En varios libros que he leído
últimamente citan a estas autores y su libro escrito el año 2011. Uno de estos
libros, el que recomiendo revisar, es el libro que anualmente edita BBVA Openmind donde aparece un capítulo
escrito por Adam Saunders relativo al Impacto de la tecnología
en el crecimiento y el empleo.
Busqué el libro de Brynjolfsson y
Mc Affee en internet y comenzó siendo un desafío comprarlo en versión digital
en España en una editorial que lo vendía en formato pdf, pdf que requería
instalar un programa ya que está encriptado para evitar las copias piratas. Por
fin lo logré y lo he leído con gran gusto. Esto me sonó a metáfora de los temas
que me esperaban en el texto.
Un libro breve, apenas 99
páginas, bien redactado, preciso e inspirador para muchas conversaciones
importantes. Se puede leer un resumen en http://evpitasociologia.blogspot.cl/2016/11/la-carrera-contra-la-maquina-de-erik.html
El objetivo del documento es
explicar cómo las tecnologías de la información están afectando los empleos,
las cualificaciones necesarias, los salarios y la economía.
Luego de mostrar datos para EEUU
relativos a empleo, concluyen que existe una suerte de paro crónico en la
actualidad. A juicio de los autores, en todas las crisis económicas anteriores,
cuando se producía la recuperación luego se retomaba el empleo aunque con algún
rezago. Sin embargo, en la situación actual, post crisis 2009, ello no es así
ya que se crea riqueza pero no se está produciendo empleo de la misma manera
que anteriormente.
Según Brynjolfsson y Mc Affee esta
situación tiene diversas explicaciones, señalando tres teorías: el carácter
cíclico propio de la economía, el estancamiento económico y el “final del
trabajo”. La última me parece especialmente interesante ya que repite las tesis
de Jeremy Rifkin, quien propone que el cambio
tecnológico llevó a la pérdida de puestos de trabajo en la agricultura con el
consiguiente desplazamiento hacia la industria y, a su vez la automatización en la industria
desplazó mano de obra a los servicios. El problema es que hoy, con la
automatización de los servicios no se ha creado otra industria que absorba trabajo
con el consiguiente aumento del nivel de paro laboral. De alguna manera los
autores comparten esta tesis, la informatización está eliminando puestos de
trabajo más rápido de lo que los crea.
Dan algunos ejemplos de
desarrollos tecnológicos que hace algunos años atrás eran impensables como el
automóvil conductor de google, el programa Watson de IBM y la traducción
simultánea de alta calidad. A partir de estos ejemplos teorizan acerca de la ley de Moore (aproximadamente cada dos años
se duplica el número de transistores en un microprocesador y baja el precio a
la mitad) y la teoría de kurzweil sobre los crecimientos
exponenciales, quien usando el cuento del inventor del juego de ajedrez que pide
al rey una cantidad de arroz como premio, determinada colocando un grano en el
primer cuadro, dos en el segundo, cuatro en el tercero y así sucesivamente
hasta que el rey acepta la recompensa pero no se da cuenta de qué manera se
multiplica el arroz al avanzar en las casillas llegando a cifras tremendamente
grandes. La tesis de Kurzeil es que este crecimiento exponencial, aplicado a la
tecnología, lleva a que en algún momento nos movemos a la “segunda parte del
tablero de ajedrez”, pudiendo los computadores realizar tareas que antes
parecían imposibles. De acuerdo a estas reflexiones, ¿en qué momento de la
historia del uso industrial de los computadores estamos?, ¿es ya la segunda
mitad del tablero?. Es muy probable que recién estemos entrando en la etapa
exponencial y veamos muchas cosas fantásticas con los computadores que no
imaginábamos posibles.
Distinguen también las
tecnologías de propósito general, un pequeño grupo de innovaciones tecnológicas
tan potentes que interrumpen y aceleran el curso normal del progreso económico.
Algunas de ellas son: la máquina de vapor, la electricidad, el motor de
combustión interna. Estas tecnologías no sólo van mejorando con el tiempo sino
que también dan pie a innovaciones complementarias en los procesos en las empresas
e industrias que las ocupan, generando una cascada de beneficios. Los
computadores son una clase de tecnología de propósito general que generan
efectos en todos lados, aumentando la productividad en la alta tecnología pero
en todas las industrias que los utilizan.
Luego de estas disquisiciones los
autores concluyen que todas estas tecnologías están creando valor en cantidades
enormes, pero dicho valor no se está repartiendo igual que anteriormente entre
trabajo y capital y, tampoco entre distintas clases de trabajadores: algunos
están ganando, otros están perdiendo.
Además del capital y las “superestrellas”,
según los autores quienes están ganando son los trabajadores muy calificados al
tiempo que se reduce o elimina el trabajo poco cualificado. Dicen: “una gran
parte de la automatización industrial cae en esta categoría; el trabajo
rutinario se deja a las máquinas, mientras que las decisiones más complejas de
programación, administración y comercialización continúan tomándolas las
personas”. “tecnologías como la robótica, las máquinas de control numérico, el
control computarizado de stocks y la transcripción automática han estado
sustituyendo tareas rutinarias y desplazando a los trabajadores que las
realizaban. Mientras, otras tecnologías, como la visualización y análisis de
datos, las comunicaciones de alta velocidad y la realización rápida de prototipos
han aumentado las contribuciones del razonamiento más abstracto e, impulsado
por el análisis de datos, aumentando el valor de estos puestos de trabajo”.
