Hoy se usa mucho el concepto de
competencias en el ámbito de RRHH y me parece conveniente rescatar los orígenes
de este modelo, sobre todo porque como dice Mertens,
existen varios modelos distintos, cada uno de los cuales define
competencias de manera diferente. Al respecto me parece que los trabajos de
Spencer y Spencer de 1991, donde, a su vez describe los trabajos de Mc Clelland,
es un muy buen lugar para comenzar.
En el capítulo introductorio
escrito por el propio Mc Clelland describe los trabajos que publicó el año 1973
(“Midiendo la competencia en vez de la inteligencia”) donde inaugura el modelos
de las competencias, al criticar “que las pruebas de contenido tradicionales de
aptitudes académicas y de conocimientos junto con las calificaciones escolares
y los títulos obtenidos no predecían el desempeño en el trabajo ni el éxito en
la vida y estaban fuertemente prejuiciadas en contra de las minorías, mujeres y
personas de estratos socioeconómicos bajos”.
Es interesante como este
planteamiento de hace ya 45 años sigue teniendo enorme validez, al menos en
Chile donde se siguen utilizando las calificaciones obtenidas en el colegio o
en la Universidad como indicador de cuanto se ha aprendido o donde los avisos
de búsqueda de personal se restringen hacia ciertos títulos profesionales
pensando que sólo personas con algunos títulos podrían realizar ciertas tareas.
Es posible que ciertas tareas que tienen fuertes elementos técnicos como la
cirugía deben ser realizadas por médicos pero está lleno de actividades mucho
más genéricas donde las notas universitarias o la carrera de origen
posiblemente no tiene mucha relación con un desempeño exitoso.
Creo que los mismos profesionales,
sobre todo psicólogos, que trabajan en selección de personal siguen muy
perdidos pues se siguen usando herramientas como los tests proyectivos, pruebas
de colores, tests gráficos o antiguos tests de personalidad que posiblemente tienen
escasa correlación con el desempeño exitoso en un puesto de trabajo, donde
además los postulantes llegan entrenados o, lo que es peor, contestando según
lo que dice alguna página en google o lo que alguien le recomienda.
Además, existen muchos procesos
de selección de personal contratados por las empresas a empresas consultoras
que a su vez subcontratan a cualquier psicólogo disponible, pagándole una parte
menor, precaria, de lo que le cobran al cliente y no verificando, ni el
mandante ni la consultora, que cuenten con las competencias mínimas para hacer
selección valida, sin prejuicios.
Mc Clelland propone otra mirada,
donde se identifiquen las variables de competencia que predicen el desempeño en
el trabajo y que no estén prejuiciadas por raza, género o factores
socioeconómicos. Este método tiene las siguientes características:
1 Utilización de muestras de criterio. Más que pensar en rasgos ideales, buscar y comparar
gente que ha tenido un trabajo exitoso o una vida interesante con gente que ha
sido menos exitosa con el fin de identificar características asociadas al
éxito.
2 Identificación de conductas y pensamientos operantes causalmente
relacionados con resultados exitosos. Más que utilizar técnicas de auto reporte o pruebas de
opción múltiple se utilizan situaciones abiertas donde la persona tenga que
generar alguna conducta. El mejor predictor de lo que una persona pueda hacer y
de hecho hará es lo que espontáneamente dice o piensa en una situación
desestructurada o ha hecho en situaciones similares en el pasado. Esto es lo
que posteriormente llamará “entrevista
de eventos conductuales”
Con estos métodos Mc Clelland
realiza ensayos en el Departamento de Estado de EEUU y trabajadores de
servicios humanos del estado de Massachusetts. En el libro describe sus
trabajos con el primer grupo, donde descubre que eran seleccionados por medio
de pruebas de conocimientos y de aptitudes las que no predecían el éxito que
tendrían luego al ocupar un cargo y como serían valorados posteriormente con el
desempeño en el trabajo. Por lo tanto, utiliza el modelo solicitando una muestra
de personas que claramente tuvieran un desempeño superior y una muestra de
personas con un desempeño bajo o promedio. Luego, utilizaba la entrevista de
eventos conductuales, donde los entrevistados contaban de manera detallada lo
que hacían en situaciones críticas en su trabajo (tres situaciones cumbres y
tres fracasos grandes) analizando posteriormente de manera temáticas dichas
entrevistas.
