Me llama mucho la atención cuanto
nos cuesta discrepar y cómo los desacuerdos se transforman, a veces, muy rápidamente
en descalificaciones y conflicto abierto. Creo que esto pasa no sólo en Chile,
al leer la prensa veo que también ocurre en otros países del mundo y, además,
me parece, las redes sociales tienden a exacerbarlo y, lamentablemente, a veces
estimularlo.
Sin ir más lejos, si se mira la
conversación sobre la nueva constitución y el plebiscito de salida estaba lleno
de agresiones, descalificaciones, acusaciones de malas intenciones, etc.
Por eso que me parece que un gran
aprendizaje que tenemos que realizar es aprender a discrepar, para poder llegar
a acuerdos entre las personas que signifiquen, más que quien tiene la razón o la
verdad, el desarrollo de relaciones más respetuosas entre los seres humanos.
Leyendo a Chris Anderson sugiere
revisar los trabajos de Paul Graham sobre “cómo discrepar”. Graham sostiene que
la red está convirtiendo la escritura en una conversación, en el sentido que
antes los escritores escribían y los lectores leían, pero que ahora, la red les
permite a los lectores responder a lo que alguien escribe en hilos de
comentarios, foros y en sus propias publicaciones.
Cuando leo las noticias en los
diarios, y leo muchos diarios electrónicos, me suelo entusiasmar con los
comentarios que hacen los lectores luego de las noticias. Claro que muchas
veces este entusiasmo se me acaba cuando leo agresiones, descalificaciones y violencia.
Por supuesto que muchos de los comentaristas no se identifican o usan perfiles
que no permiten su identificación con lo cual la “impunidad” para agredir
aumenta.
A lo mejor a nivel de medios
masivos como las redes sociales o los medios de comunicación electrónicos es poco
lo que se pueda hacer. Sin embargo, pienso en otros espacios de relación, las
relaciones de pareja, las conversaciones familiares o con amigos, donde tenemos
la posibilidad cierta de discrepar y cómo conseguir que estas discrepancias nos
enriquezcan en lugar de hundirnos en espirales de agresión, descalificación y
quiebres.
También pienso en el ámbito de la
vida organizacional donde discrepar para efectos de resolver problemas, atender
mejor a los clientes, modificar procesos de trabajo, es tan importante ya que
en ello se puede jugar la pervivencia de la misma organización.
Graham elabora una jerarquía de
los desacuerdos, la que se presenta a continuación:
Veamos cada nivel:
0.- Insultos: La forma más
baja de desacuerdo y, según el autor, probablemente la más común. El insulto
puede ser un mero garabato o tener una redacción más articulada, pero es
insulto igual.
1.- Ad Hominen: Se enfoca
en descalificar a la persona, atacando sus características o autoridad sin
considerar la sustancia del argumento. El argumento ad hominen no refuta el
argumento sólo ataca a la persona. Si hay algo mal con el argumento hay que
decirlo y si no lo hay, qué más da quien lo dice.
2.- Respuesta al tono: Es
una respuesta al tono del autor. Es mucho más importante si el argumento está
bien o mal que el tono con el que algo es dicho. Además, el tono es muy difícil
de juzgar y lo que para una persona podría ser un mal tono para otra podría no
ser problemático en absoluto. Si se critica el tono no se dice mucho, por eso
Graham señala,” es el autor frívolo, ¿pero está en lo correcto?, mejor eso que
serio y errado. Y si el autor está equivocado en algún lugar, di dónde”
3.- Contradicción: Ya es una
respuesta a lo que se dijo en lugar de ser una respuesta a cómo o quién. La
contradicción consiste entonces en plantear el caso opuesto, con escasa o nula
justificación. A veces puede tener cierto peso ya que el simple hecho de ver el
caso opuesto expuesto de manera explícita es suficiente para ver que es lo
correcto, pero las pruebas sirven mucho de ayuda.
4.- Contraargumento: Es la
primera forma convincente de desacuerdo. El contraargumento es contradicción +
razonamiento + pruebas. Cuando se dirige directamente a la discusión original
puede ser convincente. El problema es que muchas veces los contraargumentos se
dirigen a algo diferente de la discusión general por lo que, en ocasiones, dos
personas discutiendo apasionadamente, suelen discutir sobre dos cosas
diferentes.
5.- Refutación: Incluye
citar a la otra persona, indicando en qué se está en desacuerdo y luego
explicar por qué se considera equivocado.
6.- Refutar el punto central:
La forma más poderosa de desacuerdo es refutar el punto central de alguien. “El
punto principal del autor parecer ser X. Como dice “cita”, pero esto es un
error por las siguientes razones”……..
Me parece atractiva la escala propuesta
por el autor, ya que da la oportunidad honesta de administrar nuestros
desacuerdos buscando la posibilidad de tener conversaciones más constructivas.
Entiendo que muchas veces cuando
el desacuerdo moviliza las emociones, intensas emociones, y queda poco espacio
para una discusión reflexiva. En muchos de esos casos ganar una discusión se
basa en quien tiene más fuerza, quien desacredita a la otra parte, quién usa
palabras más fuertes, todas maneras de “parecer” ganador, pero mantener el
desacuerdo.
Creo que esta escala también nos
permite cuando observamos desacuerdos, evaluar las posiciones en juego para
poder dar una opinión fundada, más basada en lo reflexivo que en la fuerza.
Finalmente, nos permitirán
aceptar la discrepancia como algo legítimo, que ocurre permanentemente en la
vida social y que desarrollar prácticas para procesarlas es útil y necesario.
(el trabajo original de Graham
está en https://paulgraham.es/ensayos/como-discrepar.html