Adam Saunders, ya citado al inicio, hace una
clasificación entre tres niveles de cualificación y los efectos que la
tecnología tiene en ellos:
Empleos con un nivel de cualificación bajo: la demanda por este tipo de
empleos en algunos casos cae drásticamente o desaparece debido a las
tecnologías o, en otros casos, permite que ciertas tareas sean más soportables.
No obstante ello sigue existiendo demanda de ocupaciones que requieren baja
calificación ya que aunque ciertas tareas pueden automatizarse los robots son
incapaces de asumir todas las tareas.
Empleos con un nivel de cualificación medio: Estos empleos (oficinistas y
operarios) es fácil que sean codificables, como resultado de ello desaparecen.
Algunas formas de automatización fuerzan a la gente a llegar tareas aburridas,
“descualificando” el trabajo.
Empleos con un nivel de cualificación alto: Se encuentran protegidos en
gran medida porque requieren una mayor formación y unas habilidades cognitivas
elevadas (análisis, resolución de problemas y toma de decisiones).
De acuerdo a Saunders hemos
acabado con una fuerza laboral polarizada. El crecimiento del empleo se ha
concentrado cada vez más en los lados opuestos del espectro de capacitación, mientras
que los trabajos con un nivel de cualificación medio están reduciéndose.
Hace un tiempo atrás escribí un
post, a propósito de los trabajos de Thomas
Stewart respecto del capital intelectual y la matriz que crea en relación a
facilidad de reemplazo y agregación de valor y como los trabajadores de alto
valor agregado y baja reemplazabilidad son los que más importantes se vuelven
en esta nueva economía. Posiblemente muchos de esos trabajadores son aquellos
que trabajan en ámbitos de gran calificación, difíciles de reemplazar por
máquinas ya que tienen un conocimiento especializado o si no lo tienen saben dónde
encontrarlo, como jerarquizarlo y, sobre todo, como utilizarlo para crear
riqueza.
No sé con exactitud si en nuestro
país está ocurriendo lo mismo con el desarrollo tecnológico ya que debemos ir
con algún rezago respecto de otros países como Estados Unidos o Europa, sin
embargo, de algún modo vamos en la misma línea de tendencia. Yo observo como
muchos trabajos se automatizan, se externalizan y aumenta la demanda por
trabajo calificado, no por títulos profesionales como algunos malentienden sino
que por conocimiento valioso.
Me sorprende mucho cuando en los
colegios o en las universidades se restringe el uso de herramientas electrónicas
como celulares, tablets u otras. Si queremos que nuestros niños sean hábiles
con la tecnología tenemos que no sólo permitirlo sino que además estimularlo
inteligentemente para que sean usuarios creativos. Creo que esto es imparable
como debe haber sido en su época los libros impresos, la electricidad o el automóvil
como lo conocemos, por ello, si es un desarrollo inevitable mejor prepararse en
la medida de lo posible y adaptarse continuamente.
En Chile ha tenido lugar un
aumento enorme de la matrícula universitaria que ha hecho que muchos
estudiantes cursen carreras profesionales con la esperanza que ello va a
significar mejorar sus ingresos y calidad de vida, lo que definitivamente en
muchos casos no ha sido verdad. Más allá que muchas veces estos títulos no
tienen valor por la baja calidad de las instituciones que las ofrecen me pregunto
cuanto también hay de estarse “mal preparando” eligiendo carreras para mundos
que quedan atrás por el desarrollo tecnológico.
Por ello creo que es necesario
revisar los enfoques con que se trabaja en educación, para mirar más el mundo
que viene, no el que ya fue y apostar con inteligencia y creatividad por ese
mundo.
Ayer conversaba con una persona
acerca de coaching. Tengo la idea que el coaching ha ido adquiriendo cada vez
más popularidad porque más allá de sus contenidos y técnicas es una práctica
enfocada en facilitar el cambio en todo orden, a nivel individual, de equipos u
organizaciones. Ahora mismo trabajo con una persona en la cincuentena que se
queja y sufre por los cambios, dice que no entiende a la gente joven, que no
sabe para dónde van las organizaciones. ¿No sería mejor ver las posibilidades
de aprendizaje que todo esto significa más que quejarse por un mundo que ya no
existe?, tengo la esperanza de acompañarlo en el aprendizaje que tiene que
hacer.
No sé si la tecnología nos va a
llevar a un mundo mejor o peor, no soy un tecno optimista ni tampoco un ludita
que reniega del cambio tecnológico. Están ahí, las usamos, las incorporamos y
como cualquier herramienta les podemos dar un uso mejor o peor. Lo importante
es incorporarlas en los análisis organizacionales, mirar sus efectos y aprender
a utilizarlas de manera continua.