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miércoles, 5 de abril de 2023

Comunicación no violenta por Marshall Rosenbreg

 

He leído este libro durante estos últimos días, recomendado por mi alumna Barbara Mancilla, a propósito de contar con más distinciones para acompañar a grupos en conflicto o equipos que necesitan mi apoyo como coach o consultor.

Rosenberg explica al inicio de su trabajo cuales fueron las inquietudes que lo llevaron a investigar este tema y elaborar un método para comunicarse de manera no violenta. Al respecto narra sus vivencias en Detroit, en su infancia, cuando tuvieron lugar enfrentamientos raciales con numerosos muertos. A partir de ello dice que analiza dos preguntas: ¿Qué nos ocurre que nos desconecta de nuestra naturaleza solidaria y nos lleva a comportarnos de manera violenta y abusiva? y ¿Por qué algunas personas son consecuentes con esta actitud solidaria incluso en las circunstancias más adversas?

Por supuesto que el problema de la agresividad o la violencia tiene muchísimas explicaciones. Se trata de un fenómeno complejo. Sin embargo, para Rosenberg uno de los factores centrales para actuar sobre la violencia y estimular la compasividad es el lenguaje, el uso que hacemos de las palabras, ya que las palabras pueden ofender o herir a los demás y a nosotros mismos incluso.

En mi opinión esto es muy coherente con la noción del lenguaje como algo generativo como señala el enfoque ontológico, donde el lenguaje es capaz de generar realidades que antes no existían y afectar por ello la emocionalidad y las relaciones.

Dice Rosenberg que la comunicación no violenta (CNV) nos orienta a reestructurar nuestra forma de expresarnos y de escuchar a los demás. Se trata de un método simple, con un gran poder de transformación. No es nada nuevo, sino que es una propuesta que toma elementos de la comunicación y permite contar con más recursos para, como dice él, ser más compasivos en nuestras relaciones.

Para el autor existen ciertas formas de lenguaje y de comunicación que contribuyen a que nos comportemos de manera violenta con los demás, las llama “comunicación que aliena la vida”. Entre ellas se incluyen: (1) los juicios moralistas que suponen un actitud errónea o malvada por parte de aquellas personas que no actúan de acuerdo con nuestros valores, (2) Uso de comparaciones, (3) Negación de la responsabilidad, que incluye frases como “tener que” o “me haces sentir” y (4) la expresión de nuestros deseos expuestas como exigencias.

El modelo de comunicación no violenta tiene 4 componentes que explica con profundidad en el libro. Estos son:

Componente 1: Observar sin evaluar.

Se requiere aprender a separar la observación y la evaluación. Necesitamos aprender a observar claramente aquello que vemos, oímos o tocamos que afecta a nuestro bienestar, sin mezclarlo con una evaluación. No es que podamos ser totalmente objetivos ni nos abstengamos de hacer evaluaciones, lo importante es poder mantener una separación entre observaciones y evaluaciones.

Podríamos decir que una cosa son los hechos o datos y otra son las interpretaciones que hacemos de ellos. La CNV rechaza las generalizaciones estáticas, por lo que propone que las evaluaciones deban basarse en observaciones específicas del momento y del contexto.

A continuación, se presenta un catálogo que sirve para distinguir observaciones de evaluaciones:

Uso del verbo «ser» sin indicar si la persona que evalúa acepta o no la responsabilidad de la evaluación.

Uso de verbos con connotaciones evaluativas.

Dar por sentado que inferencias que uno hace de las ideas, los sentimientos, los proyectos y los deseos de otra persona son las únicas posibles.

Confundir una predicción con una certeza.

No ser específico al citar ejemplos.

Usar palabras que implican habilidad sin precisar que se hace una evaluación.

Usar adverbios y adjetivos de maneras que no indiquen que se hace una evaluación.

Componente 2: Identificar y expresar los sentimientos.

Este componente se enfoca en expresar como nos sentimos, para lo cual es necesario ser capaces de identificar nuestras emociones y sentimientos. Muchas veces tenemos más vocabulario para juzgar que para describir nuestras emociones, por lo que es crucial ser capaces de ampliar nuestro vocabulario emocional.

