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miércoles, 31 de diciembre de 2014

El Elemento (descubrir tu pasión lo cambia todo) Ken Robinson



Hace algún tiempo realicé una encuesta para saber que libros leían mis amigos que trabajan en RR.HH., coaching, liderazgo y DO. (Ver http://lastreto.blogspot.com/2014_07_01_archive.html). En esta encuesta alguien señaló el libro El Elemento de Ken Robinson, lo que me produjo curiosidad y sin tener muchos antecedentes lo compré. Y, hace poco más de un mes, una muy buena amiga me contó que estaba leyendo el libro y lo había encontrado muy bueno. Entonces comencé a leerlo y no he parado hasta terminarlo pues me ha parecido especialmente inspirador.

Comienza contando varias anécdotas, entre ellas la historia de una niña de ocho años, un desastre escolar por sus malas notas, el no cumplimiento de sus tareas, su mala caligrafía, etc., quien es llevada de urgencia por su madre al psicólogo para que la diagnosticara y “la arreglara”. Entonces el psicólogo le hace muchas preguntas a la mamá y luego salen fuera del box y la invitar a mirar a su hija por una ventana, mientras deja la radio prendida. Cuento corto, la chica no hace más que bailar, “se le van las patitas bailando”, con gran placer en la cara. El psicólogo le dice a la madre que “su hija no está enferma”, que es bailarina y la lleve a una escuela de danza.

La anécdota me hace pensar en la sabiduría del psicólogo para reconocer la naturaleza de la situación, más bien un problema vocacional que un trastorno clínico. Esto me lleva a reflexionar  en cuántos niños conozco, amigos de mis hijos o hijos de conocidos, que sufren yendo al psicólogo o a algún especialista para que los “arregle” y sean niños más tranquilos, más adaptados al colegio, cuando en definitiva el problema no es el niño, sino que el sistema escolar exigente y muchas veces desenfocado.

A juicio del autor, el sistema escolar actual fue diseñado en un mundo que ya no existe, con una secuencia de contenidos rígida, con materias estandarizas, con mucha homogeneidad, imitando de alguna manera la cadena de producción industrial. Además dice Robinson, con un concepto de jerarquía, que deben aprenderse ciertas materias y no otras, tales como matemáticas, física, química, lenguaje, minusvalorando el arte, la danza, la música, la poesía y otras cosas más.

Me gustó esta reflexión del autor. Entiendo que las matemáticas y otras materias son importantes, pero bajo qué criterios se definen las asignaturas importantes y las que no importan. Qué pasaría si un colegio tuviera más horas de danza y menos de matemáticas, que pasaría si otro colegio tuviera más literatura o poesía y menos física. Leí por ahí que Einstein tocaba el violín cuando se entrampaba con las ecuaciones. Estoy de acuerdo con el autor que los niños que están actualmente en el colegio se jubilarán el año 2070 y no tenemos ninguna idea de cómo va a ser ese mundo, lo que si podemos aventurar es que será muy distinto del mundo que conocemos hoy por lo que la formación debiera ser cada vez más abierta y menos estandarizada.

Es evidente que no todos estamos cortados con la misma tijera, que todos tenemos gustos, características y habilidades tan distintas y como el colegio, el grupo de pares o la sociedad en general, muchas veces en vez de estimular estas diferencias en su valor, las cercena y se dedica a estimular la conformidad y la falta de creatividad. Nota aparte tiene en este sentido constatar como en los colegios se castiga al que es diferente, al que se aparta del grupo porque tiene gustos que no van con la mayoría o con lo que es popular. Hay una película muy hermosa de un niño que le gustaba el ballet, que refleja esto con gran claridad.

