Imagen tomada
de https://www.domingovalhondo.com/tipos-de-coaching-diferencias-y-como-elegir-el-mejor/
Hace rato que me llama la atención la multiplicación de apellidos del coaching, algunos que identifican escuelas como “ontológico”, “sistémico”, “apreciativo” y otros que identifican prácticas como “de vida”, “ejecutivo”, “organizacional”, “de equipos”. Sin embargo, más allá de esta razonable diferenciación, me preocupa como se multiplican nombres que no refieren ni a escuelas ni a prácticas, sino que, a marketing, vacíos de sentido, escasos de profundidad.
En esta línea
de reflexión también me llama la atención la cantidad enorme de gente que se
autoidentifica como coach sin haber pasado jamás por una formación seria en
coaching. Por supuesto que podemos discutir que es una formación seria en
coaching, que podría relacionarse con la cantidad de tiempo en entrenamiento,
la calidad de la institución donde se aprende, la experiencia de quienes
ofician de maestros, las metodologías de aprendizaje, la masividad –
selectividad de la formación, etc. Pero, sostengo que para ser coach hay que certificarse
como tal, ya que, así como no existen los médicos no titulados (ni los psicólogos,
ni los ingenieros, ni los abogados) no existen los coach no certificados.
También me
llama mucho la atención últimamente la cantidad de expertos que se ponen en
contacto conmigo para “escalar” mi negocio de coaching, para hacer algo así
como 1X10X100 contactos con potenciales clientes. Aquí copio textual uno que me
llegó por linkedin “nosotros trabajamos con coaches como tú, para impulsar sus
habilidades y escalar su negocio digital en tiempo récord, logrando que puedan
aumentar su facturación. Proveemos la forma en que nosotros usamos para vender
de manera recurrente y automatizada así puedes hacerlo por tu cuenta. Cómo así
también ayudamos a mejorar la taza de cierre, con la creación de contenido y
tener una comunidad que brinda todas las herramientas y apoyo para lograrlo”.
(bueno nada que decir taza, venía escrita así con z)
Y para
finalizar mis observaciones, también me lleno de correos que me ofrecen herramientas
espectaculares para trabajar con mis coachees como tests, juegos, dinámicas,
ejercicios y un cuanto hay, todo muy estandarizado, muy re probado en miles de
casos, etc.
Sobre estos
temas he reflexionado en un post que escribí hace años y que luego se
transformó en libro que llamamos “el
coaching es puro cuento”, donde precisamente procuramos con amigos y amigas
coaches poner algo de claridad en el panorama, haciendo un juego de palabras
entre el cuento del coaching (lo que acá en Chile, llamaríamos “chamullo “venta
de humo”) y la naturaleza interpretativa (cuentos – relatos, - narrativas)
propias de la profesión.
Así que sin
querer proponer un “apellido nuevo“ para el coaching, he estado reflexionando
sobre uno que debiéramos comenzar a poner en nuestra tarjeta de presentación
(virtual por supuesto), coach artesanal.
He buscado el
concepto en google y sólo he encontrado el de consultoría artesana o
consultoría artesanal, de hecho, hay varias webs interesantes que recomiendo
visitar como la web de la red de consultoría artesana disponible en https://www.consultoriaartesana.net/
Por supuesto
que el coaching como práctica tiene mucha relación con prácticas cercanas como
la capacitación o la consultoría, pero siendo cercanos son prácticas diferentes
con sus propias características.
¿A qué me refiero
cuando hablo de coaching artesanal?. Tengo varias ideas en mente que espero identifiquen
a mis colegas y que sirva para un valioso diálogo.
1.- la noción
de artesanal se opone a fabricación estandarizada en serie. Un coach artesanal
procura en cada proceso de coaching construir algo original, único,
personalizado, que se haga cargo de los requerimientos específicos de su
coachee. Por ello si se llega a utilizar algún apoyo como un test, una técnica,
un modelo, es sólo eso un apoyo, pero no es lo esencial del proceso de coaching.