A continuación, se presenta una lista de sentimientos posibles cuando nuestras necesidades están insatisfechas:

Abatido - abrumado–aburrido - acobardado - acongojado - afligido - agitado - agobiado -  agotado -  alarmado - aletargado - alterado - amargado - angustiado - ansioso - apagado - apático - apenado - aprensivo - arrepentido - asqueado - asustado - atemorizado - aterrado - aterrorizado - aturdido - avergonzado - cansado - celoso - confuso - conmocionado - consternado - contrariado - culpable - débil - decaído - decepcionado - defraudado - deprimido - derrotado - desalentado - desamparado - desanimado - desazonado - desconcertado - desconfiado - desconsolado - descontento - descorazonado - desdichado - desencantado - desengañado - desesperado - desesperanzado - desgraciado - desilusionado - destrozado - desvalido - disgustado - distanciado - dolido - enfadado - enfurecido - enojado - escandalizado - escéptico - estancado - exasperado - fastidiado - fatigado - frío - frustrado - furioso - hastiado - herido - horrorizado - hostil - impaciente - impotente - incapaz - incómodo - indeciso - indefenso - indiferente - indignado - inestable - infeliz - inferior - inquieto - inseguro - intranquilo - inútil - irritado - malhumorado - melancólico - molesto - mortificado - nervioso - paralizado - pasivo - perezoso - perplejo - perturbado - pesimista - postrado - preocupado - reacio - receloso - rencoroso - resentido - retraído - sobresaltado - solo - susceptible - temeroso - tenso - trastornado - triste - vencido

Componente 3: Asumir la responsabilidad de nuestros sentimientos.

La CNV potencia la conciencia que aquello que dicen o hacen los demás puede ser el estímulo, pero nunca la causa de nuestros sentimientos. Nuestros sentimientos son el resultado de cómo elegimos tomarnos lo que dicen y hacen los demás y también de nuestras necesidades y expectativas particulares en ese momento.

Cuando una persona nos transmite un mensaje negativo tenemos cuatro opciones con respecto a la manera de recibirlo: (1) tomárnoslo de manera personal, captando en él acusaciones y críticas, (2) echar la culpa al interlocutor, (3) ver con claridad nuestros sentimientos y necesidades y (4) iluminar los sentimientos y necesidades de la otra persona en ese momento según ella misma lo expresa.

Por ello la CNV se centra a que en lugar de culpar a la otra persona por lo que sentimos, aceptamos la responsabilidad que nos corresponde reconociendo nuestras necesidades, deseos, expectativas, valores e ideas.

A continuación, se presentan algunas necesidades humanas que todos compartimos:

Componente 4: Hacemos peticiones específicas para enriquecer nuestra vida.

Este ultimo componente se trata de pedir a los demás, de pedir efectivamente, usando un lenguaje positivo. Por ello es crucial evitar las formas vagas, abstractas o ambiguas.

No es lo mismo pedir que exigir y esto ultimo se reconoce cuando quien no cumple teme ser objeto de alguna recriminación o castigo, por lo que frente a una exigencia no quedan más opciones que mostrarse sumiso o rebelde.

 

La comunicación no violenta consiste en expresar de manera muy clara ya sea verbalmente o por otros medios, información sobre los cuatro componentes y en recibir de las otras personas información sobre esos mismos cuatro componentes.

Para el autor, “cuando centramos nuestra atención en los aspectos citados y ayudamos a los demás a hacer lo mismo, establecemos una corriente de comunicación que discurre en ambos sentidos y se manifiesta de una manera natural: observo, siento y averiguo qué necesito, qué me hace falta para enriquecer mi vida; qué observas, qué sientes y necesitas, qué te hace falta para enriquecer tu vida.

El modelo de Rosenberg me lleva a varias reflexiones.

1 La importancia de hacer una buena distinción entre los hechos y las interpretaciones. Tal como dice la ontología del lenguaje, vivimos en mundos interpretativos y hacemos interpretaciones frecuentemente, lo importante es hacernos cargo de nuestras interpretaciones y reconocer que ellas pueden ser sesgadas, injustas, defectuosas y, en definitiva, cerrarnos posibilidades en vez de abrírnoslas.

2 La importancia de contar con más vocabulario emocional. Creo que esto es especialmente un tema para los varones, sobre todo si somos de generaciones mayores, ya que nuestra educación no nos ha enseñado a distinguir nuestras emociones y solemos incluso asociarlas con debilidad, luego aquí tenemos otro gran espacio de aprendizaje.

