Hace un buen rato que las
personas que se dedican a los temas de gestión de personas le han comenzado a
denominar gestión del talento. Hemos hablado de este tema en el blog a propósito
de los trabajos de Juan
Carlos Cubeyro, Roberto
Luna Arocas, Pilar
Jericó, etc.
En este libro Daniel Coyle
profundiza sobre este concepto y propone 52 consejos para mejorar las
habilidades a partir del estudio de diversas instituciones que cultivan el talento
como un club de tenis de Moscú, un campamento musical, una escuela experimental,
un estudio de canto y una academia de esquí. Según indica cada uno de estos
lugares ha producido gente talentosa a nivel mundial.
En su opinión lo que llamamos
talento no viene determinado por los genes, sino que por una combinación entre
práctica intensiva y motivación que produce crecimiento cerebral.
¿Cómo desarrollar el talento?
Para Daniel Coyle es simple, mirar cómo lo hacen “semilleros de talento” de
nivel mundial y repetir las técnicas que estos lugares usan. Para ello propone
considerar tres aspectos: ponerse en marcha (ideas para activar la motivación y
crear un mapa para las actitudes que queremos construir), mejorar las
habilidades (métodos y técnicas para realizar los máximos avances en el menor espacio
de tiempo) y mantener los progresos (estrategias para vencer los periodos de
estancamiento, mantener encendida la llama de la motivación y crear hábitos
para obtener éxitos a largo plazo). Viendo cada uno por separado:
1 Ponerse en marcha:
Para ponerse en marcha es
necesario el proceso de “ignición”, ello significa dejar de creer que el
talento se inicia con unos dones genéticos y que por ello las personas son
capaces de realizar algunas hazañas con las que los demás sólo podemos soñar.
Eso es falso, hay que renunciar al mito del “niño prodigio”. El talento empieza
con una serie de encuentros breves y potentes que desencadenan la motivación al
vincular nuestra identidad a una persona o a un grupo de gran destreza. Ignición
significa tener un pensamiento “yo podría ser uno de ellos”.
El autor propone hacer una distinción
entre habilidades duras y blandas. Las habilidades duras son acciones
que se ejecutan siempre de la manera más correcta y rigurosa posible. Son
habilidades cuyo desarrollo conduce a un resultado ideal, que cabría imaginar
realizadas por un robot de confianza. Se dan en acciones especializadas, sobre
todo físicas. En cambio, las habilidades blandas, son aquellas que
permiten alcanzar un buen resultado a través de múltiples caminos y no solo de
uno. No se trata de hacer siempre lo mismo de manera perfecta, sino demostrarse
ágil e interactivo, de reconocer patrones a medida que estos se despliegan y de
tomar decisiones inteligentes en el momento oportuno.
Dado lo anterior recomienda: para
construir habilidades duras trabaja como un carpintero meticuloso y para
construir habilidades blandas practica como los aficionados al skate. Para ponerse
en marcha el autor recomienda algunas técnicas, entre ellas.
- Observar a la persona en la que
uno desea convertirse (tener algún modelo).
- Dedicarse 15 minutos diarios a
grabar la habilidad en el cerebro (practicar).
- Robar sin complejos (asimilar
lo que hacen otros que ya saben de la materia).
- Comprarse un cuaderno (llevar
anotaciones de las actuaciones).
- Permitirse hacer el ridículo.
- Escoger a un maestro o entrenador
de gran calidad. Para ello propone como criterios evitar a alguien que te
recuerde a un camero amable, buscar a alguien que te asuste un poco, buscar a
alguien que proporcione instrucciones concisas y claras, buscar a alguien que
se entusiasme con enseñar los aspectos fundamentales de las cosas y, si todo lo
demás es igual, escoger a la persona de más edad.
2.Mejorar las habilidades:
Para mejorar las habilidades lo
esencial es la práctica. Y en los semilleros de talento la relación con la
práctica no se considera “un mal necesario” sino que es la razón de ser, el
foco principal de la actividad diaria. Según el autor, este enfoque triunfa
porque, con el tiempo, la práctica resulta transformadora, siempre que se trate
de práctica intensa. La clave de este tipo de práctica es “ir más allá”, es
decir, forzarse uno mismo ligeramente por encima de la habilidad actual para
pasar del “punto óptimo”, significa aceptar el poder de la repetición para que
las acciones se conviertan en algo rápido y automático. Algunas técnicas para
una práctica intensa:
-
Descubrir el punto óptimo.
-
Quitarse el reloj (pensar más intentos y
repeticiones que en tiempo).
-
Dividir cada movimiento en segmentos.
-
Construir un segmento perfecto cada día.
-
Luchar (para forzar os límites de
nuestras habilidades).
-
Mejor cinco minutos diarios que una hora
a la semana.
-
NO hacer ejercicios, en su lugar
practicar juegos breves y adictivos.
-
Practicar en solitario.
-
Pensar en imágenes.
-
Al equivocarse darse cuenta en seguida.
-
Reducir el espacio.
-
Más despacio.
-
Cerrar los ojos.
3 Mantener los progresos:
Desarrollar el talento implica
encontrarse con retos por lo que mantener los avances implica demostrar
flexibilidad, terquedad y ser capaz de enfrentarse a obstáculos inmediatos mientras
se mantiene la concentración en el horizonte.
Para mantener los progresos es
necesario aceptar las repeticiones y por cada hora de competencia dedicar cinco
horas a la práctica, no perder el tiempo en abandonar malos hábitos, sino que
dedicarse a crear hábitos nuevos, conceder ocho semanas a una habilidad nueva.
Me pareció interesante la propuesta
del autor que una buena técnica para aprender algo es enseñarlo, siguiendo el
dicho del que enseña aprende dos veces, ya que ello enseñar algo nos obliga a
comprenderlo con mayor profundidad.
Interesante trabajo del autor, ya
que conceptualiza el talento como una cualidad a desarrollar a partir de la motivación,
la práctica y la gestión de la frustración. Cercano a las ideas del Grit de Angela Duckworth, el
talento tiene poco que ver con los genes y mucho con el esfuerzo, la motivación
y la perseverancia. Además, entrega técnicas y recomendaciones concretas que
permitan trabajar para cultivar el talento y no quedarse como algo meramente
conceptual.
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