2.- En el
coaching artesanal trabajamos por un propósito, un sentido, un valor, de
acompañar con efectividad a nuestro coachee en aquello que necesita. Por
supuesto que es una actividad laboral que debe tener una contraprestación
económica, pero el valor económico no es el objetivo principal y, a veces, ni siquiera
es importante en una relación de coaching. Por eso muchos coaches artesanales
nos oponemos al “escalamiento del negocio” como algunos quieren vendernos, no
se trata de la cantidad de procesos, sino que, de hacer un trabajo valioso y
útil, con un “sello”.
3.-
Cultivamos una identidad, en el sentido de ser reconocidos por nosotros mismos,
por nuestros clientes y por la comunidad como profesionales de excelencia, que “ponen
todo” para acompañar a sus coachees en sus propósitos. Esta identidad es fuerte,
en el sentido que impregna la personalidad, pero también es ágil, dispuesta al
aprendizaje, al cambio, a la experimentación.
4.-
Reconocemos que en el cultivo de esta profesión hay niveles de maestría, hay
personas que sólo somos principiantes, otros son maestros y otros son
virtuosos. Acorde al nivel de maestría son los casos que tomamos y los casos en
que decimos que no, que no estamos capacitados y, por lo tanto, recomendamos a
otro profesional más experto. También procuramos avanzar en nuestro nivel de
maestría, aprendiendo constantemente.
5.- En
relación al aprendizaje, un coach artesanal, se forma en una determinada
escuela y es riguroso en el uso de las herramientas conceptuales y
procedimentales que propone dicha escuela. Sin embargo, procura aprender de otras
fuentes, algunas de la misma escuela conceptual y, muchas veces, de otros
campos distintos, para contar con más recursos. Conozco así algunos coaches muy
eclécticos: ontológicos – sistémicos – apreciativos que han ido a distintas
escuelas a aprender y también algunos que han ido al teatro, la literatura, la
ciencia para aprender y traerlo a sus prácticas.
6.- También en
relación al cultivo de la profesión, así como hay diversidad de fuentes también
hay rigurosidad en “no hacer de todo”, algunos coaches se dedican al coaching
de vida y son cuidadosos cuando el tema es de naturaleza laboral
o ejecutivo, indican que no es lo que saben hacer y recomiendan a otra persona.
Un coach no hace coaching de todo: de vida, ejecutivo, organizacional, sino que
tiende a especializarse en algún dominio, en el que es útil.
7.- Un coach
artesanal reconoce que el aprendizaje es una integración entre práctica y reflexión,
un “profesional reflexivo” como decía Schon. Esto significa que para ser un
buen coach hay que hacer coaching, mucho coaching, la práctica repetida sirve
para probar aproximaciones, para probar técnicas, para pilotear herramientas. Pero
que no basta con práctica, también se requiere reflexión, reconocer errores,
darse cuenta de limitaciones y renunciar a la omnipotencia.
8.- La
relación que se establece entre coach y coachee es una relación humana, personal,
basada en la confianza, en la sinceridad de intenciones mutua. Por eso que los
títulos, grados, certificaciones pueden ser muy importantes, pero no bastan. La
relación que construimos es fundamental para que un proceso de coaching avance
y tenga buenos resultados.
9.- Un coach
artesanal forma parte formal o informal de redes de colaboración y aprendizaje con
otros coaches, donde se conversa, se recomiendan libros, se aprende mutuamente.
Un buen coach artesanal está conectado con otros y otras constantemente, no atesora,
sino que comparte. Somos más del copyleft que del copyright.
10.- Finalmente
y esto creo que es lo más importante, el coach es artesanal porque cada coach
con su formación previa, con su historia de vida, con sus dolores y quiebres,
con sus logros y éxitos, va construyendo un estilo personal, único,
característico. Por supuesto que el estilo es cambiante y puede ir mutando en el
transcurso del tiempo, pero debe valorarse el estilo como nuestra forma
idiosincrática de hacer coaching y ponernos al servicio de nuestros coachees. No
sirve copiar el estilo de otra persona. Cada uno debe trabajar activamente para
que su estilo – su modo característico de acercarse al coaching, sea su fuente
de luminosidad en esta práctica y la diversidad tan característica de esta práctica.
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