Lo que encontraron con este
método es que los diplomáticos de desempeño superior contaban con las
siguientes competencias: sensibilidad interpersonal multicultural, expectativas
positivas de los demás y rapidez al aprender redes políticas. Ello daba cuenta que
sus acciones eran diferentes a la muestra promedio y de los resultados
superiores respecto del mismo grupo.
A partir del trabajo descrito con
diplomáticos parece obvio que lo que hace la diferencia en el resultado del
trabajo son las acciones que las personas realizan más que los títulos que
puedan tener, a menos que estos títulos puedan predecir las acciones, lo que no
necesariamente ocurre.
Es muy posible que si se repitiera
el trabajo de Mc Clelland en la actualidad en muchas industrias nos
encontraríamos que se sigue seleccionando en base a perfiles ideales que no
tienen nada que ver con el desempeño efectivo. Creo que en el mismo mundo
universitario cuando los académicos definen las competencias deseables sin
considerar lo que los potenciales empleadores o profesionales que ejercen las
profesiones piensan se comete el mismo error.
Hecho lo anterior, Mc Clelland
define lo que es una competencia. Una competencia es “una características
subyacente de un individuo que está causalmente relacionada a un criterio
referenciado como efectivo y/o un desempeño superior en un trabajo o en una
situación”. Esta definición implica tres elementos:
1 Característica subyacente. Una competencia es una parte
relativamente profunda persistente de la personalidad de una persona y que
puede predecir la conducta en una amplia variedad de situaciones y tareas de
trabajo. Esta característica subyacente puede ser: motivos, rasgos,
autoconcepto, conocimiento, destreza. Las últimas dos son fáciles de
desarrollar por lo que el entrenamiento es
la manera más efectiva en cuanto al costo para garantizar habilidades. Las dos
primeras son más difíciles de evaluar y de desarrollar por lo que es más
efectivo seleccionar para estas
características. La competencia de autoconcepto está en un lugar intermedio,
pueden cambiarse con entrenamiento, psicoterapia o experiencias de desarrollo
pero con tiempo y no sin dificultades.
Dice Spencer y Spencer que “en
trabajos complejos las competencias son más importantes en la predicción de un
desempeño superior que las destrezas relacionadas con una tarea, inteligencia o
títulos obtenidos”. Lo que distingue a los de desempeño superior en estos
puestos es la motivación, las destrezas interpersonales y destrezas políticas,
puras competencias.
Respecto de este punto resulta
muy interesante el trabajo de Kuppers referido a la motivación, donde
propone la importancia que tiene la motivación en el desempeño al multiplicar
los resultados por sobre los meros conocimientos o habilidades. De igual forma
resulta valioso lo propuesto por Hogan, sobre lo crucial que resultan
las competencias profundas en el desempeño por sobre las meras competencias
superficiales.
2 Causalmente relacionada. Una competencia causa o predice la
conducta y el desempeño. Las competencias siempre incluyen una intención
(motivo o fuerza de un rasgo) que causa la acción hacia un resultado (esta
acción puede también ser un pensamiento, el que precede y predice una
conducta).
3 Criterio referenciado. Una competencia predice quien hace algo bien
o algo mal, como es medido en un criterio específico o estándar. Los criterios
pueden ser ”desempeño superior” (estadísticamente una desviación estándar
encima del desempeño promedio) o “desempeño eficaz” (nivel de trabajo mínimo
aceptable). Personas con desempeño superior pueden tener un alto valor
económico para las organizaciones, además que se pueden usar como “molde” para
“clonar” y buscar personas similares en sus procesos de selección y desarrollo,
mejorando luego el nivel promedio de desempeño de la organización. De este modo
la competencia se transforma en una ventaja competitiva para la organización.
