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domingo, 30 de marzo de 2025

“Perspectivas sobre el desarrollo de carrera: ser jefe o ser experto"

 

                                                                        (tomado de: https://www.bizneo.com/blog/plan-de-carrera-profesional)

 

He publicado un resumen del artículo en youtube, en dos videos. Acá los datos.

1.- Perspectivas sobre desarrollo de carrera 1: ser jefe. En https://www.youtube.com/watch?v=st5GFZIB8ns

2.- Perspectivas sobre el desarrollo de carrera 2: ser experto. En https://www.youtube.com/watch?v=JAbe2cpOMAc

La carrera profesional tiene muchas formas y trayectorias, las que dependen de las oportunidades que entrega el mercado de trabajo, así como de decisiones que puede tomar una persona para orientar su carrera hacia un lado u otro.

Tengo la posibilidad de hablar de estos temas con mis alumnos de magister en la Universidad de La Serena o en la Universidad Católica del Norte. Anoche tuve la oportunidad de conversarlo con estudiantes del diplomado en gestión de personas de la Universidad Nacional de Córdoba. También hablo del tema con las personas que tengo la suerte de acompañar en su desarrollo cuando efectúo procesos de coaching ejecutivo.

Les comparto algunas de mis reflexiones.

Es posible que en otros periodos históricos la carrera profesional fuera mucho más estable, al menos en Chile y otros países similares. Por supuesto que no existía la masificación de la educación superior que existe hoy día. También había otra lógica organizativa y económica, la gente “hacía carrera” en una organización y se quedaba allí hasta que jubilaba.

Hoy, con otras concepciones económicas y otras lógicas organizativas, nada asegura ni necesariamente lo hace deseable, ingresar a una empresa y quedarse allí toda la vida y por lo tanto la carrera adopta otras formas: cambios de trabajo, trabajo en proyectos, periodos de desempleo, emprendimiento, media jornada, consultoría, estudios de postgrado, etc.

Considerando esto, yo veo que la carrera hoy puede tener fundamentalmente dos grandes trayectorias, las que no son excluyentes, por supuesto. Creo que lo valioso de esta distinción es que así uno puede saber que camino está siguiendo y tomar decisiones estratégicas respecto de cómo desarrollarse.

 

El camino de ser jefe o jefa:

Muchas veces un profesional que trabaja en una organización recibe un llamado y le ofrecen hacerse cargo de un equipo, otras veces hay un concurso competitivo interno o externo y la persona postula y gana dicho concurso. Hay personas que han soñado toda su vida con ser jefe de otras y estas situaciones le son de mucho gusto.

En cambio, hay personas que jamás se han planteado la posibilidad de ser jefaturas y no tienen ningún interés en serlo, sin embargo, no hay nadie más disponible y por el bien del equipo asumen este rol sin muchas ganas. He visto este fenómeno muchas veces en instituciones públicas como los hospitales, donde quien asume el rol de jefatura lo hace por vocación y buena voluntad, como un servicio cuando nadie más quiere asumirlo.

También, creo, que hay personas que, sin tener mucho interés, ven que la única posibilidad de mejorar su desarrollo y sus ingresos económicos en la organización es abrirse a la posibilidad de asumir roles de jefatura y lo hacen, a principio sin mucho interés y luego descubren grandes opciones de desarrollo con dicha decisión.

Ser jefe es estar a cargo de otras personas, de un equipo de trabajo. Es un fenómeno de nombramiento, es decir, a una persona la “nombran” jefatura y con ello le dan un conjunto de atribuciones para ejercer el cargo, atribuciones que se acaban en el momento de ser “desnombrado”, si es que algo así ocurriera.

Las atribuciones de una jefatura no son del ocupante del cargo, sino que de la posición que se tiene en la estructura organizacional y se encuentran generalmente establecidas en un contrato de trabajo, una descripción de cargo, un manual, un reglamento u otras fuentes.

Existen varios niveles de jefatura en una organización, dependiendo de la posición en la estructura organizacional.

El primero de ellos es la jefatura de línea.  Se trata de supervisores que tienen a cargo otras personas que están directamente en la operación productiva y su trabajo consiste en gestionar las contingencias propias de la operación: planificar la operación, seleccionar personal muchas veces, capacitar, retroalimentar, gestionar situaciones no planeadas. En este rol no se cumple el dicho “el que sabe sabe y el que no es jefe” ya que una jefatura tiene que saber de la operación, ya que al ser así gana autoridad con su equipo.

