Hoy participé en una jornada de
mejoramiento del clima organizacional y el buen trato en una municipalidad de
la región. Me contrataron para que diera una charla de 45 minutos a los
asistentes, funcionarios municipales de distintas unidades, para señalar
algunas nociones conceptuales sobre el clima y el buen trato. Me indicaron que
previo a mi abriría el alcalde de la comuna y otra psicóloga se referiría al
protocolo de riesgos psicosociales.
Los organizadores de la actividad
me trataron antes y durante la actividad con gran respeto a mis considerables
credenciales académicas y profesionales, jajajaja y tuvimos una interesante
conversación previa a este evento respecto de qué es el clima, cómo se generan
buenos y malos climas, cuál es el rol de la jefatura en la instalación de
climas positivos y también sobre el “cambio organizacional” y algunas ideas
sobre cómo movilizar organizaciones complejas, como es el caso de una
municipalidad.
Les declaré que en 45 minutos
imposible hacer algo por el clima, más allá de “sensibilizar” como dice Ernesto
Gore a la audiencia respecto del tema. Ese era el propósito de mi
participación y cumplí a cabalidad con aquello. Me llamó positivamente la
atención que la actividad la abriera el alcalde de la comuna, quien hizo varias
referencias a la importancia del tema, a la necesidad de cortar de raíz los
rumores y chismorreo, de implicar a las jefaturas y funcionarios en los
procesos propios de la municipalidad y a trabajar por algo más que los sueldos.
¿Qué es el clima?. He hablado
antes de este tema en el blog. (1)
(2)
(3)
(4)
y creo que el clima organizacional tiene que ver con el estado de ánimo que
comparte un equipo de trabajo, el que surge de diversas fuentes, como la
relación que tiene este equipo con su jefatura, como la carga o sobrecarga de
trabajo, la comunicación interna, la percepción de reconocimiento y valor del
trabajo, etc.
Sostengo que los tests tradicionales
de clima se quedan cortos en su apreciación ya que solo miden algunas variables
(como juicios) pero no profundizan en el estado de ánimo que generan esos
juicios y los estados de ánimo son los que predisponen a la acción, más aún si
estos son compartidos. Además los tests de clima, incluyendo el ISTAS 21 suelen
ser contestados más por la intención de demostrar descontento que por
transmitir “objetiva y verazmente” la percepción sobre ciertas variables. Dicho
en castellano, la gente contesta de manera negativa los tests cuando siente que
la pasa mal o que el jefe los maltrata, es un modo de expresar descontento sin
plantarle cara al jefe, especialmente si este es amenazante. O, como suele
ocurrir, en el caso de las preguntas relativas a recompensas, la gente contesta
esas preguntas negativas no porque evalué que sus ingresos sean inadecuados
sino que porque es la oportunidad de exagerar el descontento y lograr que mejoren sus ingresos.
Hoy pensaba que un elemento común
de todas las quejas y reclamos sobre el clima que tiene la gente en las
organizaciones tienen que ver con el respeto o la falta de este. La percepción
de clima negativo tiene que ver con el sentimiento de no ser respetado y ello
ocurre, lamentablemente, a cada rato en muchas organizaciones. Algunos
ejemplos: cuando las personas son citadas a una reunión y no se respetan los
horarios de inicio o de término, cuando se las contrata para ciertas funciones
y les solicitan realicen otras tareas, cuando se les habla mal, cuando se “les
hace el vacío” y son ignoradas en sus aportes, cuando se las acosa y muchísimas
otras situaciones.
Dice Wikipedia que el respeto
es «la consideración y valoración especial que se le tiene a alguien o a algo,
al que se le reconoce valor social o especial diferencia».
El respeto no está en las
palabras que dicen los directivos organizacionales, sino que está en los modos
de relación. Yo puedo decir “de la boca para afuera” que respeto y valoro mucho
a las personas, pero ni las saludo cuando paso alrededor de ellas o lo que es peor,
tengo prácticas como decir que las personas son importantes pero a los proveedores
pagarles 6 meses después de prestados sus servicios. El respeto se muestra en
todo el componente no verbal de la comunicación y somos buenos lectores de esas
claves.
Ya lo decía Argyris a propósito
del aprendizaje organizacional y la hipocresía.
Cuando este es el juego propuesto por la organización, las personas prefieren
quedarse calladas o incluso decir “de la boca para afuera” cuan felices se
encuentran en la organización, pero de verdad, de corazón, empiezan a cuidarse,
a escoger las palabras que dicen, a ser cautas y a restringir su colaboración.
Yo digo, se van de corazón o de mente y se quedan solo de cuerpo. También si
pueden buscan nuevas alternativas laborales.
Me parece que las jefaturas
tienen un rol crítico en el cuidado del clima, comenzando por la alta dirección
y más allá de meros cambios de prácticas como organizar desayunos e invitar a
los colaboradores, hacer un paseo una vez al año o entregar una medalla al
empleado del mes, lo que las personas necesitan es un trato respetuoso, en la
forma y en el fondo.
En mi opinión muchas jefaturas
tienen incompetencia y ceguera en torno al clima. Incompetencia en términos que
fueron nombradas por confianza y no han sido formadas para liderar equipos de
trabajo por lo que aprenden por
ensayo y error, lo que es un modo caro y lento de aprender. Otras son
ciegas respecto del tema, y dada la importancia de conseguir resultados
minimizan el impacto que las relaciones tienen en los resultados y operan como “elefantes
en la vidriería”, pensando que lo hacen fantástico y regando de resentimiento a
su alrededor.
