Hace varios años atrás andaba con
una sensación de inquietud, un fuerte sentimiento de insatisfacción personal y
profesional que me costaba articular. Tuve la suerte que mi amigo Carlos
Gonzalez, me presentara a Oscar Chang,
quien por primera vez me habló de la ontología del lenguaje y del coaching
ontológico.
Oscar había estudiado con Fernando Flores y hablaba de un modo cariñoso respecto de lo que había aprendido con Flores, además contaba las acciones e intervenciones organizacionales que realizaba, basado en su aprendizaje y me parecían muy interesantes. Yo había leído a Flores y no había comprendido el alcance de las propuestas que hace en “Inventando la empresa del siglo XXI” o en “Creando organizaciones para el futuro”.
Oscar había estudiado con Fernando Flores y hablaba de un modo cariñoso respecto de lo que había aprendido con Flores, además contaba las acciones e intervenciones organizacionales que realizaba, basado en su aprendizaje y me parecían muy interesantes. Yo había leído a Flores y no había comprendido el alcance de las propuestas que hace en “Inventando la empresa del siglo XXI” o en “Creando organizaciones para el futuro”.
Me matriculé en el programa de
coaching que da Newfield Network (ver www.newfield.cl), donde conocí a Julio
Olalla y a muchas otras personas que trabajan con él. El programa fue de mi más
completa aprobación, tuve vivencias muy significativas y aprendí muchísimo.
Hasta el día de hoy reconozco y valoro lo que ahí viví y el aprendizaje
alcanzado. Con posterioridad hice el programa para graduados con Rafael
Echeverría (ver www.newfieldconsulting.cl) y confirmé lo valioso y
significativo que es el modelo desarrollado.
Cuando me preguntan por el tema, hago notar la importancia del postulado “vivimos en mundos interpretativos”, las personas construimos historias acerca de todo: nosotros mismos, el pasado – presente – futuro, las personas con las que nos relacionamos y muchos asuntos más. Estas historias no son ni verdaderas ni falsas, son interpretaciones y como tal tienen el poder de guiar nuestra vida, de llevarnos al sufrimiento o a la felicidad, de colocarnos en distintas disposiciones en la vida. La formación en coaching releva este postulado, al hacer un giro reflexivo y preguntarle al coach, ¿en qué mundo interpretativo vives?, la misma pregunta que guiará el trabajo posterior con el coachee.
A partir de lo anterior, destaco
también todas las prácticas para desarrollar interpretaciones más flexibles,
aceptar que nuestras interpretaciones pueden cambiar, que podemos aprender, que
tenemos “enemigos del aprendizaje” que identificar y que combatir
permanentemente por sus limitaciones. Esto supone partir de una actitud de
“apertura” a considerar que podemos ser distintos. No es que haya una “interpretación
verdadera” a la que podamos acceder, sino que podemos ir aprendiendo, teniendo
interpretaciones diferentes y a partir de ello, ser capaces de movernos de un
modo distinto por la vida. Claro que honrando el que hemos sido, que cuando nos
miramos a nosotros mismos en nuestro pasado nos miremos con gratitud, hemos
sido lo que mejor hemos podido ser en cada momento concreto de nuestra vida.
Este tema del aprendizaje es
central, las preguntas: ¿qué tienes que aprender aquí?, ¿que te faltó aprender
que ahora necesitas?, ¿qué te está mostrando la vida que tienes que
escuchar?, y muchas otras preguntas
similares llaman al coachee a mirarse y cambiar no sólo conductas particulares
sino que la interpretación que pueda tener de sí mismo, para abrirse a otros
modos de estar en el mundo. Esto que he dicho, lo asocio con algunos otros
elementos importantes, que el coachee se haga responsable, que la interpretación
que elabore lo lleve a tomar control de su vida, no a una interpretación de
víctima, de resentimiento, de quedarse pegado en el pasado, sino que de dar un
salto positivo, entusiasta al futuro.
La orientación es a la acción,
está bien el insight, pero lo central es que las nuevas interpretaciones lleven
a nuevas acciones que le permitan al coachee declarar que ahora vive mejor,
tiene nuevas capacidades, se mueve diferente por el mundo.
Hay muchos elementos más que
destacar en los que profundizaré más adelante: la trilogía cuerpo –emociones y
lenguaje, los actos de habla y su importancia, la escucha interpretativa, la noción
de quiebre, el mundo emocional y los estados de ánimo, las conversaciones, etc.
A mí me parece que hay que
aplicar al coaching ontológico el principio ya descrito: es una interpretación,
no es la verdad, es un modelo poderoso, útil, bonito, que sirve para mejorar
nuestra vida y para nuestro trabajo con personas y con organizaciones. Hay
otros modelos tan valiosos, hay otros enfoques de coaching probablemente igual
de útiles.
Tengo un fuerte sentimiento de agradecimiento y cariño con quienes han sido mis profesores y compañeros de aprendizaje al mostrarme este “mundo interpretativo ontológico”, me ha permitido salir del quiebre en que me encontraba al principio, me ha ayudado a mirar mis estados de ánimo y los de otras personas, me ha permitido ser más impecable en mi trabajo profesional y, sobre todo, a tener una actitud de aprendiz permanente.
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