Nunca fui bueno para la pelota, de hecho suelo contar que en
el colegio mis compañeros se peleaban por mí, al punto que cada vez que se
formaban equipos para “pichangear”, solían elegirme al final, con un “llévate
tú al Carlos Díaz”, “no mejor llévatelo tu” o “bueno ya, yo me llevo al Carlos
Díaz”, con un dejo de resignación y cariño. Por ello, escribo más bien desde
ese observador al que le habría gustado ser un buen futbolista.
Recuerdo que en la enseñanza básica el profesor de educación
física tenía el concepto que hacer gimnasia era que los hombres del curso
jugaran a la pelota, razón por la que nos llevaba a una cancha de futbol
cercana al colegio y ahí jugábamos hasta que se acababa la hora, digo jugábamos
como algo genérico ya que mi jugar con el Cristian león u otro compañero algo
nerd como yo era quedarnos en la defensa conversando con el arquero o
derechamente en la banca mirando el partido. El profesor era de apellido
Sotomayor, un viejito que luego llegó a ser subdirector del colegio, quizás en
virtud de que mérito.
Tengo bonitos pero puntuales recuerdos del futbol de pequeño,
asociado a mis abuelos, con uno de ellos, mi abuelo italiano, iba al estadio Santa
Laura a ver a Simaldone y la Unión Española, mi abuelo era amigo de algún
dirigente de la época y recuerdo que me presentó al “gato Osben”. Con mi otro
abuelo fui a ver una vez a Iquique v/s Colo Colo al Estadio Nacional, quizás
que año seria e Iquique le ganó a Colo Colo, mi abuelo de naturaleza parca,
vibraba por su Iquique querido.
Voy al grano con algunos comentarios de la Copa América. No
me gusta el “patrioterismo barato” que surge en nuestro país luego de haber
ganado cada partido de este campeonato y más aún luego de ganar la final, patrioterismo que
significa exaltar lo chileno a costa de lo extranjero, celebrar en las calles
con destrozos y vandalismo, llenar las redes sociales con mensajes contrarios a
los extranjeros en general o contra bolivianos, peruanos, uruguayos o
argentinos en particular. Esto no es privativo nuestro, también de argentinos,
uruguayos u otros países. Así como no me gusta ver argentinos cantando en las
calles de nuestra ciudad canciones ofensivas tampoco me gustaría nos transformáramos
en algo parecido.
Hay otro aspecto que no me gusta de esto y es el vestirse con
ropas ajenas en vez de lucir las propias y ocultar o camuflarse entre medio de
tanto logro ajeno. Como decían los romanos “pan y circo”, Está bien que las
autoridades destaquen a los futbolistas, es un reconocimiento, pero esto no
debe ser usado para cambiar el foco de las noticias del caso Caval, SQM, Penta,
SII y otros tantos, donde muchas autoridades no han estado a las alturas de las
circunstancias y, o han cometido delitos derechamente o han tenido comportamientos
de dudoso nivel ético.
No obstante todo lo que he dicho anteriormente creo que ha
ocurrido algo histórico con este campeonato y que de alguna manera refleja un
Chile que me gusta y del que me siento parte.
Me parece que generalmente hemos sido un país con un discurso
“chaquetero”, que ve el triunfo con ambivalencia, que le gusta ser ganador, que
quisiera ser más ganador y que simultáneamente castiga y a veces denosta a
quienes les va bien. Si tener logros es fruto del esfuerzo, del mérito, del
desarrollo del talento o del trabajo duro, bienvenido. Nos hace bien sentirnos
un país más ganador, que podemos tener logros deportivos, científicos,
culturales o del tipo que sea. Esto nos sube la autoestima como país, nos da un
estado de ánimo de mayor entusiasmo. Y creo que la palabra es “logro” y no
“éxito”, el logro tiene que ver con proponernos objetivos y lograrlos, tiene
que ver con nosotros mismos y no con los demás. De alguna u otra manera esta
situación de logro nos ayuda a construir una identidad nacional más positiva,
centrada en lo que tenemos y no en aquello que carecemos, menos en triunfos
morales y más en victorias.
