Preparando mis clases sobre
liderazgo he retomado la lectura de este libro clásico de Daniel Goleman. Me
pasa con las segundas lecturas de libros casi lo mismo que cuando veo una
película por segunda vez, observo y me fijo en cosas que no había visto la
primera vez. He publicado con anterioridad algunos posts sobre Goleman y su trabajo
sobre IE y liderazgo en HBR y sobre su libro El
líder resonante crea más que escribió con Boyatzis y McKee.
Me gustó muchísimo el
reconocimiento que Goleman realiza a Howard Gardner y su teoría de las
inteligencias múltiples y el reconocimiento a John Mayer y Peter Salovey
quienes inventaron el concepto de inteligencia emocional. No es algo que haya
inventado Goleman, quien más bien hizo de difusor y terminó desarrollándose con
el tema.
Una idea básica que expone
Goleman es “cuando lo inteligente es tonto”, personas con un alto CI en
términos de los tests clásicos de inteligencia que muestran serias dificultades
para adaptarse a la vida y llevar una buena vida. Se me vienen a la mente
varios detectives de series de netflix, como Sofía Karppi que estoy viendo
ahora o uno que vi hace poco Harry Ambrose (The Sinner) o Sorjonen. Hábiles
para entender los crímenes pero un 0 a la izquierda en el manejo de su vida
personal.
Por ello define Goleman la
inteligencia emocional como: “habilidades como ser capaz de motivarse y
persistir frente a las decepciones, controlar el impulso y demorar la
gratificación, regular el humor y evitar que los trastornos disminuyan la
capacidad de pensar; mostrar empatía y abrigar esperanzas.
Para Goleman la IE puede ser tan
poderosa, mucho más que el CI para explicar la variabilidad de una persona a
otra en el curso de una vida. El CI proporciona pocos datos que expliquen los
diferentes destinos de personas con aproximadamente las mismas posibilidades,
estudios y oportunidades. Dice Goleman “la vida emocional es un ámbito que, al
igual que las matemáticas o la lectura puede manejarse con mayor o menor
destreza y requiere un singular conjunto de habilidades. Y saber hasta qué
punto una persona es experta en ellas es fundamental para comprender por qué
triunfa en la vida, mientras otra con igual capacidad intelectual acaba en un
callejón sin salida: la aptitud emocional es una meta-habilidad y determina lo
bien que podemos utilizar cualquier otro talento, incluido el talento puro”.
Me parece que este argumento de
Goleman es muy poderoso y tiene enormes derivadas hacia diversos campos como la
educación en todos sus niveles y, lo que suele ser mi foco de trabajo el ámbito
del liderazgo.
Respecto de la educación hay un
trabajo muy bonito de Ken Robinson llamado El
Elemento, donde precisamente habla de estos temas. Cuán perdida está la
educación cuando solo enfatiza los aspectos cognitivos y algunas materias por
sobre otras como: matemáticas, lenguaje o ciencias. Cuánto necesitan nuestros
niños y jóvenes (y los adultos también) aprender a convivir mejor.
Y, respecto del liderazgo, el
mismo argumento. Lo central del líder no son sus meras habilidades técnicas
como hacer presupuestos, fijar metas, saber de marketing o producción. Lo
central de un líder son sus habilidades relacionales: conversar, empatizar,
comunicar, escuchar, gestionar emociones y estados de ánimo, colaborar,
construir confianza, construir un clima grato, etc. En este sentido, cuán claro
tiene un líder de una organización la importancia de esto, cómo se sensibilizan
estas competencias, cómo se forman, cuánto se valoran en las organizaciones.
Para Goleman, basado en Salovey,
la inteligencia emocional incluye capacidades en cinco esferas principales:
1.- Conocer las propias emociones. Se trata de la conciencia de uno
mismo, el reconocer un sentimiento mientras ocurre. Esta capacidad es la clave
de la inteligencia emocional. En el capítulo dedicado a este tema Goleman
expone que tenemos la idea que darnos cuenta de nuestros sentimientos es algo
evidente, sin embargo, muchas veces somos inconscientes a dichos sentimientos.
La autoconciencia emocional es una meta capacidad, una capacidad autoreflexiva
de observar e investigar la experiencia misma y ya hacer eso es fundamental
para poder cambiar las emociones en las que nos encontramos.
2.- Manejar las emociones. Ser capaz de gestionar los sentimientos para
que sean adecuados, lo que tiene relación con la capacidad de serenarse, de
librarse de la irritabilidad, la ansiedad y la melancolía excesivas y de las
consecuencias del fracaso. En el capítulo respectivo Goleman habla de la ira,
de la ansiedad, de la preocupación, la melancolía todos importantes estados
emocionales que requieren una adecuada gestión so riesgo de caer por un
precipicio emocional que nos cuesta caro.
3.- La propia motivación. Ser capaz de ordenar las emociones al
servicio de un objetivo, ya que ello permite la automotivación y el logro.
4.- Reconocer emociones en los demás. La empatía, habilidad fundamental
para captar las sutiles señales sociales que indican lo que otros necesitan o
quieren. La empatía se construye sobre la conciencia de uno mismo. La empatía es
crucial y entra en juego en una amplia gama de situaciones de la vida desde las
ventas y la administración hasta las relaciones de pareja, la paternidad y
muchas más.
5.- Manejo de relaciones. Habilidad relacionada con la capacidad de
manejar las emociones de los demás. Se trata de una habilidad central para el
liderazgo y la eficacia interpersonal. Destaca Goleman que el déficit de estas
habilidades es lo que puede hacer que gente brillante fracase en sus relaciones
apareciendo como arrogante, desagradable o insensible. Y, al contrario, un buen
desarrollo de ellas permite dar forma a un encuentro, movilizar e inspirar a
otros, prosperar en las relaciones íntimas, persuadir e influir, tranquilizar a
los demás.
Para cerrar este post me pasan
varias cosas con la descripción que hace Goleman de las cinco dimensiones de la
IE.
Una de ellas es que a mis 51 años
y casi 30 de ejercicio profesional observo como ha roto paradigmas y creo que
en ello Goleman tiene una enorme influencia. Hoy hablamos de estos temas, hoy
miramos el liderazgo con otros ojos, la formación profesional incluye algunos “ramos
blandos”, hoy se realiza selección de personal considerando otras competencias
distintas de las meras competencias profesionales. Creo que hay mucho que
seguir avanzando pero vamos bien.
Lo segundo es que me invita a la
humildad, todos, incluyéndome, tenemos mucho que aprender en estos ámbitos.
Nuestra educación, sobre todo si somos hombres, no ha tenido mucha
consideración por darnos cuenta de las emociones, por la empatía, por la automotivación.
Permanentemente la vida nos desafía a darnos cuenta que sentimos, cómo lo
gestionamos, como reaccionamos, como somos más considerados y creo que ello es
un aprendizaje constante.
También me hace pensar en los
procesos de aprendizaje. Al igual que desde la perspectiva de las competencias
la IE no se aprende con una clase expositiva, ni con la presentación de un
power point ni con escuchar una charla en youtube. Esto se aprende de otras
maneras más vivenciales, los modelos que nos educan, el procesamiento de las
experiencias, juegos y dinámicas. Por eso que quienes trabajamos en
capacitación tenemos que mutar nuestras técnicas de aprendizaje para hacerlas
más propicias hacia estos nuevos aprendizajes.
Finalmente, reconocer a Goleman
su impacto, su lucidez en escribir este libro y valorar como ha influido en
todos nosotros. Seguiré leyendo dos o tres libros más que tengo escritos por
él.