Jim Selman propone una
perspectiva ontológica del liderazgo y el cambio en organizaciones, basada en
los trabajos de Fernando Flores, perspectiva que siempre he
echado de menos en otros autores del modelo como el mismo Echeverría, al que reconozco un enorme
valor al sistematizar dichos trabajos pero critico su falta de mirada
organizacional que es la que dio origen al enfoque ontológico de la mano de Flores. Por esto mismo encuentro
valioso el trabajo de Jim Selman que rescata, sistematiza y aplica los
conceptos ontológicos al mundo organizacional.
En su libro Liderazgo presenta un compendio de los
fundamentos teóricos del modelo ontológico, señalando la mirada de Heidegger al
respecto. Destaca que los seres humanos nunca funcionamos con una realidad fija
sino que lo hacemos dentro de un mundo que es función de nuestras experiencias
pasadas, lo que nos lleva a ver el mundo en términos de interpretaciones.
Destaca las tres propuestas
ontológicas, que conecta luego al fenómeno del liderazgo y al del cambio
organizacional. Estas propuestas son:
1.- La conducta humana es una función de cómo vemos el mundo. Los seres
humanos desarrollamos una interpretación del mundo a partir de nuestra historia
personal y nuestras distinciones. Este modo de ver el mundo nos lleva a creer
que ciertas cosas son posibles y otras no.
2.- Nuestra visión del mundo es una función de nuestros compromisos. Siempre
tenemos algunas elecciones acerca de lo que sucede en el mundo a partir de
nuestras interpretaciones y esas elecciones cuando se vuelven conscientes y
articuladas se transforman en compromisos, no así cuando no nos detenemos a evaluarlas
en cuyo caso, devienen en obligaciones (compromisos de los que no somos
conscientes). De manera permanente estamos generando compromisos y una
interpretación se distingue de otra por el compromiso que genera. El principal
quehacer de un gerente es hacer, mantener, compartir, evocar y coordinar
compromisos.
3.- Las organizaciones son redes de relaciones y compromisos. Las
organizaciones se componen de relaciones (las relaciones son redes de
conversaciones y acciones entre seres humanos), que intentan hacerse cargo de
las necesidades de cada uno. Lo anterior se hace por medio de la coordinación
de acciones para lograr algo que no se puede lograr individualmente. Cuando se
mira el trabajo de esta manera, se abre la posibilidad de cambiar nuestra situación
cambiando nuestras conversaciones.
Creo que el poder de estos tres
principios ontológicos radica en cuestionar la idea que vivimos en un mundo
fijo, establecido, inmodificable y que siempre cabe la posibilidad de mirar de
otra manera con más o nuevas posibilidades en la vida a partir de abrir
conversaciones con una disposición a escuchar y dejarse impactar por otras
perspectivas.
Para Selman, desde el enfoque ontológico,
mirar el liderazgo es mirar: futuro, responsabilidad, compromisos, observador –
acción – resultados, lenguaje.
El futuro.
El futuro no es algo que ocurra allá afuera, un problema por resolver o una
realidad fija o establecida. El futuro es siempre una posibilidad que se
materializa a partir de las acciones colectivas o individuales que llevamos (o
dejamos de llevar) a cabo. Si no hacemos nada el futuro no es más que una
prolongación del presente o el resultado de lo que otros hagan. En cambio, si
hacemos algo, puede haber muchos futuros posibles. La acción del liderazgo es declarar un futuro posible, declararse
responsable y comprometerse con las acciones para que dicho futuro suceda
responsablemente.
El concepto ontológico de actos
de habla, señalado originalmente por Flores, a partir de los trabajos de Austin y Searle propone que el lenguaje
no sólo describe el mundo sino que lo genera. Este concepto generativo es el
que se encuentra detrás de la mirada del liderazgo como acto declarativo ya que
cuando alguien, el líder, propone un futuro y es escuchado como posibilidad por
otros hace que ocurran cosas que de otro modo no ocurrirían.
Responsabilidad: Lo anterior sólo sucede cuando alguien se responsabiliza.
Responsabilizarse tiene que ver con una “manera de pararse en el mundo”.
Respons – habilidad dice Selman, es la habilidad para responder, de manera tal
que hacemos un compromiso “que no se subordina a las circunstancias o al deseo
convencional de lo que es o no posible”.
Esta responsabilidad, este “hacerse
cargo”, es lo que distingue a los líderes, ya que puede ocurrir que aquello de
lo que se hacen cargo no lo hayan provocado ellos o no hayan tenido ninguna
relación con aquello, sin embargo al hacerse responsables asumen que
modificarlo es valioso para la comunidad o para el mundo y están dispuestos a
trabajar en ello.
A mí me sorprende mucha gente
que, desde el locus externo, no se hace responsable ni siquiera de los
compromisos adquiridos. Personas que agendan reuniones y no llegan y ni
siquiera avisan. Personas que no cumplen con algo y le “echan la culpa al
empedrado” como se dice en Chile. Personas que promete con sinceridad “te voy a
llamar” y ello no ocurre nunca. En esta misma línea no deja de llamarme la
atención como muchas personas se quejan del sistema y no hacen nada por
contribuir a cambiarlo o exigen sin contribuir. El mejor ejemplo de estos días
en nuestro país, la gente quejándose de la congestión de tránsito en la
carretera, congestión que las mismas personas que se quejan han contribuido a
generar y de la cual forma parte.