Yendo al foco del libro, cuando habla del elemento, es descubrir aquello que nos gusta y que al hacerlo nos hace sentir realmente nosotros mismos, con un sentido de disfrute y felicidad, no simple alegría, sino que con conexión con la identidad, con los objetivos, con el bienestar.  Es bonito cuando dice que cuando alguien descubre su elemento, lo vive como una epifanía, experimentando una revelación, una percepción de quien es realmente y que debe hacer con su vida. Como dice el blog http://noleasesteblog.com/el-elemento-ken-robinson/  ¿Qué es El Elemento? ¿Cómo describir algo tan complejo y a la par tan evidente? Si en esta vida vamos a estar, como todo apunta, de paso, es lógico que dediquemos nuestro tiempo y energía a elaborar algo que realmente nos apasiona y que pensamos que hace de este mundo un lugar un poco mejor. Se podría resumir la esencia en una breve frase: haz lo que amas.

El autor hace una bonita reflexión en torno a la inteligencia. Cuenta que cuando habla a grupos les pide que evalúen su inteligencia del uno al diez, siendo diez el máximo. Dice que invariablemente la mayor parte se califica entre seis o siete. Lo importante es que nadie pregunta ¿de qué inteligencia estamos hablando? O ¿qué se entiende por inteligencia? A su juicio, esto de dar por sabida la definición de inteligencia es una de las razones por las que muchas personas infravaloran sus habilidades y fracasan a la hora de encontrar su elemento. Me parece interesante la reflexión pues parece ser que para el sentido común la inteligencia es lógica – matemática. Siguiendo a Gardner, ¿y qué pasa con las otras inteligencias?, ¿no se puede acaso ser inteligente de  otros dominios o de otro modo?

Siguiendo con la reflexión de la inteligencia, señala que esta tiene tres rasgos: es extraordinariamente heterogénea, es muy dinámica y es totalmente peculiar. Esto lleva a la  pregunta: ¿de qué modo eres inteligente? Esto me recuerda el “enfoque apreciativo”, concentrarse en lo bueno, ¿qué haces bien?, ¿qué fortalezas te han traído hasta aquí?, ¿qué recursos tienes que podrías utilizar en esta situación?

Para descubrir “el elemento”, destaca la importancia de los mentores, personas que a veces ven en nosotros algo que no vemos de nosotros mismos y que en virtud de su motivación, cercanía o cariño hacen que salga lo mejor de las personas. Para esto se encargan de reconocer aptitudes o habilidades en la persona,  también se preocupan de estimular o llevarnos a creer que podemos conseguir algo que antes de conocerlos nos parecía poco probable. En tercer lugar cumplen un rol de facilitadores ayudando con el aprendizaje y, finalmente, también se encargan de exigir, de empujarnos más allá de lo que consideramos nuestros límites, empujándonos más allá del promedio.

Me gusto mucho la reflexión que hace acerca de los mentores. En mi propia vida los he tenido y hasta el día de hoy estoy especialmente agradecido de ellos. Creo que el liderazgo, el buen liderazgo, tiene mucho de esto, como “inspirar” en los demás lo mejor de sí, de modo que hagan una contribución valiosa a una organización, a la vez que se movilizan para desarrollarse por sí mismos haciendo aquello que disfrutan, estando en su “elemento”.


Me pareció un texto optimista con el ser humano, que nos estimula a hacer aquello que disfrutamos y con lo que hacemos un aporte a la humanidad, saliendo de la resignación y del conformismo.

jueves, 4 de octubre de 2012

Que tengo que aprender aqui: aprendizaje adaptativo.