3  Aprender a hacernos responsables de nuestras emociones. No es correcto decir que “por tu culpa me enojo”, sino que mas bien debiera ser a propósito de que llegaste tarde me enojo. Y así como me enojo, podría dolerme, podría ofenderme, podría sentirme triste y otra gran variedad de emociones posibles.

4 Aprender a pedir y aceptar que frente a una petición el no es una respuesta posible. 

lunes, 26 de diciembre de 2022

Los secretos de la motivación por José Antonio Marina

 


¿Qué es la motivación?, ¿por qué hacemos lo que hacemos? Luego de tantas teorías elaboradas sobre el tema debieran ser preguntas de fácil respuesta y, sin embargo, la motivación sigue siendo un gran misterio no sólo para psicólogos, sino que para el público en general. Queremos que nuestros hij@s, alumn@s, clientes, parejas, se motiven y, no obstante, no siempre está muy claro cómo hacerlo.

En este valioso trabajo José Antonio Marina, filósofo español, presenta una interesante síntesis sobre el tema, útil para todos quienes estemos interesados no sólo en comprender la motivación, sino que además usar esta comprensión de manera pragmática en nuestros campos de acción.

Comienza definiendo la motivación como un fenómeno psicológico compuesto por tres elementos. Dice que es una ecuación como la siguiente:

Motivación = Deseo + Valor del objetivo + Facilitadores de la tarea.

Si se revisa cada uno de los ingredientes se tiene que:

Deseo. Es la conciencia de una necesidad – falta – carencia o la anticipación de un premio. Siento deseo cuando necesito imperiosamente algo o cuando lo echo en falta o siento un déficit. Y también cuando anticipo un premio posible. El deseo desencadena conductas de búsqueda.

Valor del objetivo: No basta el deseo, se requiere un objetivo que lo despierte y lo dirija. Una manera de intensificar los deseos es presentar los objetos de manera atrayente – excitante. Cuando se produce la conjunción del deseo y del atractivo del objetivo surge la “fuerza de la motivación”.

Facilitadores de la tarea: Estos factores ponen de manifiesto que entre el deseo y el objetivo hay una tarea, un trabajo que hacer. Si la persona se siente capaz de realizar esta tarea y conoce las estrategias debidas para poder hacerlo, todo resulta mejor.

Por ello que, acorde a lo propuesta en esta ecuación, para despertar la motivación se puede buscar incidir sobre el deseo, sobre el valor del objeto o facilitar la tarea. Por ejemplo, si quiero que un estudiante aprenda puedo buscar incitar sus intereses (deseo) o presentar el estudio como algo atractivo (valor) y facilitar que sienta que el aprendizaje es fácil de alcanzar y que puede seguir una estrategia para el logro (facilitadores).

Bueno, los expertos en publicidad clásica inventaron el modelo AIDA para motivar a las personas a adquirir un producto, modelo que señalaba, Atraer, Interesar, Despertar el deseo y Activar el comportamiento. No es casual que Watson comenzara en la psicología y terminara en la industria de la publicidad.

En relación a la ecuación cuando señalaba que uno de sus elementos esenciales son los deseos, la pregunta es ¿cuáles son estos deseos? A su juicio se resumen sólo en tres (y bajo este esquema se pueden agrupar muchas teorías de la motivación que hablan precisamente del tema).

Deseo de bienestar personal. Se trata de que todos los humanos queremos vivir agradablemente, lo que implica disfrutar de algunos placeres y evitar el dolor. Este deseo hedónico se caracteriza por buscar placeres que se encierran en el propio sujeto, bien en su cuerpo o en alguna meta centrada exclusivamente en su propia satisfacción.

Deseo de relacionarse socialmente, formar parte de un grupo o ser aceptado. Somos seres sociales y sólo en sociedad podemos desarrollarnos. Necesitamos ser reconocidos y apreciados por los demás. Tenemos una relación de convivencia con los demás y esta inevitable relación es fuente de posibilidades como de conflictos.

Deseo de ampliar las posibilidades de acción. Es, en opinión del autor, el deseo más específicamente humano, por que es el que nos lanza a metas lejanas, altas, ideales, ilimitadas. Incluye deseos nombrados de distintas maneras por diversos autores, pero se refieren a deseos de aumentar las posibilidades y afirmar el propio “yo”.

¿Para que sirve esto?, bueno, cuando queremos motivar a una persona o motivarnos a nosotros mismos, es imprescindible activar alguno de nuestros deseos fundamentales o relacionar la meta querida con alguno de esos deseos fundamentales.