Dependiendo entonces del criterio
existen competencias umbral o características esenciales (conocimientos y destrezas
básicas) que cualquiera en un trabajo necesita para ser mínimamente eficaz pero
no distingue a las personas con un desempeño superior de las de desempeño promedio.
A su vez las competencias distintivas, distinguen a las personas de desempeño
superior de las de desempeño promedio.
A partir de estas distinciones el
modelo de competencias propuesto en su origen por Mc Clelland y difundido por
Spencer y Spencer propone aplicaciones hacia distintos subsistemas de RRHH,
tales como reclutamiento, selección, colocación, planeación de sucesión,
desarrollo y establecimiento de planes de carrera, pago basados en competencias
y sistemas de información para la administración de RRHH.
Creo que el modelo funciona bien
para reclutamiento y selección así como para ciertos dominios de capacitación y
desarrollo de carrera. Tengo mis dudas respecto a temas más complejos como evaluación
del desempeño o pago de salarios, donde lo que importa es más bien el resultado
que la mera medición de competencias.
En el caso de selección de
personal se concentra en la Entrevista de eventos conductuales. He escuchado
tantas entrevistas de selección anecdóticas o derechamente mal hechas, incluso
algunas con abuso de poder, donde es imposible concluir en que se basa el
entrevistador para poder señalar quien hará con posterioridad bien o mal su
trabajo. Por ejemplo la clásica pregunta: cuénteme sus fortalezas y
debilidades, donde la gente o contesta con franqueza y se auto incrimina o
camufla una fortaleza exagerada como si fuera una debilidad, dado que la pregunta
es la que no corresponde.
Dice Spencer y Spencer que
las personas no siempre se conocen bien
en cuanto a cuales son en realidad sus competencias, además muchas veces no revelan
sus motivos o habilidades reales dando respuestas socialmente deseables
pensando en lo que el entrevistador quiere oír. Siguiendo a Argyris, lo que la
gente dice que hace no necesariamente es lo que hace.
La entrevista de eventos
conductuales tiene cinco pasos. El más importante es el paso 3 donde se le pide
al entrevistado que describa en detalle cinco o seis situaciones importantes
por las que ha pasado en el trabajo, dos o tres puntos altos o éxitos rotundos
y 2 o 3 puntos bajos o fracasos clave. La mejor regla práctica es que el
entrevistado entregue suficientes detalles como para escenificar en una
película el incidente (con doblaje de sus pensamientos) sin tener que
inventarse mucha parte de él. Se recomienda empezar por un evento positivo y
obtener la historia en una secuencia temporal correcta.
Para realizar esto se requiere
contestar cinco preguntas clave: ¿Cuál fue la situación y, cuáles fueron los eventos
que la originaron?, ¿Quién estaba involucrado?, ¿Qué pensó, sintió o deseaba
hacer en la situación ¿(sentimientos, pensamientos), ¿Qué fue lo que hizo o
dijo en realidad? (destrezas) y ¿Cuál fue el resultado?.
El modelo se centra mucho en la
conducta individual y no toma mucho en consideración variables propias del
contexto o situación, así como de la relación que establece una persona en su
trabajo con otras, por ejemplo con su jefatura y como esta contribuye o no al
logro de resultados. Está lleno de personas con excelentes competencias que se
cambian de trabajo y les va mal en el nuevo lugar, dado que se trata de otra
cultura, de otra jefatura y muchas otras variables. La realidad organizacional
no es simple.
Hace muchos años que dejé de
hacer selección de personal pero creo que el modelo de competencias descrito
por Spencer y Spencer a partir de los trabajos de Mc Clelland da interesantes
pistas acerca de nuestra mirada hacia los recursos humanos y como, en
particular, seleccionar personas en las organizaciones pensando en la
contribución que realizan a los resultados organizacionales, resultados que de
alcanzarse generan beneficio para todos en la sociedad.
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