Anoche me
correspondió participar en la reunión de apoderados del curso de uno de mis
hijos. En un momento la profesora jefa hace pasar al profesor de matemáticas,
quien explica a los apoderados presentes algunos puntos relativos a su
asignatura. Apareció una mamá que criticó que las guías eran muy difíciles,
otra alegó que las preguntas en las pruebas no tenían semejanza con los
ejercicios previos y otros comentarios similares a los que el profesor resistió
estoicamente. Luego otra mamá pidió la palabra y dijo algo así como, “profesor,
yo lo quiero felicitar”……todos nos miramos perplejos….a lo que agregó….por dos
cosas….”una es porque usted explica a los niños los ejercicios en la pizarra
con mucha claridad y mi hijo está muy motivado aprendiendo con esta metodología
y lo segundo es porque usted les pidió a los niños que por escrito le dieran su
opinión de cómo veían la asignatura y al profesor”, lo cual me parece muy
valiente de su parte ya que pocos profesores hacen eso y así los niños tienen
oportunidad de hacer sus aportes………
La reunión continuó y las críticas a
la profesora jefa fueron numerosas, que el desorden, que el aprendizaje de los
niños, que el profesor de no se que ramo, etc…..hasta que la misma mamá volvió
a pedir la palabra y felicitó a la profesora porque las paredes de la sala
estaban bonitas con el diario mural, con afiches y alguna otra cosa más.
A mí que ando pensando en estos
temas de coaching y recursos humanos me
pareció que lo que había ocurrido frente a mis ojos era un buen ejemplo para
partir este post sobre reconocimiento y opiniones positivas. Soy apoderado
nuevo en el colegio, no conozco a la mamá en cuestión, pero su conducta me
trajo varias reflexiones.
No sé de donde viene esta tendencia
nuestra a fijarnos principalmente en lo negativo, en lo que falta, lo que se
traduce en que en muchas de nuestras relaciones personales, tanto fuera como
dentro del trabajo, se basan en destacar aspectos negativos más que positivos.
Cuando me corresponde revisar estudios
de clima uno de los aspectos peor evaluados es el reconocimiento, que significa
algo así como “cuando hago algo bien, mi jefatura me felicita”, o “cuando algún
miembro del equipo hace bien su trabajo la jefatura lo reconoce públicamente” y
cuan escaso es eso.
Parece que el razonamiento dominante
es, “si hace bien su pega, para que se lo voy a decir, si para eso le pagan”. Y
estoy de acuerdo con ello, todos estamos contratados para hacer nuestro trabajo
y hacerlo bien, pero y si además, de vez en cuando, nuestro jefe o algún par
significativo, nos felicita por hacerlo bien, que efecto tendrá en el desempeño?
A mi me parece que, razonando por empatía,
es muy gratificante recibir reconocimiento en el trabajo y genera un fuerte
efecto motivacional. No sólo cumplir con la descripción del cargo, sino que
estar dispuesto a dar más que eso. No sólo hacer lo justo y necesario sino que
estar dispuesto a hacer aportes extraordinarios, con un estado de ánimo
positivo, entusiasta.
Claro que tiene que ser bienintencionada,
genuina, honesta, no una técnica manipulatoria, en cuyo caso no tiene el mismo
efecto, pues tiene que darse en el contexto de un estilo de liderazgo y las
personas detectan rápida y fácilmente cuando es falso y no resulta creíble. En
este punto se puede citar el trabajo de Kouzes y Posner sobre liderazgo, de
hecho tienen un libro especifico sobre este tema: “Brindar aliento”.
Y tampoco tiene que ser genérico, inespecífico,
sino que estar conectado con conductas concretas, dicho de otro modo ser un
juicio fundado, de manera que se pueda sostener en conductas identificables.
Termino felicitando a la mamá que me
inspiro estas líneas y al profesor que se atreve a preguntarle a los alumnos
como opinan que lo está haciendo, ya que eso abre la posibilidad de una
relación de aprendizaje mutuo.
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