Respecto de esto mismo parece que el tercer deseo (ampliar posibilidades de acción) es crucial ya que es específicamente humano. Me recuerda muchos el trabajo de Daniel Pink sobre motivación, quien sostiene que hay tres elementos de la motivación intrínseca que personas y organizaciones pueden utilizar para aumentar el rendimiento e intensificar la satisfacción con el trabajo. Ellos son: autonomía, maestría y determinación o finalidad. La autonomía se refiere a la posibilidad de elegir por uno mismo, sensación que tiene un poderoso efecto sobre el rendimiento y la actitud. Respecto del dominio, se refiere a algo así como capacidad, competencia, poder. Y la finalidad, asociar nuestro esfuerzo y dedicación a una causa más importante que nosotros mismos.

Al final se trata de un tema muy amplio, que todo educador, padre, psicólogo, líder debiera ser capaz de gestionar, de manera de despertar una energía interna en las personas con las que interactuamos, que vean nuevas posibilidades alejándonos de cualquier manipulación.


miércoles, 16 de noviembre de 2022

Presente y futuro del trabajo humano

 

(tomada de: https://es.slideshare.net/reinaldoguevara927/el-trabajo-humano-21624113)

Hoy me correspondió dar una charla con funcionarios y funcionarias de apoyo a la academia de la Universidad Católica del Norte en Coquimbo sobre el presente y el futuro del trabajo. He compartido con quienes participaron varias ideas respecto de cómo el trabajo hoy es tan distinto del trabajo en épocas anteriores y, por supuesto, como podría ser distinto en el futuro. 

Existen numerosas definiciones de trabajo. Para el sitio web significados.com el trabajo es el conjunto de actividades que son realizadas con el objetivo de alcanzar una meta, solucionar un problema o producir bienes y servicios para atender las necesidades humanas. La palabra trabajo proviene del latín tripaliāre, y esta a su vez de tripalĭum, que era una especie de yugo para azotar a los esclavos en el Imperio Romano. Con el paso del tiempo, el uso de la palabra se amplió para referirse a una actividad que causara dolor físico y se asoció al trabajo en el campo, pero su uso se extendió a otras actividades humanas.

Para wikipedia el trabajo puede definirse como la ejecución de tareas que implican un esfuerzo físico o mental, y que tienen como objetivo la producción de bienes y servicios para atender las necesidades humanas. El trabajo es por tanto la actividad a través de la cual el ser humano obtiene sus medios de subsistencia por lo que tiene que trabajar para vivir o vive del trabajo de los demás.

Para Peiró (citado por Alcover) el trabajo es el conjunto de actividades humanas, retribuidas o no, de carácter productivo y creativo, que, mediante el uso de técnicas, instrumentos, materias o informaciones, permite obtener, producir, o prestar bienes, productos o servicios. En dicha actividad la persona aporta sus energías, habilidades, conocimientos y otros recursos y obtiene algún tipo de compensación, que puede ser material, psicológica o social.

Es posible que durante muchísimo tiempo de nuestra historia como humanidad el trabajo se haya enfocado fundamentalmente en la transformación de la naturaleza, lo que aún sigue ocurriendo. Sin embargo, en los últimos tiempos también se ha ido enfocando en la transformación ya no sólo de la naturaleza, sino que del mismo ser humano y sus creaciones. Es por ello que hoy consideramos trabajo actividades que antes no se habrían conceptualizado así como el deporte profesional, como el trabajo artístico y varios otros.

El trabajo nos ha acompañado toda la historia y es relativamente reciente la noción de trabajo como empleo, es decir como un intercambio o transacción de tiempo, esfuerzo o conocimiento por dinero. Esta es una consideración interesante ya que permite reflexionar por ejemplo del trabajo hecho en casa como cocinar, cuidar niños o atender las necesidades de la familia, actividad que no ha sido considerada empleo pero que implica mucho trabajo. Al respecto es muy ilustrativo el libro “Quién le preparaba la cena a Adam Smith” de Katrine Marsal.