El segundo nivel es la jefatura intermedia. Se trata de supervisores de supervisores, quienes median entre la alta dirección y otro nivel de supervisión. Estos supervisores generalmente llevan y traen información y toma de decisiones hacia arriba y hacia abajo en la línea organizacional y permanentemente se encuentran en la encrucijada de ser leales con su propia jefatura y también ser leales con los equipos que tienen a cargo por lo que tienen que aprender competencias de naturaleza política. También corren el riesgo permanente de distorsión de información, que lo que dicen en cualquier lado no sea fiel a lo que les dijeron sus propios jefes o las personas a cargo.

Finalmente, el otro nivel es el de la alta dirección. Se trata de gerentes o ejecutivos que trabajan a un nivel estratégico, tomando decisiones, gestionando recursos, planificando a largo plazo, relacionándose con el medio externo. Estas jefaturas necesitan desarrollar competencias de pensamiento estratégico y de toma de decisiones, por lo tienen que aprender a salir de las contingencias diarias y pensar siempre en clave de plazos más largos.

Un jefe o jefa, cualquiera sea el nivel en el que opera, debe conseguir resultados y relaciones. Esto significa que se espera que planifique, invente y ejecute estrategias para lograr las metas que se le han puesto a cargo, los KPI de los que es responsable. Sin embargo, tiene que gestionar también relaciones, con su propio equipo y con otras personas fuera o dentro de la organización, ya que las relaciones son las que lo llevan a conseguir resultados por intermedio de otros.

Las organizaciones buscan conseguir resultados: ventas, producción, calidad, seguridad y tantos otros, dependiendo del “giro del negocio”. Las organizaciones hacen responsables a las jefaturas de conseguir esos resultados.

Y los resultados los consiguen las personas que coordinan su acción, con clientes, en equipos de trabajo funcionales, en equipos interfuncionales, en relaciones con personas fuera de la organización. Las jefaturas deben ser hábiles para gestionar estas relaciones para que predomine la cooperación y el buen clima, así se facilita la obtención de resultados.

Para gestionar relaciones una jefatura debe contar o desarrollar un conjunto de competencias de carácter no técnico, hoy llamadas genéricas o transversales: gestión de emociones, retroalimentación, escucha, comunicación, gestión de conflictos y liderazgo.

Para mí, el liderazgo es distinto de la jefatura ya que, si la jefatura se basa en el poder, el liderazgo se basa en la autoridad que le dan a alguien las personas que tiene a cargo, a partir de su competencia, su dar el ejemplo, sus habilidades emocionales y su gestión de las narrativas.

A ser jefe se aprende y se puede hacer de varias maneras: por ensayo y error, imitando a los modelos positivos que se han tenido en la carrera laboral, no imitando a los modelos negativos que se puedan haber tenido, con capacitación y coaching.

Una idea relevante es que cuando una persona asume roles de jefatura tiene que asumir un cierto nivel de obsolescencia en su profesión ya que dedica una cantidad de tiempo significativo a temas que no tienen nada que ver con especialización profesional, especialmente temas enfocados en la relación con otros.

No obstante, ser jefatura puede ser una gran fuente de satisfacción profesional, de sentido de logro de resultados y de conexión con otras personas, quienes agradecen y valoran el trabajo de una jefatura que ha actuado como mentor, como buen ejemplo, como motivador y en algunos casos hasta como amigo o amiga.

El camino del experto o experta:

Para Karl Erik Sveiby un experto es alguien que tiene un gran nivel de competencias técnicas y bajas competencias organizacionales. Sabe de su profesión, pero sabe poco de cómo funciona una organización. Un experto es alguien que sabe cómo resolver problemas, para lo cual cuenta con conocimientos de naturaleza procedimental y de naturaleza conceptual – discursiva.

Respecto del conocimiento procedimental, un experto “sabe que hacer” frente a un problema, ya que ha aprendido acciones concretas y específicas que permiten “hacerse cargo del problema”.

Respecto del conocimiento de naturaleza conceptual – discursiva, se trata de distinciones conceptos, modelos o enfoques teóricos que permiten dar cuenta de porque se hace lo que se hace.

Por supuesto que depende en que sea experto el experto cuanto conocimiento procedimental y cuanto conocimiento conceptual requerirá. En algunos campos basta con conocimiento del primer tipo. En cambio, en otros campos se requiere saber distinciones, conceptos, modelos, teoría. Como decía Kurt Lewin, “nada más práctico que una buena teoría”.

Expertos son los cirujanos, los pilotos de avión, los guías turísticos, los gasfíteres, los asesores tributarios, los ingenieros de distinto tipo, los constructores civiles, las enfermeras, los químicos – farmacéuticos, etc.

Existen distintos niveles de experticia, desde el experto básico o junior que tiene conocimientos superficiales, hasta un experto senior, que sabe de un campo específico con un alto nivel de profundidad, el cual además de ser valioso es escaso en el mercado.

