lunes, 6 de julio de 2015

Futbol, copa América, coaching

Nunca fui bueno para la pelota, de hecho suelo contar que en el colegio mis compañeros se peleaban por mí, al punto que cada vez que se formaban equipos para “pichangear”, solían elegirme al final, con un “llévate tú al Carlos Díaz”, “no mejor llévatelo tu” o “bueno ya, yo me llevo al Carlos Díaz”, con un dejo de resignación y cariño. Por ello, escribo más bien desde ese observador al que le habría gustado ser un buen futbolista.

Recuerdo que en la enseñanza básica el profesor de educación física tenía el concepto que hacer gimnasia era que los hombres del curso jugaran a la pelota, razón por la que nos llevaba a una cancha de futbol cercana al colegio y ahí jugábamos hasta que se acababa la hora, digo jugábamos como algo genérico ya que mi jugar con el Cristian león u otro compañero algo nerd como yo era quedarnos en la defensa conversando con el arquero o derechamente en la banca mirando el partido. El profesor era de apellido Sotomayor, un viejito que luego llegó a ser subdirector del colegio, quizás en virtud de que mérito.

Tengo bonitos pero puntuales recuerdos del futbol de pequeño, asociado a mis abuelos, con uno de ellos, mi abuelo italiano, iba al estadio Santa Laura a ver a Simaldone y la Unión Española, mi abuelo era amigo de algún dirigente de la época y recuerdo que me presentó al “gato Osben”. Con mi otro abuelo fui a ver una vez a Iquique v/s Colo Colo al Estadio Nacional, quizás que año seria e Iquique le ganó a Colo Colo, mi abuelo de naturaleza parca, vibraba por su Iquique querido.

Voy al grano con algunos comentarios de la Copa América. No me gusta el “patrioterismo barato” que surge en nuestro país luego de haber ganado cada partido de este campeonato y más aún  luego de ganar la final, patrioterismo que significa exaltar lo chileno a costa de lo extranjero, celebrar en las calles con destrozos y vandalismo, llenar las redes sociales con mensajes contrarios a los extranjeros en general o contra bolivianos, peruanos, uruguayos o argentinos en particular. Esto no es privativo nuestro, también de argentinos, uruguayos u otros países. Así como no me gusta ver argentinos cantando en las calles de nuestra ciudad canciones ofensivas tampoco me gustaría nos transformáramos en algo parecido.

Hay otro aspecto que no me gusta de esto y es el vestirse con ropas ajenas en vez de lucir las propias y ocultar o camuflarse entre medio de tanto logro ajeno. Como decían los romanos “pan y circo”, Está bien que las autoridades destaquen a los futbolistas, es un reconocimiento, pero esto no debe ser usado para cambiar el foco de las noticias del caso Caval, SQM, Penta, SII y otros tantos, donde muchas autoridades no han estado a las alturas de las circunstancias y, o han cometido delitos derechamente o han tenido comportamientos de dudoso nivel ético.

No obstante todo lo que he dicho anteriormente creo que ha ocurrido algo histórico con este campeonato y que de alguna manera refleja un Chile que me gusta y del que me siento parte.

Me parece que generalmente hemos sido un país con un discurso “chaquetero”, que ve el triunfo con ambivalencia, que le gusta ser ganador, que quisiera ser más ganador y que simultáneamente castiga y a veces denosta a quienes les va bien. Si tener logros es fruto del esfuerzo, del mérito, del desarrollo del talento o del trabajo duro, bienvenido. Nos hace bien sentirnos un país más ganador, que podemos tener logros deportivos, científicos, culturales o del tipo que sea. Esto nos sube la autoestima como país, nos da un estado de ánimo de mayor entusiasmo. Y creo que la palabra es “logro” y no “éxito”, el logro tiene que ver con proponernos objetivos y lograrlos, tiene que ver con nosotros mismos y no con los demás. De alguna u otra manera esta situación de logro nos ayuda a construir una identidad nacional más positiva, centrada en lo que tenemos y no en aquello que carecemos, menos en triunfos morales y más en victorias.

Nuestro país, tan provinciano muchas veces, está cosechando algo bonito y positivo de la globalización. Muchos de los jugadores juegan en clubes en el extranjero, sometidos a niveles altos de competitividad, lo que también les ha permitido “cambiar su observador” y jugar con otras reglas. Esto pasa en muchas áreas en nuestro país, con gente que se vincula internacionalmente y puede traer elementos muy positivos a nuestro país. El futbol no es una excepción, tenemos chilenos jugando en otras grandes ligas que pueden hacer aportes muy significativos al país y creo que podríamos empezar a escucharlos también. No me gusta cuando alguien dice “es que en tal parte lo hacemos así”, con un sentido de minusvaloración de lo nuestro. Sin embargo, me parece que podemos comenzar a mirar con otros ojos a los que han tenido otras experiencias internacionales y preguntarnos que tienen que enseñarnos con esas experiencias.

Soy de la opinión que en el futbol, organizacionalmente, han ocurrido cosas magnificas, ha habido pensamiento estratégico de parte de algunos dirigentes de traer a Bielsa en su momento para que “le cambiara la mentalidad al jugador chileno”, invertir en generaciones jóvenes, pensar en largo y no en corto plazo. Eso sin duda tiene cosechas y eso es lo que de alguna manera estamos viendo. Algo de eso nos falta como país, tener conversaciones de largo plazo, como queremos ser un país más integrado, más equitativo, donde prime el mérito y menos el amiguismo, sin eslóganes, sin agendas ocultas.

No me gusta decir que los futbolistas sean modelos de nada, de hecho me gustaría que los modelos sociales fueran otros: los profesores, los profesionales inteligentes, la gente que trabaja por vocación, los “políticos estadistas”. Creo que hay modelos y modelos de futbolistas, no creo que para eso sea Jara que provocó al delantero uruguayo con tácticas “truchas” ni Vidal que chocó en una escapada al casino con trago en el cuerpo, ni el otro arquero que atropelló y mató a una chiquilla en Avenida Ossa en Santiago y no le pasó nada. Sin embargo, hay otros que si son buenos modelos y hay que destacarlos. Medel, Alexis Sánchez, Claudio Bravo se me vienen a la mente, el primero por su empuje, tesón y fuerza, el segundo, un chico provinciano que puede llegar lejos gracias a su talento y esfuerzo, Bravo un ejemplo de liderazgo, capacidad de contención y corrección. Creo que debe haber otras historias como esas y deben ser destacadas.

El futbol es una bonita metáfora de liderazgo y trabajo en equipo, como el liderazgo significa inspiración, estrategia, conversaciones para la acción, gestión del espacio emocional y como el trabajo en equipo se refleja en actitudes colaborativas, de beneficio del sistema por sobre las partes, de equidad serial (hoy por ti mañana por mí), de esfuerzo compartido por el logro de un objetivo.

Hubo una imagen de la final que me tocó particularmente y creo que refleja algo muy indicativo de los tiempos que vivimos. Los jugadores celebrando el título, puros hombres, varios de ellos con sus hijos en brazos. Leía un texto que me envió el otro día un amigo, sobre el rol del padre y como este rol ha ido cambiando a medida que se produce este cambio en los roles de género. Se trata de padres exitosos y cariñosos a la vez, que mejor imagen que papás ganadores con sus hijos en brazos celebrando juntos. Refleja cariño, atención, preocupación, ternura, afecto. Los tiempos no son los mismos, los jugadores ya no son los mismos, los hombres no somos los mismos, nuestro país ya no será el mismo después de esto.

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