Goffee
y Jones distinguen dos clases de relaciones entre las personas: sociabilidad
y solidaridad. La primera tiene que ver con la unión que se produce por
familiaridad, amistad y cercanía. La segunda se relaciona con la vinculación
que se produce a partir de los objetivos o propósitos compartidos. Las
organizaciones tienen que ver con esta segunda clase de vinculación.
Las organizaciones se forman para
servir a la comunidad o a los clientes por medio de la entrega de un servicio o
producto. En el caso de una municipalidad lo que convoca a la organización es
la atención a las necesidades de los vecinos y una mejor calidad de vida de la
ciudad. A su vez, la gente se integra a las organizaciones como empleados
porque requiere ingresos, ejercer su profesión, desplegar sus competencias y
conectarse con otros también, con los que puede incluso llegar a ser amigos. Por
eso estoy en contra de las intervenciones climáticas que se enfocan en la
sociabilidad y buscan que la gente se conozca, sean amigos, bailen juntos, se
masajeen y otras prácticas parecidas. Para tener buen clima no se requiere que
la gente sea amiga, se requiere un trato respetuoso.
Por lo anterior tengo críticas a
todas las intervenciones para mejorar el clima basadas en que la gente se
sincere, haga catarsis, construya amistad, se saque los zapatos y baile y otras
prácticas de ese tipo. Creo que violan una consideración relacional básica y es
que lo que conecta a las personas en la organización es el rol para cumplir con
el propósito organizacional. Dicho de otro modo, ¿por qué tengo que bailar con
un compañero de trabajo, si no me gusta bailar, y lo que yo hago es atender
público y él hacer asesoría jurídica?, ¿no será mejor que clarifiquemos
nuestros roles, nuestra jefatura nos retroalimente y desarrollemos una relación
respetuosa y clara respecto de nuestras propios aportes a la organización?. Eso
me parece más sensato y más efectivo.
He hablado de este tema a
propósito de trabajo
colaborativo, donde he expuesto que si existe colaboración en un equipo es fantástico
y hay que valorarlo y cuidarlo, pero que la colaboración debe intencionarse con
prácticas como conversar acerca de los propósitos compartidos, clarificar los
roles, establecer reglas de convivencia, aprender a sostener reuniones
productivas y clarificar los mecanismos de toma de decisiones.
Mejorar el clima tiene importantes
aspectos
adaptativos, relacionados con cambiar la valoración que se da a las
relaciones al interior de las organizaciones, como lo he dicho ya, mirar las
relaciones con respeto, desde una horizontalidad, aunque se tengan roles
diferentes.
No obstante lo anterior, creo que
hay muchas acciones simples para mejorar el trato y el clima, “de sentido común”
como saludar, como pedir por favor, como tratar por el nombre, como respetar
los horarios de trabajo, como pedir con un buen tono, como decir gracias.
Insisto, simples y de sentido común.
Me parece que desde una
perspectiva ontológica hay muchas prácticas “simples” para mejorar la
convivencia, las relaciones y con ello el clima organizacional, aplicables no
sólo a la relación jefe colaborador, sino que a cualquier relación. Entre
ellas
.
1 Aprender a conversar o negociar. Los seres humanos vivimos en
conversaciones, por medio de ellas construimos espacios de significado, por lo
que cada vez más, incluso aunque hayan diferencias de jerarquía tenemos que
aprender a conversar para resolver diferencias y llegar a acuerdos. Aprender a
conversar implica algo en lo que suele haber carencias que es aprender a
escuchar.
2 Aprender a pedir. En la vida organizacional el 80 0 90% de las
conversaciones implican pedirle algo a otro, por ello aprender a pedir en
cuanto forma y en cuanto a estándares es básico.
3 Cumplir los compromisos. En las relaciones laborales realizamos permanentemente
promesas
a los demás y cumplirlas genera puros efectos positivos como reputación,
confianza y efectividad.
4 Aceptar los reclamos como legítimos. Siempre cabe la posibilidad de
no cumplir una promesa por olvido o porque otro no nos cumplió una promesa.
Aprender a disculparse y procurar la reparación es básico en las relaciones
humanas. También lo es aceptar que alguien nos “cobre” que no le hemos
cumplido. Ello no es señal de “insubordinación” o “falta de respeto”, es señal
de claridad en las relaciones.
5 Retroalimentar. Todos tenemos ceguera y por lo tanto necesitamos
que alguien nos diga, especialmente nuestra jefatura cuando lo hemos hecho mal
o no hemos cumplido dentro de los estándares esperados. Por ello aprender a
retroalimentar la acción y no la personalidad es una práctica básica para
jefaturas y para cualquiera que trabaje con otros.
A mí me parece que con estas
reflexiones contribuyo a la petición que me hicieron hoy de hacer una charla de
45 minutos sobre el clima laboral. Creo que con muchas de estas consideraciones
el clima puede mejorar significativamente y con ello la satisfacción en el trabajo
y el aporte que las personas realizan al propósito organizacional, que en el
caso de una Municipalidad es significativo y valioso para los habitantes de la
comuna.
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