Una buena manera de reconocer a un experto es que mientras más experto es más difícil contratarlo y generalmente los “arrendamos” por un rato. Esto quiere decir que muchas veces un experto de alto nivel es incontratable y más bien los contratamos como consultores por algunas horas, por algún proyecto o contra algún resultado.

Un experto corre siempre el riesgo de volverse obsoleto, dado el cambio de paradigmas profesionales, así como de tecnologías como ocurre hoy con la IA, por lo que, para seguir siendo experto, un experto necesita de manera permanente reciclarse. Es por ello que los expertos suelen estar haciendo cursos, leyendo libros, viendo tutoriales, pidiendo ayuda a otros expertos o incluso dando clases como profesores a otras personas sobre el tema de su experticia.

Un experto puede dar a conocer su experticia en un aviso publicitario, pero lo que más necesita un experto es el marketing “boca a boca”, que mucha gente hablé bien de él o ella y lo recomiende activamente. Es como preguntar “¿conoces a alguien que sepa de resolver este problema?”, lo que lleva inmediatamente a activar redes de recomendación y reputación.

Muchas veces a un experto le piden hacerse cargo de liderar a otras personas y lo hacen muy bien. Otras veces, un experto queda a cargo de otros y lo hace muy mal pues ya sabemos quiénes trabajamos en “gestión de personas” que para liderar a otros se requieren otras competencias, distintas de las meras competencias técnicas que te transforman en experto o experta.

A veces un experto convierte su experticia en emprendimiento y puede pasar lo mismo que cuando se transforma en jefe. A veces le va muy bien y monta un negocio altamente exitoso y otras veces le va muy mal, en este último caso, también porque para ser un emprendedor se requieren otras competencias distintas de la mera competencia técnica.

Ser experto o experta es un gran camino de desarrollo de carrera y para transitarlo con éxito se requiere identificar un nicho profesional y convertirse en alguien que sabe mucho de ese nicho. Ser experto tiene recompensas económicas, reputacionales y de satisfacción profesional. Para ser experto hay que trabajar permanentemente en no volverse obsoleto, lo que también tiene conexión con la innovación.

¿Y tú por dónde vas?

Bueno, para concluir mi pregunta es, cómo estás construyendo tu carrera, cómo te estás formando, qué decisiones estás tomando, de modo que como decía Ortega y Gasset, “tú y tus circunstancias” te lleven donde hagas un mejor aporte, te sientas más feliz y puedas desarrollar como persona y profesional.

 

jueves, 9 de junio de 2016

Reid Hoffman. El Mejor Negocio eres tú. Adáptate al futuro, invierte en ti mismo e impulsa tu carrera. Mantenerse en beta permanente.


Compré este libro hace ya casi dos años en Buenos Aires mientras andaba con mi hija mayor recorriendo dicha ciudad. Me pareció atractivo leer a Reid Hoffman, fundador de linkedin para entender como comprendía el mundo y que se podía aprender de sus reflexiones. Si bien hace algo de marketing a su empresa aunque también expone algunas ideas valiosas sobre emprendimiento y gestión de redes, lo que puede ser interesante en estos tiempos en que las redes sociales “la llevan” como diría mi propia hija.

Inicia el libro señalando que “todos somos empresarios”, no en el sentido que todos estemos llamados a fundar empresas, sino que en la línea de pensar nuestro trabajo como una carrera, de concebirnos como emprendedores más que como trabajadores pasivos y dependientes.
Se enfoca luego en contrastar, a partir de los cambios tecnológicos y de la globalización como ha cambiado la carrera laboral en los últimos años:

Antes: La gente conseguía un empleo en una empresa, la iban preparando y el empleador costeaba su capacitación y formación profesional. Al ganar mayor experiencia, ascendía en la estructura organizacional ganando en cada ascenso mayor poder, ingresos y seguridad laboral. Luego, a los sesenta y cinco años se salía de esta escalera, dejando lugar a los jóvenes, a un retiro financiado por una pensión. Creo que esta fue la experiencia de mucha gente en nuestro país y en el mundo, trabajos estables, empresas grandes y tiempos lineales lo que comenzó a acabarse a partir de la crisis económica del año 81 y 82.

