticas lo que a mí me
parece una mala señal, pues creo que estas actividades deben dar pie a
conversaciones posteriores donde se destaque un concepto, una distinción, una
técnica o lo que sea.
Soy
poco amigo de las actividades prácticas porque si, ya que aun cuando puedan ser
entretenidas su función en la capacitación es servir de excusa para el
desarrollo de una habilidad, conocimiento, actitud o competencia. Igual hago
muchas actividades de este tipo y siempre busco su conexión con aprendizaje.
Y, en
relación a la segunda acepción. Claramente las actividades de capacitación son
valiosas en la medida que generan transferencia. Ya lo decía Kirkpatrick cuando
hablaba de los cuatro niveles de evaluación de la capacitación. Una actividad
puede ser bien evaluada en cuanto a opinión o aprendizaje, pero si no se
transfiere al puesto de trabajo ha sido dinero mal invertido que podría haberse
ocupado en otra cosa.
Veo que hay muchos cursos de capacitación que son pocos transferibles, algunas veces
por razones institucionales y otras veces en el mismo diseño, pues no se piensa
que lo importante es ocupar esas distinciones o habilidades en el puesto
concreto de trabajo del participante.
Creo
que esto pasa mucho en los temas que trabajo, pues los consultores sólo van a
hacer su curso sin preocuparse de sus clientes y apoyarlos respondiendo correos,
viendo las implicancias prácticas, teniendo conversaciones de aplicabilidad y,
en definitiva, haciendo algo más profundo que sólo relatar un curso.
Me
gusta este trabajo, enfrento como un desafío el aprendizaje de mis alumnos y
espero siempre ser una oportunidad en sus vidas laborales al ponerme a su
servicio.
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