martes, 4 de noviembre de 2014

Capacitación práctica

Hace aproximadamente un año volví a trabajar como consultor independiente luego de haberme desempeñado varios años como consultor interno en una importante institución pública.

Muchas veces los consultores externos, que no han trabajado como empleados de una organización, carecen de contexto para hacer recomendaciones o intervenciones, ya que no han pasado por la experiencia de cumplir horario, de reportarle a un jefe, de vivir las rutinas formales de una organización. Además de eso, tampoco conocen las particularidades culturales que se dan en la vida organizacional, como decía Schein: supuestos, creencias, valores, símbolos, prácticas, no como teoría sino que con la vivencia encarnada de ser miembro de una organización. Creo que esto vale tanto para organizaciones del sector privado como público, con sus respectivas especificidades.

Para mí fue una gran experiencia trabajar como consultor interno por cinco años, pues siento que ahora puedo decir muchas cosas con mayor propiedad y empatizar con mis clientes en sus aspiraciones y en sus sufrimientos organizacionales.

Y, bueno como decía al principio aqui - ahora estoy dedicado nuevamente al coaching, la consultoría y la capacitación, ahora como consultor externo.

Y en mi rol como experto en capacitación estoy teniendo mucha demanda en los temas que trabajo: habilidades directivas, coaching, liderazgo. Muchas organizaciones me piden que capacite a sus funcionarios en estos ámbitos y señalan la necesidad de mayores “habilidades blandas”, pues los temas no son puramente técnicos. Esto se aplica particularmente a los jefes y directivos, quienes muchas veces asumen estos cargos sin mayores competencias y tienen que aprender a medida que realizan este nuevo trabajo.

Ayer mismo comencé a realizar un curso de habilidades directivas con un importante hospital de la región. Los participantes han realizado cursos de estos temas con anterioridad y me reportaban algo así como que sabían la “filosofía del liderazgo” pero que requerían algo más práctico, algo que me han dicho en muchos cursos realizados.

Yo siempre me pregunto qué significa más práctico y he ido descubriendo que esto tiene por lo menos dos acepciones. Una de ellas tiene que ver con la metodología de aprendizaje y la otra tiene que ver con la transferencia.

En relación a la primera, las metodologías de aprendizaje formal, frontal, de las que se usaban en el colegio o la Universidad generan un contexto emocional de poco entusiasmo, de “aprender materia” y a menos que sea un diplomado o magister, la gente las rehuye. Por eso la necesidad de incorporar “actividades prácticas” que den pie al aprendizaje de distinciones o competencias. A veces los participantes sólo se acuerdan de las actividades prácticas lo que a mí me parece una mala señal, pues creo que estas actividades deben dar pie a conversaciones posteriores donde se destaque un concepto, una distinción, una técnica o lo que sea.

Soy poco amigo de las actividades prácticas porque si, ya que aun cuando puedan ser entretenidas su función en la capacitación es servir de excusa para el desarrollo de una habilidad, conocimiento, actitud o competencia. Igual hago muchas actividades de este tipo y siempre busco su conexión con aprendizaje.

Y, en relación a la segunda acepción. Claramente las actividades de capacitación son valiosas en la medida que generan transferencia. Ya lo decía Kirkpatrick cuando hablaba de los cuatro niveles de evaluación de la capacitación. Una actividad puede ser bien evaluada en cuanto a opinión o aprendizaje, pero si no se transfiere al puesto de trabajo ha sido dinero mal invertido que podría haberse ocupado en otra cosa.

Veo que hay muchos cursos de capacitación que son pocos transferibles, algunas veces por razones institucionales y otras veces en el mismo diseño, pues no se piensa que lo importante es ocupar esas distinciones o habilidades en el puesto concreto de trabajo del participante.

Creo que esto pasa mucho en los temas que trabajo, pues los consultores sólo van a hacer su curso sin preocuparse de sus clientes y apoyarlos respondiendo correos, viendo las implicancias prácticas, teniendo conversaciones de aplicabilidad y, en definitiva, haciendo algo más profundo que sólo relatar un curso.


Me gusta este trabajo, enfrento como un desafío el aprendizaje de mis alumnos y espero siempre ser una oportunidad en sus vidas laborales al ponerme a su servicio.

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