Ahora: La carrera tradicional ha muerto y no se puede contar con una formación financiada por el empleador, se espera que los empleados, incluso los más jóvenes, sepan hacer el trabajo para el que han sido contratados desde su llegada. Ahora es responsabilidad de cada uno capacitarse e invertir en sí mismo. Las empresas no quieren invertir en el trabajador porque es poco probable que dedique muchos años a trabajar en ellas. Ahora existe un contrato de corto plazo basado en el rendimiento, mayor lealtad horizontal hacia la red de relaciones que lealtad vertical hacia el jefe o hacia la misma empresa

Estoy completamente de acuerdo con sus comentarios acerca del cambio de la carrera profesional. Hoy en día pensar en estar en la misma empresa toda la vida, excepto tal vez si se trabaja para el Estado, al menos para la mayor parte de las personas, es una ilusión, ya que ni las empresas suelen querer a alguien para toda la vida ni muchas personas están dispuestas a estar donde mismo todo el tiempo. Las empresas procuran mayor flexibilidad y orientación a resultados y, muchas personas, quieren más novedad, más experiencias y capitalizar de buen modo su formación y trayectoria. Algunos viven esta realidad con agrado, otros lo viven con nostalgia.

El mundo ha cambiado y cita dos ejemplos para argumentar dicho cambio, el caso de Detroit y el caso de blockbuster v/s netflix, perder el norte, rigidizarse, “mirarse el ombligo”, creer que el mundo es estable, quedarse en la seguridad, dejar de innovar y aprender y varios etc. Mantenerse en “beta permanente”, aprender más, aceptar que cometemos errores, que necesitamos adaptarnos y evolucionar, en definitiva sentir que estamos siempre en desarrollo.

Aplicada esta noción a la carrera laboral tiene dos ideas interesantes, fundamentales en su libro.

La primera es que necesitamos desarrollar nuestras ventajas competitivas, combinando activos, aspiraciones y realidades del mercado. Los activos pueden ser tangibles como dinero, acciones y posesiones materiales o intangibles como conocimiento, contactos profesionales, reputación, aptitudes y estilo personal y puntos fuertes (aquello que nos resulta bien). Sin duda en el mundo que vivimos estos últimos son de la mayor importancia y es necesario “invertir” en ellos para incrementarlos y desarrollarlos, pudiendo luego usarlos competitivamente.

En mi trabajo cotidiano como profesor de post grado, veo como muchos alumnos se enfocan en “obtener diplomas o certificaciones” más que en las competencias profesionales que ellas pudieran implicar, pensando que sólo tener acreditaciones les abrirá puertas. Y, si bien es verdad que ello ocurre a veces, a “la hora de la verdad” lo central es que sabemos hacer y no sólo los diplomas que tengamos. He argumentado esto en un post anterior.

La segunda idea central es la importancia de construir relaciones reales y duraderas y disponer estas relaciones en una poderosa red profesional. Su argumento central es que “los grandes profesionales construyen redes que los ayudan a abrirse paso en el mundo”. “No importa cuán brillante seas tú o tu estrategia, si trabajas en solitario siempre perderás ante un equipo”. Vivimos en culturas obsesionadas con el mito del héroe, de la persona que se ha hecho sola y entonces al narrar historias de éxito se nos olvida cuanto han participado de aquello equipos de personas.

Construir relaciones es fundamental en la vida profesional, relaciones verdaderas y no meramente transaccionales. Para ello sostiene que es fundamental la empatía y la disposición a ayudar. Existen los aliados profesionales y los lazos débiles. Los primeros son personas a las que se consulta por consejo, con quienes se comparten oportunidades y se colabora de forma proactiva, suelen ser pocas personas. Los segundos son personas que se conocen en conferencias, compañeros de curso, colegas o gente interesante con las que nos cruzamos por ahí, aunque en buenos términos, se encuentran fuera del círculo íntimo y pueden ser fundamentales a la hora de conocer posibilidades, obtener información y “ampliar la red”.

En el enfoque de capital intelectual esto se ha llamado “capital relacional” y es fundamental alimentarlo, cuidarlo, alimentarlo con reciprocidad, con atención y con cuidado. Veo como muchas personas “explotan” este capital pero no lo “nutren”.

Al respecto, hace algunas semanas atrás una buena amiga, una “aliada profesional” me invitó a formar parte de la red de recursos humanos, un grupo de google que comparte información, datos de trabajo, oportunidades profesionales y otras cosas más, en Chile. Me he inscrito con gusto y si bien aún no participo mucho me dedico a observar al grupo. He visto que hay prácticas que no fortalecen este espíritu nutritivo, como pedir ayuda y luego de recibirla no agradecer a quienes han colaborado, o solicitar en tono autoritario, demandante, en vez de pedir por favor o con gentileza. También hay gente valiosa para la red como quien la administra gratuitamente o quienes agradecen haber recibido un curriculum valioso o incluso quienes habiéndolo recibido y contratado a alguien informan que así lo han hecho.

Recalco la importancia de nutrir estas redes y cuidarlas con reciprocidad y buenas ofertas de ayuda a los demás.