Me encontré ayer con un viejo amigo, compañero
de colegio y me comentaba lo siguiente. Tiene un muy buen trabajo, está ganando
un buen sueldo, la empresa le da enormes beneficios, está haciendo carrera, sin
embargo, se siente insatisfecho, no está contento.
Y la fuente de su inquietud es que el clima donde trabaja es pésimo. Su jefe habla muy poco con él, cuando habla sólo habla de trabajo, las conversaciones únicamente se enfocan en la exigencia, recibe muy poca retroalimentación y escaso reconocimiento a su esfuerzo y logros. Con sus compañeros de trabajo siente que vive “cuidándose”, ya que si dice algo inadecuado van con el cuento donde el jefe, siente que cada uno se preocupa sólo de “cuidar su parcela” y no hay nada parecido a confiar o generar colaboración. Y, lo que más le resiente, es que esta experiencia por él vivida no se condice con el discurso público de la empresa, que habla de formación de líderes, de trabajo en equipo, de calidad de vida, de innovación, de responsabilidad social, etc.
Y la fuente de su inquietud es que el clima donde trabaja es pésimo. Su jefe habla muy poco con él, cuando habla sólo habla de trabajo, las conversaciones únicamente se enfocan en la exigencia, recibe muy poca retroalimentación y escaso reconocimiento a su esfuerzo y logros. Con sus compañeros de trabajo siente que vive “cuidándose”, ya que si dice algo inadecuado van con el cuento donde el jefe, siente que cada uno se preocupa sólo de “cuidar su parcela” y no hay nada parecido a confiar o generar colaboración. Y, lo que más le resiente, es que esta experiencia por él vivida no se condice con el discurso público de la empresa, que habla de formación de líderes, de trabajo en equipo, de calidad de vida, de innovación, de responsabilidad social, etc.
Y, como siempre me ando encontrando con gente
conocida, me acordé de una conversación que tuve hace algunas semanas atrás en
el aeropuerto de Antofagasta, con un conocido que trabaja en una empresa que
acaba de ser comprada por otra más grande.
Me contaba este amigo que se siente en un
fuerte dilema ya que la empresa a la que llegó es más grande, tiene buen
sueldo, existen perspectivas de carrera importantes, pero que se siente muy
decepcionado y que no sabe si renunciar o quedarse ya que le ha sorprendido
mucho prácticas como que nadie toma decisiones, está lleno de ganadores que
piensan sólo en sus carreras, mucho juego de poder del tipo te hago esperar
para hacerte sentir que yo mando aquí, el envío de correos con copias para
hacer ver las equivocaciones o para culpabilizar a alguien, etc.
Estas experiencias, junto a muchas experiencias
personales que no es del caso profundizar aquí me han llevado a algunas
reflexiones. Una de ellas es que definitivamente el trabajo no es sólo trabajo
y que la dimensión de las relaciones humanas es tanto o más crítica en
ocasiones que la dimensión de las tareas o las metas.
¿Qué quiero decir con esto?. Hay un ámbito de
la vida laboral importante y crucial que tiene que ver con realizar tareas para
cumplir con objetivos. Pero no es lo único. En el desempeño de cualquier
persona en una organización, hay un ámbito de relación e interacción con otras
personas que es de particular importancia, sobre todo la relación con el jefe
directo y la relación con los compañeros de trabajo.
La relación con las demás personas no siempre
es fácil ya que siempre cabe la posibilidad de malos entendidos, conflictos,
competencia, juegos de poder, etc. Sin embargo, el tener buenas relaciones en
el trabajo es un tremendo factor protector y motivador laboral.
He estado leyendo el último libro de Ulrich,
“el sentido de trabajar”, que plantea algunas ideas muy interesantes para
recuperar precisamente el sentido del trabajo. Hay un capítulo donde habla de
las buenas relaciones en el trabajo y destaca que las investigaciones sostienen
que las personas que tienen un buen amigo en el trabajo tienden a estar más a
gusto en su puesto y permanecer en él, que quienes tienen un amigo en el
trabajo se comprometen más con la organización, que quienes tienen un amigo en
el trabajo se sienten más satisfechos con el sueldo.
Destaca Ulrich, el rol que cumplen los líderes
para generar un contexto que permita a sus subordinados hacer amigos, crear
equipos sólidos, resolver conflictos, llevarse bien con los clientes y
establecer relaciones de confianza.
Ulrich cita a Gottman, quien describió los
cuatro enemigos de las relaciones: la crítica, el desprecio, la postura
defensiva y las evasivas. Cuando estas actitudes aparecen son señales que un
matrimonio, una relación de trabajo, lo que sea van mal. En el ámbito
organizacional son conductas claves para un clima laboral negativo y no hay que
hacer grandes estudios de clima para establecer que en un lugar con esos
comportamientos el desgano, la falta de entusiasmo, el aburrimiento, el agobio
serán la tónica emocional.
Estoy convencido que nuestra concepción del
clima organizacional tiene que apuntar cada vez más hacia este concepto
emocional, ya que así lo viven las personas en las organizaciones, más que a la
concepción tradicional, que sólo se enfoca en variables y hace una aproximación
cuantitativa.
También creo que el entrenamiento para mejorar
el clima laboral no tiene que enfocarse en talleres anecdóticos en los que la
gente se acuerda sólo del juego o del ejercicio, sino que recuperar un sentido
de humanidad básico. Escuchar, respetar, valorar, reconocer, agradecer, pedir
disculpas al equivocarse, saludar, dar el ejemplo, actuar correctamente, etc.
No sé que van a hacer mis amigos con sus
dilemas laborales, si vale la pena seguir en “tan buenos trabajos” o buscar
otras alternativas. Me parece que lo más probable es que se cambien a lugares
donde se sientan emocional y relacionalmente más satisfechos. Espero que si los
nombran jefes no se olviden de sus dolores e inquietudes y promuevan un
contexto más enriquecedor.
También cabe la posibilidad que se resignen y
se queden donde están sufriendo silenciosamente y haciendo un bajo aporte, el
mínimo posible para “cuidar sus trabajos”.
En lo que a consultoría y coaching se refiere
tenemos que insistir que el dilema resultados o clima es un falso dilema. Las
organizaciones de vanguardia tienen que tener buenos resultados y buen clima.
Ambas dimensiones se retroalimentan y no puede maximizarse sólo una en desmedro
de la otra, ya que a fin de cuentas eso hace perder sustentabilidad en el
mediano y largo plazo.
Saludos a todos desde La Serena, Chile.