Tradicionalmente se asumía que para nombrar
a un Director de Hospital había que buscar a un “buen médico” o para escoger a
un Supervisor de ventas había que designar a un “buen vendedor”. En educación
ha pasado lo mismo y muchas veces para escoger a un Director se ha buscado a un
“buen profesor”. Si bien es cierto que buenos médicos, buenos vendedores o
buenos profesores pueden ser excelente directivos, nada asegura que el ser
competentes en su dominio técnico los haga competentes en la dirección de organizaciones
ya que los conocimientos, habilidades o destrezas requeridas en un cargo directivo
son muy diferentes.
En el ámbito educacional esto ha ido
quedando cada vez más claro, pues liderar un colegio es una tarea compleja que
si bien tiene que tener foco en los aprendizajes de los estudiantes involucra
mucho más allá de eso al ser necesario, según los mismos autores, intervenir en
la coordinación de acción, los estados de ánimo de las personas (personal del
centro, alumnos, comunidad de padres y madres y adultos responsables), así como
el diseño, organización y gestión de planes de diversa índole. Esto que
tradicionalmente se ha llamado gestión o liderazgo, requiere otras competencias
de parte de los directivos.
He estado investigando sobre este tema y he
leído el libro de Alfredo Rojas y Fernando Gaspar, “Bases del liderazgo en
educación”, donde los autores destacan que directores y directoras son actores
protagónicos de la transformación en educación, ya que sus acciones son
fundamentales para el mejoramiento de los aprendizajes. Basan estas
afirmaciones en numerosas investigaciones, las que recalcan lo crucial que es
el liderazgo para la gestión y calidad en las escuelas.
Estoy completamente de acuerdo en lo
importante que es en las organizaciones educacionales y en cualquier organización
que los directivos tengan mayores competencias y sean hábiles en su rol. Esto
no implica que el resto del personal no sea importante, pero, en muchas
organizaciones es tal el impacto de sus directivos que se nota mucho cuando son
incompetentes, llevando a que la misma organización no alcance sus resultados y
a incrementar la infelicidad de quienes trabajan allí.
En el ámbito educativo (jardines
infantiles, colegios, instituciones de educación superior) es más relevante
aún, pues no estamos hablando de elaborar un producto o servicio cualquiera
sino que estamos hablando del futuro de niños y jóvenes. Al respecto, recuerdo que en alguno de sus libros Ernesto Gore
señalaba que muchos de los problemas de las instituciones educativas no son
educativos sino que son organizacionales. Si ello es así, además de desarrollar
mayor competencia educativa, invertir en buenos directivos es central en
cualquier colegio.
La palabra liderazgo proviene del verbo to
lead, el que hace referencia a “conducir”, en su origen conducir hombres a la
batalla o conducirlos a la conquista de un territorio. Por eso que el liderazgo
es el arte de conducir a otros seres humanos, llevarlos a algún lado. Para los
autores ese lado, más que un lugar es un tiempo, el futuro, por lo que el
liderazgo debe entenderse como el “arte de conducir al futuro” y los líderes
son personas competentes en dicho arte.
Es interesante este tema del futuro. Hace
tiempo atrás participé de un curso con la coach Elena Espinal de diseño de
futuro. Publique un post
sobre esto. El futuro por definición es algo que no existe, es algo que
diseñamos en el presente a partir de las acciones que realizamos, por eso el
futuro también es un lugar al que queremos llegar en algún momento a partir de
las acciones que realizamos.
El futuro surge de las conversaciones que
llevamos a cabo los seres humanos, ya sean las conversaciones privadas que
tenemos con nosotros mismos o las conversaciones públicas que desarrollamos con
otros. Un buen ejemplo es cuando nos sentamos en familia y hablamos de las
vacaciones. Alguien dice “vayamos a tal o cual parte” y otro dice “si es una
buena idea” y la mamá señala que está de acuerdo pero tiene que evaluar cuánto
cuesta y entonces el papá se acuerda de unos ahorros que tiene para dicha
actividad. Se puede decir que el viaje o las vacaciones ya han comenzado, sólo
al conversar de ellas. Luego se compraran pasajes, se reservará un lugar donde
alojar, se conversará con conocidos si han estado en el lugar elegido, etc. Puras
conversaciones.