Compromiso:
La responsabilidad tiene fuerte relación con el compromiso, pues quien se hace
responsable entonces se compromete por realizar algunas acciones que llevan a
un futuro distinto. El compromiso es parte esencial del modelo ontológico, a
tal punto que Selman en su libro le dedica un capítulo completo. De manera sucinta
se puede señalar que un compromiso es
una acción que realizamos en el lenguaje, la acción característica de los seres
humanos (el único animal del planeta que hace compromisos), donde,
conversacionalmente, se crea un futuro que antes no existía, al declarar
condiciones de satisfacción que de ser
cumplidas transforman la realidad.
El ser humano es el único animal
que promete. Hacemos compromisos a cada rato y todo el tiempo sin darnos cuenta
del poder que estos tienen en delinear nuestra efectividad y nuestra identidad.
Los líderes en las organizaciones realizan compromisos en nombre personal y en
nombre de la organización y muchas veces no visualizan el alcance que estos
tienen. Por eso Selman insiste en la conexión crucial que tiene el liderazgo
con los compromisos.
Selman hace una interesante
reflexión respecto de cómo los latinos nos tomamos los compromisos, como algo
que depende del estado de ánimo o como una manifestación de deseo más que de
voluntad de hacer que las cosas sucedan, por lo que no es extraño que
comprometerse sea un acto poco poderoso en estas latitudes.
Acciones:
Cambiar el futuro implica realizar acciones diferentes. El futuro surge de las
acciones que hemos realizado en el pasado, por ello “es obvio” que es necesario
realizar acciones distintas cuando no estamos satisfechos con el presente y
deseamos un futuro distinto, no la mera prolongación de lo actual.
A mi este punto me parece cada
vez más valioso. Cuantas veces nos quedamos “pegados” realizando lo mismo
esperando resultados distintos. Muchas veces no sabemos qué acción distinta
realizar para tener resultados diferentes, por lo que es necesario probar,
pedir ayuda, mirar modelos o tomarse un tiempo de reflexión para dejar de hacer
lo mismo. Esto que a nivel personal ya es curioso, a nivel organizacional es
una práctica habitual, la empresa sabe que lo que hace no le sirve y…..sigue
haciendo lo mismo.
Interpretaciones. “Todos actuamos con nuestras mejores habilidades según la manera en que
observamos nuestras circunstancias y estas observaciones son una función de
nuestros discursos históricos, de cómo es el mundo para nosotros y lo que cada
uno cree que es posible”. Como las acciones se fundan en las interpretaciones,
suele ocurrir que el futuro no cambia ya que no tenemos una interpretación
distinta. Por ello, si queremos un futuro diferente, tenemos que tener
interpretaciones nuevas, “fuera de la caja”, desafiando las suposiciones
básicas acerca de la realidad, de la identidad, de lo que es posible.
A mi entender, desde la
perspectiva del coaching la pregunta que hay que hacerle a todo líder es con
qué interpretaciones está comprometido y como ellas le permiten o le dificultan
cambiar sus resultados. Posiblemente, en el segundo caso, está comprometido con
interpretaciones poco poderosas, limitadas, anticuadas, poco útiles,
inmovilizantes, etc. Además muchas de estas interpretaciones son de naturaleza
cultural por lo que además de lo anterior son invisibles, parecen el modo que
el mundo es no más. Por ello hacerse consciente de las interpretaciones que un
líder tiene y mirarlas solo como aquello, como interpretaciones posibles, abre
una enorme gama de posibilidades.
A juicio del autor, tres
interpretaciones limitan el liderazgo poderoso: la noción que se necesita una
posición o poder para hacer una diferencia (de hecho está lleno de personas que
corrieron el riesgo de movilizar a otros sin tener ningún poder, asumiendo las
consecuencias de hacerse responsables), la idea que los líderes son personas
especiales con alguna capacidad innata (de hecho es un fenómeno lingüístico y
social que ocurre en un contexto de relaciones, de coordinación de acción y prácticas
de una comunidad) y la idea que hay que esperar a un gran líder que llegue a
ocupar el vacío (idea de liderazgo heroico, que no es así ya que todos tenemos
la posibilidad de hacer algo distinto).
La conexión acción e interpretación lleva a una conclusión importante.
Los líderes hacen acciones irrazonables, que salen de los esquemas habituales
ya que si siguen haciendo más de lo mismo, basado en las mismas
interpretaciones del statu quo, seguirá ocurriendo lo mismo, nada nuevo, ningún
futuro distinto. Esto me recuerda haberle escuchado a mi amigo Marco Ortiz
hablar de objetivos descalzados, de proponerse resultados impensados que al
principio parecen “locos” y que luego, al cambiar el statu quo, parecen muy
razonables.
Voy a trabajar en otro post,
basado en Selman, para reflexionar sobre la concepción de organizaciones, de
modo que el liderazgo ontológico se entienda en el marco de dicha
interpretación.