Hace algunos días atrás tuve que cambiar mi celular y ahora tengo celular nuevo, lo que me ha obligado a reinstalar programas a sincronizar directorios de correos y otras operaciones. Sin embargo este cambio me ha desafiado a realizar numerosos aprendizajes, desde dejar el teclado qwerty de la antigua blackberry a la pantalla touch hasta el uso de nuevos programas que en el antiguo teléfono no tenia.
El fin de semana pasado tomaba un café con un viejo y querido amigo, que me contaba de la separación matrimonial que está viviendo, que lo ha conectado con muchos dolores emocionales, pero que también le está significando grandes aprendizajes, desde aprendizajes cotidianos como hacer tareas domesticas que ya no hacía hasta aprendizajes más profundos como negociar acuerdos, comprender sus emociones, lidiar con el sentimiento de soledad, etc.
Ayer hablaba con una supervisora de primera línea, quien tiene un grupo de trabajo muy bueno, sin embargo, tiene una persona a cargo con quien le cuesta trabajar, con quien las instrucciones que le da a los demás no funcionan, con quien requiere “aprender” un estilo distinto de liderazgo y supervisión para poder supervisar a esta persona exitosamente.
Cito todas estas situaciones, que tienen en común la necesidad de aprender y que me han hecho reflexionar en lo cotidiano que es el fenómeno del aprendizaje, tanto en la vida personal, en las relaciones interpersonales como en la vida propia de las organizaciones.
Jung distinguía el fenómeno de la sincronicidad, eventos que ocurren juntos sin tener una relación causal, cayó en mis manos el libro de Heifetz “Liderazgo sin límites” donde habla precisamente del fenómeno del liderazgo y el aprendizaje.
Dice Heifetz que todas las personas, comunidades y organizaciones enfrentan desafíos, situaciones nuevas o situaciones que rompen con la habitualidad. Estas son situaciones que siempre obligan a dar una respuesta. Y, es bien interesante la distinción que hace Heifetz, ya que distingue entre desafíos técnicos y desafíos adaptativos.
Los desafíos técnicos son situaciones que se pueden resolver con el acervo de conocimientos acumulados, para las cuales se puede aplicar una suerte de receta, siga los pasos 1 2 y 3 y el problema se resuelve. En este dominio se necesitan expertos que nos digan que es lo que hay que hacer. Y, generalmente, siguiendo las instrucciones del experto los problemas se resuelven.
Sin embargo, señala Heifetz hay desafíos que tienen otras características, son situaciones en las cuales se ponen en juego nuestros valores, que implican cambios de hábitos, cambios de costumbres, cambios de paradigmas, en que en definitiva, lo que tenemos que hacer es aprender a vivir de un modo distinto.
Estos desafíos adaptativos implican que quien se ve enfrentado a ellos tiene que cambiar, hacer las cosas de otro modo, mirar el mundo de otra manera, realizar prácticas que antes no realizaba, vivir distinto. Son difíciles de llevar a cabo y son difíciles de liderar, pues quien está a cargo no puede actuar como experto diciendo lo que hay que hacer, sino que tiene que mostrar el desafío, subir la temperatura, desafiar a las personas a aprender y en el intertanto evitar convertirse en el chivo expiatorio del grupo, en personalizar el problema en él.
Desde una perspectiva organizacional varios autores se han hecho cargo de este tema, y al respecto es interesante el trabajo de Chris Argyris, de Peter Senge, Arie de Geus, etc. Como el desafío organizacional más importante de la actualidad es aprender y aprender rápido, so riesgo de quedarse pegado en prácticas, paradigmas y modos de actuar que se ven superados por otras organizaciones o simplemente por los tiempos.
Vuelvo a los casos que comentaba al principio: aprender a usar un nuevo celular tiene fuertes elementos técnicos y mi hijo es un experto que me enseña. Aprender a bien separarse es un desafío de índole más adaptativo, que implica aprender a vivir de un modo distinto, aprendizaje que nadie puede hacer por mi amigo. Y, liderar a alguien difícil, desafío adaptativo, que supone probar otras maneras de conversar, de dar instrucciones, de preguntar, de apoyar, de retroalimentar, de reconocer, de contener.

El trabajo del coach es precisamente ayudar a las personas a determinar que desafío enfrentan y que aspectos de aprendizaje técnico o adaptativo tienen que hacer. Me acuerdo de alguna pregunta que me ha hecho un coach amigo: ¿y qué tienes que aprender aqui?.
Dicen que nunca se deja de aprender, nada más cierto.