Por eso que futuro y conversaciones se
conectan de manera importante y llevan a mirar el liderazgo de otra manera, ya
que el liderazgo no tiene que ver con el poder, sino que tiene que ver con el
diseño y gestión de conversaciones, las que, según los autores, siguiendo a
Humberto Maturana son una trenza entre lenguaje y emociones. Yo le llamo a este
enfoque, modelo
conversacional del liderazgo, idea que en ningún caso es mía, sino que
surge de autores como el señalado Maturana, Flores, Echeverría, Olalla y muchos
más.
A partir de estas ideas básicas, Rojas y
Gaspar proponen una distinción entre liderazgo histórico e institucional,
buscando los elementos que caracterizan a cualquier líder, para proponer un
modelo de liderazgo. Cuando se habla de liderazgo histórico se habla de “hombres
o mujeres que cambiaron el curso de sus sociedades conduciéndolas a un futuro
diferente del que habrían tenido de no mediar su existencia”. En cambio,
liderazgo organizacional o institucional, se trata de “personas que conducen
organizaciones hacia el futuro, aunque sin pretender cambiar la historia de las
sociedades, más bien un liderazgo específico a dichas organizaciones”
Que tienen estos liderazgos históricos,
aplicados también al liderazgo institucional. A juicio de los autores, cuatro rasgos:
(1)
Conexión
genuina con el dolor o frustración de una comunidad.
(2)
La
elaboración de una interpretación que explica y da sentido a esos sentimientos
negativos, que le hace sentido a esa comunidad.
(3)
Ofrecen,
abren o traen ante los ojos de la comunidad un mundo futuro en el que el dolor
y la frustración serán superados. Esta oferta de “mundo” trae aquí y ahora un estado emocional que mueve, que impulsa a
la acción.
(4)
Ofrecen
para el presente, no el mundo al que llegarán, son que algo diferente
(sacrificio, esfuerzo, entrega) pero que vale la pena (ya que le da sentido a
la vida).
Ofrecen muchos ejemplos de liderazgo según
estas premisas, considerando a Gandhi o al mismo Hitler, ya que construir una interpretación
poderosa que de cuenta del dolor o sufrimiento de una comunidad y que la
movilice emocionalmente para avanzar hacia un futuro distinto es lo
característico del liderazgo.
A partir de estas ideas reflexionan
respecto del lenguaje y las emociones. Llevado al ámbito de la educación, como
directivos escolares, preocupados del aprendizaje de los niños, declaran que
esto es central, que es crítico trabajar para que ello ocurra y como coordinan
la acción para que ello suceda. Como de algún modo replican lo dicho en los
párrafos anteriores: conexión con el dolor o frustración, elaboración de una interpretación,
oferta de un mundo posible, oferta de trabajo.
Basado en las distinciones de la ontología
del lenguaje, describen de manera detallada el modelo aplicado al liderazgo,
explicando las distinciones lingüísticas (declaraciones, juicios, afirmaciones,
peticiones, ofertas y promesas), así como la distinción entre emociones y estados
de ánimo, señalando que los líderes son diestros en observar conversaciones y a
partir de ello trabajar para que la escuela produzca cambios.
La principal observación que tengo respecto
de trabajos como este es que no diferencia dirección de liderazgo, asumiendo
que o son lo mismo líderes que directivos o asumiendo que por el sólo hecho de
ser directivo se tiene liderazgo. Estoy más de acuerdo con Peter Senge, cuando habla
de liderazgo
en su libro La Danza del cambio diciendo
que “en el mundo de las organizaciones se suele entender que líder es sinónimo
de altos directivos, lo que implica dos problemas: (1) los que no están en una
posición de alta dirección no son líderes y (2) nos deja sin una definición de
liderazgo, pues si es una posición en la jerarquía, no hay una definición
independiente de liderazgo”.
De más está decir que directivo no es igual
a líder. Pues hay directivos que no son líderes y líderes que no son
directivos. El liderazgo no tiene que ver con un nombramiento o una posición en
la estructura sino que con la autoridad que otros nos dan otros para
conducirlos. Creo que esta distinción no es trivial pues cuando se busca educar
o entrenar a directivos debiéramos hablar más de habilidades directivas más que
de liderazgo.
No obstante esta observación, en la que soy
muy repetitivo
de los distintos modelos de liderazgo, me gusta mucho mirar el liderazgo como
un fenómeno conversacional y utilizar la ontología del lenguaje para mirar los fenómenos
organizacionales.