Durante parte importante de la historia de la humanidad el trabajo fue realizado por esclavos, así ha sido descrito para Grecia y Roma y para muchos pueblos más. De hecho, todas esas importantes obras públicas romanas de las que nos maravillamos aún, fueron hechas por personas pertenecientes a pueblos conquistados por el imperio cuyas poblaciones fueron esclavizadas. Lo mismo ocurrió en América con la conquista española, donde los europeos esclavizaron (bueno, no le llamaron así exactamente) a parte de la población y entregaron “encomiendas” donde con trabajo forzado se extraía oro u otras actividades. Igual cosa en América del norte y las grandes poblaciones de esclavos que trabajaron en el sur de EEUU en el cultivo de la caña de azúcar.

En su libro sobre la historia del trabajo Martín Hopenhayn reflexiona sobre el trabajo en Grecia, donde se consideraba que era una actividad propia de los esclavos y la población considerada ciudadana se dedicaba a otras actividades más nobles como entrenarse para la guerra (Esparta) o la filosofía (Atenas).

En una escala de tiempo larga, correspondiente a los 10 o 12 mil años que lleva la humanidad como agricultores y ganaderos podría decirse que la esclavitud se acabó hace poco tiempo. En EEUU en 1865 al concluir la guerra de secesión, en Chile en 1811 con la libertad de vientres y en 1823 definitivamente. Hay una interesante nota en Wikipedia respecto de la abolición de la esclavitud (ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Abolicionismo_de_la_esclavitud).

El impacto del término del trabajo esclavo es que el trabajo se asocia cada vez más al empleo y al trabajador le corresponde legítimamente recibir un pago en dinero por su trabajo. Hoy debe haber lugares del mundo en que de manera abierta o encubierta sigue existiendo trabajo esclavo, pero creo que la tendencia va en la línea de destacar el intercambio tiempo – esfuerzo – conocimiento por dinero.

Durante toda la historia las mujeres han trabajado mucho, realizando trabajo en el hogar (crianza, cocina, aseo, atención de enfermos) y también han aportado en la actividad agrícola o al pastoreo. Sin embargo, por alguna razón su trabajo ha sido invisibilizado o no se ha considerado trabajo. Hasta nuestra época en que el tema se ha tomado la agenda gracias al feminismo. Al respecto sugiero revisar el libro de Tatiana Camps, liderar desde lo femenino donde pasa revista a la situación laboral de las mujeres y dicha invisibilización.

A partir de la segunda guerra mundial en EEUU cuando los hombres van al frente europeo, las mujeres comienzan a incorporarse al mundo laboral en tareas fabriles, donde obtienen un salario a cambio de su trabajo. En Chile esto ocurre masivamente en los años 80 cuando se produce la crisis económica de esos años y trabajan muchas en los programas llamados PEM y POJH. Hoy las mujeres ya no trabajan sólo en actividades como operarias, participan de actividades profesionales de todo tipo y se incorporan masivamente al mundo ejecutivo.

Es posible que nuestras abuelas o madres hayan trabajado sólo en la casa y si hubieran trabajado lo hubieran hecho en ocupaciones fundamentalmente femeninas (para otros tiempos) como educación, atención de enfermos o relativas al cuidado de la casa. Hoy las mujeres se incorporan a actividades impensadas años atrás como pilotear aviones, gerenciar empresas, explotar minas, dirigir universidades y muchas más. Aun en muchos lugares los sueldos para una mujer, por igual trabajo, siguen siendo inferiores al de un hombre. En el futuro no será noticia que una mujer tenga un trabajo similar a un hombre y gane lo mismo. Al contrario, la noticia sería que así no fuera.

¿Por qué las mujeres no quisieron volver a la casa luego de ingresar al mundo del trabajo?, yo creo que por muchas razones pero hay dos que interpreto son fundamentales, la primera es que al generar sus propios ingresos económicos ello les dio autonomía para tomar decisiones, resolver problemas y reducir su dependencia del hombre (esto tiene una derivada interesante de explorar y es cómo aumentaron primero las nulidades y luego los divorcios a propósito del ingreso de la mujer al mundo del trabajo) y, la segunda, es que descubrieron que podían ser inteligentes, bonitas, simpáticas, competentes, lo que impactó en su autoestima y confianza personal. Luego de aquello, ¿cómo alguna iba a querer retroceder y volver al lugar en que estaba antes?.

Otro cambio relevante en relación a épocas anteriores es la disminución del trabajo infantil. Hoy nos parece anómalo, al menos en nuestro país, que los niños trabajen. Los niños tienen que jugar, estudiar, compartir con sus amigos y ser niños, disfrutar la niñez como una etapa bonita de la vida (también podríamos discutir si agregar prepararse para la vida adulta). Esto no siempre fue así, ya que durante muchísimo tiempo los niños trabajaban.

