Escrito en tono biográfico, contando anécdotas de su
educación universitaria y de su experiencia laboral Víctor Gutiérrez defiende
la importancia delas “habilidades blandas” y exhorta a valorarlas y
desarrollarlas.
Nunca me ha gustado mucho el concepto de competencias blandas.
Creo que no es un concepto muy académico ni muy preciso, además que interpreto
en el nombre un dejo despectivo, como que lo “duro” fuera lo relevante, lo
verdadero o lo crítico y lo “blando” fuera un residuo, no muy importante. Pero,
y eso es lo que ha ocurrido, se ha impuesto en el uso cotidiano para referirse
a las habilidades de naturaleza no técnica.
Dice el autor que “las habilidades blandas” son “el conjunto
de habilidades que facultan a las personas para moverse en su entorno, trabajar
bien con otros, realizar un buen desempeño y, complementándose con las
habilidades duras, conseguir sus objetivos”.
Creo que uno de los errores más habituales de quienes se
desempeñan en el campo de “gestión de las personas” ha sido que en el afán de
destacar y valorar las “habilidades blandas” se ha sobreentendido que las
habilidades duras no fueran importantes o fueran irrelevantes. La definición
del autor destaca esta complementariedad entre ambas habilidades. En cualquier actividad
laboral se necesitan habilidades blandas y duras también.
Hay muchas personas que tienen gran desarrollo de las
habilidades duras: matemáticas, ciencias, lenguaje. De hecho, la mayor parte de
las veces la formación profesional tradicional da gran énfasis a la formación
en estas habilidades. Y, al faltarles desarrollo de las habilidades blandas,
les va mal en su carrera profesional o, yéndoles bien, les podría ir mejor.
Este es el caso del mismo autor del libro, Ingeniero, quien recalca una y otra
vez en su libro, lo mucho que le costaban estas habilidades y el gran costo que
pagó en algunos de sus trabajos por sus carencias.
En mi experiencia como coach ejecutivo este es un gran tema
en el desarrollo de ingenieros, médicos, abogados y muchos otros profesionales,
quienes siendo competentes en el sentido técnico (duro) de su profesión, les
cuesta comunicarse, dialogar, mostrar empatía, negociar, liderar equipos.
Muchas veces el coaching ejecutivo precisamente se enfoca en trabajar estas
debilidades.
Y, al contrario, hay personas que tienen un gran desarrollo
de las habilidades blandas: se comunican bien, conectan con los demás,
desarrollan liderazgo, son creativas, empero, no tienen idea de su ámbito
profesional, son incompetentes y, por lo tanto, se les dificulta resolver
problemas profesionales, sistematizar soluciones, utilizar principios propios
de su campo. Yo creo que esto también es un problema y, muchas veces en los
equipos de trabajo, alguien con grandes competencias blandas y bajas
competencias duras es leído como diletante, “chamullento”, poco serio.
Sostiene Víctor Gutiérrez que, citando a la revista Forbes,
las 15 habilidades blandas necesarias para triunfar en el mundo laboral son: empatía,
capacidad de influir en los pares, inteligencia emocional, curiosidad y
positivismo, escucha activa, humildad, habilidades de comunicación, resolución
creativa de problemas, resiliencia, capacidad de observación, capacidad de
contextualizar, voluntad de preguntar, valentía para hacer recomendaciones,
construcción de relaciones y autoconciencia.
Por supuesto que hay otras clasificaciones: Me gusta la de Dave Bartram para quien las 8 competencias importantes son: liderar y
dirigir, ayudar y cooperar, interactuar y persuadir, analizar e interpretar,
crear y conceptualizar, organizar y ejecutar, adaptabilidad y capacidad de
emprender e implementar.
Sostiene Víctor Gutiérrez que
muchas veces el camino para aprender las habilidades blandas es arduo, pero
necesario. Se trata de un proceso, un aprendizaje, valioso para el desarrollo
de cada personas. Como en cualquier aprendizaje se requiere humildad para
asumir que hay cosas que no sabemos y que nos son necesarias. También se
requiere valentía, para salir de la zona de confort y arriesgarse a la
equivocación o a la incomodidad de lo no habitual.
También se requiere
retroalimentación, en el sentido que hay personas que se encuentran cerca, que
son capaces de observar las deficiencias y, tienen la gentileza y disposición a
mostrarnos en que fallamos. En esta tarea tiene un rol importante el jefe, para
quien no debiera solo importar el resultado sino que el modo de lograrlo, el
costo de alcanzar las metas, ya que muchas veces estas se alcanzan pero con
grandes costos en relaciones humanas, en clima de equipo. En dichos casos, el
jefe tiene la misión de mostrar esa situación e invitar al cambio.
Si bien Víctor no habla de este
tema en su libro, creo que el coaching ejecutivo como práctica tiene mucho que
decir en este campo. Como decía mi profesora Laura Bicondoa, el trabajo
del líder tiene que ver con R y R, resultados y relaciones. Muchas veces nos
corresponde trabajar con profesionales que tienen dificultades para lograr sus
resultados, otras veces profesionales o jefaturas que logran sus resultados
pero cuyo tema de trabajo en un coaching son las relaciones.
Los invito entonces a leer el
libro “Error de sistema” y comentar como podemos aprender y usar las “habilidades
blandas” para beneficio de nuestra carrera laboral.
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