No conozco a Guillermo personalmente pero
es de esas personas a las que me gustaría conocer para invitarlo a tomar un
café y pedirle que me cuente alguna de sus numerosas anécdotas. Me agradó
especialmente su actitud positiva y su entusiasmo frente a la vida, enfocado en
actuar para cambiar el estado de cosas en vez de “puro quejarse” y sufrir
porque las cosas no cambian.
Al leerlo me hizo pensar varias veces en la
razón por la que cada vez me gusta más el coaching y me alejo de mi profesión
de base la psicología. El coaching tiene un enfoque centrado en las
posibilidades, más que en las limitaciones, en moverse más que en quedarse
resignado, en definitiva en protagonismo más que en víctima.
Recuerdo haberle leído a Freddy Kofman el
concepto de explicaciones tranquilizantes, aquellas interpretaciones bien
elaboradas y llenas de justificaciones para “seguir donde mismo”, tan
frecuentes en el mundo organizacional y en la vida personal.
El libro de Guillermo se aleja de estas
explicaciones y propone numerosas situaciones donde aprender a hacer algo
distinto nos acerca a vivir más felices y con protagonismo. Sigue una
metodología entretenida: cuenta una anécdota personal, hace algunas preguntas y
luego sugiere una conversación de coaching. Me voy a quedar en dos desafíos de
los 17 que propone.
¿Cómo
convertir imprevistos en oportunidades?
Este es el primer desafío que propone.
Cuantas veces nos ha ocurrido que las “cosas
no salen como esperábamos” y ello da pie para amargarnos, para quejarnos, para buscar
como “resolver el problema”, para buscar un culpable, en vez de ver una posible
oportunidad en lo que pueda estar ocurriendo. Guillermo propone que cuando
ocurra algo imprevisto nos podríamos hacer tres preguntas:
(1)
¿Qué digo que pasa?, Los hechos o eventos son situaciones que
han ocurrido. En cambio las interpretaciones son aquellos cuentos que me cuento
acerca de la situación. Y Frente a la misma situación podemos contar cuentos
muy distintos. Por ello, cuando ocurre algo imprevisto, es crucial mirar como
lo interpreto ya que ese cuento no le pertenece a la situación sino que a cada
uno como observador del mundo. Se me ocurre en este punto que todos tenemos
cuentos favoritos, declararnos víctimas, culpar a la historia, sentirnos
especiales y centro del universo y muchos más.
(2)
¿qué
quiero que pase?, Cuando ocurre algo no planeado se puede perder el foco en
lo importante, en aquello que nos convoca. Y, a lo mejor aquello que sucede se
acomoda mejor a nuestros objetivos, no va necesariamente contra ellos. Esto
supone tener el foco en los propósitos que nos mueven ya sea en la vida
personal o en el ámbito organizacional.
(3)
¿qué voy a hacer para convertir este hecho
en una oportunidad para mí?,
a partir de lo que ocurre que voy a hacer con ello, como lo voy a tomar para
ponerme en un papel de ya que no es la situación lo importante sino que hago
con ella.
Estas reflexiones de Guillermo me recuerdan
un coaching que hicimos el otro día con una coachee muy querida, quien se
quejaba que en un grupo con el que ella trabaja la trataba con excesiva
familiaridad, “querida”, “mijita”, “linda” y ella enojada porque ese “no es el
trato debido” se enfocó en poner reglas y “encuadrar” la situación. El
resultado fue distancia, falta de colaboración y poco entusiasmo. En un
coaching conversamos de esto y le pregunté qué distinto podía hacer para tener
otros resultados, a lo que ella con picardía respondió que tomar este trato y
hacerle unos giros del tipo “gracias por lo de querida”, “como que mijita…..mejor
mijita linda” y otros más. Para que decir que al ponerle “liviandad” y tomarlo
como una muestra de cariño y no de confrontación ganó autoridad, calidez y sus
logros subieron fuertemente.
¿Cómo
abrir la puerta para ser lo que quieras ser?, ¿en qué área de tu vida te gustaría
tener resultados realmente diferentes? Este es otro desafío que propone relacionado con el
aprendizaje. Comienza haciéndose la pregunta ¿de qué lado se sube a un caballo?
Para mí, ignorante de este tema, es una pregunta sin respuesta conocida sin
embargo parece ser que la tradición dice que “por la izquierda”. Lo interesante
es ¿por qué?, bueno, porque siempre se ha hecho así. Y sobre esto construye un
razonamiento valioso, cuánto de lo que hacemos siempre se ha hecho así y lo tratamos
como “verdad irrefutable” al punto de ofendernos cuando se nos hace la
pregunta.
De hecho en el mundo organizacional hacer
estas preguntas de este tipo puede ser muy incómodo y sacar de la zona de
tranquilidad a muchas personas, sobre todo a aquellos directivos que han
entrado en su “curva de aprendizaje” y no quieren hacerse problemas.
Como podemos cambiar, como podemos
aprender, como nos mantenemos vigentes. Sobre esto inventa un decálogo de
actitudes para no aprender y resistirse al cambio. (1) Nunca digo no sé, (2)
nunca admito que hay cosas que no comprendo, (3) cuando no se algo doy una
respuesta rápida y convincente, (4) no hay nada nuevo bajo el sol, todo está
inventado, (5) lo que pienso de mí mismo es verdad y no puede cambiar, (6)
tengo que tener todo claro, (7) soy mis pensamientos, si defendí una idea ahora
no puedo cambiarla (8) yo lo hago solamente a mi manera, (9) yo busco siempre
la perfección antes que la producción, (10) para que pueda aprender, se deben
dar todas las condiciones.
Cada uno puede mirar cuál de estas
actitudes le resultan significativas y se siente identificado.
Aprovechando el
momento futbolístico, nuestro país va a jugar la final de la copa Confederaciones en Rusia me pregunto qué ha cambiado que ahora Chile va a finales y las gana. Creo que la
actitud de aprendizaje es distinta. Recuerdo haber escuchado muchas veces algo
así como “somos malos para el futbol”, "que le vamos a hacer". Hace un tiempo atrás
escribí un post
sobre este tema. A lo mejor los jugadores están mejor alimentados, usan otras
tácticas deportivas, tienen mejores sueldos, sin embargo, creo que el factor
fundamental es que desafiaron las creencias que los mantenían donde estaban y
eso, unido a todo lo demás, ha llevado a logros deportivos muy significativos.
Los invito a leer y disfrutar este libro de
Guillermo Echavarría. Encontré la primera parte del libro disponible en docs
de google.