Esta fue la tónica en el mundo agrícola donde los niños apenas podían se incorporaban a trabajar en el campo o a cuidar animales junto a hermanos mayores y familia extensa. Esta también fue la tónica en la revolución industrial y es el argumento de libros como los de Charles Dickens. (al respecto sugiero revisar la entrada en Wikipedia sobre trabajo infantil. En https://es.wikipedia.org/wiki/Explotaci%C3%B3n_infantil)

Hoy se han promulgado leyes restrictivas del trabajo infantil. También al reducirse la pobreza, al menos en Chile, el trabajo infantil es menos necesario para muchas familias. Otro factor relevante es el aumento de la oferta escolar que permite que los niños concurran al colegio, donde, además, en muchos de ellos se les otorga desayuno y alimentación, con lo que menos necesitan trabajar. Incluso, con el aumento de la matrícula universitaria en muchos casos no sólo ha disminuido el trabajo infantil, sino que se ha incrementado para muchas personas la edad en que se incorporan al mundo laboral, ya que en muchos casos esto sólo ocurre después de una formación de carácter técnico o universitario.

Respecto de esto último, también hay un cambio interesante en el trabajo moderno. No en todos los casos ni para todas las personas, pero creo que es una tendencia hoy que ha aumentado el periodo de educación previo a la incorporación al mundo del trabajo. Muchas actividades en las que antes se requería una preparación básica hoy se han profesionalizado y se requiere una formación previa para ingresar al trabajo. Esto se relaciona con que muchos trabajos pueden ser más complejos también y no basta la mera preparación dada por la educación básica o media. También se relaciona con que hay más oferta de formación y las organizaciones aprovechan de contratar personas con mayor “capital humano” como proponen algunas teorías de gestión de personas.

La cantidad de horas que se trabaja ha sufrido un cambio considerable a medida que transcurre la historia. Es posible que en la época agrícola se trabajase de forma continua incluyendo sábados y domingos y “fiestas de guardar” ya que el ganado y las siembras requieren atención y no respetan esos acontecimientos. En la época industrial también se trabajaba mucho. En Chile hace algunos años se trabajaba 48 horas semanales, hoy vamos en 45 y se discute si bajarlas a 40 horas.

Hay autores como Rutger Bregman quien en su libro “Utopía para realistas” propone que se llegue a las 15 horas de trabajo semanal, idea que hoy puede parecer descabellada como podría haberles parecido a nuestros antepasados cuando trabajaban 80 horas y alguien les hubiera hablado de 45, pero quien sabe, capaz que ahora trabajemos 40 y luego 35 y luego 30. Hoy leía en alguna parte que Carlos Slim, empresario mexicano proponía distribuir las horas en menos días, 3 o 4 días de trabajo a la semana, con lo cual también podría cambiar esta semana laboral que conocemos de 6 días de trabajo y 1 de descanso o 5 días de trabajo y 2 de descanso por 4 de trabajo y 3 días libres. Quien sabe.

Más días libres y menos horas de trabajo, con ingresos suficientes, da lugar a otro uso del tiempo, ya que las personas pueden disponer con mayor libertad para otras actividades como hacer deporte, compartir con amigos, disfrutar en familia, pasear, leer, vida espiritual por lo que podría pensarse que ese equilibrio tan citado entre trabajo y vida personal se logra mejor trabajando menos.

Otro cambio que me parece relevante destacar es que el trabajo tiene cada vez menos componente de fuerza física y cada vez mayor componente de actividad mental. Tal como hemos dicho anteriormente, si los últimos 10 o 12 mil años hemos sido agricultores y ganaderos, el grueso de la historia de la humanidad ha sido cultivar campos y atender animales con todo el esfuerzo físico que ello ha implicado. Si consideramos incluso la época industrial también se requería esfuerzo físico para manejar todo tipo de maquinarias. En cambio, hoy, por supuesto, que sigue requiriéndose esfuerzo físico en muchos trabajos, pero hoy se apoya en tecnología y automatización que muchas veces reduce el esfuerzo físico. Al respecto basta pensar en el manejo de maquinaria en minería, donde uno ve esos tremendos camiones que se manejan con botones o en salas de comando con aire acondicionado a distancia.