Nuestro país, tan provinciano muchas veces, está cosechando
algo bonito y positivo de la globalización. Muchos de los jugadores juegan en clubes
en el extranjero, sometidos a niveles altos de competitividad, lo que también
les ha permitido “cambiar su observador” y jugar con otras reglas. Esto pasa en
muchas áreas en nuestro país, con gente que se vincula internacionalmente y
puede traer elementos muy positivos a nuestro país. El futbol no es una
excepción, tenemos chilenos jugando en otras grandes ligas que pueden hacer
aportes muy significativos al país y creo que podríamos empezar a escucharlos
también. No me gusta cuando alguien dice “es que en tal parte lo hacemos así”,
con un sentido de minusvaloración de lo nuestro. Sin embargo, me parece que
podemos comenzar a mirar con otros ojos a los que han tenido otras experiencias
internacionales y preguntarnos que tienen que enseñarnos con esas experiencias.
Soy de la opinión que en el futbol, organizacionalmente, han
ocurrido cosas magnificas, ha habido pensamiento estratégico de parte de algunos
dirigentes de traer a Bielsa en su momento para que “le cambiara la mentalidad
al jugador chileno”, invertir en generaciones jóvenes, pensar en largo y no en
corto plazo. Eso sin duda tiene cosechas y eso es lo que de alguna manera
estamos viendo. Algo de eso nos falta como país, tener conversaciones de largo
plazo, como queremos ser un país más integrado, más equitativo, donde prime el mérito
y menos el amiguismo, sin eslóganes, sin agendas ocultas.
No me gusta decir que los futbolistas sean modelos de nada,
de hecho me gustaría que los modelos sociales fueran otros: los profesores, los
profesionales inteligentes, la gente que trabaja por vocación, los “políticos
estadistas”. Creo que hay modelos y modelos de futbolistas, no creo que para
eso sea Jara que provocó al delantero uruguayo con tácticas “truchas” ni Vidal
que chocó en una escapada al casino con trago en el cuerpo, ni el otro arquero
que atropelló y mató a una chiquilla en Avenida Ossa en Santiago y no le pasó
nada. Sin embargo, hay otros que si son buenos modelos y hay que destacarlos.
Medel, Alexis Sánchez, Claudio Bravo se me vienen a la mente, el primero por su
empuje, tesón y fuerza, el segundo, un chico provinciano que puede llegar lejos
gracias a su talento y esfuerzo, Bravo un ejemplo de liderazgo, capacidad de
contención y corrección. Creo que debe haber otras historias como esas y deben
ser destacadas.
El futbol es una bonita metáfora de liderazgo y trabajo en
equipo, como el liderazgo significa inspiración, estrategia, conversaciones
para la acción, gestión del espacio emocional y como el trabajo en equipo se
refleja en actitudes colaborativas, de beneficio del sistema por sobre las
partes, de equidad serial (hoy por ti mañana por mí), de esfuerzo compartido
por el logro de un objetivo.
Hubo una imagen de la final que me tocó particularmente y creo
que refleja algo muy indicativo de los tiempos que vivimos. Los jugadores
celebrando el título, puros hombres, varios de ellos con sus hijos en brazos.
Leía un texto que me envió el otro día un amigo, sobre el rol del padre y como
este rol ha ido cambiando a medida que se produce este cambio en los roles de
género. Se trata de padres exitosos y cariñosos a la vez, que mejor imagen que
papás ganadores con sus hijos en brazos celebrando juntos. Refleja cariño,
atención, preocupación, ternura, afecto. Los tiempos no son los mismos, los jugadores
ya no son los mismos, los hombres no somos los mismos, nuestro país ya no será
el mismo después de esto.
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