Este cambio desde el componente físico al componente mental ha redefinido completamente muchos trabajos, donde ya no se trata de mover cosas o de hacer fuerza,  sino que se trata de pensar, analizar, hacer uso de inteligencia y de ciencia. Al respecto podría pensarse como ejemplo los mismos trabajos agrícolas, objetos de máxima automatización como propone Rifkin en El fin del trabajo, donde las personas que trabajan en esa actividad utilizan fertilizantes, estaciones meteorológicas, riego tecnificado y máquinas de todo tipo. Por supuesta que se trata de una actividad que sigue teniendo cierto esfuerzo físico, pero es incomparable con 50, 100, 1000 o 10 mil años atrás.

Creo que el cambio desde mayor componente físico a mayor componente mental del trabajo impacta en algo que decíamos anteriormente y es la mayor profesionalización de muchas actividades, donde no basta con la fuerza física, sino que debe aprenderse muchísimo antes de desempeñarse laboralmente, aprendizajes necesarios para ejercer el trabajo.

Se me ocurre como ejemplo la medicina. Antiguamente la medicina no era más que un cuerpo de prácticas tradicionales, donde se asumía que algunas servían y otras claramente hasta podían enfermar más a los pacientes. Hoy, la medicina tiene un gran componente mental, comprensión del cuerpo y los sistemas, comprensión de la química que da origen a los fármacos, técnicas quirúrgicas y terapéuticas de todo tipo. Por ello no es raro que para poder ejercer esta profesión se requieran siete años para formarse como médico básico y varios más para poder ejercer una especialidad.

Cuando el trabajo tenía este mayor componente físico la alimentación debía ser consistente con aquello y por lo tanto se requería consumir una gran cantidad de calorías diarias y mucho hidrato de carbono para sustentar el esfuerzo corporal del trabajo. Hoy eso ha cambiado y nuestras pautas alimentarias también deben cambiar, por lo que se requieren menos calorías y otros cuidados en la dieta.

También el estrés laboral ha cambiado de pauta. Es posible que antes el estrés tuviera que ver con el cansancio físico luego de jornadas agotadoras. Hoy el estrés tiene más que ver con las cargas mentales del trabajo, con el cumplimiento de exigencias, con el uso del tiempo, con las relaciones humanas, con el clima organizacional, con las oportunidades de desarrollo.

Y, para terminar, creo que otro gran cambio está ocurriendo en relación al término de la vida laboral. Hemos prolongado muchísimo la vida. Hoy la expectativa de vida de hombres y mujeres está en los 80 años más – menos. Ello significa que si las mujeres se retiran de la vida laboral a los 60 años y los hombres a los 65 quedan 15 o 20 años de vida “sin trabajo” y en muchos casos más años aún y en condiciones de buena salud.

Esto es algo novedoso en la historia de la humanidad, donde trabajar hasta la muerte era la tónica para mucha gente y no existía este periodo de vida post laboral, que, aunque existiera no era tan largo y tampoco en buenas condiciones físicas.

Creo que por eso el tema de la jubilación y las pensiones es un tema en todo el mundo no sólo en Chile ya que requiere financiamiento y gestión.

También creo que esto supone reflexionar como llegamos al término de la vida laboral o si seguimos manteniendo alguna actividad laboral más flexible, más tranquila. También supone reflexionar como las organizaciones aprovechan el conocimiento y la experiencia de las personas mayores y la transfieren a quienes vienen llegando. También significa como en cualquier institución se cuidan relaciones entre personas de diferente edad.

Como decía al principio, estas son mis notas para la charla que me correspondió dar. De todos los cambios señalados ¿cuál consideras más relevante?, ¿qué otros cambios en el trabajo destacarías?, ¿qué anticipas para el futuro?

 

Fuentes principales:

Santiago Blinkis. “Pasaje al futuro”.

Jeremy Rifkin. “El fin del trabajo”.

Lynda Graton. “El futuro del trabajo ya está aquí”.

Thomas Malone. “El futuro del trabajo”.

Martin Hopenhayn. “Repensar el trabajo”.

Carlos Alcover. “Psicología del trabajo”.

Katrine Marsal. “Quién le preparaba la cena a Adam Smith”

Tatiana Camps. “Liderar desde lo femenino”.

Rutger Bregman. “Utopía para realistas”